Capítulo 29


4 años atrás.

Residencia para Trainees de CBH. Seúl, corea del sur.

—¿Sabes que podrían expulsarte de la empresa por esto? —no es una simple pregunta es un reclamo.

No contesto. Continúo con los ojos pegados al suelo.

Aun siento el corazón adolorido, aún me duelen los ojos por haber llorado la noche entera y la cabeza por haber bebido sin medida. Las manos me duelen por haber estrujado una y otra vez mi ropa mientras reprimía mis gritos de frustración o enojo, o ambos.

—¿Si alguien que no fuera yo te hubiera visto? —insiste—. ¿Qué habría pasado con todo el esfuerzo que pusiste para llegar hasta aquí?

Intento ignorarla.

Si cierro los ojos, la imagen que se repite sigue causándome heridas graves.

Un beso, su mano empujándome lejos, estaba tan cerca de la pared a mis espaldas que golpee contra ella, el eco de sus palabras. Sus ojos, el recuerdo de ellos eran lo que más me torturaba, la forma en la que me observó antes de irse.

Se fue, me dejo las dudas cercenando mi conciencia. ¿Por qué?, ¿por qué le di ese beso?, ¿por qué actué tan raro?, ¿qué me sucede?

—¿Entonces? —Soyeon me mira desde arriba, con los brazos cruzados—. ¿Qué sucedió?

Estoy sentada en el suelo del baño que compartimos, empapada de sudor, con lágrimas secas sobre el rostro y botellas de licor coreano con sabor a fresas esparcidas a mi alrededor.

Ella no ha parado de intentar hacerme reaccionar.

—¿Debo llamar a Adrien? —intenta con otra pregunta.

—¡No, no por favor! —la detengo alzando mi mano izquierda enrollada en una pequeña toalla, donde me hice una herida al golpear el espejo del baño—. Él se enojará. No le digas nada.

Claro que esa pregunta me hizo reaccionar. Recién descubrí que Adrien se las arregló para tener a alguien que me "cuide" mientras estoy en corea.

—¿Cuántas botellas de Soju* bebiste? —su voz es un relámpago que parte en dos mi cabeza.

Levanto la mano sana, se siente pesada, y le muestro los dedos con la cantidad de botellas que bebí. Se cumplen seis días de mi reacción extraña y lo festejé a lo grande

—¿Tres? —su gesto es de incredulidad—. Dudo que te hayas puesto así por tres botellas.

—¿Cuáles tres? —mi lengua sigue entumecida, se siente tres veces más grande de lo que es. Acerco mi mano a mi rostro y entrecierro los ojos tratando de aclarar mi visión—. Yo veo seis dedos.

Una risa apagada se me escapa, está cerca de ser un lamento. Escucho suspirar a Soyeon con impaciencia, lo que me hace dejar de recargar la espalda en la pared e intentar ponerme de pie. Lo que resulta en una patética escena.

Me resbaló, volviendo a caer sentada. Mis pies torpes patean algunas botellas, las cuales ruedan hasta chocar contra los pies de Soyeon.

—Veré qué puedo calentar para que almuerces —murmura ella levantando las botellas que tiene cerca.

—¿Almorzar?

—Sí, Leblanc. Almorzar —arroja las botellas al lavabo—. Son las tres de la tarde.

Me llevo una mano a la frente, tallando mi piel.

—Dúchate.

—Estoy bien —alego.

—Te di una orden, como tu superior —se da media vuelta caminando hacia la salida del baño—. Obedece, como mi inferior.

Soyeon tiene el poder suficiente como para que con su voz enojada me espante un poco la resaca. Tiene el poder de sacarme de la agencia bajo cualquier cosa que invente gracias al puesto que se ha ganado con esmero.

Adrien sabe elegir a sus aliados, de eso no cabe duda.

Después del baño me siento un poco mejor. Al llegar a nuestra pequeña sala me encuentro con el desayuno de Soyeon sobre uno de los sofás, junto al mío.

Me siento en silencio pasando una mano por mi cara intentando espantar el sueño.

—¿Quieres hablar de lo que pasó? —ella toma su tazón con yogurt, cereal y frutas.

Soyeon es de las mejores managers de la agencia, gracias a que es decidida y madura. Es la más joven en su profesión dentro de CBH, la más respetada y a quien siempre acuden el resto para pedir un consejo.

Uno de sus deberes es ver que los que estamos bajo su cargo estemos bien.

Es como una gran mamá osa con el carácter de un gato arisco.

—Actúe de manera irracional —explico.

Ella no dice nada, sé que espera a que tenga la confianza de contarle todo. Por un momento pienso en mentirle, inventar algo que me ayude a salir de apuros. Sin embargo, ella ya sabe lo suficiente de mi como para contarle más sin preocuparme.

Suspiro y me entierro hasta donde puedo en el respaldo de nuestro sofá. Me cruzo de brazos y subo las piernas flexionándolas.

—Sucede que, me salí de control. No sé qué es lo que me sucede, pero cuando estamos en el mismo espacio, su sola voz hace que mi corazón se altere —continuó—. Ver su baile es hipnotizante, y su risa... amo su risa. Ese sonido que sale de su boca hace que todo valga la pena.

Niego con la cabeza. Ni si quiera yo misma me entiendo.

—Cuando me dijo que se iría de viaje durante nuestra semana libre fue... —aprieto los labios—. No podía con la idea de estar lejos, de que se fuera a otro país. ¿Y si durante esa semana encuentra a alguien con quién reemplazarme?

Un nudo se forma en el inicio de mi garganta, los ojos comienzan a picarme con las ganas de derramar lágrimas. Y recuerdo todo lo que hice y dije durante la noche anterior a su viaje.

La sala de ensayos con espejos en las paredes, las botellas de agua sobre el suelo, la música que sonaba de fondo, su cabello recién teñido y yo con mi sudadera gris. Eun-ji y yo a solas... el beso.

—¡Con un carajo! —me llevo las manos a la cabeza—. Me quiero morir. ¿Cómo pude besar a mi mejor amiga?

—Ella te gusta, ¿no? —dice masticado un trozo de fresa.

La miro como si la hubieran abducido unos enanitos verdes con grandes ojos y le hubieran lavado el cerebro.

—¿¡A-ah, qué!? —sueno alarmada—. Cla-claro que no. Eso no es posible.

—¿Y por qué? —Soyeon se encoje de hombros.

—Pues, porque... soy una chica, ella es una chica. Se supone que deben gustarme los chicos, ¿no?

—Y yo soy una Manager. No debería darles alcohol a menores de edad.

La cara que pone es una que dice: pero tú tomaste mis botellas.

Siento el rubor subir hasta mi rostro. Me reacomodo en el sofá y tomo de mala gana los restos de pizza recalentada que Soyeon dejó para mí. Hoy es el último día libre, mañana volvemos al trabajo, a esforzarnos.

Mi dieta estricta me impide comer pizza, pero creo que no hay nada mejor para un corazón roto y confundido.

¿Qué si me gustaba Eun-ji? No, claro que no.

¿A quién trato de engañar? Ni si quiera yo me lo creo.

💕

Actualidad. Ceremonia de bienvenida anual para los socios de Rohdiamant.

¿Qué he estado haciendo todo este tiempo?, ¿por qué me concentro en otras cosas? Yo no soy así, de verdad no entiendo en qué he estado pensando. ¿Dónde tengo la cabeza?

Bajo del escenario con pasos temblorosos, ni si quiera escucho los aplausos a mí alrededor. Durante mi actuación recordé una y otra vez lo sucedido hace años. Suelo bloquear ese y otros recuerdos, hasta que sucede algo que los saca a la superficie.

Un mesero que pasa cerca de mí me ofrece una copa de vino rosado, la tomo sin dudar. Lo que sea que traiga al menos un grado de alcohol me sirve. Mientras bebo mi primer trago, la gente en el salón se dispersa.

En mi espacio de visión una persona se hace presente en medio del salón, está a metros de mí, pero la forma intensa en la que me mira hace que lo sienta invadiendo mi espacio personal.

Él es la razón por la que la chica que me gusta no está conmigo, o al menos una de las razones.

Recuerdo el rostro de Eun-ji iluminarse al contarnos sobre el romance que tuvo durante nuestra semana libre. Ella no volvió a ser la misma después de conocerlo.

Él aparentemente le bajó la luna y las estrella. Mientras que yo ni si quiera podía darle una flor porque mi amiga era solo eso y siempre sería eso. A no ser que lo quitara a él del juego.

Ella estaba tan enamorada de él que parecía no recordar nuestra última conversación y en cómo terminé besándola. Y yo... fui una cobarde por no sacar de nuevo el tema. Me quedé callada y la perdí.

"—Míralas —pidió.

—No puedo —negué con la cabeza—. Guárdalas, quémalas o haz lo que quieras, pero sácalas de mi vista.

Verla dolía, pero verla con él era el peor de los castigos a los que se me podía someter. ¿Por qué no pudo estar conmigo?

Yo pude haberla hecho aún más feliz, yo la hubiera respetado, yo hubiera dado mi vida por ella.

—Míralas —susurró.

Inhalé profundo. No quería hacerlo. Pero lo hice, por ella lo haría, abrí los ojos y miré las fotos.

—¿Por qué me muestras esto?

—Porque voy a pedir tu ayuda... —señaló a una persona que aparecía en la fotografía de una especie de cena o gala—. Lo conoces, ¿cierto?".

Esos ojos color hierva, cabellos como si fueran rayos del sol. Enfundado en un traje negro, con una sonrisa en sus labios mientras nuestros ojos se encuentran. Él levanta la copa en su mano, y da un trago acabando su contenido.

La respiración se me atasca cuando lo veo comenzar a caminar en mi dirección.

No vine a jugar a ser la mejor mentirosa, no vine a formar un lazo con mi enemigo, no vine a liberar a nadie ni para ser parte de la enemistad de mi familia con la suya. Mi pelea es solamente contra él, el resto de la familia es únicamente... daño colateral.

Vine por el egoísmo de mi sentimiento hacia alguien. Llegue para ser una guerra en una lucha que hace mucho que se perdió.

No debo sentir que mi corazón comienza a acelerarse cuando estoy asolas con Derek. No debería preocuparme por lo que ocurra en su núcleo familiar.

¿Por qué debería importarme lo que ocurra con Derek? Él es perfectamente capaz de cuidarse solo.

¿Por qué pelear con Malika? Ella ni si quiera termina de encajar en los asuntos que tengo pendientes por resolver.

¿Por qué tenerle miedo a Frederick? Él no tiene ningún poder sobre mí. No puede hacerme nada.

Quiero que él deje de mirar hacia mí. Así que doy media vuelta, dispuesta a salir a como dé lugar de este sitio. Doy una serie de pasos hacia la puerta donde veo entrar y salir a los meceros, lo que sea me sirve para escapar.

Una mano se cierra en mi antebrazo y me hace girar.

<<Demonios, me alcanzó>>. Pienso al girar el rostro en su dirección.

Derek me mira extrañado, me obligo a recomponer mi gesto, pero no logro sonreírle. Solo relajo mi expresión.

—Lo siento, ¿ibas a algún lado? —inquiere.

De pronto, tenerlo cerca me hiere. Lo menos que quiero es romper a llorar frente a él. Aunque podría decirle que me puso nostálgica haber subido al escenario, pero no tengo ganas de mostrarle el lado débil que tanto me he esforzado en esconder.

—No, en realidad no —miro el agarre sobre mí, su palma arde contra mi piel.

Tengo sentimientos encontrados. Quiero que me suelte y que se aleje de mí, pero a la vez, me da miedo porque siento que si lo hace y descubro que me duele... habré perdido.

¿Qué estoy haciendo? Él no puede gustarme.

Ya había dicho eso, ¿no?

—¿Recuerdas los tragos que te prometí? —cuestiona ladeando la cabeza

Asiento porque si hablo, mi voz sonará insegura. Debo controlarme. No puedo perder los estribos, no debo sentir.

—¿Estás bien, Mallory?

Por un momento lo observo. Su rostro sigue enrojecido, parece que ha estado mordiéndose los labios.

—Sí, solo estoy cansada —me apresuro a contestar negando con la cabeza.

—Bueno, ¿tomamos los tragos que te prometí y nos vamos?

Asiento y lo sigo a la barra.

Dejar que me lleve de la mano hacia la barra es como romper mi promesa, esa que le hice a Soyeon cuando me encontró en el piso del baño que compartíamos con botellas de soju a mi alrededor.

Es como traicionar a mi familia por estar con un Teufel, es como mentirle a Adrien al respecto de mis sentimientos hacia alguien más cuando le dije que me centraría en hacer lo que debo hacer y punto.

Y aquí estoy, comenzando a beber. Neutralizando la rabia y la impotencia que siento con ron o lo que sea que pueda llenar mi sistema con alcohol.

¿Quién dice que los hombres son los únicos que beben para olvidarse de una mujer? Es que, aún no me conocían. En realidad, nadie parece conocerme... ni si quiera yo me conozco en estos momentos. 

—          —          —          —

* Soju: Bebida destilada nativa de corea. Tradicionalmente hecha con arroz. Su sabor se puede comparar con el de el vodka aunque algo más dulce debido a los azucares que se usan durante su elaboración. Su graduación alcohólica típicamente varía de aproximadamente 20% a aproximadamente 45%, siendo 20% lo más común.

Dato curioso: Según los coreanos y extranjeros que han probado el Soju saborizado, es fácil embriagarse con este, ya que, el dulzor del sabor añadido oculta el alcohol de la bebida.

________

Uy, ¿qué está pasando aquí?, ¿alguien me explica? 

El próximo capítula será menos dramática (ay, ajá) y con más humor. Así que no se despeguen mucho de Wattpad para estar pendientes de la actualización.

Quiero dedicar este capítulo a @Magnus_Jared_Ivan quien recién se une a esta alocada familia y ya está al día con la historia. ¡Gracias por tus comentarios y votos! Bienvenida a la familia.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top