Alexander Hamilton sabía que establecer una democracia sería difícil, especialmente si las oficinas solo estaban abiertas para hombres de cierta riqueza o estatus. Durante un debate en 1787, Hamilton advirtió que una clase constitucional conduciría a una aristocracia y un reinado real. Los colonos ya se habían rebelado contra eso. Hamilton reconoció sus miedos y dijo:

"Si nos inclinamos demasiado a la democracia, pronto dispararemos a una monarquía".