Capítulo 29. Un día de novios
Ninguno de los dos había dormido, tenían los ojos rojos e hinchados por haber llorado y se notaba un poco el malestar de pasar toda la noche en vela en lo pálido de sus pieles, pero todos esos signos de enfermedad eran borrados por la gran sonrisa que los iluminaba a ambos.
Estaban felices, enamorados, y eso era más que suficiente para convertirlos en las personas más bellas y sanas del planeta.
Ese día la naturaleza se había puesto de acuerdo para darles el día perfecto. Como en pocas ocasiones el cielo deslumbró despejado y con un sol dispuesto a alegrar el mínimo rincón, la brisa era adecuada para mantener el ambiente fresco. James estaba seguro que las flores jamás emitieron tanto perfume como ese día.
Stephanie dejó su saco de pertenencias en la habitación de James y él se permitió asearse un poco antes de que ambos tuvieran su día de novios, y que mejor que tenerlo en un lugar donde nadie los molestara: el bosque.
Tenían tanto de qué hablar, debían conocerse en solo un día así que las palabras faltaban. Rieron, jugaron, y volvieron a besarse muchas veces, la verdad es que no se sentían extraños al hacerlo, era como haber encontrado su camino en la vida.
—Podemos ir a tu árbol favorito y comer allí —sugirió James tomando de la mano a Stephanie.
—No, te he perdonado muchas cosas pero dudo que pueda olvidar que besaste a Elizabeth debajo de mi árbol —reclamó.
—En mi defensa creí que era su árbol.
—En principio no debiste besarla si no la amabas.
—¡Iba a casarme con ella!
—¡Eso no lo justifica! Steve no besó a su esposa hasta antes de la boda. —Ella estaba segura de que eso era cierto.
—Steve, ¡no me compares con Steve! —mencionó molesto.
Stephanie bajó la mirada, recordó que Steve para James como lo era Elizabeth para ella.
—Me rehúso a desperdiciar este día discutiendo contigo —dijo James en tono conciliador—. Árbol favorito tachado de la lista.
—Te amo —dijo sonriendo.
Antes de que James pudiera contestar salió corriendo hacia otro lugar de ese bosque que también era hermoso.
James por fin podía ver a Stephanie abiertamente sin preocuparse porque ella lo notara. Amaba la forma en que el sol transformaba sus verdes ojos en un color casi miel, cómo su largos cabellos dorados danzaban con el frescor de la brisa, y su delicioso aroma llegaba hasta él constantemente. Ahora podía tocar su rostro, besar sus labios y perderse en su amor. Así que jaló a Stephanie hacia él, ella sonreía aun con el corazón acelerado, ¿sería que algún día iba a dejar de sentirse nerviosa y ansiosa? Esperaba que no, quería siempre sentirse así.
—¿Eres buena tocando el piano? —preguntó mientras comían unos panecillos.
—Lo era, aunque no era mi fuerte. No tenía esa obsesión por la perfección al tocar, tampoco por la pintura, soy muy mala pintando. Me gustaba mucho leer y escribir.
—¡Oh! No he leído la carta que deslizaste por la puerta.
—Por favor no la leas. Ya no tiene sentido.
—Pero es la primera carta que me escribes. Es un insulto que hayas escrito tantas cartas para tantos caballeros menos para mí.
—¿Cómo le haré llegar una carta su alteza?
Lo preguntó a modo de diversión, pero les recordó a ambos una verdad. Luego de esa noche ya no se verían.
—Encontraré la forma de tener esa carta de amor.
—Soñemos hoy con que estamos casados y entonces no necesitaré una carta para decirte a diario lo mucho que te amo.
Él aceptó, era hora de dejar de pensar en el mañana y disfrutar el hoy.
Guardaron la comida y decidieron solo seguir caminando, pero un conejo bebé se atravesó en el camino. Stephanie no pudo sentir más ternura y James aseguró que lo atraparía para ella. Fue hilarante ver a James corriendo casi arrastrándose por el pasto, Stephanie reía y a la vez le decía que dejara al pobre bebé conejo en paz, pero él estaba decidido. Luego de un buen tiempo de lucha el conejo ganó y James tuvo que lidiar con su vergüenza.
—Era injusto que agarraras al pobre conejo, él debe ser libre.
—En unas semanas será la cena de alguien, así que habría tenido un futuro más largo a tu lado.
—¡Agh! No volveré a comer conejo.
—¡Ja! Eres una dama muy carnívora, recuerdo que los ojos se te agrandaban y las mejillas se te hinchaban cuando veías que había jamón de desayuno. ¿Sabes de dónde sale el jamón?
—Eres un... eres un... Si me emocionaba es porque estaba desnutrida, y por culpa de un amo que me tenía a pan y agua.
—No, es que tú eres glotona. Te acabaste todas las galletas que traje y yo quería.
Stephanie reía y él no podía hacer nada más que pensar que amaba su risa, amaba su voz, no podía creer que su sueño se estuviera haciendo realidad. La tenía allí y era tan irreal. Sabía que, a más tardar al nuevo amanecer, la burbuja explotaría y volvería a la realidad, a esa realidad que apestaba inmensamente y en la cual viviría hasta su muerte.
Cuando se es feliz el tiempo pasa volando, así que en un parpadear la noche llegó. Era natural que no habiendo dormido en casi veintitres horas tuvieran ganas de rendirse al sueño, pero no había somnolencia en ninguno de los dos, eran muchas las cosas que tenían que contarse.
—Cuando vi que entrabas con esa caravana de gitanos —dijo acostado en la cama con Stephanie a su lado—, te digo que casi se me para el corazón. Lo primero que pensé fue: "¿acaso esa sirvienta no puede ser más tonta?".
—Que abuso —reía.
—Eras tan acontecida que ya me estaba aburriendo —ambos reían—. Creo que nunca me había asustado tanto —indicó más serio—, conocía a mi padre y tan solo sabía que no podía dejar que te tuviera, esa imagen de él tocándote me atacó por tanto tiempo. Pienso que usted señorita corre gran riesgo conmigo, pues he llegado a pensar que soy extremadamente celoso.
—Yo también lo pienso, creo que yo también lo soy, por esa parte va a ser bueno que nuestra gran historia de amor dure solo un día. —Intentó bromear, pero eso hizo que ambos entraran en la realidad.
—Durará más que eso. Algún día no muy lejano, usted mi Lady caminará vestida de blanco por la catedral de Sant James. Yo con toda mi corte real te esperaré en el altar. Cuando te vea creeré que no eres real, que solo estoy en otro de mis sueños. Solo cuando toque tu mano sabré que en realidad estás ahí y me aferraré a ella, luego pasearemos por toda la ciudad saludando al pueblo. Esa noche será la mejor de nuestras vidas, la primera de toda una vida juntos, pues a tu lado ser Rey no será una carga.
—Estoy a favor de los visionarios, de soñar, pero eso no nos hará ningún bien a los dos. Mañana me iré, tú lloraras unos días, yo lloraré toda mi vida; tú serás Rey, yo me alegraré por cada uno de tus logros; cuidaré de los niños de Lizzy y juntas le veremos el lado bueno a la vida, tú te casaras con alguna otra mujer, tendrás muchos hijos varones y una niña a la que llamarás Stephanie en mi honor, eso debes prometerlo. Serás un Rey bueno y justo, y así pasarás a la historia de la humanidad. Es lindo ese futuro ¿verdad?
—Es desgarrador —comentó comenzando a hacerle cosquillas a Stephanie—. Antes de casarme con otra moriré soltero, entonces, pasaré a la historia como el Rey Casto.
—Usted señor no es para nada casto, no quiero ni preguntar a qué edad comenzaron sus encuentros sexuales.
—No soy tan galán como aparento —desdeñó.
Ahí con ella entre sus brazos volvió a besarla, ya había pensado que era una mala idea acostarse a su lado, ahora sabía que tuvo razón. Solo Dios sabía cuánto la deseaba, pero no podía permitírselo.
—Te extrañaré —susurró ella entre los brazos de James y las cobijas, escondía el rostro para que no viera que ya estaba llorando.
—Yo también, y no imaginas cuánto.
Callaron para solo sentir sus respiraciones y los latidos de sus corazones. Desde la cama de James podía observarse el cielo lleno de estrellas. Una estrella fugaz pasó y Stephanie deseó que el tiempo se detuviera en ese momento, si podía pedir algo factible entonces sería que el mundo se acabara ahí, justo esa noche, para no tener que alejarse de esos brazos, para nunca tener que decir adiós y vivir con la resignación. Podía morir en paz en ese preciso instante, pero la muerte no se lleva a aquellos que tienen el sufrimiento marcado en su futuro.
Ninguno de los dos quería rendirse al sueño, pero eventualmente entre lágrimas y besos fueron quedándose dormidos.
Antes de que los primeros rayos del sol salieran, Stephanie se levantó con pesar, dejando un beso en la mejilla de James y preocupándose de no despertarlo. Con paso ligero llegó hasta la mesa donde James solía escribir sus cartas, su príncipe idiota quería una carta de amor, ella se la daría.
Conforme iba escribiendo las lágrimas salían, y es que para ella nada era más cierto que cuando se plasmaba en tinta. Cada letra era parte de sus recuerdos, cada palabra una fracción de su corazón.
Terminó y la colocó en un sobre firmando como: tu esclava. La dejó con cuidado entre un libro que James no había terminado de leer, pero que todos los días con religiosidad tomaba para leer un par de páginas.
Tuvo tiempo de bañarse, cambiarse el vestido, realizar de nuevo sus habituales trenzas, y observar lo hermoso que lucía James al dormir. Se obligó a no volver a derramar una lágrima, ella debía ser fuerte por los dos, ya luego se derrumbaría frente a Elizabeth.
—¿Ya estás lista? ¿Tan ansiosa estás por dejarme? —cuestionó bostezando.
—Claro que no —aseguró sonriendo—. Según la carta que llegó ayer Lizzy se casará hoy, me imagino que debo ayudarla.
James asintió, claro que sabía que debía entregar a Stephanie, aunque habría hecho hasta lo imposible por sabotear la intempestiva boda de Elizabeth solo para tenerla más tiempo a su lado.
Según informó Elizabeth en su carta, por problemas con sus padres se veía en la urgencia de casarse con tanta premura.
—Levántate, príncipe perezoso, supongo que vas a llevarme.
James así lo hizo, el desayuno les fue llevado y disfrutaron de un breve momento de calma y felicidad, con una sombra de tristeza sobre ellos.
Violette no se encontraba en el palacio lo que le dio tristeza a Stephanie, habría querido despedirse bien de ella. James la consoló diciéndole que tal vez la viera luego, ella no quiso seguir recordándole que no era bueno guardar esperanzas, que solo se harían daño, así que calló.
Dentro del carruaje Stephanie se permitió abrazar a James, quería aspirar su perfume y que jamás se le olvidara. Él también hundió su rostro entre los cabellos de Stephanie, la amaba tanto.
Cuando la casa de Lizzy comenzó a aparecerse en el horizonte, las palpitaciones de Stephanie se aceleraron, ella no era tan fuerte como para aguantar decirle adiós sin derrumbarse, ¿cómo iba a bajarse del carruaje sabiendo que James solo viviría en su memoria?
El coche se detuvo y la puerta se abrió. Afuera Elizabeth la esperaba con una gran sonrisa, pero ella no podía dejar de ver a James quién desde afuera le ofrecía su mano para ayudarla a bajar. Extendió su temblorosa mano que fue tomada de inmediato, miró los impactantes ojos de James y negó. Ella no quería poner un pie en el suelo, no podía salir de allí porque esa etapa tan hermosa y linda que era haber sido amada, habría terminado. No quería, no quería, pero debía hacerlo.
"El amor toma diferentes significados y caras a lo largo de los años. El amor fueron mis padres, el amor fue mi esperanza, y finalmente el amor eres tú. Y el amor logró que tan solo un día borrara años de lágrimas y malos ratos. El amor logró que un solo día se convirtieran en el aire, agua y sangre que me mantendrá viva por el resto de los años. Aunque la sensatez me diga que debo olvidarte, yo te conservaré en mi memoria como si estuviera despertando del día en el que supe que vivir no es solo respirar; vivir es estar entre tus brazos y sentir tus labios, ser el motivo de tu risa y ser la dueña de tu corazón. No te diré adiós porque jamás podría despedirme de ti, todo lo que eres, tu cuerpo y mente lo grabé en mi corazón, y lo recordaré y repetiré, y estarás allí a mi lado cuando duermo, en mis días y mis noches, en aquellos momentos cuando crea que recordarte ya no es suficiente, en esos otros cuando lamente y maldiga nuestro destino, en cada uno de esos momentos estarás allí. Y siempre será un día soleado, en un bosque detrás del palacio, un día de picnic, el día en que quisiste regalarme un conejo sin comprarlo. Siempre será un día en la madrugada a la luz de la vela, y tú diciéndome: te amo. Lo mejor que me pudo pasar en la vida fue ser tu esclava. Y solo puedo terminar esto diciendo: te amo, por hoy mañana y siempre".
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Nota: De verdad creo que la canción Daylight de Maroon 5 expresa bien lo que sintieron James y Stephanie que no querían que esa noche terminara.
El capi es cortito, y es que antes iba mezclado con la historia de Elizabeth que lo veremos en el siguiente capítulo, pero creo que merecía ser un capítulo separado. Mañana les subo el siguiente capítulo.
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