VIII. Secuestro

Mael Stoll.

Me despierto con su cuerpo sobre mí. Es tan preciosa, con su rostro en mi pecho y su cabello revuelto y mojado. Mientras que yo soy un tipo que no sabe hacer nada bien más que cagarla y perderla, una y otra vez. Deseo que esta última separación nos una más y que yo, deje de ser un imbécil. No sé ni cómo tratarla después de todo. No quiero que piense que la estoy obligando a que las cosas funcionen de la nada.

Con mucho cuidado la tomo de la cintura y las piernas y la pongo en su asiento. Sí, su asiento, porque no quiero a nadie más a mi lado. Se retuerce, pero no se despierta. Me acomodo la ropa y empiezo a conducir. El carro está caliente por la calefacción y eso me alivia, porque no quiero que Kariam se enferme.

Me meto en la carretera y diez minutos después me doy cuenta de que ya casi se me va acabar la gasolina. Por suerte encuentro una estación cinco minutos después. El techo que es sostenido por columnas es alto y está pintado de blanco con rojo. Entro y me estaciono frente a una de las bombas de gas.

Son las dos de la mañana ¿Qué maniático vendría a poner gasolina en medio de la noche con una chica dormida a su lado? Enfrente de mí hay una patrulla de policías, al menos no está tan solo. Un hombre sale de la nada con una camisa roja de botones y un pantalón negro formal. Abro la puerta y salgo a estirar mis largas piernas, explicándole al señor que me atiende que quiero $30 de gasolina. Rápidamente se pone a trabajar y yo me quedo viendo el cielo azul.

Ella es mi razón de seguir aquí, agradezco el haberla conocido. Al fin mis padres hacen algo bien, después de todo. Cuando termina, me subo nuevamente y me giro a ver a mi chica, pero no está ¿Qué se hizo? Un sentimiento negativo se apodera de mi cuerpo.

Miedo.

Me vuelvo a bajar y veo que un tipo con suéter negro la lleva en brazos al otro lado del lugar en donde hay una camioneta gris. Miro a un policía que me observa quizás preguntándose ¿Qué pasa? A lo lejos de mí.

―¡Se está llevando a mi novia! ―Me miran sin entender nada, estiro el brazo y señalo al hombre que ahora está encendiendo el motor― Vamos rápido.

Sacuden la cabeza hacia arriba y abajo, diciéndome que entienden la situación.

Me meto en el carro y empiezo a conducir, mientras la patrulla me sigue. La camioneta empieza a acelerar cuando salimos a carretera, la cual es de dos carriles únicamente. La patrulla se pone a la par mía sin importarle que es sentido contrario y un policía empieza a hablar conmigo sin perder de vista la camioneta.

―¿Lo conoce? ―Me grita.

―No sé quién es, solo me di cuenta que se llevaba a mi novia.

―Es una señorita ―Le dice a su compañero, me mira nuevamente― Vamos a seguirlo hasta donde se pueda.

―Bien, atrapen a ese hijo de puta ―Él me mira y se tira una carcajada ante mi comentario, mientras acelera y se ponen delante de la camioneta.

No puede hacer nada, está acorralado. Entonces se mueve al lado contrario y acelera, yo lo sigo lo más que puedo. Que suerte que es de madrugada y que todo está solo. Aunque pensándolo bien, si hubiera tráfico sería más fácil parar el carro. Pasa la patrulla que ahora le habla por un megáfono.

―Por favor detenga el auto.

Les pasa y yo acelero más para poder seguir la camioneta.

La puta policía nunca hace nada bien, la salvo yo o nadie lo hará. Su vida depende mí en estos momentos.

―Hijo de puta ―Menciono esas palabras al aire.

El carro se desvía por una calle empolvada, tratando de perdernos con el humo de polvo que se levanta. La patrulla se queda, pero yo no. Tengo que recuperar a mi chica. Se va por una curva y la adrenalina empieza a correr por mis venas. Llegamos a una bajada en medio del bosque, de árboles gigantes y mucho polvo. No hay ni una sola persona. Cinco minutos después se detiene en medio de la nada porque no tiene escapatoria, estamos rodeados de árboles. Parece que el camino se acabó.

Me sorprende el aguante que tiene mi carro. Cualquier otro se hubiera quedado a media carrera. Me está ayudando a salvar a la mujer que más quiero en esta vida. No entiendo cómo todo cambió de un segundo a otro.

Apago el motor y me bajo lo más rápido que puedo. Él hombre también lo hace. Se detiene cuando me ve, pero yo sigo el paso hasta llegar a donde está él. Va vestido de negro completamente. Lo primero que recibo es un golpe en la mejilla chocando con mi nariz. Me tambaleo y me levanto nuevamente para ahora pegarle yo en la cara y después en el estómago con la rodilla. Cae al suelo. Me subo sobre él y antes de seguir pegándole, decido preguntarle algunas cosas.

―¿Quién eres y qué quieres con ella? ―Me mira, no con preocupación si no que con ganas de más.

―Soy el ex novio ―Dice con cierta maldad en sus palabras―, y he regresado para vengarme.

¿Vengarte?

Eres estúpido al pensar que te voy a dejar hacerlo.

―Maldito ―Le lanzo y empiezo a pegarle en la cara.

Ese psicópata que le hizo tanto daño.

No puedo matarlo, Kariam me mataría a mi si lo hago. Quien diría que aun en estas circunstancias estoy pensando en ella. Después de verlo tirar sangre me levanto. Se está retorciendo del dolor. Creo que tiene suficiente por ahora. Abro la puerta de atrás de la camioneta y la encuentro a ella, dormida. Antes de poder tomarla siento unas manos detrás de mí que me toma del cuello mientras me pega en la costilla con una rodilla y ahora soy yo quien cae al suelo.

Siento el crujir de mi cuerpo. Los golpes. Parece que todo está en cámara lenta. Me pega con patadas en el cuerpo, me retuerzo en el suelo como gusano, mientras las piedras que están debajo de mi cuerpo, empiezan a dejar marcas en mi piel. Él se tira una carcajada, maligna. En medio de un bosque oscuro con las únicas luces: la de los carros. Sin ningún testigo.

Miedo.

Mi alma me pide luchar por ella. Debo soportar.

Muy mal atacar por la espalda.

Me mira desde arriba con una sonrisa estúpida. Empieza a caminar para cerrar la puerta, pero yo le agarro el pie con las manos y lo boto nuevamente. Me subo, con un pie a cada lado de su cuerpo y empiezo a pegarle otra vez. Con el puño bien fuerte le doy en la mejilla, luego en la otras.

¿Creías que ya habías ganado? Pues no maldito.

Me levanto luego de unos golpes y le doy en las costillas con los pies para que sienta el hijo de puta lo que me acaba de hacer.

Lo dejo ahí medio inconsciente y vuelvo a girar para sacar a mi chica. Camino cómo puedo, lo único que sé, es que estoy muy mal y que la sangre recorre mi rostro. Las costillas me duelen. Le golpeo la mejilla suavemente a la hermosa Kariam, pero no se despierta. Entonces veo una jeringa sin aguja tirada en el suelo del carro.

La sangre me arde, siento una nueva sensación.

Ganas de matar.

Me dirijo a él y lo miro.

―¿Qué putas le diste? ―Le tiro.

―No recordará nada de lo que le dije por la cantidad de sustancia que bebió.

―No sigas siendo un hijo de puta y dime que le diste ―Me mira y se queda callado― O quieres que te mate aquí, en medio de la nada ―No dice nada así que dejo a mi chica en el asiento otra vez y me lanzo encima de él para tomarlo del suéter negro que anda y jalarlo― Dime, mierda, dime que le diste.

―No es nada grave ―Me grita, no tiene miedo― Es GHB.

―¿Cuánto le diste? ―Es una droga que se basa de gamma e hidroxibutirato que con solo unas tres o cuatro gotas mezcladas con agua puede dormir a alguien.

―Lo suficiente para que no recuerde que la obligue a tomársela y que se asustó al verme ―Mierda.

Su cara me da asco. Está llena de sangre.

Lo suelto, me levanto y me meto en el carro. La agarro de las piernas y de la espalda para cargarla. Está más pesada así, pero la aguanto. No voy a seguir perdiendo el tiempo con este imbécil. Me giro y antes de meterla en el carro le pego con el pie en las costillas una vez más al hombre que intenta levantarse. Camino rápido, ya no quiero estar aquí. La acuesto en la parte de atrás y cierro la puerta.

―Por cierto ―Habla nuevamente, a mi espalda― me llamo Grumman ―Cállate imbécil.

Decido ignorarlo y me apresuro a entrar. Segundos después ya vamos de salida del lugar hasta encontrarme con la policía otra vez. Están afuera de la patrulla, esperando ayuda creo yo.

―Ya está conmigo ―Les digo, desde mi asiento.

―¿Qué pasó? ―Me habla uno de ellos, gordo.

Se escuchan más patrullas a lo lejos.

―La drogaron con GHB, es su exnovio ―Me mira esperando más― Se puso violento y tuve que golpearlo para que me dejara traérmela.

―Bien, necesitamos tomar su declaración.

―Podemos hacerlo mañana temprano, estoy agotado y lo único que quiero es llevarla a casa ―Me mira como diciéndome que no―, le daré mi tarjeta ―Saco la billetera de mi short y saco un papel con la dirección de la empresa y mi nombre.

Déjeme ir ¿No ve cómo estoy?

―Mael Stoll ―Repite luego de leerla― Váyase, nos vemos mañana.

―Perfecto le digo ―Enciendo el carro otra vez―, por cierto, se quedó allá, hay un tope rodeado de árboles.

―Ahorita viene la ayuda, iremos por él.

―Bien ―Le digo y avanzo para salir a carretera.

Cuando vamos un poco más adelante, veo por el espejo que las patrullas van como locas y se meten en aquel pasaje de polvo. Espero atrapen a esa mierda de persona. Al menos le pude pegar, me queda la satisfacción de haberle partido la cara por tocar a mi chica.

Cuando llegamos al departamento de Kariam la acuesto en la cama y la empiezo a cambiar. Rayos, si está dormida, le dio mucha droga como para que no se retuerza, ni se queje. Le pongo mi suéter, le queda tan bien. Tiene un cuerpo espectacular con unas curvas preciosas. A pesar de haber perdido el bebé se sigue viendo hermosa para mí y solo para mi tiene que ser así. La dejo ahí luego de cambiarla y me voy a la cocina para buscar servilletas y así poder quitarme la sangre que sale por mi nariz.

Que noche más larga y agotadora, pero estoy ella. Puedo soportarlo todo si Kariam está en mi vida.

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¿Miedo o amor?

Insta: vkristal.22

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