01. CAPÍTULO UNO
ojos de corazón
LUNA MORDISQUEÓ SU LABIO CON AIRE DISTRAÍDO. Tenía la punta de los dedos vagando por las esquinas de los libros expuestos en los estantes. Se preguntaba por qué no acomodarían todos los títulos en la misma dirección, le ahorraría estar girando su cabeza de lado a lado cada dos segundos. Sabía que tenía que estar buscando los tomos requeridos para su semestre de clases que estaba por comenzar el siguiente lunes, pero fácilmente se había distraído con la sección de novelas. La lista con los materiales requeridos había terminado arrugada en el bolsillo de su cardigan rosado.
Después de horas de indecisión, optó por tomar dos novelas de romance para llevarse a casa. De camino a la caja registradora, se dejó despistar nuevamente por el pasillo de CD's, porque era excepcionalmente buena en perder el tiempo.
—¿Black Sabbath? ¿Qué sabes tú de Black Sabbath?
—Nada, pero podría saber... ¿Crees que escuchar Black Sabbath me haría ver más cool?
—Escuchar Black Sabbath te volvería más virgen.
—No creo poder ser más virgen, Julie.
Antes de que pudiera alzar la mirada, una figura chocó contra su hombro, haciéndola tirar los libros que llevaba consigo.
—Oh, lo siento.
Ambos se precipitaron a recogerlos con movimientos torpes. Sus dedos chocaron entre sí hasta que finalizaron por tomar un libro cada quien. Al momento de alzar la mirada, los ojos chocolates que la encontraron hicieron que Luna quedara congelada en su lugar, sus extremidades cosquilleando. Scott la vio entreabrir los labios, cuando le ofreció una mano para ayudarla a ponerse de pie. Con algo de reticencia, terminó aceptando.
—Aquí tienes.
Al verla ahí de pie con ambos libros nuevamente entre sus manos y una mirada tímida, Scott le concedió una sonrisa amable. El encuentro no pudo haber durado más de unos cuantos segundos, pues pronto el castaño volvió a verse distraído por su mejor amigo Stiles y otros artistas expuestos en los aparadores.
Su tercer acompañante, una chica rubia de sonrisa simpática, se detuvo unos segundos más a un lado de Luna. Era Juliette McCall. Con un dedo le dio un suave toque en la barbilla, ayudándola a cerrar la boca que seguía colgando en estupefacción. Fue un gesto simple y dulce, pero se sintió extraño. Se sintió distinto.
Luna lo supo al instante y de alguna forma también supo que Juliette lo sabía. Las probabilidades de que el aquelarre Moffat fuera el único en la redonda era reducido, pero Luna no pudo evitar sentirse sorprendida.
—Nos vemos, Luna —dijo, mientras se alejaba.
Algo aturdida por la interacción, Luna se apresuró a pagar por ambas novelas en sus manos y salir de ahí con la bolsa de la librería colgada del brazo. No fue difícil identificar su bicicleta, siendo la única del portabicicletas del centro comercial en color rosa (detalle de su tía Connie, quien la había coloreado con un hechizo al chasquear sus dedos). Se montó en ella y comenzó a pedalear con dirección a su casa.
Un verano. Un verano completo había pasado desde su primera interacción con Scott y estaba segura de que las palabras que ella había podido intercambiar en su presencia podrían ser contadas con los dedos de las manos. Y eso que no solo lo llegaba a ver en intercambios al azar, como había sido el del cine y el reciente. Con el fin de combinar sus ganas de ayudar, su amor por los animales y su desbordante tiempo libre, tomó un turno matutino de auxiliar en la Clínica de animales de Beacon Hills, sin saber que Scott se encargaba del turno vespertino. Evidentemente, sus encuentros eran limitados estrictamente al cambio de turno. Aún así, Luna no despreciaba las cinco veces a la semana que podía verlo por tiempo máximo de minuto y medio.
Su hogar no se encontraba nada cerca del centro de Beacon Hills. Al contrario, se ubicaba a las afueras, rozando las faldas del bosque que los rodeaba. Cuando Luna por fin llegó, dejó que su bicicleta cayera sobre el jardín frontal (justo donde su madre detestaba que ella la dejara) y posteriormente se saltó la valla que la separaba de su amplio patio trasero. Ahí, el pasto se extendía saludable y fértil. El perímetro estaba rodeado por frondosos árboles que antes no se encontraban ahí, pero que con la magia y el amor de Luna habían podido crecer lo equivalente a 20 años en 3 meses: dos cerezos, dos almendros, un ciruelo, tres fresnos, un manzano y un naranjo. Todos ellos se adornaban con casas para pájaros de múltiples colores que ella misma había construído y llenado de alpiste, ahora hogares de las decenas de pájaros que llegaban a visitarla. En la esquina de la izquierda se encontraba un gazebo de madera, diseñado con luces colgantes y múltiples asientos (una exageración, si le preguntaban a Luna, pues ella era la única que pasaba tiempo ahí). A la derecha estaba su amado almacén; de apariencia reducida por fuera, pero ilimitado espacio por dentro gracias a un glamour. Ahí se resguardaban todos los hobbies que Luna había recolectado por los años en una infinidad de curiosidades que siempre la mantenían ocupada.
Nadie podría decir que Luna no era la consentida del aquelarre Moffat.
Por último, al opuesto de todo su amado prado, estaba la entrada de su habitación. Ella bien podría haber accedido a ella desde la puerta principal de la casa, pero jamás perdía oportunidad de ser recibida por su jardín trasero. Subió los escalones, abrazó sus nuevos libros contra su pecho y abrió su puerta deslizante por completo. Dejó que la luz de afuera casi mortecina fuera su única iluminación en lo que alcanzaba la lámpara de su mesa de noche. Con sus pisadas siendo amortiguadas por la alfombra del interior, su vista se quedó fija en la portada de sus nuevos libros, aún indecisa del lugar que irían a tomar en sus estantes.
—Hola.
Luna inmediatamente gritó ante la desconocida voz y sin poder evitarlo lanzó uno de los pesados libros que cargaba consigo. La cabellera rubia perteneciente a la intrusa logró esquivar exitosamente su ataque, solo para reincorporarse y mirarla con el ceño fruncido.
—¡Luna! —le reprochó.
—¿Ju-Ju-Juliette? —balbuceó en un jadeo, todavía presa del susto—. ¿Q-qué haces aquí? ¿Cómo...?
Luna señaló a la puerta con confusión y después volvió a mirar a la joven, quien se encontraba acostada sobre sus codos en la cama, siendo rodeada por unos cuantos libros y sus gatos: Petunia, Parker y Foster.
—Tranquila, ¿okey? Es solo que me dio curiosidad —admitió con una pequeña sonrisa, dándole la vuelta a la página del libro abierto frente a ella con lentitud—. Y dime Julie.
La castaña asintió, recogiendo su cabello fuera de su cara y dejando el libro que quedaba en sus manos en alguna parte del librero.
—Julie, bien... Perdón, ¿qué cosa? —preguntó distraídamente, buscando todo lo que pudiera dar de cabeza la parte mágica de su vida.
—¿Qué cosa qué?
—¿Qué te dio curiosidad?
—Pues... No pensé que hubiera más brujas en Beacon Hills.
La mano de Luna se congeló sobre uno de sus muebles, a mitad de intentar cubrir uno de sus péndulos. Miró a Juliette como venado lampareado, pero ella parecía seguir ojeando un libro con aire distraído.
Luna soltó una risa aparentemente despreocupada como 5 segundos demasiado tarde.
—¿Brujas? ¿Hay brujas en Beacon Hills? ¡Que las quemen en la hoguera... O algo! —Luna era muchas cosas. Buena actriz no era una de ellas. Pronto se mordió el labio inferior—. Eso fue malvado. Lo de la hoguera. No lo decía en serio.
—Ahorratelo —acortó la rubia, mirándola con diversión. Tomó el libro en sus manos y lo levantó para mostrarle la cubierta—. Estoy leyendo tu grimorio.
El rostro de Luna se tornó rojo brillante y Juliette no paró de reír, mientras la castaña intentaba recuperar su pertenencia. Entre el casi silencioso forcejeo, Luna terminó por resbalar y caer de sentón en el suelo, justo a lado de su cama.
—¡Auch!
Julie se asomó desde el borde del colchón con una mueca.
—¡Lo siento! Scott y Stiles son mucho más difíciles de derribar. Bueno, solo Scott. Medí mal la fuerza.
Luna asintió con comprensión, aún arrugando su nariz y sobando su trasero.
—No te preocupes —dijo con voz aguda. Finalmente cedió, no solo por su increíble fuerza, sino porque evidentemente ella manejaba un poder mágico por su cuenta y le interesaba saber su opinión—: Puedes leer el grimorio. No es muy bueno, igual.
La rubia suspiró con satisfacción y volvió a acomodarse en su lugar con una sonrisa.
—Gracias. Ahora, hablando de Scott. ¿Lo invitarás a salir o sólo seguirás mirándolo con ojos de corazón?
Luna se arrodilló a un lado de la cama, apoyando su torso y sus codos sobre la misma para poder mirar a su nueva invitada con evidente vergüenza.
—No lo invitaré a salir —aseguró.
—¿Y por qué no? —exclamó Julie.
Ella se encogió de hombros y comenzó a trazar círculos sobre su cama.
—No creo que en realidad le interese —dijo con una sonrisa sincera, aunque un poco nostálgica—. Ni siquiera creo que me note realmente.
—¿No trabajan juntos?
Luna negó.
—Mismo lugar, distintos turnos.
Julie asintió comprensivamente y se sumió unos segundos en sus pensamientos, mordiendo su mejilla y leyendo más contenido del grimorio. Por mientras, Luna pudo reflexionar en lo extraña que resultaba la situación. Dejando de lado el no saber cómo era que la joven McCall había irrumpido en su habitación con preocupante facilidad, Luna llevaba mucho tiempo sin tener una conversación tan extensa con alguien de su misma edad. Ni siquiera con alguien fuera de su familia. Luna no era una gran conversadora en general, pero la rubia tenía algo. La castaña juzgaba el carácter de las personas con verdadera acertividad, era parte de la naturaleza de sus poderes. Sin explicarlo, supo que podía confiar en Juliette. Era inevitable no tener una cálida sensación en el pecho.
En un punto, por la forma en la que sus ojos se iluminaron, la rubia encontró una página que pareció gustarle. Luna la miró con interés, apoyando su barbilla en sus manos, hasta que giró las páginas escritas del grimorio en su dirección para que ella pudiera leerlas.
—¿Qué te parece?
Luna se rio. Después, se puso seria al darse cuenta de que realmente no estaba jugando.
—Debes estar... Bromeando, ¿no? —murmuró con inseguridad.
Poción de amor, se leía en su desordenada letra.
—No, ¿por qué lo estaría?
—¡Porque es una locura...! ¿Y... Peligroso?
Juliette le dio mala cara.
—¿Cómo va a ser peligroso? —reclamó con una risa.
Luna pasó las manos por su cabeza y se puso de pie en negación.
—¿Me estás diciendo que le haga una poción de amor a tu hermano?
La rubia se encogió de hombros y asintió.
—Claro, ¿por qué no?
La castaña formó una mueca y se abrazó a sí misma con indecisión.
—Julie, de verdad no suena como una muy buena idea.
—Confía en mí. Scott puede ser muy idiota algunas veces, ¡y está bien, todos lo somos! Si no supiera mejor, creería que está enamorado de Stiles, porque solo pasa tiempo con él.
—Creí que eras tú, quien estaba enamorada de Stiles —soltó sin pensar.
La cara de Juliette mostró sorpresa instantánea, por primera vez sin palabras. Momentos atrás, en la librería, Luna había sido repentinamente abordada por su propios sentimientos hacia Scott. Sin embargo, eso no le había impedido detectar otro sentimiento de fuerte atracción en el aire, inconfundiblemente proveniente de la bruja rubia, mientras le aseguraba a Stiles lo virgen que se vería si escuchara a Black Sabbath, por alguna razón. Julie tomó una almohada de su cama y se la lanzó, dándole de lleno en el costado.
—¡Estamos hablando de ti, Luna Mae!
—¡Hey! ¿Cómo sabes mi segundo nombre? —cuestionó con extrañeza que paulatinamente se convirtió en ligera emoción—. ¿Sabes...? ¿Sabes leer mentes o algo por el estilo?
Julie la volvió a mirar mal y abrió la primera página de su grimorio, donde claramente se escribía: "Propiedad de Luna Mae Moffat". Se rascó la cabeza.
—Uh. Claro.
—Ahora, de regreso al tema. Scott no se daría cuenta de tu interés ni aunque lo golpeara directamente en la cara —Luna formó un puchero—. ¡No me hagas esa cara! Mira, haremos la poción y después de unos días le damos la cura. Solo para meterle la idea en la cabeza.
Luna se miró pensativa, mordisqueando una de sus uñas sin parar.
—¿Así solucionas todos tus problemas? ¿Con magia?
—Sip. Cada uno de ellos —Julie sonrió con inocente malicia, dejándose caer de regreso en la cama.
—Suena como una pésima idea —murmuró, sin sacar el dedo pulgar de su boca.
—¿Una pésima idea que quieres hacer? —inquirió, haciéndole ojitos. La castaña comenzó a sonreír, a pesar de querer ocultarlo—. ¡Luna! ¡Quieres hacerlo!
—Está bien, está bien —accedió con una pequeña sonrisa, relajando sus brazos y sentándose frente a ella en la cama—. Pero, ¿no podrías hacer la poción tú? No soy... Notoriamente hábil con este tipo de cosas. Tienes que saber que los detectores de fuego de mi cuarto no están puestos por decoración...
—Luna, no. Si quieres que Scott se enamore de ti, tendrás que hacerla tú misma, lo sabes. —Esto pareció ponerla más nerviosa—. Pero te estaré acompañando. Todo va a estar bien, lo prometo.
—Bien... ¿Cuál es el plan?
—Lo haremos hoy sábado, mañana me aseguraré de que Scott lo consuma en luna llena... De alguna manera, y el lunes amanecerá perdido por ti, justo a tiempo para el inicio de clases. Dejamos que pasen un par de días para que el sentimiento se marine un poco y le damos la cura. ¡Todo esto acabará en menos de una semana! Fácil y sencillo.
La castaña no pudo evitar sonreír y sentir su estómago revolotear ante el prospecto de que Scott estuviera realmente perdido por ella. Para ese punto se sentía tan emocionada, que no habría manera de que pudiera negarse ya. Uno de sus gatos de pelaje naranja se acercó a curiosear con su cola bailando de lado a lado. Inmediatamente, Julie se estiró a acariciarlo.
—¡Cuidado, él...! —Al ver que su gato recibía los mimos gustoso, dejó que la expresión de "él muerde" se quedara flotando en el aire.
—¿Él qué? ¿Cómo se llama?
Luna achicó su mirada hacia su mascota, debido a la traición. Si Luna se hubiera atrevido a tanto, el malévolo hubiera encajado sus dientes en su mano sin pensarlo dos veces.
—Se llama Parker.
—¡Es tan adorable! —Julie rio, rascándole la cabeza—. Creo que tendré que robarlo.
—No hay necesidad, te lo regalo —dijo en voz baja, a lo que su gato respondió con un agudo maullido de enojo—. Es broma, es broma.
Julie volvió a reír y con un suspiro se mostró decidida.
—Bueno, ¿empezamos?
(gif hecho por -itsagirlbitches )
nia's notes
juliette + luna mis mujeres.
ya casi empieza el merequetengue !!
recuerden que Juls McCall. tiene su
propia historia para que la revisen, ok.
es parte de esta saga tan bonita <3
cualquier duda, sugerencia o comentario,
soy todo oídos.
¡les mando un besotote!
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