II
||PLANTA||
Un nuevo día comenzaba en Kanto, y más precisamente en una casa de pueblo Paleta, un jovencito de cabello oscuro y ojos rojos despertaba con los primeros rayos de sol atravesando las delgadas cortinas.
Esperaba ver a Pika recostado a los pies de su cama, cómo solía ser día a día, o a Poli paseando por ahí, pero en su lugar, vio tres pares de grandes ojos observándolo fijamente. Red miró sorprendido y un poco perturbado, hasta que recordó la extraña situación en la que estaba. Blue y sus trucos.
–Buenos días.– Red se levantó estirando sus brazos por detrás de su cabeza para comenzar bien el día. El pequeño de ojos verdes imitó la acción.– ¿Quieren desayunar?
–Si, por favor.– Diamond extendió sus cortas extremidades con un plato en sus manos.
–¿De dónde sacaste eso?– Red tomó el plato antes que se rompiera. Estaba seguro que había dejado todo guardado antes de irse a dormir.
–No lo sé.– El pequeño alzó los hombros con una mueca.
Fue a la cocina seguido por los tres niños y vio a Pika, Vee y Poli barriendo un par de pedazos de loza y guardando lo que quedaba de platos en los estantes. ¿No qué él tenía a los tranquilos?
Pero Red no era de enojarse por accidentes inocentes, así que le indicó a los chicos que tomaran asiento en la mesa de la cocina y tomando utensilios de plástico, le preparó un sándwich a cada uno.
–Quiero otro por favor.– Mientras que Crystal y Emerald iban a penas en la tercera mordida, Diamond ya lo había devorado.– Ah, y Lax quiere uno también.
–¿Lax?– Red ladeó la cabeza. Su gran Snorlax estaba en su pokeball, y esta en su mesita de noche.
–¿Tienes comida para Smoopeon?– Crystal levantó la mano para hablar.
–Sceptile dice que quiere un hotcake.– Indicó el rubio siguiendo el juego.
Haciendo un par de cálculos mentales, Red llegó a la conclusión de que los niños que estaban cuidando estaban locos. Ignorando lo recientemente sucedido, les dio una segunda ronda de emparedados a cada uno.
–¿Qué les gustaría hacer hoy?– Preguntó Red tras beber un vaso de jugo de naranja.
–Ver Pokémon de hielo en el monte Plateado.– Señaló el personaje femenino del lugar.
–Ir a ver una batalla en la liga.– Casi al mismo tiempo, Emerald se expresó.
–Comer~.– Diamond lamió sus labios y puso ojos soñadores.
–Jeje.– Red no supo que responder y dejó que los tres grandes pares de ojos lo miraran fijamente.
Diamond había sido el más racional con su pedido, y no sería difícil complacerlo, pero Crystal y Emerald estaban pidiendo casi que el mismo Mewtwo se presentara frente a sus ojos.
Él no tenía problema en ir al monte Plateado, pero llevar a tres niños, presas faciles de depredadores no era buena idea. ¿Estaba saliendo a flote su instinto de padre? ¿Qué?
Se revolvió el cabello sacando toda idea de paternidad de su cabeza, y vio la posibilidad de Emerald, pero no habían peleas programadas para esa semana.
Decidió ir a tomar una ducha para pensar en una buena idea. ¿Qué harían sus kōhais por mientras?
–¡Vamos a dibujar!– Red se entusiasmó cargando a los tres chicos hasta dejarlos frente a una mesa pequeña.
–No quiero dibujar.– Crystal se cruzó de brazos viendo como Red depositaba papel y lápices frente a ellos.– Yo quiero leer.
–Vee te ayudará a buscar un libro mientras yo me alisto.– Red ya se estaba yendo aceleradamente por el pasillo.– Pika, Poli cuiden a Rald y Dia.
Crystal, Emerald y Diamond se miraron entre sí sin nada pasando por sus cabezas pequeñas. Resignados, los chicos tomaron lápices y comenzaron a dibujar, mientras que la chica siguió a Espeon hacia un estantes con libros.
Mientras tanto, Red se alistaba, pensaba en el atado que se había metido. No era algo malo, tampoco bueno, simplemente era un lío. Él solo quería entretener a los niños y cuidarlos, pero no sabía como hacerlo bien.
Pensó en lo que le gustaba hacer a cada chico, después de todo los conocía bastante, o al menos a Crystal y Emerald, aunque con Diamond las cosas resultaban ser más faciles: comida.
–Veamos... a Chris le gusta capturar Pokémon, tal vez si le presto a los míos para que les lance sus pokeballs...– Red hablaba consigo mismo a la vez que se ponía los pantalones.
–¿Poliwrath?– Su fiel compañero entró a la habitación para ver como iba su entrenador.
–Y Rald... podríamos tener un entrenamiento, hace tiempo que no entrenamos solos.– Bien, Red ya había planeado sus actividades.– ¿Están bien los chicos, Poli?
–Po.– Asintió con la cabeza el Pokémon.
Una vez arreglado, Red fue al salón dónde había dejado a los pequeños. Por lo que entendió, Crystal había dejado el libro tirado para ir a dibujar con sus compañeros. Vio que las hojas de papel estaban en blanco.
–¡Volviste!– Diamond se alegró de ver a su ¿'padre'? y corrió a sus brazos.
–El papel era muy pequeño.– Emerald emitió su queja.– Y a la pared le faltaba color.
–Ya veo...– Red con Diamond en sus brazos admiraba la nueva decoración de la pared.– ¿Qué se supone que es?
Los rostros de Crystal, Emerald e incluso Diamond fueron épicos. Como si les hubiesen hecho el mayor insulto existente en estos tiempos.
–¿¡Qué no lo ves!?– Crystal estaba molesta.– Es un Venasaur, Meganium...
–Sceptile.– Siguió Emerald con un tono de voz de decepción.
–Y Torterra.– Finalizó Diamond.
Red sólo les regaló una sonrisa a los pequeños, mientras intentaba descifrar alguna señal de figura geométrica al menos en la gran superficie verde.
–¿Vamos a tomar una ducha?– Crystal preguntó sacando de trance al luchador.
No. Absolutamente no. Las hormonas de Red no estaban lo suficientemente desarrolladas para tolerar ver pequeños cuerpos ajenos.
–Mejor iremos por helado.– El mayor esquivó el tema rápidamente.
Momentos más tarde, Red, Crystal, Emerald y Diamond estaban sentados en una banca junto a un puesto de helados. El mayor saboreaba uno de chocolate, la chica gustaba de uno de menta. Rald comía uno de fresa y Diamond devoraba un helado triple de caramelo, vainilla y dulce de leche. Era una mezcla de sabores bien dulces.
–¿Qué haremos después?– Preguntó Emerald.
–¿Podemos capturar Pokémon salvajes?– Crystal pidió con brillo en los ojos.
Ahora que lo analizaba, pueblo Paleta era un pueblo en el que no residían Pokémon salvajes de alto nivel, por no decir inofensivos, por lo que la pequeña si podría jugar a su habilidad en campos de hierba alta.
–¡Tu puedes Chris!– Emerald apoyaba a su 'hermana quién se enfrentaba a un Caterpie.
–¡Vamos Chris!– Siguió Diamond levantando un brazo a modo de apoyo.
–¡Pokeball ve!– Crystal lanzó con todas sus fuerzas la bola, pero falló.
–Prueba de nuevo.– Red quién yacía sentado a su lado, le entregó otra.
–¿Y si fallo de nuevo?– Crystal se veía temerosa y sin la seguridad de hace unos instantes.
–Lo intentas otra vez.– Red le mostró unas diez pokeballs especialmente para ella.
–¡Ve!– Crystal lanzó otra vez, errando. Esto provocó que la pequeña se molestara cruzándose de brazos.– ¡Esto no está funcionando!
–¿Por qué no intentas con los pies?– Preguntó Red aludiendo a la habilidad de Crystal.
–¡Jajaja!– Crystal rió sinceramente.– ¡Pero Red!
–¿Cuál es el problema?
–Es la idea más extraña que he escuchado.– Explicó la chica tomando otra pokeball.– Pero lo intentaré.
Como era de esperarse, Crystal lanzó la bola con la fuerza de sus piernas, y le dio un magnífico golpe al Caterpie, haciendo que este entrara y fuera capturado a la tercera movida.
Los celestes ojos de la chica reflejaban emoción y entusiasmo, y con sus pequeñas pero fuertes piernas corrió hacia su nueva adquisición para sostenerla en sus manos como si de una pepita de oro se tratase.
–¡Lo logré!– Crystal daba saltitos en su lugar.
–¡Increíble!– Emerald y Diamond corrieron hacia ella para admirar la pokeball.
–Te lo dije.– Claramente sin orgullo por detrás, Red le extendió la mano a la chica, quién correspondió.
–¿Eres adivino?– Diamond tenía los ojos muy abiertos viendo con curiosidad a su cuidador.
–Claro que no.– Sonrió Red levantándose.– Ahora iremos por una buena sesión de entrenamiento.
–¡Si!– Celebró Emerald alzando sus brazos al cielo.
Volviendo a casa, fueron directamente al jardín trasero, dónde Red tomó siete pokeballs y las puso frente al pequeño rubio.
–Bien Rald, quiero que escojas a quiénes lucharán.
–Mm... a Snorlax y...– Emerald tomó la primera pokeball.– Venasaur.
–Dos grandotes.– Comentó Diamond sentado en una banca con Crystal a modo de espectadores.
–¿Rald va a pelear?– Preguntó Crystal a Red. El luchador se estaba ubicando a un lado del terreno, y el domador al otro.
–Así es.
–¡Ánimo Rald!– Apoyaron los pequeños.
Para resumir la 'batalla', Snorlax casi cae sobre Emerald, salvado únicamente por los rápidos reflejos de Red que hicieron que corriera a sacar al chico de la zona de peligro. Ante eso, Emerald se vio invadido por el miedo, y lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas.
Red se sentía mal, ver llorar a alguien era una de las peores cosas que podían pasarle, sobre todo si el culpable era él, en cierto modo.
–¿Te gustaría hacer galletas para olvidar el asunto?– Red buscaba la forma de evadir el tema.
–¡Si!– Dia saltó para llamar la atención. Él si quería hacer eso.
Emerald asintió levemente, y todos se dirigieron a la cocina. Se lavaron las manos, pusieron delantales y manos a la obra.
Aunque a Red se le hacía difícil de creer, el proveniente de Sinnoh que no tenía más de cinco años era todo un experto en lo que cocinar se trataba. Muchas veces, con respeto, corregía las imperfecciones del joven de Kanto, y ayudaba a sus compañeros.
–Red, ese no es el horno.– Dia miraba curioso como Red intentaba encajar la bandeja con las galletas listas para hornear.
–¿Ah no?– El susodicho se rascó la nuca. El horno y la lavadora eran cosas que nunca había utilizado.
Coordinados, Diamond, Emerald y Crystal golpearon su frente con su mano. ¿Quién cuidaba a quién?
En fin, las galletas resultaron ser un éxito según el criterio del menor del grupo en lo que sería un caso normal, como no lo era en dicha ocasión pues tanto él, Crystal y Emerald portaban la misma cantidad de años.
Tras un largo día, decidieron realizar un último paseo con la luz del atardecer. Crystal iba en los hombros de Red, mientras que Diamond y Emerald iban sujetos a las manos del campeón.
–Red.– Crystal interrumpió el cómodo silencio.
–¿Si Chris?– Preguntó el recién llamado ante la mirada de la pequeña.
–Gracias.– Sonrió adorablemente la pequeña abrazando al mayor.
–¡Muchas gracias~!– Exclamó Diamond abrazando una de las piernas del chico de ojos rojos.
–Gracias.– Más serio, Rald imitó el gesto, aún así con una sonrisa adorable.
–No hay de qué, pequeños kōhais.– Red se vio enternecido con el tierno accionar de sus compañeros de elemento.
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