Ok? eso fue raro....
⚝Stranger in my coffee Shop⚝
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Charlie estaba cansada de la rutina, lo único que hacía era levantarse, ir al café, atender a los clientes con la sonrisa más falsa que podía, salir del trabajo, llegar a su casa y luego repetir todo nuevamente al día siguiente.
En este momento estaba en la fase cuatro de su rutina, ya era la hora de salida y ella no podía estar más agradecida por eso. Se levantó del taburete, guardó la comida que quedó en el mostrador en el congelador de la cafetería.
Luego de quitarse el uniforme todo estaba listo para su salida, todo excepto el cartel que indicaba que el lugar estaba cerrado, así que se dirigió hacia la puerta cambiando el open por close. Cuando se dió la vuelta vió algo que no le gustó.
—¡AYYY MIERDA! — gritó al ver a un hombre de brazos cruzados en el mostrador.
Charlie retrocedió un paso, el corazón golpeándole en las costillas. El hombre frente a ella parecía completamente fuera de lugar en la pequeña cafetería. Vestía una chaqueta de cuero algo desgastada y llevaba el cabello despeinado de una manera que parecía cuidadosamente descuidada. Sus ojos, sin embargo, eran lo que más le desconcertaba: brillaban con diversión.
—¿Quién eres y cómo entraste? —demandó, intentando sonar firme aunque su voz salió más temblorosa de lo que le habría gustado.
El hombre ladeó la cabeza, cruzando los brazos con una sonrisa que no era del todo amistosa ni hostil, sino más bien como si estuviera a punto de contarle un secreto.
—Vi la puerta entreabierta. Pensé que tal vez aún estabas atendiendo. —Su voz era suave, casi despreocupada, como si no estuviera realmente preocupado por la situación.
—Pues no, estamos cerrados. —Charlie señaló el cartel que acababa de cambiar. —Así que, si no te importa...
—¿Siempre te cierras tan rápido a las sorpresas? —interrumpió él, apoyándose casualmente en el mostrador.
Charlie frunció el ceño.
—¿Qué quieres decir?
Él se encogió de hombros, mirando alrededor de la cafetería como si buscara algo interesante.
—Solo que, a veces, lo inesperado puede ser lo mejor que nos pasa. Pero claro, eso depende de si estás dispuesta a dejar que pase.
Charlie cruzó los brazos, sintiendo una mezcla de irritación y curiosidad.
—¿Y tú qué sabes de eso? ¿Vienes aquí a darme lecciones de vida o algo?
—No, no lecciones —respondió, con una media sonrisa—. Solo una conversación. ¿No te has sentido... atrapada últimamente?
Charlie se tensó.
—No es asunto tuyo.
Él asintió, como si esperara esa respuesta.
—Tienes razón, no lo es. Pero a veces, cuando algo se siente muy pesado, es porque lo llevamos solos por demasiado tiempo.
Charlie no respondió de inmediato. Había algo en la manera en que hablaba, como si conociera más de lo que estaba dejando ver, algo que la incomodaba demasiado.
—Mira, no sé quién eres, pero esto no es... —Se detuvo, buscando las palabras.
El hombre se enderezó, metiendo las manos en los bolsillos.
—Solo piénsalo. Tal vez lo que necesitas no es escapar de la rutina, sino encontrar algo o alguien que la haga valer la pena. —Se giró hacia la puerta—. Que tengas una buena noche, Charlie.
Antes de que pudiera preguntar cómo sabía su nombre, él ya había salido. Parpadeó, mirando a su alrededor como si esperara que apareciera de nuevo. Sobre el mostrador, donde había estado apoyado, había un pequeño sobre blanco con un corazón rojo dibujado en el centro. Lo abrió con cuidado, encontrando una nota dentro que decía: "A veces, lo que necesitas está justo delante de ti, si te atreves a mirar."
Charlie se quedó allí, con la nota en la mano, preguntándose quién era ese hombre.
Mierda, ¿Me estoy volviendo loca?
Charlie subió las escaleras hacia su departamento con una sensación de irrealidad todavía zumbando en su mente. Mientras cerraba la puerta de la cafetería, no pudo evitar mirar una vez más hacia el mostrador, como si esperara encontrar alguna señal de que el hombre realmente había estado allí. Pero el lugar estaba vacío, sumido en el silencio.
Al llegar a su departamento, dejó caer sus cosas en el sofá y se desplomó sobre él, frotándose las sienes. "Tal vez estoy más cansada de lo que pensaba", se dijo en voz baja. ¿Podría haber alucinado todo? La idea no le parecía tan descabellada. Trabajar en una rutina interminable podía desgastar a cualquiera, y últimamente había sentido esa carga más que nunca.
Decidió ignorar lo que acababa de suceder y dirigirse a la cocina. Mientras se preparaba una taza de té, se convencía de que lo mejor era no darle demasiada importancia. "Un tipo raro aparece, dice algunas cosas crípticas y desaparece. Nada del otro mundo... O tal vez mi cerebro está jugando conmigo."
Con su té en mano, se dirigió a la ventana del salón, desde donde podía ver la calle tranquila. Todo parecía en orden, como siempre. El mundo seguía girando como si nada extraño hubiera ocurrido. Eso la tranquilizó un poco.
Se sentó en su silla favorita, arropada en una manta, y encendió una vela que iluminó suavemente el ambiente. Mientras sorbía el té, trató de pensar en algo más.
Después de un rato, dejó la taza a un lado y encendió su portátil. Tal vez escribir un poco le ayudaría a despejarse. Pero, antes de que pudiera siquiera abrir el documento, escuchó un suave golpe en su puerta. Se quedó inmóvil, su corazón se aceleró de nuevo. ¿Quién podría ser a estas horas?
Se levantó lentamente y se acercó a la puerta. Al abrirla, no encontró a nadie. Solo el pasillo vacío y en el suelo, otro pequeño sobre blanco con un corazón rojo. Lo recogió con manos temblorosas, su mente corriendo con preguntas sin respuesta.
Charlie se quedó un momento frente a la puerta, sin saber qué hacer con el sobre que acababa de encontrar. Lo llevó consigo al interior, cerrando la puerta con cuidado. Se sentó en el sofá, estudiando el sobre como si pudiera encontrar alguna respuesta en su exterior. Finalmente, lo abrió con dedos temblorosos.
Dentro, encontró una pequeña tarjeta con un mensaje escrito en una elegante caligrafía: "A veces, el cambio toca a la puerta de maneras insospechadas."
Charlie dejó la tarjeta sobre la mesa de centro, cruzándose de brazos mientras se recostaba en el sofá. Su mente era un torbellino de pensamientos. ¿Quién era ese hombre? ¿Cómo sabía su nombre? Y, lo más inquietante, ¿cómo había dejado ese sobre en su puerta?
Sacudió la cabeza, tratando de sacudirse el nerviosismo. Se levantó y se dirigió a la ventana, mirando hacia la calle, esperando ver alguna señal del extraño. Pero no había nada, solo las luces de la calle iluminando la noche tranquila.
Volvió al sofá y se dejó caer, exhalando un suspiro profundo. "Esto no puede ser real", murmuró para sí misma. Se recostó y cerró los ojos, esperando que el sueño le ofreciera algún respiro. Sin embargo, la sensación de que algo estaba por cambiar seguía palpitando en el fondo de su mente, persistente e ineludible.
A la mañana siguiente, Charlie despertó con una extraña sensación de inquietud. Las notas de la noche anterior seguían en su mesa de centro, recordando que no había sido un sueño. Después de ducharse y vestirse, decidió llamar a su mejor amigo, Theo. Si alguien podía ayudarla a poner todo en perspectiva, era él.
—¡Theo! —exclamó cuando él contestó—. Necesito hablar contigo. ¿Puedes venir al café?
Theo no tardó en llegar, se dejó caer en una de las sillas del café mientras Charlie se apoyaba en el mostrador, cruzando los brazos.
—Okay, ¿qué pasa? —preguntó él, inclinándose hacia adelante—. ¿Problemas de café o problemas de vida?
—Problemas de vida —suspiró Charlie, sentándose frente a él—. Anoche pasó algo raro... y necesito que me digas si me estoy volviendo loca.
Theo arqueó una ceja, intrigado.
—Dios mío, ¿finalmente has visto un fantasma? ¡Sabía que este lugar era demasiado tranquilo para ser normal!
Charlie no pudo evitar sonreír ante su exageración.
—No, no es un fantasma. Bueno, al menos no creo. Fue un hombre... apareció en la cafetería después de que cerré, dijo algunas cosas crípticas, dejó una nota y desapareció.
Theo la miró fijamente por un momento antes de explotar en carcajadas.
—¿Un tipo misterioso apareciendo de la nada? ¡Esto suena como el comienzo de una de esas películas de terror que te gustan!
Charlie frunció el ceño, la idea de morir por un hombre enmascarado no le gustaba para nada, a menos que sea Billy Loomis, a él le entrega la vida y mucho más.
—Lo digo en serio, Theo. No sé quién era, pero sabía mi nombre y dejó esta nota en mi puerta después.
Le mostró las notas que había guardado en su bolsillo, y Theo las examinó con una expresión más seria.
—Hmm... "Lo que necesitas está justo delante de ti, si te atreves a mirar" —leyó en voz alta, levantando una ceja—. ¿Estás segura de que no es algún admirador secreto?
Charlie negó con la cabeza, todavía sintiéndose desconcertada.
—No lo sé. Todo esto es tan raro.
Theo se recostó en su silla, dándole a Charlie una mirada comprensiva.
—Bueno, tal vez este tipo es solo un loco con un don para las frases misteriosas. Pero, ¿y si tiene razón? Quizá deberías prestar más atención a lo que está frente a ti. Podrías sorprenderte.
Charlie lo miró, suspirando.
—¿Estás sugiriendo que le haga caso a un extraño que aparece de la nada?
Theo sonrió, encogiéndose de hombros.
—No digo que lo invites a cenar, pero tal vez no sea tan malo darle una oportunidad a lo inesperado. Podría ser el cambio que necesitas para salir de esa rutina.
Charlie lo consideró por un momento.
—No sé, Theo. Todo esto me da mala espina.
—¡Entonces investiga! —exclamó Theo —. Haz de esto tu propia aventura. ¿Qué es lo peor que puede pasar?
—Eres imposible.
—Y tú necesitas un poco de emoción en tu vida —replicó él, guiñandole un ojo—. Vamos, Charlie, ¿cuándo fue la última vez que algo te hizo sonreír?
Charlie no tenía respuesta para eso, pero la sensación de cambio seguía rondando su mente, como un susurro persistente.
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Zeuselrey: y yo que culpa tengo que seas tan pendejo y andes juntando a gente bien esquizo
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Ladyafrodita: Si quieres te ayudo, soy experta en temas del amor
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Cupidbaby: qué tipo de amor? Uno donde ambos mueran porque te sentías celosa? No gracias
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Ladyafrodita: ¡Ya te dije que fue un error!
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Cupidbaby: error fue seguirte el juego
Autor's note
Primer cap, no está tan mal :)
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