Capítulo 40
—¿Y? —Derek se cruza de brazos.
Sus ojos cambian de su padre a mí, esperando a que uno de los dos se atreva a hablar. Alcanzo a ver la silueta sonriente de Malika desaparecer cerrando la puerta, la sonrisa de triunfo que llevaba pintada causa dolor en mi estómago.
—¿Cómo? —Frederick es el primero en hablar—. ¿No te diste cuenta?
—¿De qué? —la voz de Derek se está convirtiendo en un sonido gutural.
Intento que mi cuerpo reaccione, pero cuando los ojos de Derek se suavizan al mirar, no soy capaz de si quiera de parpadear.
<<No me mires así. No me mires como si te estuviera decepcionando>>. Incluso la voz dentro de mi mente suena inestable.
—No puedo creerlo —su padre finge una cara de tristeza—. Lo siento tanto, hijo.
—Dime, ¿qué está pasando? —cuando su padre cierra los ojos, Derek avanza en mi dirección—. ¿Roja, qué está pasando?
El apodo sale de él con tanta familiaridad que causa que las lágrimas se acumulen en mis ojos.
—¡Mallory, por favor! —su cara es un retrato de la preocupación—. ¡Habla!
—Yo... —todo se atasca en mi garganta.
La furia, tristeza, resentimiento, frustración, todo se acumula en la bace de mi garganta creando un muro de concreto que me impide respirar y articular palabra.
—Tiene un plan para llevarnos a la ruina —dice Frederick—. Yo la contraté para que te ayudara con el trabajo, porque llegó pidiéndome ayuda. Yo también fui engañado por ella. Busca quitarnos la empresa.
Derek palidece.
Y así, sin más, veo desmoronarse frente a mí lo que he construido en poco tiempo. La confianza que Derek había puesto en mi se ha desvanecido en el aire como el humo de aquel cigarro que lo vi fumando a escondidas. Sin que nadie más que él y yo lo sepamos.
Lo que he dicho y hecho alrededor de Derek comienza a aparecer en mi mente. Busco en cada uno de los gestos, de las risas y miradas algo que pueda ayudarme a renovar la confianza.
Aún puedo solucionarlo, ¿no?
—¡No, eso no es cierto! —levanto las manos como quien clama perdón—. Tú padre me contrató para buscarte una pareja... pero yo no tenía intenciones de hacerlo. ¡Nunca las tuve, lo juro!
—No trates de seguir engañándolo —gruñe Frederick.
Ignoro al hombre mayor, dando un paso hacia Derek.
—¿Recuerdas ese día en el café? —mis ojos lo buscan, pero él no deja de mirar el piso—. El día que hicimos una apuesta, yo... fue mi forma de buscar hacer lo que tu padre me pidió, pero teniendo tú consentimiento de hacerlo. Y sé que no estuvo bien. ¡Por eso no hice nada!
Derek niega con la cabeza tan lento que me parece una tortura, me analiza de arriba hacia abajo, es como si de pronto hubiera olvidado quien soy. No, no es eso. Él no reconoce a la persona que está frente a él.
<<Mierda, lo estoy perdiendo>>.
—¡Frederick miente! —apunto al mayor—. Sabes bien que él haría lo que sea para manipularte, esto es otra estrategia para hacerlo.
Comienzo a sonar desesperada y no me gusta, pero no tengo muchas opciones.
Busco que mis ojos le comuniquen a Derek que puede confiar en mí, que soy quien dice la verdad. Mi mente busca con desespero cosas para decir, lo que sea que pueda recordarle que si alguien no le ha mentido soy...
<<Pero sí lo he hecho>>. Me recuerda mi mente. <<Le has mentido a cada persona que has conocido a lo largo de este último mes>>.
<<No, no... Derek debe creerme, yo sé que él me creerá>>.
En sus ojos del color de la menta detecto el brillo de la esperanza, e intento hacerlo crecer con una discreta sonrisa que se estropea por un par de lágrimas que no logro contener.
¿Por qué siento que todo se me va de las manos?, ¿por qué me asusta tanto?
—Eso no quita el hecho, de que tú también lo has manipulado —Frederick corta mi contacto visual con Derek antes de que logre algo—. ¿Pensaste que al meterte con mi hijo lograrías destruir mi empresa?
Asesino a Frederick con mi mirada.
—No puedo creer que seas tan cobarde —continua, mirándome con desprecio—. Eres igual al traidor de tú padre.
—No te atrevas a hablar de mi padre —advierto—. Eres un malagradecido. Después de todo lo que él hizo por ti.
—¡Eso no le daba ningún derecho a traicionarme como lo hizo! —refuta.
—Poner a su familia por encima de tu falsa amistad no fue una traición —tengo que controlar el impulso de estrellar mi palma contra la cara de Frederick.
—¡Gracias a mi tuvo a su familia! —brama en respuesta.
—¡Basta! —Derek aparece, interponiéndose entre su padre y yo—. Frederick, danos un minuto a solas.
Es la primera vez que lo oigo llamar a su padre por su nombre, eso crea una pequeña sensación de alivio. Mi ira se relaja un poco al ver la familiar silueta de Derek.
—¿De verdad quieres que te deje solo con... con ella? —la pausa fue suficiente para saber que de su boca casi sale una forma despectiva o insultante de llamarme.
—En este momento no le creo ni a ti, ni a ella —susurra Derek.
Su padre me lanza una nueva mirada de desdén y se va con pasos pesados, como si en el interior supiera que es peligroso dejarme a solas con su hijo.
El silencio inunda la oficina ni bien el mayor la abandona.
La espalda de Derek frente a mi es una vista inquietante.
Aunque, ¿por qué me preocupo?, ¿no se supone que deban ser las cosas así? Teufel y Leblanc en conflicto.
—Quiero saber —su voz es un susurro que me saca de mis pensamientos—. ¿Qué hiciste?
Me miro las manos.
—¿Hacer qué? —me cruzo de brazos—. ¿Caer en el juego de tu padre?
—No eres tan tonta —suelta una risa nasal—. No eres el tipo de mujer que se deja manipular, ni intimidar... lo sé de propia experiencia. Él no pudo haberte obligado a nada.
Me trago el resto de mentiras. Sus hombros se hunden mientras más permanezco en silencio.
—Derek, jamás he querido que esto pasara —suspiro, diciendo lo más real que siento en este momento—. Tu padre me convenció para que lo hiciera. Él iba a decirle a mi familia que estoy de vuelta si no lo hacía.
Se gira en mi dirección bruscamente. Su rostro es el mismo de la primera vez que discutimos: serio, arrogante, frío y algo aterrador. Es como si hubiéramos regresado en el tiempo. De nuevo somos desconocidos.
Este hombre imponente y furioso... me hace tener todos mis sentidos alerta, como si estuviera bajo peligro.
—¿Por qué no querías que tu familia lo supiera? —da un paso en mi dirección—. ¿Qué más escondes? Por más que intento que no me importe tu pasado... mi instinto me dice que ocultas más de lo que creo.
Derek da otro paso hacia mí, mismo que intento retroceder, pero la fuerza con la que me observa no me deja.
—¿Qué ocurrió en corea? —continua, avanzando—. ¿Qué has venido a hacer realmente?
—Eso no... —me quedo en silencio cuando noto que él ya está invadiendo mi espacio personal.
—¡Deja de esconderte! —me sostiene de los brazos—. Estoy harto de querer conocerte y solo lograr sentir que hay algo en lo que me estás mintiendo. ¿¡O es que acaso todo el jodido mundo está mintiendo!?
Su grito es aterrador a la distancia en la que estamos. Parece estar al borde de un ataque de histeria que no estoy segura de querer presenciar y mucho menos impedir que suceda.
—Derek —suelto en modo de advertencia para que se detenga cuando sus dedos se incrustan en mi piel.
—No sé qué más hacer para conocerte, me digo a mí mismo que no debe importarme, pero... ¿por qué parece que cada cosa a tu alrededor se trata de un secreto? —gruñe cerca de mi rostro—. No me gusta. Todo estaba en orden hasta que llegaste. Apareciste aquí y perdí el control, perdí el orden. No te conozco y cada vez que trato de hacerlo... te veo más como una desconocida.
De pronto es como si no estuviera discutiendo conmigo, es como si se alegara cosas a sí mismo en voz alta. Está perdiendo los estribos, está cediendo a su furia incontrolable e irracional.
—Derek, estás lastimándome —intento liberarme, él aprieta aún más—. ¡Derek, te lo advierto, suéltame!
—¡Creí en que jamás me mentirías pero lo hiciste! —me sacude—. ¿¡Por qué, Mallory!? ¡Contéstame, Mallory!
Fue lo mismo... esto mismo ocurrió con Eun-ji. Comenzamos discutiendo, dejo de haber confianza y todo termino mal. No quiero pasar por eso otra vez. No quiero perderme por alguien más, ya no podría soportarlo. No puedo —no quiero— hacerlo de nuevo.
¿Y qué más da si me odia ahora o más tarde?
Lo hará cuando vea el impacto que mi presencia tendrá en Rohdiamant. Me odiará cuando su padre comience a presionarlo más para salvar la empresa que yo he tratado de hundir, me odiará cuando descubra que no soy lo que él cree. No soy como él cree.
—Derek... ¿por qué te importa tanto? Da lo mismo si me acerque por interés o por otra cosa, ¿no? —afilo la mirada—. Creo que ambos sabíamos que esto no iba a llegar a ningún lado porque ambos vemos por el bien de nuestras familias. Entonces, ¿por qué?
Su agarre flaquea, al mirarlo, él traga saliva. En su rostro veo que no se había esperado que le hiciera esa pregunta.
—¿No lo he hecho lo suficientemente obvio? —susurra—. Mallory, me estás volviendo loco. Al principio creía que me molestaba que no bajaras la cabeza ante nada ni nadie, pero me di cuenta de que no estaba molesto contigo, si no conmigo —niega con la cabeza y humedece sus labios—. Me molesta no tener tu valor para enfrentar las cosas. No poder sonreír como tú lo haces, no poder divertirme hasta con lo más aburrido y simple. Manejar el enojo como tú lo haces.
Ahí está, la debilidad de Derek. Lo han estancado tanto en ser lo que los demás quieren que cuando encontró a alguien parecido a lo que él quiere ser, ve imposible liberarse de lo que lo ata.
Dejo salir una risa descarada.
<<Toda libertad tiene un precio, te lo dije. Y en este momento, estoy poniendo el precio a la tuya, Derek Teufel>>.
El precio por tu libertad: el sufrimiento de una traición.
—Nunca vas a conocer lo que yo no quiera que conozcas. Así que ya basta —trago saliva—. Deja de indagar en mi vida. ¿Por qué lo haces?
—¿Te cuesta creer que me gusta todo de ti? —se inclina hacia mi—. Desde la primera vez que te vi, quedé maravillado con lo que eres, yo no pude-...
—¡Te digo que te equivocas! —me deshago de sus manos aprovechando la impresión que le provoca mi grito—. No sabes de lo que hablas, Derek. Todo lo que te he mostrado es mentira.
¡Solo díselo! Solo deshazte del sentimiento que te provoca verlo mirarte como si tus palabras lo acuchillaran. Ya has hecho una grieta en su coraza, destrózalo antes que él te destroce a ti.
—¡La Mallory con la que has convivido no existe! ¿Quieres saber mis verdades?, bien aquí van... —apunto alrededor—. Mi objetivo, es acabar con lo que te rodea. ¡Hacer que tú padre arda!, quiero ver a Egmont llorando de desesperación. Lo que te ocurra a ti o a cualquier otro miembro de tu familia no me interesa. ¿Qué si jugué contigo? —finjo pensarlo—. Sí, lo hice. Pero no puedes culparme, solamente me corresponde la mitad del crédito. La otra mitad es crédito de tú padre —me encojo de hombros—. Él te sirvió eb bandeja de plata ante mi. Totalmente predispuesto a caer en manipulaciones porque has crecido bajo las suyas.
Él da un paso atrás, sus ojos se oscurecen con un sentimiento que ya no me molesto en descifrar y por mucho que trate de negarlo, estar haciéndole esto me duele como el carajo.
—¿Te gusté por mi actitud ante ti y ante todo?, ¿mi personalidad? ¡Qué bien! —sonrío—. Pase los últimos tres meses estudiando a cada miembro de tu familia antes de presentarme ante cualquiera de ustedes. ¿Para qué? Para construir una personalidad que les agradara, para tenerlos en la palma de mi mano y usarlos como piezas en un tablero de ajedrez —me detengo un momento a tomar aire y calmar la revolución en mis venas—. Te he vendido una farsa, una persona que jamás ha existido.
Derek pasa una mano por su cara.
—Tenía planeado algo muy diferente, lo admito. Creí que aún era Egmont quien fungía como mano derecha de Frederick —me cruzo de brazos—. Estoy aquí para despedazar a tu familia. Solo me he acercado a ti porque necesitaba estar aquí hasta el momento oportuno. Pero ya no te necesito.
Lo veo pasar una de sus manos por su cabello. Sé que soy una maldita al hacerle esto. Pero tanto él como Adler son los únicos que podrán salvar a Rohdiamant. Son los únicos que no están manchados como lo están su padre.
Y son los únicos a los que aprecio. Alejarlos de mi es una protección.
—Ahora, dejemos algo en claro —lo apunto—. Tú lo único que sientes por mí es una atracción física. ¿Por qué crees que me fui del departamento después del beso? Sabía que, si me metías en tu cama, dejaría de tener ventaja sobre ti.
Derek estira una mano en mi dirección tan rápido que me preparo para recibir el golpe. Pero en lugar del dolor contra mi mejilla, lo que siento es la calidez de su palma contra esta. Con ese acto, toda yo soy tensión.
Su otra mano rodea mi cintura, acercándonos como nunca.
—Te voy a permitir que me mientas una última vez —dice acercando su rostro al mío, nuestros alientos se mezclan como en el momento previo al beso en su departamento—. Mírame a los ojos y dime que no te intereso.
Levanto más la barbilla, mirándolo directo a los ojos, desafiándolo posiblemente por última vez. Abro la boca para refutar, pero las palabras se me atoran de nuevo al notar como sus ojos se posan en mis labios.
—Te pongo nerviosa, lo sé. Así que, vamos, miénteme —me ordena con sus labios rosando los míos—. Atrévete a mentirme.
—Tengo tanto miedo a perderte como he perdido a cada persona que he amado, que estoy tratando de que me odies —lo alejo de un empujón—. Porque prefiero ser yo quien se vaya a sufrir tu partida.
Abre los ojos con asombro.
—Soy buena mintiendo, ¿no te parece? —Dejo salir una risa amarga antes de dirigirme a la salida.
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¡Actualización doble porque sí!
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y porque las semanas pasadas no actualicé, jaja...
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