¿Qué son muchos libros?
Puede que mi gusto por los chicos sea muy variado, sin embargo hay un tipo, uno en particular que me vuelve loca.
Esa clase de chico, que parece apático, que parece caerle mal o raro al resto, que cada vez que lo ves puede que esté planeando una bomba casera en su garage, ese que sabe cómo contestarle a cada profesora con elocuencia, a cada persona en la calle con perspicacia, y que sobre todo sabe responderme con altura y sin ser intimidante realmente, solo siendo intelectual y lo suficientemente irónico para no pecar de soberbio, y lo altamente locuaz para no parecer una copia chistosa de un comediante.
Con el tiempo me gusta saber predicciones de como actuará o qué cosa dirá, aún así me resulte chistoso su siguiente interacción superadora, como si supiera que debe esforzarse por volver a conquistar mi mente.
Oh si, esos me condenan a un acto de imaginación realmente patética.
Si hay un patrón de elecciones erradas en mi vida, justamente son estas. Elegir al chico listo, moreno, con inesperada dosis de ternura y con el poder mágico de desaparecer cuando menos lo requiero.
Puede que el que comprenda todo esto ahora me ayude al futuro porvenir, pero lo dudo. Es algo casi tangible en mi ser.
Si dice algo como que la nota más superadora de un examen es 9 3/4, o que mis ojos son verdes tomates fritos, o tira algún piropo endulzado con poesía, como que mi piel de porcelana camaleónica parece cambiar a rosada cuando sus frases alteran mi frecuencia cardíaca, algo como esas cosas anteriores me generan un cortocircuito sináptico en donde se frena mi capacidad controladora, selectiva y lógica, y se activan mis receptores simpáticos para huir a los brazos de ese ser.
Lo oigo decir que su gusto por el suspenso y terror son afines a una tarde con niñas que lo maquillan, luego que su gusto musical es más terrorífico que su gusto cinematográfico, pero aún así se complace con mis gustos musicales depresivos, y finalmente me revela que su lugar seguro es el mismo que el mío, en brazos de una niña, de una abuela, o entre las páginas de un libro añejo, con páginas amarillentas y la letra algo pequeña al ser un tomo antiguo, de bolsillo y con algún que otro error al ser primera edición.
Quisiera saber cuantos libros hasta la fecha a leído, cuáles, cuánto a influido en su vida, en su pensar, en su accionar, en todo.
Pero, ¿que importa cuantos libros?
¿Cuánto es mucho para los libros?
¿Cuánto me pesará que haya influido o no Frankestein o Ana Karenina, El retrato de Dorian Grey, La Ceguera, o Jane Eyrne, Mujercitas, Orgullo y Prejuicio, Harry Potter, Cincuenta sombras, Crepúsculo, El Hobbit, y muchos más libros épicos?
Puede que influya más lo que escribe que lo que lee en realidad, ya que nuestro arte habla de nuestras necesidades y aflicciones.
Por ello necesito leerte, conocerte, aprenderte.
Por ello es que me enamoro de los cultos ocultos, de los escritores escondidos en las torres, de las sombras más desdibujadas y difícil de pintar, de los chicos más adultos y retirados, pero más niñatos de corazón.
Es por eso que nunca podré consolidar mi amor por ellos. Porque nunca es fácil atrapar a una mariposa y mantenerla libre. Porque nunca se podrá hacer feliz hasta la eternidad a un poeta torturado. Porque nunca se podrá atrapar la luz de la luna tan brillante y majestuosa.
Es por ello que nunca te tendré a ti, ni a ninguno que se te parezca.
Porque estoy destinada a morir sin un amor tan potente como para terminar de desgarrar mi corazón por un tulipán azulado, que no existe en mi plano, en mi universo, en mi realidad o futuro posible.
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