Capítulo 12


DEREK:

Desajusto el nudo de mi corbata tras dar por terminada la junta de hoy. La cabeza me da vueltas, mis ojos duelen, ver la luz del sol que brilla tras la ventana me causa un fuerte dolor punzante en los globos oculares.

—Derek hay algo que quiero comentarte —llama mi padre al otro lado del espacio.

Como si no tuviera ya suficiente estrés encima, la expresión en su rostro añade otro malestar a mi lista.

—Te escucho —contesto sentándome en mi silla a la cabeza de la mesa

La sala de juntas ya está vacía a excepción de Frederick y de mí, así que puedo tomarme la libertad para descansar del estrés que me genera hablar ante tantas personas, el cual es un estrés del que parece que nunca me voy a deshacer.

—Irás a la junta en el refugio de animales con el que haremos unos comerciales —él se acomoda su saco como si insinuara que debo hacer lo mismo—. Ya que nuestro jefe de Marketing tiene cosas más importantes que hacer que tratar con nuestras juntas... supongo que tampoco le molestará no ir a la de Collar Azul.

—¿Es un castigo? —acuso.

—Así es —se encamina a la puerta—. Y espero que hagas cumplir mi orden, Derek.

Resoplo con frustración. Me tallo la cara con ganas de arrancarme la piel.

Me gusta creer que soy el ejemplo de que los hermanos menores también podemos cargar con el peso de las responsabilidades de toda la familia, por ello, odio que me traten como un niño que no sabe hacer las cosas por sí solo.

Y detesto en especial que Frederick haga todo lo que se le viene en gana. Incluso tomar decisiones por y sobre mí.

Sabe que tengo una alergia al pelo de perro. Esto lo hace únicamente para joder tanto a Chase como a mí. Porque ante sus ojos, soy el responsable por las faltas de Chase, ya que fui yo quien lo metió a Rohdiamant.

De pronto mi saliva sabe amarga y un ardor en mi esófago ataca.

—Buena junta —la voz de Tamara llama mi atención.

Está parada bajo el marco de la puerta cuando volteo a verla. Lleva una carpeta amarilla en una mano y sostiene su celular con la otra, manteniendo conversación o posiblemente coordinando con su equipo de trabajo. Lo que sea. Lo que me impresiona es esa capacidad que tiene para teclear con una sola mano.

—Hubiera sido el doble de buena si mis dos jefes de mis dos áreas más importantes hubieran estado presentes —digo a modo de queja.

Ella despega su mirada de la pequeña pantalla para sonreírme con descaro.

—Uyy, siempre serio. Por eso me gustas —se encoge de hombros—. En mi defensa: te avisé desde ayer.

—De ti lo sabía —me cruzo los brazos al pecho, aunque es más por dolor que por comodidad—, de quien me sorprende es de Chase.

Eso hace que Tamara de un vistazo dentro de la sala de juntas, después mire hacia el pasillo a sus espaldas y después vuelva a observarme entrando a la sala.

—¡Oh, por los cielos! —se sienta en una de las sillas de cuero gris—. Nuestro Peter pan ha perdido su sombra.

—¡Oh, por los cielos! Tamara usando referencias literarias —hablo con fingida sorpresa.

Se acerca haciendo que las rueditas rechinen ante su peso y movimiento brusco. Se ve graciosa impulsándose con sus piernas como si fuera una niña pequeña, pero me guardo el comentario y la risa, porque no me apetece un golpe de palma abierta contra mi cara.

—Nunca leí Peter pan —menea la cabeza—. ¿Para qué leer teniendo las películas?

—Fuera de mi sala —digo apuntando a la puerta. Las manos me tiemblan. No sé qué va a matarme antes, ¿el estrés o el hambre?

Ella comienza a reírse. Sabemos que de los dos el que lee más allá del título en un libro... soy yo. Se pone de pie entre risas, arroja la carpeta que traía en mi dirección. Los papeles del interior sobresalen porque hay más páginas de las que la carpeta puede almacenar.

—Siempre cumplo con mi trabajo —alardea llegando a la puerta—. Después me dices qué opinas, pero creo que es una gran propuesta.

—No me queda más que confiar en ti —murmuro, sonando como si no tuviera otra alternativa.

—En el fondo me amas y nuestros bebés serían preciosos.

Ella me lanza un beso al aire que finjo esquivar haciéndome a un lado.

—Creí que intentabas conquistar a la recepcionista —procuro que mi tono sea una acusación.

Tamara vuelve a reír y se encoge de hombros.

—Ella es solo una capilla, Rek. Tú eres mi catedral.

—Estás enferma —niego con la cabeza—. Me vas a hacer vomitar, Mara.

—Iré pensando en la lista de invitados para nuestra boda —canturrea al salir de la sala.

Recojo las hojas y las reacomodo en el interior de la carpeta, alineo los bordes con la mesa y me pongo de pie para ir a mi oficina.

Una de las cosas que me gustan de haber podido elegir el piso donde trabajo, es que mi oficina queda a un costado de la sala de juntas. Me basta con atravesar una puerta en la esquina de la sala para estar en mi lugar personal.

Se supone que es Frederick el que debería ocupar esta oficina, pero parece gustarle estar en el último piso de su torre.

Dejo la carpeta que me entregó Tamara en mi escritorio, donde descansan también las carpetas de Mallory y Tiffany. Me he acostumbrado a que ocupen espacio que ya no las noto.

Tomo asiento y atraigo hacia mí una de las carpetas. La de Tiffany.

Al abrirla me encuentro con una fotografía de ella, con su rostro serio y cabello peinado. Enseguida vuelvo a cerrarla, pues me asalta el recuerdo de lo que Chase descubrió sobre ella: trabajó directamente con Renée Leblanc.

Hace un par de meses era la mano derecha de la madre de los Leblanc. Si de alguien debo cuidarme, es de la viuda Leblanc.

Abro la carpeta de Mallory.

La fotografía a color deja ver su cabello rojo cual llamas de una hoguera, las pecas dispersas en su rostro parecen constelaciones que son acentuadas por el ligero rubor que tiñe sus mejillas. Lleva una discreta sonrisa en los labios y sus ojos se ven de un azul más claro debido al flash de la cámara.

Paso a la siguiente página.

Una carta escrita a mano con los caracteres coreanos es lo que me encuentro, unida a ella mediante un clip está la carta traducida. Según ésta, la pelirroja trabajó en un restaurante en corea a medio tiempo. Los señores escribieron un número de contacto y las redes sociales de su restaurante.

Una pizca de curiosidad se instala en mi pecho.

Estiro mi mano hasta el bolsillo interior de mi saco, y pongo mi celular sobre la mesa inconscientemente.

—Qué estupidez —murmuro respaldándome en mi silla.

La creciente curiosidad me pone incómodo.

—¿Qué más da dónde haya trabajado? Eso no me incumbe.

<<Debería interesarte. Es natural que quieras saber quién es aquella que podría trabajar contigo>>. Murmura la voz de mi consciencia, siendo secundada por un asentimiento de cabeza por parte de mi lógica.

Miro la carta traducida. Miro mi celular. De nuevo miro la carta y suelto un suspiro.

—Bien, con todos de acuerdo —jalo mi celular aún con un dejo de resistencia.

Tecleo en el buscador el nombre del restaurante, que afortunadamente está escrito con letras normales. Me salta es una página de Facebook, en el cual doy click.

Ni bien se ha terminado de cargar la página me doy de bruces con que está en coreano, pero gracias al informático que se le ocurrió agregar la opción de traducir no me preocupo.

Es una página donde los dueños postean los menús diarios, actividades y ofertas. Deslizo el dedo por la pantalla para bajar y no me toma mucho tiempo encontrarme con una fotografía donde una pelirroja extranjera sonríe a la cámara mientras con lo que parecen filetes de carne marinada que corta con... ¿tijeras? Está cortando la carne con tijeras.

Mallory tiene una sonrisa resplandeciente en cada una de las fotos en las que aparece. En algunas aparece con el rostro difuso o en el fondo, pero difícil de no reconocer gracias a su cabello. En otras está de la mano de una chica coreana pelirosa y en una en específico está sentada en medio de otros chicos y chicas con el mismo uniforme rojo con el nombre del restaurante.

La foto donde está pelando papas mientras sonríe mirando a uno de sus compañeros es de hace poco más de un año. Y entonces, encuentro un video. Es corto, de un minuto y cuarenta y tres segundos de duración, pero son suficientes para erizar mi piel.

Según se lee, este video fue grabado durante una fiesta por el aniversario del restaurante.

Mallory está sentada en el suelo con las piernas cruzadas, lleva el uniforme y no puedo evitar pensar que el rojo definitivamente es su color. A su derecha está la chica pelirosa y a su izquierda el mismo chico al que le sonreía en la foto anterior.

El video comienza con un rap del chico, en lo que reconozco como coreano. Le sigue la chica pelirosa con una mezcla entre su idioma e inglés. Llega la parte de Mallory... y se lleva el show.

La pelirroja también canta en una combinación de coreano e inglés. Suenan naturales en ella. Me sorprende reconocer que en la canción hablan de otros países, y casi me caigo de espaldas por la forma sensual en la que Mallory corea la palabra "Mariachi".

¿Cómo carajos una palabra como esa puede ser seductora?

Seguro es la forma en la que mueve su torso mientras canta, puede que se deba a la forma en la que la punta de su lengua se asoma ligeramente entre sus dientes para acentuar las palabras, o la forma en la humedece sus labios sin perder el ritmo.

El video termina con aplausos por parte de los congregados.

Mallory agradece con reverencias. La chica pelirosa ríe escondiéndose detrás de Mallory. El chico les lanza a ambas una mirada cariñosa con una sonrisa tímida danzando en sus labios.

Sin darme cuenta, ya he repetido el video tres veces. Al percatarme de que parezco un viejo pervertido cierro la página, apago la pantalla de mi celular y lo deslizo lejos de mi alcance sobre mi escritorio.

Cierro los parpados buscando algo de paz.

El video parece haber quedado grabado en mi retina porque no deja de reproducirse. Rendido ante la sensación de que rompí la privacidad de alguien, me pongo a hojear las propuestas de Tamara.

No pasan ni quince minutos... y veo de reojo entrar a Chase. Sé queda a unos pasos de la puerta, quizás calculando si es buen momento para acercarse sin sufrir riesgos o si mejor vuelve en otro momento. Para torturarlo finjo no percatarme de su presencia, simplemente cambio de página.

—Puedes pasar por tu cheque a recursos humanos —suelto sin mirarlo después de unos segundos.

Parecía un venado lampareado, parado en la entrada con mirada indecisa.

—¿¡Qué!? —camina hasta sentarse en la silla frente a mi escritorio—. No puedes dejarme en la calle, hermano.

Todo el color se le ha ido de la cara y eso me hace no poder aguantar la risa.

—¡No me hagas eso, Derek! —se queja—. Soy pobre y de familia numerosa.

—Te perdono porque tú invitarás el almuerzo —declaro poniéndome de pie.

Chase deja salir un farfullado, pero me sigue de todos modos.

De camino a la cafetería nos ponemos al día con cosas sin relevancia.

Termino por decirle a Chase que creo haber tomado una decisión cuando ya estamos tomando asiento en una de las mesas vacías de Coffee Moment, donde nos apresuramos a pedir algo para comer.

Chase comienza a relatar el hecho de que Mallory descubrió que su hijo en realidad es su sobrino una vez que ya estamos listos para degustar nuestro almuerzo.

—¿Qué dices? —cuestiona Chase a la vez que le da un mordisco a su crepa.

Dejo escapar un murmullo dándole a entender que me dé un momento para procesar. Una cafetería no es el mejor lugar para hablar de ello, pero él tenía demasiada hambre y yo poca paciencia.

—Suerte —es lo único que se me viene a la mente decirle.

Chase me regala una de esas muecas de inconformidad y a la vez saluda a la persona que entra en la cafetería por la puerta a mis espaldas.

No necesito voltear para saber que es Tamara la que ha entrado, ella grita en lugar de hablar. Chase levante discretamente su mano para callar lo que sea que yo tenga que decir para que él pueda escuchar la conversación.

—En serio, Jano —Tamara hablando y el altavoz integrado a su garganta—. Mira, incluso conseguí su número.

—Ya te dije, no necesito tú ayuda —contesta un varón—. Puedo hacer las cosas por mi cuenta.

—De acuerdo. Hazlo, pídele al menos su perfil de Instagram a Mallory —ella reta—. Si no lo haces antes de que termine el almuerzo, vas a pagar mis depilaciones láser por tres meses, pero si lo haces pagaré el tatuaje que quieres.

Giro la cara para ver que el tal Jano no parece estar conforme, pero de todos modos cierra el trato con un apretón de manos.

Justo cuando regreso mi atención hacia Chase, Mallory va entrando a la cafetería con una sonrisa radiante. Mi mejor amigo y yo intercambiamos una mirada de sorpresa.

Los empleados de Rohdiamant son cerrados con los nuevos, procuran no invitar al almuerzo a un novato hasta que este cumpla al menos un par de meses de trabajo. Que la pelirroja esté aquí sin siquiera saber si trabajará en la empresa es una hazaña.

Chase y yo continuamos almorzando en silencio, aunque el castaño parece estar pendiente de lo que ocurre en la mesa donde una pelirroja tararea a petición de Tamara. Saber que, entre mi mejor amigo y yo, soy quien ha escuchado más veces cantar a Mallory es extraño y a la vez...

—¿Pagarás el almuerzo o no, tacaño? —suelto para interrumpir cualquier pensamiento del que puedo arrepentirme.

—¡Claro, sí! —se apresura a terminarse el último bocado de su crepa.

Chase se levanta para ir a la caja, en el camino se encuentra con Tamara y reprimo las ganas de encogerme para que esta no venga a molestar, pero se entretiene con Chase.

Cuando miro discretamente hacia la mesa donde estaban los empleados, ya van hacia la salida, menos Mallory que hace señas de que irá a lavarse las manos manchadas de merengue amarillo y Jano que se queda atrás del grupo.

Tamara alcanza de nuevo a Jano, señalando el reloj en su muñeca.

—Tic tac, Jano. Tic tac —presiona la peliturquesa.

Comparto la risa de Tamara cuando sale de la cafetería.

Chase regresa con una orden de café para llevar, me pasa el mío y se vuelve a sentar.

Doy un par de sorbos a mi café antes de ver a Mallory regresar del baño. Ella se ha arreglado el cabello, antes lo traía suelto, ahora está totalmente sostenido en una cola alta.

—Mallory —Jano habla nervioso—, estaba pensando en que podrías venir a almorzar con nosotros, aunque no trabajes en Rohdiamant.

Cierro los ojos y oculto una sonrisa con mi café.

—Estaría genial —la emoción en la voz de la pelirroja se hace notar.

—Sí quieres, podemos seguirnos en Instagram. Pa-para que yo... para que te pueda avisar si nos vamos a reunir.

—Claro. Estoy como Doremi con ye, guion bajo, Leblanc —dice de camino a la salida.

El hecho de que no haya notado ni a Chase ni a mí me deja con una sensación rara, y ganas de haberla saludado al menos para darle a conocer que independientemente de mi decisión no quiero tener una mala relación con ella.

—¡Ya la encontré! —grita de pronto Chase.

Lo veo con cara de pocos amigos cuando noto que se refiere a que buscó el perfil de Mallory.  

—          —          —          —

¡Feliz domingo! Ya he vuelto, esta vez mejor de lo que estaba la última vez que actualicé. Resulta que el malestar me duro unos días, pero nada que unas cuantas pastillas no remedie,  jajaja. (GENTE: no sean como yo, si algo les duele vayan al médico. NO se automediquen) 

Bueno, bueno... pero Derek, traes muerta a Tamara -ojitos coquetos-. Y Chase, deja las redes sociales un rato y mejor ponte a trabajar. En cuanto a Mallory... ¿ahora quiénes son esos? Okey, sabemos que la pelirosa es la tal Eun-ji pero, ¿qué hay del chico? Y ¿a quién miraba realmente? ¡CUDADO! Que si Cameron se entera va a haber golpes 🤜🤛 . 

En fin, gracias por leer, comentar y/o hacer ambas. 

Por cierto, la canción que canta Mallory es Airplane pt.2 de BTS. Exactamente desde los 0:58 segundos hasta el 1:40. El rap de Namjoon es el que canta el chico, la parte de Jimin es cantada por Eun-jin (la pelirosa) y JK es interpretado por Mallory,

¡Corran a ver la sorpresa en Instagram! Que por si no lo saben, sí, hay un perfil en Instagram donde estaré posteando info, edits, frases, memes y cositas parecidas a la sorpresa que verán, todo de Cupido del Diablo . 

Si aún no me siguen por allá, en mi biografía del perfil de Wattpad (o sea este) está el enlace. O pueden encontrar el contenido buscando los Hashtags: #CDDWattpad #cupidodeldiablowattpad #malloryleblanc #derekteufel 

¡Vayan a échar un vistazo y recuerden activar las notificaciones! Para que estén atentos de las cosillas que posteo. 

Nos vemos el próximo domingo.

*Editado después  de la vergüenza  que pasé el domingo pasado*

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