XIV. Accidente

Mael Stoll.

La carretera está muy oscura y sola, me hace entrar en mucha incertidumbre. Me pregunto porque Kariam estaba tan preocupada cuando salí del hotel. Si sé que todo lo que tenía preparado para nosotros se arruinó porque le iba a pedir matrimonio en una cena romántica. Solo sé que a veces las cosas no son como nosotros deseamos. Ya llevo una hora y media conduciendo, en medio de la soledad y el silencio. Quizás me encuentro uno o dos carros cada quince minutos. Ahora que lo pienso, no sé si me traje el anillo.

Sus padres y su hermano me ayudarían con la sorpresa. Antes de irme hablé con ellos para que la tengan lista a la hora en la que yo llegue. Estoy feliz de poder decirlo formalmente, aunque no se si dirá que sí. Lisset le preguntó en un momento en el que yo no estaba y le dijo que probablemente diría que sí. Al menos eso me da esperanza.

No puedo dejar de pensar en el anillo, así que lo empiezo a buscar en el asiento de acompañante en donde puse la comida que me dio ella y otras cosas que yo creí necesario.

Uf, hemos pasado tanto. No creo que algo nos pueda separar otra vez y si sucede sería la gota que rebalsó el vaso. Seguramente sería el final de un amor sincero. No encuentro la joya, busco con la mano para no perder el contacto visual con la calle, pero es imposible. Me agacho y agarro mi chaqueta que está en el suelo y cuando me levanto un "Pip" me hace sentir miedo. Veo una luz muy fuerte. Es un camión que sigue tocando el claxon.

Estamos en el mismo carril, así que me muevo rápido el manubrio y giro pasándolo de lado, pero para mí mala suerte, le di mucho a la derecha y cuando menos lo siento el carro da una vuelta después de chocar con algo y corre por la carretera boca abajo. Pienso en ella y su preocupación, por algo era. Siento una presión en el cuerpo y ni siquiera los golpes me duelen en el momento, de lo tan rápido que pasa todo.

—Kariam —Titubeo— Te amo.

Vuelvo a ver una luz blanca y mi ser viaja a otro rumbo.


Kariam Beckett.

Me despierto de un salto, me arrastro por la cama rápidamente llevándome los pies al pecho y sentándome contra la pared. Acabo de tener otra pesadilla en donde él se despide de mí y yo llorando le ruego que no se vaya, le recuerdo que me dijo que no se iría y que me cuidaría.

Un sentimiento de preocupación aún más fuerte, que hace unas horas, vuelve a mi ¿Qué está pasando? Entonces me pongo a llorar, pero son lágrimas silenciosas y calientes que caen sobre mis mejillas. Estoy sudando y temblando, necesito escucharlo, necesito saber que está bien.

Me levanto y busco mi teléfono en la mesa de noche, no está. En medio de la oscuridad remuevo la sabana hasta que lo encuentro. Busco su número. Mis manos me traicionan, están temblando. Se me cae el teléfono en la cama, pongo mis manos en mi cabeza y hago el intento otra vez, respirando profundo, inhalando y exhalando. Por suerte encuentro su número rápido y empiezo a marcarle, llevándomelo a la oreja. Se escucha el rin, suena al menos diez veces hasta que sale la operadora. Cuelgo y me llevo las uñas a la boca. Son las tres de la mañana. Seguramente ya llegó y está descansando. No lo molestaré más.

Me levanto y enciendo la luz. No creo poder dormir, así que me pongo un pans y un suéter con gorro rosado. Me queda un poco grande así que me puedo cubrir las manos del frío. Me siento en una esquina de la cama y le escribo un mensaje:

"Espero hayas llegado bien, te amo"

No entiendo porque sigo soñando con ese puto cuarto negro. No sé si me estoy volviendo loca o solo es que a partir de esos sueños puedo mostrar mis mayores miedos. Pasan las horas rápido. Cuando vengo a ver ya son las cinco de la mañana y el sol ya está saliendo. Bajo corriendo y quito el seguro de la puerta para caminar por el lugar. Hasta que encuentro un mirador muy precioso en donde se ven las montañas y el sol, saliendo. Los pajaritos empiezan a cantar. Está muy helado, pero necesito distraer mi mente, así que eso es lo de menos.

Vuelvo a ver el teléfono y no hay nada, ni una llamada, ni un mensaje. Entonces le envío otro mensaje "Estoy preocupada, espero respondas pronto" Cinco minutos después estoy marcándole, pero no recibo respuesta. Me encantaría que él estuviera aquí, a mi lado. Viendo este amanecer hermoso, de colores rojo y amarillo. Es tan bello, es tan lleno de vida. Inhalo aire, uno puro y luego lo exhalo.

Mi teléfono empieza a vibrar, lo saco de la bolsa del pantalón y miro la pantalla, es un número desconocido. Me lo llevo a la oreja rápidamente y una voz masculina me contesta.

—Buenos días Señorita Beckett —¿Cómo sabe mi nombre? Empiezo a temblar.

—Buenos días ¿Con quién hablo?.

—Soy el abogado del señor Stoll.

—Aa... —Es lo único que logro decir, para después razonar— ¿Qué pasó? ¿Él se encuentra bien?

—En quince minutos un guarda espalda la recogerá en la entrada del hotel —Me doy la vuelta, el corazón me late rápido y empiezo a caminar hacia la cabaña— Su prometido tuvo un accidente ayer en la noche —¡Nooo! Me detengo en seco— Yo estoy viendo que hagan todo lo que se pueda para salvar su vida, pero necesito que este aquí, ya que él me pidió que, si sufría algún accidente, fuera usted a la primera persona a la que se le comunicara— Ahora puedo escuchar el latir de mi corazón mientras las lágrimas caen por mi rostro.

—¿Cómo está él? —Le pregunto con la poca voz que me sale.

—Le seré sincero —Suspira— Se encuentra en un estado delicado —Se hace un silencio, porque no sé qué decir—, por suerte, él pagó un seguro y los doctores están haciendo todo lo posible para salvarlo.

—Por favor, hagan todo lo posible —Digo ahora con un río de lágrimas cayendo en mi rostro.

—Sí señorita, el caballero que la recogerá, le llamará cuando esté en el lugar.

—Bien, gracias por avisarme.

—Bueno —Cuelga y yo salgo corriendo a la cabaña.

Logro calmarme y al llegar tomo una cartera en donde ni yo soy consciente de lo que meto, solo sé que las manos me están traicionando, con un temblor que no acaba. Rebusco en las maletas, para ver si hay algo importante que olvide. No hay nada. Muevo los cajones del lado derecho de la cama y luego el izquierdo. Abro aquel cajón blanco y cuadrado con mucho cuidado. Lo primero que veo es una caja negra, pequeña, como de un... de un anillo. Me tiro al suelo después de tomarla con mis manos.

Se me ha hecho un nudo en la garganta y en el corazón. No quiero abrirla, no quiero ver que hay. Es ahora en donde mi miedo se hace más grande, necesito verlo, necesito asegurarme que está bien. Sin pensar en mis padres, mi hermano y su novia, bajo y empiezo a caminar por el bosque hasta que llego a la entrada.

No quiero rodearme de pensamientos negativos así que le estoy pidiendo a mi cerebro que deje de hablar, que se calle, que me deje sola. Llego a recepción, a aquella misma casa en la que nos recibieron el primer día.

Tengo tanto miedo.

—Buenos días —Una señora con cabello ondulado y oscuro me mira detrás del mostrador, al mismo tiempo que pone una taza blanca en la mesa.

—Buenos días ¿En qué puedo ayudarla? —Veo a mi alrededor y doy una vuelta en el mismo lugar inconscientemente.

—¿Puedo dejarle un recado para mi familia?

—¿Se retirará? —Parece que aún está dormida porque sus ojitos están chinitos.

—Si, mi novio ha tenido un accidente y debo irme —Suspiro y no recibo reacción de su parte, esto es incómodo—, ya vendrán por mí.

—Bueno, usted viene con el caballero Stoll ¿Verdad? —Si, si, carajo.

—Así es.

—¿Qué le digo a la familia?

—Que Mael ha tenido un accidente y he salido temprano —Lo demás se lo diré a mi hermano en un mensaje.

—Bueno ¿Cómo se llama usted?

—Kariam —Me mira esperando algo más— Kariam Beckett.

En ese momento se escucha el chirriar de la puerta, al mismo tiempo que entra un hombre con botas de hule, jeans y una camisa manga larga.

—Buenos días —Dice a las dos, yo medio le levanto las comisuras y se dirige a la señora para decirle algo— Buscan a Kariam Stoll —¿Qué? Yo no soy Stoll, no aún.

—Soy yo —Le digo velozmente, ahora me mira a mí.

—Bien, si quiere sígame —Camina y pasa a mi lado para abrir nuevamente la puerta.

—Con permiso —Le digo a la señora que, por primera vez, me dedica una sonrisa.

Al mismo tiempo que me da esperanza.

Salgo y me encuentro con un carro blindado y un hombre vestido de traje negro, con cara cuadrada. Se ve muy serio. Está al lado del auto con las manos tomadas por delante.

―Buenos días ―Le digo, al mismo tiempo que me giro a ver al hombre que me trajo hasta aquí― Muchas gracias ―Le sonrío con las pocas fuerzas que me quedan.

―Buenos días señora Stoll ―¿Qué?

―Disculpe, no soy señora y Stoll tampoco ―Le lanzo.

―Perdone, el Señor explicó que la reconociéramos así siempre ―Mael, que puedo esperar de ti.

―Está bien, esto es lo de menos ahora ¿Nos podemos ir? ―Le digo rápidamente.

―Sí señora ―Pongo los ojos en blanco mientras que él me abre la puerta.

Entro y al instante nos ponemos en marcha. Hasta cuando no está deja huellas en mí y me hace reír y enojarme al mismo tiempo. Señora Stoll, eso se escucha muy propio y elegante. Recuerdo la caja negra y la busco en la bolsa de mi suéter para después sacarla. La acaricio con mis dedos cuando la tengo frente a mí, mientras gotas de lágrimas caen sobre ella. Suspiro y la vuelvo a guardar.

Las próximas dos horas se vuelven eternas para mí. Veía pasar edificios, casas, negocios, arboles, naturaleza, pero nunca llegábamos. Por mi mente pasan pensamientos negativos. Que quizás no sobrevivirá o que si lo haría, pero terminaría mal. Solo lo quiero ver, no importa como este o como quede, yo así lo amaré y lo cuidare siempre. Escuche cuando el hombre que conducía hablaba con alguien y le decía que ya iba conmigo, no quiero oír nada, solo a él.

―Gracias ―Es lo único que le digo a él, cuando estaciona el carro frente a la puerta del hospital.

Me bajo y corro hasta la recepción.

―Hola ―Le digo a una señora que me ve, va vestida como una enfermera. Toda de celeste― Ando buscando un paciente, su nombre es Mael S...

―Buenos días ―Giro mi rostro y veo a Abdel― Busco a Mael Stoll.

―Abdel ―Se ve cansado. Ahora me ve nervioso.

―Se encuentra en el tercer piso ―Volvemos a fijar nuestros ojos en la enfermera―, en cuidados intensivos.

―Gracias ―Le decimos al mismo tiempo y de ser otra situación nos hubiéramos reído, pero lo único que hacemos es correr al elevador.


Mael Stoll.

Siento paz, pero algo me falta. No logro caer en cuenta que es. Escucho personas a mi alrededor diciendo que mi estado es delicado. Cada minuto estoy más cerca de la luz, pero algo me hace detenerme. Mis emociones se vuelven a apagar. Pasa una eternidad o un sueño ¿Estoy dormido o mi ser viaja a otro lugar? No sé qué pasa.

Vuelvo a sentir una adrenalina que ya he vivido antes, no sé cuál es, pero siento el latir de mi corazón muy rápido. Escucho la voz de ella, veo su rostro y al instante se me va, pero su voz sigue ahí.

―Te amo ―No llora, su voz es limpia―, y te voy a esperar aquí siempre ―Es cálida, llena de esperanza.

Quiero verla, necesito verla. Necesito abrazarla. Yo estoy bien, ella lo estará también. De pronto se viene una imagen en medio de aquella luz blanca, de ella corriendo con una niña. Se escucha una voz al fondo.

―Tendrás una hija, levántate y ve con ella ―¿Qué? ¿Quién es?― Soy en quien menos confías y quien más te llama ―Pero―. Levántate y confía.


Kariam Beckett.

―Te espero ―El nudo que tenía atorado en la garganta está a punto de reventar en mil pedazos― Por favor no te vayas ―Aprieto su mano y pongo mi frente en ella.

Trate de ser fuerte, de no ponerme mal, pero no puedo más.

―Quiero poder abrazarte otra vez ―Empiezo a llorar descontroladamente―, y que me hagas bromas absurdas.

Mejor me quedo callada. Escucho su corazón. No quiero separarme de él, me quedaré hasta que abra sus ojos. No me importa cuánto espere. Sus dedos se empiezan a mover. Lo siento porque golpea suavemente mi frente. Me levanto y veo su mano, se mueve y me aprieta.

―Kariam ―Levanto mi rostro velozmente y lo miro, con los ojos medio abiertos, los vuelve a cerrar y al no abrirlos me da miedo de que haya sido parte de mi imaginación, pero lo hace, me vuelve a ver― Te amo ―Dice con la voz ronca.

Sonrío como tonta, no sé qué puedo hacer sin él. No es dependencia, no es costumbre, es paz.

―Te amo más ―Digo, ahora llorando de felicidad.

Me levanto y le dejo un beso en la frente, luego en sus labios. Que lindo se ve a pesar de los golpes, de los moretones.

―Espérame, voy a avisarle al doctor ―Me levanto y cuando ya me voy me toma de la mano con fuerza, no sé de dónde la saca realmente porque está muy mal― Ya regreso, amor ―Le digo y levanto las comisuras, él hace lo mismo.

Cuando regreso, ya están los doctores y las enfermeras ahí, después de haberles dicho que despertó. En mis manos cargo un vaso desechable blanco con agua. Se lo lleva a la boca y me pide más. Hago dos viajes más y decido comprar una botella con agua mejor.

Después de hacerle exámenes y moverlo de habitación en donde no hay tantas máquinas como en la anterior, se quedó dormido. Los padres de Mael llegaron como a las ocho, parece que fue hasta en la noche que se enteraron de lo que había pasado y mis padres llegaron quince minutos después.

Lo único que sé, es que mi hermano fue por todas nuestras cosas a la cabaña y se regresaron de inmediato cuando despertaron. Mi padre me regañó por no haberle dicho, pero le argumente que no tenía cabeza para nada más, que solo quería estar a su lado. Al ver que mi príncipe encantado no despertaba, se fueron como a las nueve, en cambio los padres de Mael, se quedaron un poco más. Ahora voy con su padre a comer.

―¿Qué quieres comer? ―Me pregunta Ricardo.

―No sé qué quiere usted ―Le digo con un poco de pena.

―Lo que tu desees ―Dice mientras me regala una sonrisa tierna y el elevador se abre en la primera planta para que luego caminemos hacia la salida del hospital.

―Sabe que tengo ganas de comer pizza ―Le confieso con un poco más de confianza.

―Eso, quiero que confíes en mí ―Me dice mientras ponemos un pie afuera―, sé que no has tenido una bienvenida a la familia como se debe y sé también que mi hijo ha cometido errores, pero también sé que los dos se aman.

Suspiro, tirando mis pensamientos al aire.

―Y sé que podrán ser felices, estoy orgulloso de ustedes, deben recordar que entre más difícil sean las pruebas, es en donde más juntos deben estar y afrontarlas con amor, algo muy importante en la vida.

Llegamos al carro, mete la llave y se quita el seguro de la puerta, la que luego halo y como paso siguiente, entro en el vehículo. Cuando llegamos al restaurante y pedimos, me recuerdo de Mael, siempre me invita a pizza porque sabe que me encanta. Son esos pequeños detalles de amor los que me vuelven feliz. La cena la hacemos rápido, con una pequeña conversación de que luego de esto haremos una cena familiar. Yo solo quiero que se recupere. Regresamos como media hora después y lo encuentro hablando con su madre.

―Hijo, ya despertaste ―Le dice y se acerca.

―Hola ―Le dice él, ahora con mucho más color en su piel.

―Fuimos a cenar con tu novia ―Le dice―, y estaba muy insistente en regresar ―Cruza los brazos sobre su pecho― Ya me tenía cansado ―Hace una mueca de enojo y yo me quedo helada en medio de cuarto cuando los tres me ven.

Terminan riéndose y yo suelto el aire que había mantenido. Son unos malvados, haciendo bromas de ese nivel.

―Amor, ven ―Me dice Mael y yo con una pequeña sonrisa camino hacia él.

Desde ese momento hasta cuando se van, lo pasamos riendo a cada rato. No conocía esta versión de sus padres. Son un amor y ahora si me siento parte de la familia, pero algo me tiene pensando. Antes de que se fueran, nos dijo que quería hablar a solas con su padre. Cuando entre lo encontré preocupado, o sus ojos eso decían, pero no le pregunté nada.

―¿Cómo sucedió? ―Parece que no entendió mi pregunta.

―¿Qué? ―Me dice sorprendido.

―El accidente ―Le digo moviéndome a su lado en la camilla.

―No recuerdo mucho ―Menciona mientras se sienta y yo le ayudo a acomodar las almohadas para que esté tranquilo― Solo sé que la calle era oscura y que iba pensando en ti y en lo preocupada que habías quedado.

―Mis presentimientos son acertados ―Le tiro y le sonrío.

Estoy sentada a su lado con mucho cuidado para no golpearlo. Se fracturó el brazo derecho (Ahora lo tiene enyesado) Lo demás solo fue rasguños y golpes que se curan con el tiempo, al igual que las heridas.

―Parece que nuestras almas están conectadas ―Me toma con su mano izquierda la mía y la aprieta― Estoy feliz de estar aquí, contigo ―Sus palabras, su voz, quiero grabarla siempre.

―Yo también estoy feliz contigo ―Nos miramos con la cabeza de lado los dos. Fijamente a los ojos― Si te hubiera pasad.. ―No me deja continuar porque me besa.

La química y el amor se siente. Es un beso cálido, de reencuentro luego de tanta preocupación ¿Y si le hubiera pasado algo más grave? No sé qué hubiera sido de mí. Aunque no es la primera vez que lo pierdo, pero si todo hubiera sido peor. Shuuu, mejor borro esos malos pensamientos.

Nos separamos. Le vuelvo a sonreír, acto que él también hace. Te extrañé, aunque solo fueron unas horas.

―No digas cosas negativas, ya suficiente con el tipo de vida que nos tocó ―Dice cerca de mí.

―Yo también cuidaré de tu alma ―Menciono recordando lo que hablamos aquella noche.

Sonríe. No sabía que tanto bien me hacía su sonrisa.

―Cuídame el alma entonces ―Pronuncia para luego dejar un beso en mi frente.

Estoy fascinada con este hombre.

―Te amo ―Le digo.

―Te amo ―Responde.

Es ahí en donde escuchamos que la puerta de la habitación se abre. Vemos entrar a Abdel. De tantos sentimientos y preocupaciones de las últimas horas que ya no recordaba que él estuvo conmigo cuando lo vi en aquella camilla en mal estado. Solo podía entrar uno de los dos y me concedió el permiso de hacerlo. Aunque yo sea la novia de Mael (Si así se podría decir a lo que tenemos) Eso no significa que le voy a quitar importancia y relevancia a los amigos o familia. Aunque siendo sincera, si no me hubiera permitido entrar, estaría peor ahora.

---------------------------------------------------

¿Todos los jueves, capítulo nuevo? 🤔

Heeeey aquí inicia lo interesante, mucho cuidao 😳

Tengo una nueva novela llamada: 24 de febrero☀️

Insta: vkristal.22

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top