O3 : ¡Cupido, infringiendo la ley!

Jeongin, importándole poco que sea castigado por infringir las reglas las cuales dicen estrictamente que cupido jamás debe interferir entre el descubrimiento de las almas gemelas al ser el único en conocer dicho detalle, dejaría de lado la belleza del reconocimiento y el amor verdadero, el cual solamente se desarrolla cuando ambas almas gemelas son conscientes de su destino, lo aceptan y lo viven. Vio frente suyo el gran edificio donde Bang Chan y Lee Felix trabajan. Tragando saliva, acomodó su playera suelta blanca, tardó en escoger un conjunto que fuera más... Más humano. Se adentró y habló con las chicas que atendían.

— Uh, disculpa, ¿Se encuentra Lee Felix? Me llamó hace unos minutos para que lo acompañara a almorzar y eso.

« Por favor que esté, por favor que esté » Sería vergonzoso sí dijeran que hoy se tomaba el día libre, entonces se notaría a kilómetros que era una mentira.

— Por supuesto, ¿En qué puedo ayudarle?

— Sí, bueno, verá, soy... Soy amigo suyo y él dijo que trabajaba aquí y bueno, quise... Ya sabe, venir a visitarlo.

Los ojos dudosos de la mujer frente suyo lo hicieron ponerse completamente nervioso, quizás no era la mejor excusa, pero era la única que se le ocurría. Era su único plan por el momento así que debía seguirlo hasta que sea descubierto, después podría pensar en otro sí ese no funcionaba.

— Claro, dígame su nombre y hablaré con Lee para que me confirme.

Mordió su labio inferior y se resignó a decir su nombre.

— Jeongin.

Minutos después un guardia llegó y dijo que lo guiaría hasta dónde Felix se encontraba, no podía creer que funcionara. Frunciendo el ceño, siguió al guardia hasta llegar a una puerta que decía Muddy Water Hall, después de investigar a Felix, reconoce que Muddy Water es una de las canciones más famosas que el idol sacó. Nervioso tocó la puerta, un dulce adelante le respondió, abrió la puerta y se encontró con un salón enorme, lleno de espejos; a su derecha había un juego de sofás, una televisión, un equipo de sonido y de grabación, junto con un escritorio con varias PC, un piano, una guitarra y un violín. Más a la izquierda había una pequeña cocina con refrigerador, microondas y una estufa eléctrica.

En medio del salón estaba Felix, que traía una camiseta suelta de tirantes y un short, se secaba con una toalla mientras se acercaba curioso a Jeongin, quien entró a la sala.

— Sé que te dejé entrar, pero realmente no sé quién eres. ¿En serio eres un amigo mío?

El rubio tenía la cabeza ladeada, queriendo reconocer al castaño frente suyo. Debía admitir que el chico era demasiado atractivo, además, era completamente de su tipo; hombres altos, guapos y musculosos.

— Yo... Uh, ¿Realmente no me recuerdas? Nos conocimos en un parque hace unos días, me... Me ayudaste a llevar unos cafés a mi... Mi departamento para, ya sabes, mis... Mis amigos, sí, hablamos un poco y te reconocí, ya sabes, eres... Eres Felix, dijiste que algún día debía venir a verte... Así que aquí estoy.

Habló mientras usaba un pequeño poder que le lanzaba; bugia bianca, que significa mentira piadosa. Con verlo a los ojos mientras narraba su mentira, podía introducir en su mente una falsa realidad, creando un escenario inexistente a quien sea.

— ¡Oh, sí, lo recuerdo! Soy tan torpe. ¿Te gustaría almorzar? Es la hora de mi descanso y de verdad muero de hambre.

Sonrió el más alto, acercándose al pequeño baño que estaba en la sala de prácticas. Jeongin asintió.

— Sólo deja que me vista. Enseguida vuelvo, Innie.

Ese guiño hizo que el corazón de Jeongin se acelerara.

« No caigas en sus encantos, no caigas en sus encantos, no caigas en sus encantos ».

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