Capítulo 23 Prt. 2


Incomodidad nivel dios. Eso es lo que siento mientras bajo las escaleras con las zapatillas plateadas y el vestido verde de seda de Irys Teufel.

<<¿Qué estoy haciendo?>>. No puedo creer esto.

Johan, el hombre tatuado ayuda a Irys a bajar por las escaleras, cargándola como a una princesa. Margot, baja con cuidado la silla de ruedas y yo me aferro al brazo de Derek con miedo de dar un mal paso y terminar con algo roto.

<<¿Por qué sigo aquí?>>. Ya debería haberme ido.

Ni si quiera he procesado la mitad de las cosas que me han pasado esta noche cuando llego al comedor. De pronto es como si algo hiciera ¡pup! Y la siguiente escena soy yo sentándome a la mesa de la familia Teufel.

<<No, no, no, no>>. Murmura con preocupación Mallory Angelito.

<<Sí, sí, sí, sí>>. Responde maliciosamente Mallory Diablito.

Creí que ya me había deshecho de esas dos.

Debería estar saliendo de aquí, no quedándome a cenar. ¿Cómo encaja esto en mi: no quiero nada con su hijo?

Aun sabiendo que debo irme, no digo nada cuando Derek mueve hacia atrás la silla donde me acomodo y la vuelve a empujar para dejarme lista en un puesto a la mesa, tampoco al verlo sentarse a mi lado.

Es curioso que me parezca más joven ahora que su cabello está desarreglado, usando una camiseta negra y unos pantalones ajustados color blanco.

—Me alegra que hayas decidido quedarte a cenar, Mallory —comenta Irys una vez que está en su puesto.

En realidad, prácticamente me obligó a quedarme. Me sacó de la mano de su habitación e hizo a su hijo tomarme del brazo en cuanto ella decidió que debería quedarme a cenar.

—Es un honor hacerle compañía, Sra. Irys —intento sonar más sincera que nerviosa.

—Puedes llamarme únicamente Irys —sonríe.

Registro el movimiento de tres personas llegando al comedor, por más que trato de mantener mi vista curiosa aferrada al mantel con decorados rojos no puedo. Mis ojos no pierden oportunidad de mirar directamente a las personas que entran.

Adler camina hacia su madre con una expresión contrariada. Pelea para acomodar el cuello de su camisa a cuadros azules, trae unos pantalones formales que parecen quedarle grandes. Es una gran diferencia en su forma de vestir.

Tras haber saludado a su madre con un beso en la mejilla, él levanta su vista y yo contengo el mismo alarido de impresión que Irys expresa por ambas.

Adler tiene la mejilla y parte del ojo izquierdos en distintos tonos de morados y azules.

—¿Qué te ha sucedido, mi pequeño? —las manos de Irys sostiene el rostro de Adler, mirándolo con preocupación.

—Choqué contra un repartidor al salir de mi departamento —él le sonríe con calma—. No es nada. Se quitará en unos días.

—Por supuesto que, esto no le hubiera pasado si fuera consciente del lugar donde planta los pies —prácticamente gruñe Frederick entrando en escena.

Malika se detiene un paso por detrás del padre de la familia Teufel, mirando con desaprobación a Adler. Un extraño ardor se asienta en la bace de mi pecho. De verdad no me agrada esa mujer.

Recuerdo haber oído a Derek decirle a su hermano que cuidara mejor cómo se vestía si iba a Rohdiamant, en especial si era a su padre a quien iba a visitar.

¿Acaso Frederick lo...?

—Estará bien —susurra Derek en mi dirección.

Lo miro con mi expresión de incertidumbre, él me sonríe y aprieta mi mano. Es en ese momento que caigo en cuenta de que me había aferrado a su rodilla sin notarlo.

Al regresar el rostro al frente me encuentro con Adler mirando en nuestra dirección con diversión mezclada con acusación y picardía. Se sienta al lado izquierdo de su madre y besa el dorso de la mano de Irys.

Frederick me mira con sorpresa mientras palidece al captar que su hijo está tomando mi mano ahora sobre la mesa de su comedor. Malika parece igual de alterada, mira nuestros dedos entrelazados como si pudiera hacer que nos quememos.

Me atrevo a sonreírles a ambos con genuina inocencia.

—Es una sorpresa tenerte aquí, Mallory —dice Frederick.

Esperaba ver algo más en su expresión. Quizás algo de rabia debido al encuentro poco amistoso que tuvimos, puede que incluso algo de rechazo ya que, según él, no soy mujer para su hijo. Aunque parece estar sintiendo algo que expresa a medias y no logro descifrar qué es con exactitud.

—También es una sorpresa para mi ser parte de esta cena.

Frederick dirige su vista a la madre de sus hijos sentada a un lado de la cabecera de la mesa. Camina hasta ella haciéndole una señal algo despectiva a Adler y su hijo le ayuda a voltear la silla. Frederick se arrodilla imitando la pose de príncipe y besa la mano de Irys cuando esta se la da.

Se pone de pie y planta un beso en la frente de su esposa, luego otro en la mejilla, el cual le saca una risa a Irys y por último le da un tierno beso en los labios. Él se queda cerca del rostro de su esposa y se susurran cosas.

Al apartar la vista, noto a Malika mirando en mi dirección. O, mejor dicho, mirando al hombre rubio a mi lado.

Derek no parece percatarse del escrutinio de la mujer, aunque si lo hace, está actuando muy bien a acomodar meticulosamente los cubiertos que le tocan. Cuando veo que comienza a pelear con una arruga en el mantel, doy por sentado que es una manía de su raro comportamiento con el orden y no una técnica de evasión.

—Qué tierno —susurro.

—¿Dijiste algo? —sus ojos se encuentran con los míos.

—No.

Desvió la mirada hacia Malika, ella continúa observándonos fulminantemente.

—Bueno, creo que es hora de cenar —dice Irys una vez que su hijo y su esposo la han reacomodado.

—Claro —Frederick toma su asiento a la cabeza de la mesa y se desajusta el nudo de su corbata—. Malika, ya que Mallory también está presente creo que también podrías quedarte a cenar.

Malika hace el intento de sonreír y buscarse un sitio, pero la mano alzada de Irys Teufel la detiene en seco.

—Esta es una cena familiar, Frederick —destaca su esposa—. Malika me disculpara, sin embargo, ella no es de la familia.

—Mallory tampoco, pero aquí está —replica él.

Me pongo de pie. Eso llama la atención de Derek quien me observa extrañado y pone el doble de tenso a Adler, quien parece querer fundirse con el respaldo de su silla para desaparecer.

—Si ese es el problema, me retiro —suelto con educación.

—Yo le indico dónde está la puerta, Srta. Leblanc —Malika apunta hacia el pasillo a sus espaldas con una sonrisa descarada pintada en los labios.

Doy un paso hacia ella y en seguida siento como Derek me toma de la muñeca poniéndose de pie. Él tira delicadamente de mí, obligándome a dar marcha atrás.

—Te llevo a casa —no me mira al decirlo, mira un punto inexistente en mi mejilla.

Me da la sensación de que lo que ha dicho sin poder controlarlo, ahora se ha dado cuenta de que haberlo si quiera pensado es como ir en contra de su padre.

<<Solo aléjate, Mallory>>. Susurra la voz de mi consciencia. Aunque mis pies se muestran renuentes a moverse.

Una punzada de pena me atraviesa el corazón.

—Estaré bien, puedo irme con Malika —la sola idea me parece ridícula, pero no quiero causarle ningún problema a Derek.

Nace en mi pecho el terror de que él terminé como Adler, con un moretón en el rostro y diciendo mentiras nada creíbles para ocultarlo. Frederick debe tener demasiado controlados a sus hijos. Me da pánico al pensar que estas son actitudes que tiene con ellos desde pequeños, como para que ahora que son adultos no se defiendan.

A él parecen atascársele las réplicas en la garganta. Es consciente del lugar y la compañía en la que estamos, sabe que su padre está esperando que me suelte y me deje marchar.

<<Pero tú no quieres irte>>. Susurra una parte de mí.

La forma en la que la mandíbula de Derek se tensa, su agarre que se torna desesperado, la suplica silenciosa que veo en sus ojos, el ceño fruncido...

Así como Argos aprendió cuándo necesito de su apoyo, quiero creer que estoy aprendiendo a entender a Derek y a saber cuándo necesita de alguien que lo apoye o le de consuelo.

No sé el tiempo exacto en el que hemos estado mirándonos sin decir nada, pero me parece que Derek ha estado aferrado a mí por una eternidad. Suficiente para que su toque cálido se sienta familiar contra mi piel.

Un aplauso repentino nos hace brincar.

—Bueno, bueno. ¿Qué es este ambiente pesado? Aún no me he muerto, no se comporten como la gente en el cementerio si todavía respiro —interrumpe Irys, la sonrisa en sus labios detona poder, control sobre ella misma y la situación.

Adler le susurra que no diga esa clase de cosas y ella lo hace callar con un apretón amoroso en el hombro.

—¿Qué tontería es esa de que Mallory no pertenece a esta familia, Frederick? —cuestiona. No le da tiempo a su esposo de responder, niega en su dirección—. Mallory no lleva nuestro apellido, pero es parte de esta familia. ¿O no, cariño?

Ella me contempla con su sonrisa amable sobre esos labios finos pintados en rojo vino, después regresa su atención a su esposo.

—Tú siempre la has visto como una sobrina, mi amor —interrumpe Irys—. Y, aunque ya no fuera así, yo la invité a quedarse. Mi casa, mis reglas —declara.

Juro que comienzo a querer ser como esta mujer cuando sea grande.

Tras un par de parpadeos lentos, Frederick suelta un suspiro que suena a que está cediéndole su poder a Irys prácticamente a la fuerza.

—Mallory, acompáñanos a cenar —expresa—. Toma asiento, por favor.

Le agradezco con un asentimiento, regresando a mi lugar. Al hombre a mi lado le toma algo de trabajo reponerse de su trance.

Malika está mirando a Derek y él a ella, es como si esa mujer le estuviera intentando comunicar algo con la mirada. Aunque sus ojos están hacia Derek, casi puedo escucharla gritando: Dame mi lugar.

<<¿Cuál es tú lugar, Malika?, ¿por qué crees tener uno?>>. Ella huele a arpía, huele a engaño.

Si Malika está rondando de alguna forma a Derek, no me dejará hacer mi trabajo. Y que Frederick haya insinuado en nuestra primera conversación algo sobre arribistas, me suena a que seguramente ya ha detectado a un par cerca de su hijo.

Tomo la muñeca de Derek con delicadeza y lo miro hasta que sus ojos se cruzan con los míos.

—Si te incómoda que me quede —le susurro—, puedo irme.

Él niega sentándose a mi lado. Me atrevo a acariciar la mano que pone sobre su muslo, sonriéndole amistosamente.

—Lo siento, Malika —hablo en su dirección—. Parece que no podré acompañarte a la salida.

—Pero ella ya la conoce —interrumpe Irys—. La conoce bien.

—Qué pasen una velada hermosa —añade la asistente personal de Frederick antes de irse taconeando hacia la salida.

Suspiro disimuladamente, al contrario de como lo hace Adler reacomodándose en su lugar.

Después de eso nadie vuelve a decir nada hasta que la comida queda servida frente a nosotros. Y creo que ha sido lo mejor.

De momentos tensos está llena mi vida.

No sé si mi padre estará revolcándose en su tumba o sonriendo en el cielo por ver a su hija en la misma mesa que el que alguna vez fue su mejor amigo, para luego convertirse en los peores enemigos de la noche a la mañana.

Hasta donde tengo recuerdos, mi padre jamás hablo mal de Frederick. Siempre me contó sus aventuras, incluso era amigo de Irys. Aunque un día simplemente papá dejo de hablar de ellos, no sé si fue porque se le acabaron las anécdotas o porque cayó en cuenta de lo triste que era mantener vivo el recuerdo de algo doloroso.

Sea lo que sea que pasó entre Frederick y mi padre, fue algo que el segundo jamás pudo superar.

—Vamos, amor mío —Irys rompe el silencio—. Te hará daño la comida si sigues farfullando en tus adentros como un niño cuyo juguete le han arrebatado.

Frederick deja a medias el camino de su tenedor a su boca, incluso el cuadrito de zanahoria se le cae.

<<Fuera impulso de risa, fuera>>.

—Como si fuera la primera vez que mamá nos deja en evidencia —murmura Adler.

—¿Qué quieres decir? —su madre le jala una mejilla.

—Creo que prefiero esto a que comience a contar anécdotas vergonzosas de nuestra infancia —Derek niega con la cabeza a mi lado.

—No le den ideas —aconseja su padre.

Intercambio la mirada de uno, al siguiente miembro de la familia que habla sin saber qué pensar y masticando en silencio mi carne.

—Después de haberte regañado frente a Mallory, creo que ya no hay nada que mi madre pueda hacer para dejarte en ridículo, padre —Adler suena como quien es obligado a decir algo que no quiere.

—No se lo recuerdes —Derek pica un cuadrito de papa de mala gana.

—Incluso el diablo merece ser castigado de vez en cuando. Y qué mejor que su esposa para esa tarea —Irys se encoge de hombros, en un gesto que aparenta ser de inocencia.

Frederick la mira con resentimiento.

—Es broma, cariño. No pongas esa cara —termina de decir su esposa.

Todos parecen ignorar lo que acaba de pasar, menos yo. No me gusta la normalidad con la que dejan pasar una situación como aquella.

Dicen que el valiente vive hasta que el cobarde quiere. Entonces comenzaré a convertir a Derek en quien tenga el control de sí mismo y derroque al valiente que no lo deja vivir como quiera.

Convertir a la presa en cazador... hacer que caperucita roja y el lobo unan fuerzas para derrotar al supuesto cazador, vaya propuesta. Aunque antes debo hacer algo con Malika: la bruja malvada. Ella no corresponde a este cuento, debe salir de escena. 

_          _          _          _ 

Los devotos de Irys, favor de dejar sus plegarias aquí.

Uy, uy, ¿alguien más sintió que esto estaba apunto de arder o solo Adler y yo? Porque ambos ya nos estábamos preparando para salir corriendo como Bob esponja en aquel meme, jajaja.

Una semana más, un capítulo más y... un logro más que agradecer: ¡Llegamos a 1k de leídas! Muchas gracias a todos los que están leyendo, votando y comentando. Es gracias a ustedes que esta historia está creciendo poco a poco pero de forma segura. 

¡Esperen en IG el post de celebración!

Gracias por acompañar a Cupido del Diablo una semana más, por el apoyo y por quedarte hasta este punto. 

Nos vemos el próximo domingo. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top