XI

–¡RED!

–¡GREEN!

–¡BLUE!

En orden de tipos, al igual que en el monte Moon, los Pokédex Holders estaban atados a lápidas con la seda de Caterpie. El entrenamiento con las cuerdas no sirvió de nada, porque esto era más pegajoso y abundante. No podían mover ni un dedo, presos de seda y temor.

Los fantasmas pasaban rozando los cabellos húmedos de los pequeños, cuyas respiraciones iban de más en más rápido. Ya no confiaban en el señor misterioso, y se arrepentían de no haber seguido a la chica del Gyarados.

–¿Vamos a morir?

La pregunta repentina de Silver hizo que el temor aumentara. Un 'Sí' era la respuesta que casi todos pensaban, después de todo eran niños caprichosos que no conocían la palabra No.

La atención fue desvaída nuevamente hacia el señor misterioso, que en un principio estaba frente Sapphire, pero luego estaba multiplicado nueve veces, siendo una copia frente a un infante.

El péndulo con él que había controlado a Caterpie era nuevamente sacado del bolsillo y posicionado frente a los ojos de cada niño.

–¡Cierren los ojos!– Gritó Crystal que había comprendido la utilización de dicho objeto.

Un chasquido de dedos y la tenebrosa música de pueblo Lavanda comenzaba a resonar otra vez, en un timbre mucho más alto y una frecuencia más lenta.

–Argh.– Silver era uno de los que más sufría con la música igual de atemorizante que la situación en la que estaban.

–Es hora de comer...– El señor misterioso habló por primera vez. Su voz era tétrica, seca y para nada amable.

Diamond se hubiese alegrado al escuchar comida, salvo que en este caso el que comería sería el señor misterioso y no ellos. Además, luchaba con su cabeza para intentar no escuchar la música de fondo.

La capa comenzaba a caer del ladrón de niños, por lo que al fin conocerían su figura. Piel amarilla, bufanda blanca. No podía ser...

Red, Green, Blue y Yellow sobrevolaban pueblo Lavanda, buscando alguna señal del dichoso camión con nueve niños en su interior. Al no ver nada desde arriba, optaron por bajar y preguntar.

–¿Disculpe, ha visto un camión?– Yellow se acercó a un anciano que regaba sus flores con un Oddish.

–Oh, claro.– El hombre asintió con una sonrisa.– Yo era conductor de camión en mi juventud.

–Je...– Una gota caía por la nuca de una esperanzada Yellow.

Por su parte, Green no caería en el mismo juego, por lo que se dirigió a un par de chicas que salían del centro Pokémon charlando a gusto.

–¿Disculpen, han visto niños pequeños por aquí, o un camión extraño?– Green hablaba aceleradamente.

–¿Por qué no te tomas un café con nosotras y te decimos?– Sí, las jovencitas coqueteaban con el apuesto líder.

–Argh.

Red también se había acercado a un adulto mayor, pero esta era una anciana de gran sonrisa en su rostro.

–Pobre jovencito, estás en los huesos. Te traeré mucha comida que le preparé a mis nietos.

–No es necesa...

–¡Como no! ¡Pasa!– La señora llevaba a Red al interior de la humilde morada.

La única que acertó fue Blue. Se acercó a la torre Pokémon, y con ayuda de su Clefable, percibieron la fuerte y tenebrosa música que provenían desde lo profundo del cementerio.

Mandó a sus Pokémon a buscar a sus amigos para ir al rescate. Debía admitir que hasta a ella, la música le producía escalofríos.

–¡Dia, no Diamond, no te duermas!– Pearl notó que su amigo comenzaba a dar cabezazos al aire, producto del sueño producido por el péndulo.

–Vamos... duerman y sueñen.– Habló quién movía el péndulo de un lado a otro.– Es hora de irse... de este mundo.

–¡Silver tú tampoco!– Ruby veía como el pelirrojo realizaba acciones similares a las de Diamond.

Justo cuándo la mayoría estaba por cerrar los ojos, un grito múltiple hizo que todos abrieran los ojos, incluyendo el Pokémon que volteó a ver a quiénes lo interrumpían.

Eran los Pokédex Holders de Kanto, que llegaban con Saur, Charizard, Blasty y Chuchu respectivamente.

–¡Planta Feroz!– Ordenó Red estirando su brazo con entusiasmo.

–¡Anillo Ígneo!– Siguió Green casi al mismo tiempo

–¡Hidrocañon!– Era el turno de Blue, según la secuencia de la Pokédex.

–¡Placaje Eléctrico!– Por último pero no menos importante, Yellow.

Hypno caía derrotado, soltando su objeto de hipnosis, que al contacto con el suelo se rompió en mil pedazos. Gracias al ataque Hoja Afilada del tipo planta/veneno, la seda se rompió, y todos corrieron hacia sus cuidadores.

Red cargó a sus tres niños entre sus brazos y les brindaba un abrazo paternal de protección pura. Green chocaba su mano con la de sus tres orgullosos pequeños que se negaban a abrazarlo y admitir que tuvieron miedo.
Blue se negaba a soltar a sus chiquitos, aunque apenas los dejara respirar por la fortaleza de sus brazos.

–¿Qué no tuvieron miedo?– Green los miraba arqueando una ceja. Trío de orgullosos.

–Claro que no.– Los tres se cruzaron de brazos con soberbia.

–¡Ah! ¡Volvió! ¡Me quiere comer!

Yellow había tomado una mejilla de Gold desprevenido. Ante el tacto, el pequeño se llevó un enorme susto y en dos segundos escaló a Green abrazando su cabeza. Con los gritos, Pearl y Sapphire admitieron su miedo y abrazaron las piernas del mayor. Los mayores rieron ante la escena.

–Sentimos mucho todo lo que tuvieron que pasar.– Blue comenzaba las disculpas en nombre de los cuatro adultos.– Creo que somos los peores cuidadores del mundo.

–Los recompensaremos.– Red apoyaba la tesis de Blue, acomodando a Diamond en sus hombros.

–¿Con comida~?– El estómago del protagonista de Sinnoh comenzaba a gruñir.

–Si tu quieres.– Asintió Red enternecido con el simple pedido del pequeño.

–Salgamos de aquí y volvamos a casa.– Blue llevaba en la espalda a Ruby, y en brazos a Silver, y Platinum iba en los brazos de Blasty.

–Espera.– Crystal y Gold fueron con sus Pokémon que estaban de espectadores.

La chica guardó al debilitado Caterpie en su pokeball y se la entregó a Yellow por instinto. Luego fue nuevamente cargada por el brazo derecho de Red, mientras que en el izquierdo iba Emerald.

Gold llevaba al asustado Eevee en brazos, y Yellow queriendo ayudar al castaño, cargó al futuro criador en sus brazos. Así, Green llevaba a Sapphire en hombros, y Pearl en brazos.

Hacerlos caminar sería sobre exigirlos después del extraño suceso que habían vivido.

Ni habían salido del cementerio cuando algunos ronquidos empezaron a salir de las respiraciones. Estaban exhaustos, y por fin dormirían protegidos.

En otras palabras, Red, Blue y Green preveían que recargarían sus baterías para realizar más travesuras al día siguiente.

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