IX. Despertar amargo
Kariam Beckett.
Mael tiene el poder de moverme y llevarme a mi apartamento, dejarme en mi cama y todo esto sin que yo lo note. Me despierto a las nueve de la mañana. Tenía trabajo a las ocho y sé que ya no me levantaré a tiempo, así que me quedo otra media hora. Siento mi cuerpo pesado y mi mente decaída. Creo que me enfermaré. Cuando ya ha pasado el tiempo, me obligo a levantarme, es ahí en donde noto que tengo otra ropa. Un pans y su suéter ¿Cómo me cambió sin que yo me despertara? Me sorprende tanto.
Camino hacia la cocina, abro el refrigerador y saco el pichel con agua que suelo tener. Luego busco un vaso del estante de arriba y me sirvo un poco, me lo llevo a la boca. Veo a mi alrededor ¿A qué hora se habrá ido? Se me desliza el vaso de la mano y se cae al suelo. Reventándose en pedacitos. Doy un salto por el susto. Como puedo, meto el agua otra vez y busco una escoba y una pala para recoger el desorden.
Es muy extraño. Noto que mis manos tiemblan. Como que algo más se rompió, como que algo pasó, algo muy malo. Dejo limpio todo rápidamente, pero hay algo que me asusto mucho. Cuando iba a tirar los vidrios del vaso en el basurero, me encontré con servilletas con manchas rojas, supongo que es sangre ¿Qué pasó anoche qué yo no sé?
Tomo la bolsa y le hago un nudo. Me dirijo a la puerta y cuando la intento abrir, no puedo, esta con llave. Me regreso y busco la mía en los sillones, en la cocina, en la cama, en mi cartera, la ropa que llevé ayer y no hay nada. Maldita sea, ya me estoy preocupando. Agarro mi teléfono y veo llamadas perdidas, unas cinco, todas de Mael. Presiono su número y empieza a sonar un rin, no me responde, me manda al buzón de voz. Empiezo a caminar por el apartamento hasta que escucho que alguien abre la puerta. Salgo corriendo y veo a mi hermano cerrando con la llave.
―¿Qué pasó? ―Es lo primero que le digo cuando se gira y me ve.
―Vamos a empacar tus cosas ―Está serio― ¿Por qué? Explícame, no entiendo nada ―Creo que nota mi preocupación y desesperación porque cambia su expresión, se tensa al instante.
Miles de ideas se me vienen a la mente. ¿Y si le pasó algo malo a Mael? ¿Por qué había sangre? ¿Se habrá querido meter un ladrón?
―Tu ex novio ―Ay no― Grumman, ayer te quiso secuestrar.
¿Qué? Por qué ese imbécil ha vuelto.
―No te creo ―Me quedo inmóvil viéndolo― No me digas eso ―Vuelvo a hablar.
Estoy en shock.
―Así fue hermanita, Mael sabe más a detalle todo.
―Ese maldito, otra vez ―Siento que el cuerpo me empieza a arder de odio y los ojos se me llenan de lágrimas.
―Por eso tenemos que irnos, es mejor que regreses a casa hasta que lo encontremos.
―¿Cómo? No saben nada de él ―Mueve la cabeza en negación.
―Se fue cuando la policía estuvo a punto de agarrarlo.
―No puede ser cierto ―Empiezo a girar en el lugar― Este hombre ha regresado por mí.
―No, no lo dejaremos ―Me toma de los hombros y me detiene, luego me abraza.
Recuesto mi barbilla en su hombro. Su abrazo es tan cariñoso, me aprieta, me quiere proteger, está preocupado. Se separa y me pone un mechón de cabello detrás de la oreja, entonces mis lágrimas caen.
―Te ayudaré a empacar ―Dice y pasa a un lado de mí.
Después de que metimos la mayoría de las cosas y ropa en maletas y bolsas empezamos a bajar las cosas, sin dejarme sola ni un solo momento. La primera vez que bajé me temblaron las piernas cuando puse un pie en la acera, me dio el presentimiento de que alguien me observaba, pero agarré valor, respiré profundo y lo hice. Cuando terminamos de meter las cosas en una camioneta 4x4, subimos una última vez para tomar mi cartera, mi título y mi teléfono para dejar todo cerrado.
Me da mucho melancolismo tener que irme de aquí, aunque sea un tiempo, era mi hogar, el primer lugar que pude obtener para mí misma. Bajamos por el elevador y salimos de aquel edificio. Nos subimos y nos vamos, en el espejo del carro voy viendo como nos alejamos. Nadie imaginó esto y yo tan perdida que estaba. Sigo sin entender qué fue lo que sucedió, quiero ver a Mael, pero no me ha llamado, ni me ha escrito.
De verdad que no me creo que Grumman haya vuelto ¿Por qué lo ha hecho? Se suponía que debía estar lejos de mí. Me va a matar seguramente y tengo que estar preparada porque sé que esto va iniciando a penas y ya quiero que termine. Tengo miedo, mucho miedo y parece que se ha metido en las venas de mi cuerpo, mi cuerpo está deseoso de enfrentarse con él y esperar a que todo salga bien.
El resto del día me la paso ordenando mis cosas en mi hogar y bajo a almorzar a las cuatro de la tarde. Lo único que encontré fue un sándwich con jamón, queso, lechuga y carne. Tenía mucha hambre y eso me sorprendió, el ajetreo de estar moviendo muchas cosas, hizo que el apetito se me despertara. Otra vez me han dejado sola en medio de esta casa (Para mi) Muy espaciosa.
Cuando entré por la mañana, noté que habían duplicado la seguridad, con hombres dentro y supongo que afuera. Mis padres estaban aquí hace unas dos horas y se encontraban preocupados, traté de calmarlos diciendo que todo estará bien.
Aunque tengo mucho miedo.
Me siento a comer en la cocina y reviso mi teléfono. Tengo una llamada de mi jefe, así que le marco.
―Kariam ―Dice en un tono neutral.
―Hola, me disculpo por no haberte...
―Está bien, ya sé que paso, solo cuídate y si no estás lista para venir a trabajar lo comprenderé.
―Claro que si quiero ir, aunque no se si me lo permitan.
―Nadie te puede obligar a nada ―Tiene razón―, tranquila, cualquier cosa háblame.
―Bien ―Le digo mientras agacho el rostro.
No entiendo porque, pero sus palabras me bajonearon.
―Ernesto ―Le llamo antes de que cuelgue― ¿Me contrataste por Mael?
Se hace un silencio.
―Al inicio si fue por él, me pidió que te diera una oportunidad ―Maeeeel, tengo ganas de tenerte enfrente―, luego de eso, me di cuenta de que soy dichoso de tenerte en la empresa y... ―Se detiene unos segundos― En mi vida.
―¿Qué dice? ―No comprendo a que quiere llegar.
―Luego hablaremos de eso, ahora tienes que cuidarte, no quiero que te pase algo malo ―¿Qué?
―Moriré de aburrimiento en esta casa sola ―Le confieso.
―Lo sé ―Los hombres son tan poco comprensibles―, si me dejas, puedo ir a visitarte mañana en la tarde y llevo algo de comer.
―Me parece perfecto ―Le digo más entusiasmada― Nos vemos mañana.
―Nos vemos mañana ―Su tono es neutral.
Algo pasa porque nadie cuelga.
―Bueno... ―Me pongo nerviosa― Es mejor colgar.
―Si ―Me despego el teléfono de la oreja lentamente y cuelgo.
No quiero pensar mal, pero ¿Siente algo por mí? Espero descubrirlo mañana y así acabar con este asunto pronto. Ahora tengo mucho en que pensar. Luego de comer, entra uno de los hombres que vi afuera que va vestido con traje, se para enfrente de mí. Lleva un traje gris muy bien planchado, con una corbata de rayas blancas y negras.
―Hola ―Me lanzo primero. Estoy intrigada.
―Ha venido el señor Abdel, ya lo revisamos ¿Desea verle? ―¿Qué?
Desde cuando tengo que darle autorización a alguien.
―¿Por qué me preguntas? Si estás aquí es porque tú sabes quién es peligroso para mí y quién no.
―Lo siento señorita, el jefe nos ha pedido preguntarle cuando quiera ver a alguien.
―Lo siento, eso sonó muy pesado, es que no estoy acostumbrada a esto ―Muevo las manos en el aire― ¿Tu jefe es Mael?
―Así es señorita.
―Entonces hazlo pasar, lo esperare en la sala.
―Perfecto ―Contesta mientras sigue serio.
Se gira y sale. Me levanto y le sigo hasta meterme en la sala en donde espero pacientemente sentada en uno de los sofás. No lo he visto desde la graduación y me preocupa que se haya molestado con ver a Mael aquel día. No es que lo defienda, pero el trato que se dieron no fue el mejor. Luego de estos pensamientos escucho a alguien caminando. Miro hacia la puerta hasta que veo a... a... Grumman. Me levanto por instinto. Anda vestido de negro completamente y en su mano tiene un cuchillo, con sangre creo yo ¿Qué más sería? Usa guantes. Me mira y yo a él.
―¿Y Abdel? ―Le pregunto en voz baja, como que si fuera a contestar.
―Por fin nos volvemos a ver ―Me lanza.
Grumman es de piel blanca, pero parece que se ha estado dando unas vacaciones en donde lo han dejado moreno. El corazón se me empieza a acelerar, trato de no demostrar mis ganas de salir corriendo.
―¿Qué quieres?
―Justicia.
―¿Qué tipo de justicia?
―Me alejaste de mi familia, de mis amigos, de mis estudios ―Se detiene y sonríe de lado― ¿Tu qué crees que quiero?
―Grumman, por favor.
Trato de pensar en una solución rápida, pero nada viene a mi mente ahora.
―¿Por favor qué? ―Me empieza a gritar― Maldita zorra, tú sabes que lo de ese día fue un accidente ―¿Un accidente?
―Eso no fue un accidente, me empujaste ―Hablo normal, aunque me esté muriendo ¿Por qué nadie aparece?
―Si que lo fue.
―¡No! ―Le grito y se empieza a acercar a mí.
―Te voy a hacer mía una vez más y luego te voy a matar ―Habla entre dientes.
―¿Por qué haces esto? Estoy dispuesta a olvidarlo todo si me dejas tranquila ―Mis piernas flaquean.
Estoy tratando de llevar esta situación por otro lado.
―No mi querida Kariam, ahora ya estoy aquí ―Se pasa su lengua por los labios, acto que, a mí, me da asco.
Una vez enfrente de mí, me agarra del cabello de la parte de abajo de la cabeza y me lo hala hacia atrás, hasta que lo puedo ver mucho mejor.
Más de lo necesario.
―Por fin ―Me pasa el cuchillo por la mejilla.
Entonces me pega con su mano, no sé si extendida o en un puño porque siento el golpe y también me arde el cachete aún más cuando me raja con su arma. Caigo sobre el sillón soltándome de su agarre y me toco la cara en donde hay sangre.
―Cada maldito día en ese lugar te imagine a ti rogando por tu vida.
―No lo hagas.
―¿Qué no haga qué? ―Giro mi rostro para verlo― Vamos a tener sexo como nadie te lo ha hecho y luego ―Levanta el cuchillo y lo pone enfrente de sus ojos.
Es un maniático.
―Luego te voy a matar con esto ―Me mira nuevamente.
―Sabes que irás a la cárcel si lo haces ―Le tiro.
―No hay problema, de ahí cualquiera puede salir con dinero ―Tira una carcajada fuerte.
Camina hacia mí y me toma de las muñecas para levantarme y acostarme en el sillón. Trato de soltarme de su agarre moviendo mis piernas y mis brazos.
―Mantente quieta ―No le hago caso― ¡Que te mantengas quieta! ―Su puño vuelve a tener contacto con mi mejilla.
Lo que sigue es muy rápido porque aparece el mismo hombre que vi en la cocina y lo agarra por detrás, doblándole la mano (No sé si se la quebró) Y quitándole el arma. Empiezo a ver luces y todo empieza a girar
Ahora no Kariam, no lo hagas.
Muy tarde porque pierdo la consciencia.
Abro los ojos de golpe cuando escucho la voz de Mael. Estoy desesperada, necesito verlo para sentirme segura. Los pensamientos de lo que acaba de pasar se me vienen a la mente, la piel se me eriza rápidamente. Me levanto del sillón, parece que todo está como hace unos minutos, a excepción del dolor en el cachete, me pongo la mano ahí y cuando la bajo, la tengo llena de sangre.
Salgo de la sala y veo a Mael, nadie ha notado que estoy despierta, ni el policía que plática con él, ni el guarda espalda que está sentado en la escalera. Salgo corriendo y lo abrazo, apretándolo muy fuerte. Empiezo a llorar de una manera inexplicable, creo que es por lo que acabo de vivir. No entiendo ni como me arme de valor para hablar con él. Me rodea con sus brazos y empieza a dejarme besos en la cabeza. Recuesto mi mejilla libre de sangre en su pecho.
Estos dos días van a ser inolvidables.
―Todo estará bien ―Me empieza a decir― Estás segura conmigo ―Habla casi en un susurro.
Su voz me da vida y aunque nada esté arreglado aun entre los dos, me alegro mucho de que esté aquí, que sea él quien me está abrazando ahora. Me empiezo a separar y veo al señor vestido de azul negro enfrente de nosotros.
―Señorita Kariam ¿Verdad?
―Si.
―Necesito tomar su declaración ―Me dice muy seguro.
―¿Te sientes bien para hacerlo? ―Me pregunta mi chico. Lo miro y le afirmo moviendo la cabeza― Bien, entonces yo iré a buscar al doctor para que venga a ver tu herida ―No le digo nada porque si me preocupa que se pueda poner mal. Nadie me ha golpeado a esa magnitud nunca.
Además de Grumman.
―Bueno, entonces si quiere vamos a donde sucedió todo ―Caminamos mientras le voy explicando los hechos.
Media hora después hemos terminado y muy satisfecho con sus notas me asegura que él irá a la cárcel por unos años. Eso me tranquiliza un poco, aunque yo no deseo esto para su futuro. Pudo hacerme mucho daño, pero como persona también merece ser feliz, aunque haya cometido errores, de igual forma tiene que aprender de ellos, así que espero que un tiempo ahí no le hagan mal. O no mucho.
¡Kariam! Me confundes.
Cuando ya todos se han ido me encuentro a María que va entrando a la casa sin entender nada evidentemente. Me mira y se asusta porque sale corriendo a tomarme del rostro.
―Hija mía ¿Qué te pasó?
―Te acuerdas de Grumman ―Ahora me ve a los ojos y forma una o.
―No me digas que...
―Si ―Se lleva las manos a la boca― Pero ya acabo todo.
―Mi niña ―Menciona y me da un abrazo muy cálido que le recibo.
Luego veo entrar a mis padres y a mi hermano. Los tres muy preocupados, creo que ya les informaron lo que pasó. Se acercan y luego de que María ya me ha soltado ellos me abrazan y empiezan a lanzar palabras al aire diciendo cosas como "Que bueno es verte hija" o "No debimos dejarte sola", "Nadie imaginó que pasaría esto" Cuando ya todo ha finalizado me voy a mi cuarto otra vez y me meto al baño para quitarme la camiseta que andaba y dejarla caer al suelo, quedándome solo con el sujetador. Me pregunto a dónde estará Mael, hace mucho que se fue de aquí. Necesito preguntarle muchas cosas.
Me empiezo a lavar el rostro con agua del grifo. Al inicio me hacen un choque con la herida, que hasta que la pude ver, noté que no es muy grande, pero que merece cuidado. Solo espero que no quede cicatriz. Cuando termino me pongo un poco de alcohol en la mejilla, a pesar de que duele, solo arrugo la cara. Solo quiero dormir, así que me cambio rápidamente y me tiro en la cama, pero antes de empezar a soñar me cae un mensaje que dice así:
Espero que un día sepas que me gustas mucho Kariam, que me enamoré de ti desde el primer día en el que te conocí en aquel bar. No tengo miedo de que sepas quien soy.
¿Qué es esto? El mismo chat en donde me habían mandado los audios de Mael, no se quien sea y no tengo ganas de pensar en ello ahora.
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