Capítulo 37
—¿Hay alguna razón por la que no pares de tararear? —dice Jano mientras termina de servirse café.
—Estoy de buen humor —canturreo sirviéndome chocolate caliente.
Hoy he vuelto a hablar con él, lo noto distante, pero me alegro de que lo que sea que lo hizo estar evitándome se haya acabado.
—Buenos días —se alza una voz en la entrada de la cocina.
—Buenos días, Sr. Egmont —saluda Jano usando un tono cortés.
La sensación de vacío que aparece en mi estómago causa un temblor extraño en mis manos. Hay algo en Egmont que no me permite tolerarlo, que hace que mi piel se erice con una fuerte sensación de rechazo y sé de qué se trata, pero si el finge, ¿por qué no hacer lo mismo?
—Buenos días, Srta. Leblanc —lo escucho pronunciar.
Aprieto con fuerza la taza con chocolate caliente que sostengo.
<<Contrólate>>. Ordeno a mi sistema nervioso.
—Buen día —disimulo fingiendo que me ha atrapado con la boca llena de chocolate.
Giro para mirarlo de frente.
Si viera en la calle a Adler sin conocerlo, no lo relacionaría con Derek. Pero con Egmont, reconocería que es pariente de Derek y Frederick a una cuadra entera de distancia.
El primo de Derek tiene un aura de galanura. Su complexión es delgada como la de Adler, su rostro tiene una belleza casi femenina y fría como la de Kerstin. No tiene ni la espalda ancha como Derek ni los brazos gruesos como Frederick, pero se parece a ellos.
Finjo tragar la comida imaginaria en mi garganta. Atrapo a Egmont siguiendo el movimiento de mi garganta, relamiéndose los labios.
—Busco a Derek —regresa sus ojos a los míos.
Jano bebe de su taza, aparentemente ha captado la indirecta de que no es con él con quien Egmont quiere hablar.
—Dijo que iría a almorzar con su padre —no dejo de usar un tono formal.
Egmont da un paso dentro de la cocina, luego otro y otro hasta que queda a unos dos o tres pasos de mí, mete las manos en las bolsas de su pantalón y suspira con exageración.
—Duele que seas fría conmigo —intenta sonar con tristeza—. Acaso, ¿ya no te agrado?
<<No, ni un poco>>. Gruño en mis adentros con ganas de escupirlo en su cara sonriente.
—No hay ningún problema —dejo la taza en el lavabo de la cocina—. Si gusta, puede esperar a que el Sr. Derek regrese en la sala de juntas.
Jano es el primero en captar que estoy a punto de irme. Pasa a lado de Egmont susurrando un "con permiso" que el rubio no se molesta en contestar. Es como si para él, Jano nunca hubiera estado aquí.
Doy un paso hacia un lado para rodear a quien se interpone entre la salida y yo, después intento irme, pero Egmont me detiene interponiéndose en mi camino. La sonrisa coqueta en sus labios me causa jaqueca.
No aceptará un No como respuesta, ¿cierto?
—Cualquiera diría que huyes de mí —insinúa.
—¿Por qué huiría? —inclino la cabeza fingiendo curiosidad.
—Me estás evitando —saca una mano del interior de su bolso mirando sus uñas—. ¿Aún te pongo nerviosa, Mallory?
—Tengo trabajo que hacer, Sr. Egmont.
Él entrecierra los ojos, su sonrisa titubea y puedo observar los músculos de su mandíbula tensarse. Está acostumbrado a que las mujeres no se le nieguen. Pero a mi hace mucho que me perdió.
—Vamos —insiste—. No te muestres tan... —Él intenta alcanzar mi mano en medio de su frase.
Doy un paso hacia atrás, escondiendo la mano que él quiso tocar en mi espalda.
—Dije: no —la paciencia se me acaba, se escucha en mi voz—. Veo que sigues sin captar indirectas.
Egmont sonríe, da un paso hacia mí. Me mantengo con la espalda recta, y dejo que mi mirada lo acribille. No quisiera dejar caer mi máscara de profesionalismo, pero él está tratando de arrancármela.
—Nunca pregunté —susurra.
Escucho mi corazón bombeando sangre, siento el calor recorrer por mi cuerpo. Cierro las manos en puños, siento mis uñas lacerando la piel sensible de mis palmas, mis músculos me piden que accione agresivamente contra él, pero no lo haré.
La mano de Egmont se levanta como en cámara lenta para mí, haciendo un recorrido en el aire que, gracias a la trayectoria sé que va a terminar en mi rostro. Mi cuerpo no me responde.
Sus dedos están a punto de rozar mi barbilla.
<<¡Muévete!>>.
—¡Te encontré! —alguien grita a la vez que se abraza de lado a mí.
La voz de Dae-hyung apaga los sonidos que torturan mi mente, su fragancia me tranquiliza y el calor de su brazo me hace sentir segura.
—Mmm... ¿qué haces, amigo? —pregunta el chico abrazado a mí, en dirección al rubio que baja la mano.
Egmont le dirige una mirada de arriba hacia abajo a Dae-hyung, frunce el ceño y se da la vuelta resoplando con mala gana y saliendo de la cocina, no sin antes regalarme una mirada que me comunica que lo que sea que él quiere de mí, no va a dejar de insistir.
Mi mejor amigo suelta una risita baja despegándose de mí.
—Nada como espantarle los galanes a mí mujer —él cruza los brazos detrás de su cabeza.
—Como en los viejos tiempos.
—¿Todo bien?
Asiento. Me acomodo la ropa como si eso pudiera ayudarme a quitarme la mala sensación del cuerpo.
—¿Qué le ocurre a ese sujeto? —masculla.
Trago saliva.
—Dae —lo llamo y me observa con preocupación—. Es él.
No necesito más para que Dae entienda a qué me refiero. Los oscuros ojos de Dae siguen el paso de Egmont, mirada está hecha de hielo.
Me reconforta que haya guardado la calma como siempre, a la vez, me avergüenza ser yo quien casi sede ante los impulsos como nunca lo he hecho.
—Esto se resolvería en un santiamén si comenzaras a salir conmigo —se encoge de hombros.
—Tengo la regla de no tropezar con la misma piedra dos veces —me cruzo de brazos—. ¿Qué haces aquí, Dae?
—Ver que nada te pase —contesta como si hubiera hecho una pregunta tonta—. Tú sereno ante el peligro y peligrate ante lo sereno que yo cuido de ti.
Mi ángel guardián hecho en corea.
—¿Peligrate? —lo miro con extrañeza—. Esa palabra no existe.
—Aún no domino este idioma —se encoge de hombros.
—¿Cómo se dice en Coreano?
—위험한 —pronuncia.
—Se dice: Peligroso.
Dae-hyun forma una "O" con su boca y yo ruedo los ojos.
💕
—¿Cómo te fue...? —comienzo a decir cuando la puerta de la oficina de Derek se abre.
El menor de los Teufel entra con paso de zombi recién sacado de su tumba hasta llegar al área de los sofás, donde se sienta sin mucho afán.
Me acerco despacio.
Sus ojos no parecen estar detallando nada en particular. Mi preocupación crece al escucharlo suspirar con pesadez.
De pronto lo imagino mirarme con odio mientras pronuncia: Me engañaste, ya sé para qué estás aquí. El cual, es el escenario menos fatalista que me imagino.
—Estás asustándome —confieso.
Él se pone de pie lentamente.
—Necesito un cigarro —murmura encaminándose a su escritorio.
—¿Un qué? —lo sigo unos pasos por detrás.
Parece ignorar que estoy aquí. Me palpo el abdomen. Luego ruedo los ojos por lo estúpido que es pensar en que pude haberme muerto y no me enteré.
Derek se acuclilla a un lado de su silla, del cajón inferior de su escritorio saca una cajetilla de cigarros y se pone uno en la boca. Se para y rebusca entre el vaso con clips que tiene en una esquina, de ahí saca un encendedor, el cual usa para prender el cigarro, dándole una profunda calada.
Eso estuvo siempre aquí y jamás me cruzó por la mente que Derek fuera del tipo de hombre que fuma. Sus cigarros y el encendedor siempre estuvieron en lugares donde alguien podría encontrarlos con facilidad y al menos yo no los había visto.
Eso es muy de espías. ¿Qué sigue?, ¿Una escopeta detrás de los libros en la estantería? ¡No, ya sé! El botón que abre el hueco en el suelo para enviarme a una sala de tortura sí existe...
Por si acaso doy un paso a la derecha al darme cuenta que estoy parada justo en el punto perfecto para haber colocado una trampilla.
—¿Ya me dirás qué ocurre? —me cruzo de brazos.
Él está de perfil a mí. Deja salir una exhalación de humo entreabriendo los labios con cuidado de que el cigarro no se le caiga y me mira por el rabillo del ojo unos segundos antes de quitarse el cigarro de la boca.
—Sucedió algo que no tenía previsto —habla con voz ronca—. Nominaron uno de nuestros cortos a los premios del festival de Cannes.
Parpadeo con rapidez en señal de que no entiendo. Sé qué es el festival de Cannes. Lo que no entiendo es, ¿qué tiene eso de malo?
Rodeo el escritorio hasta llegar enfrente de Derek.
Él exhala otra cantidad de humo, teniendo la delicadeza de girar el rostro hacia un lado para evitar que el humo y el olor a cigarro me golpeen de frente.
—Mi padre se las arregló para que vengan a hacer una entrevista para una de las revistas más importantes del país —otra vez inhala aire y exhala humo—. El problema es que soy a quien le harán la entrevista.
—Wow, suena —toso a causa del humo—, importante.
—Es una locura. Soy malo hablando en público de la nada —otra vez exhala humo tóxico—. Tengo problemas para contestar preguntas sin que se me hayan mostrado previamente. Necesito tiempo para analizar, elegir el orden de las palabras correctas y poder decirlas.
—Podemos practicar.
—De nada va a servir —reniega.
—¿Por qué?
—Porque la maldita entrevista es en quince minutos.
—Tómate tu tiempo para contestar, no tiene nada de malo —entrecierro los ojos y uso una mano para ventilar el humo—. ¡Por la salud de tus pulmones!, ¿puedes dejar de fumar?
Me quejo de tal forma que parece que logré sacar a Derek de su extraño trance. Me mira con sus ojos verdes bañados en confusión y lo que creo que es pena. Busca con rapidez la taza donde estaba bebiendo café y ahoga el cigarro en el líquido marrón.
—No era necesario que desperdiciaras tu café —digo a modo de disculpa.
—Ya estaba frío —se inclina para guardar la cajetilla de cigarros y el encendedor juntos en el cajón que cierra con el pie.
Me vuelvo a cruzar de brazos.
Derek suelta un suspiro que suena como si lo estuvieran estrangulando. Se huele las manos, imagino que es para saber si el olor a cigarro se le ha impregnado.
—¿Fumas a menudo? —me atrevo a indagar.
—Solo si siento que estoy por llegar a mi punto de quiebre —contesta mirándome—. Es la forma en la que siento otra cosa que no sea estrés.
Lo entiendo. Sé a qué se refiere, he estado en ese punto.
Ese punto en el que la garganta se inflama por lo que la boca calla, donde el estómago arde con la furia que no dejas salir, donde los pulmones duelen por el aire que has guardado para gritar y no usas.
—Podrías encontrar una forma sana de ventilar el estrés, ¿no? —trato de aconsejar.
—¿Qué tienes en mente? —detecto un cambio en su forma de hablar.
Lo observo con detenimiento mientras una sonrisa pícara va ganándole la batalla a la expresión seria que Derek suele traer como seña particular.
Sus ojos, con esos tonos de verdes parecen inspeccionar mi rostro, como si estuviera tratando de memorizar cada una de mis pecas.
Siento la punta de las orejas calentarse, e intento desviar la mirada para que no avance el sonrojo, pero Derek da un paso hacia mí. Por inercia me le quedo viendo, tratando de descifrar cuál será su siguiente movimiento.
—Lo que sea que estés pensando, no es un buen momento —me cruzo de brazos.
—¿Por qué crees que pienso en algo? —inclina la cabeza y aparece esa sonrisa juguetona que le queda tan bien que es una lástima no verla a menudo.
—Por esa mirada.
—¿Cuál mirada? —Derek finge buscar a su alrededor.
—Esa, la que traes —apunto a sus ojos.
Derek hace viscos para enfocar la punta de mi dedo. La cara sonriente y el cómo se acerca a mi dedo para que este toque su frente es la misma de un niño.
Con Derek todo se siente correcto, cuando no lo es.
Aquí hay una deuda que debo cobrar, no un romance.
Él la hizo pedazos hasta que no quedó nada para reparar. Eso es lo que he venido a terminar, no tengo por qué estar fantaseando con cosas que no pueden ser.
No debo estar jugueteando con Derek. En especial, porque cuando se enteré, no volverá a querer verme en su vida.
—¿Todo bien, Roja? —Derek me hace sentir bien de nuevo, con solo hablar.
¿Y si...?
—Tengo algo que decirte —mis brazos vuelven a rodearme.
—Puedes decirme lo que quieras.
La mirada de sus ojos cambia por una intensa preocupación genuina.
Abro la boca tomando aire. Necesito todo el oxígeno que mis pulmones puedan almacenar, porque lo que estoy por contar no es corto y mucho menos fácil de relatar.
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Uy, ¿será que la verdad salga por fin a la luz?
¡Sorpresa! Festejando el cumple años de CDD:
Debido a que hoy se cumple un año de que el Prólogo de Cupido Del Diablo se subió a Wattpad he decidido festejarlo publicando dos capítulos seguidos.
Muchas gracias por todo el apoyo que han demostrado por mi historia.
Sé que algunos ya están ansiosos por ver todo el trasfondo de lo que pasó para que lleguemos a este punto en el que Rojita se ha puesto, aún falta un poquito, por favor sean pacientes.
Nos vemos en futuras actualizaciones.
29 / Agosto / 2022
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