I. Devuélveme la paz

Suena el pip del elevador, las puertas se abren y mi padre me empuja en la silla de ruedas. Parece que estoy perdida, no quiero pensar más en esta situación, solo quiero meterme en mis cobijas a dormir. Las puertas de la salida del hospital se abren. Ahora me lleva al estacionamiento, supongo yo. Hay postes con focos de luz blanca en el camino. Empiezo a buscar con la mirada el carro, pero no hay nada. Entonces se oye una voz familiar.

―¡Aquí estoy! ―Giro mi rostro a la derecha.

Mael viene corriendo hasta donde estamos nosotros. No puedo quitar mis ojos de su rostro ¿Qué hace aquí? No le importa su dignidad, su poca moral. Llega a dónde está mi padre.

Duele.

Duele verlo.

Lo peor de todo es que dicen que fue él quien me trajo al hospital. Me estaba llamando al teléfono y las personas que estaban en el lugar le dijeron lo que pasó. Mi madre también mencionó cuando me visitó, que había estado en el hospital, pero en ningún momento se acercó a saludarme o a dar señales de vida frente a mí.

―Yo la llevo, si quiere váyase usted con su esposa a casa, ya llegaremos nosotros ―Suena tranquilo. Miro mis manos y empiezo a jugar con mis uñas. Tocándomelas, cualquier cosa menos verlos a ellos hablar.

―Está bien hijo, tengan cuidado ―¿Hijo?― Nos vemos en casa cariño ―Me da un beso en la cabeza desde atrás y escucho por sus pasos que se va sin que me permita pedirle que se quede.

No me dejes sola, padre.

Mael empieza a mover la silla, en un silencio automático que nos ruega que nos quedemos así, porque si no vamos a romper el reloj entre gritos y peleas. Llegamos a su auto antiguo. Entonces me levanto con cuidado porque me duele la cabeza y me agarro de la parte de atrás de aquel carro. Sin decir una sola palabra, se lleva la silla para el hospital de nuevo, corriendo. Lo miro mientras se va.

La noche está muy fría, muy triste, muy decepcionante.

Quiero hacerle caso al silencio, no pienso desobedecerlo. Regresa a mi muy rápido para abrir la puerta del acompañante y después cerrarla cuando ya estoy dentro. Al menos aquí está caliente. Con la mano izquierda tomo el cinturón para después meter aquel objeto de metal que va agarrado a uno de tela, en una forma cuadrada. Cuando suena el "Click" es porque ya está adentro. O eso nos dicen siempre.

Las instrucciones humanas no sirven en estos momentos, en estos dolores.

Pongo la mano derecha en mi cabeza mientras él se sube al lado del conductor para hacer lo mismo que yo antes. Luego me mira. Está preocupado, creo, por cómo le tiemblan las manos y como suspira de vez en cuando, pero no sé si por lo que me ha pasado o por lo que yo le pueda llegar a decir. No tengo ganas de discutir, además ya nada se podrá arreglar, porque él lo arruinó todo.

―No intentes solucionar las cosas conmigo ―Digo con la poca voz y ánimo que tengo. Bajo la mano de mi cabeza y la pongo sobre mis piernas.

La tensión se siente. Ya quiero llegar a casa y olvidarme de él por unos minutos.

―No... ―Le tiembla la voz― Solo... Quiero que estes bien.

―Estoy bien ―Contesto tan fríamente. Parece que todo en mi ha cambiado en las últimas horas.

Decidí evadir un poco la orden del silencio solo por curiosidad, solo por escuchar su voz. Esa voz que en su momento me calmó y ahora, solo me hará daño. Estaba dispuesta a arreglar las cosas. Quería únicamente amarlo y ahora no quiero verlo. Quiero que desaparezca de mi vista. Pongo mi mano sobre mi vientre al recordar lo que dijo la doctora.

¿Cómo podré cuidar de ti si el corazón me está doliendo?

No sé qué tenga que hacer, pero lo haré por ti, mi pequeño ser humano.

―Kariam.

―Por favor ―Lo miro a los ojos―, no ahora ― Entonces mueve su rostro para arriba y para abajo.

Mete la llave y enciende el motor. Si quiero alejarme de él y de mi familia, me tendré que mudar. Buscaré un trabajo. Nadie debe saber de todo esto y menos mis amigos, quizás suene egoísta, pero lo único que quiero es estar sola, tener paz mental y cuidar a mi bebé.

Salimos a carretera y en cinco minutos ya estamos en casa. Mete el carro en el estacionamiento, esto significa que entrara. Apaga el motor y sale para abrirme la puerta. Me ofrece la mano, no se la recibo, entonces me levanto de golpe, en ese mismo instante me arrepiento porque me mareo al poner los dos pies afuera. Me agarro del Mustang, respiro profundo, cierro los ojos, los abro y vuelve todo a estar normal. Escucho un suspiro de su boca.

Ash. Todo por el maldito orgullo.

―Kariam por favor ―Le pongo la mano extendida enfrente de su cara, no quiero escucharlo― Déjame ayudarte, no te estoy pidiendo que vuelvas conmigo ―Termina su oración y toma mi mano que estaba arriba. La quito rápidamente.

Empiezo a caminar y a mi lado lo hace él. Está muy preocupado por lo que me pasó. La puerta de la casa está abierta, así que entro y sin buscar a mis padres o a María, subo por las escaleras, apoyándome en la pared porque me siento débil, pero no por la medicina, sino por tristeza. Al llegar a mi cuarto me voy de lado, pero sus manos me acogen. Evitan otra caída. Su calor, su respiración sobre mi hombro, sus manos en mi cintura, me vuelve loca, me confunde.

Entonces me toma de las piernas y me carga. Yo pongo mis brazos alrededor de su cuello, Seguramente esta es la última vez que lo tenga así de cerca. Cierro mis ojos y empiezo a disfrutar de su olor. De sus músculos, meto mis manos en sus cabellos sin pensarlo tanto, abro los ojos y él abre la puerta. No dice nada, no se queja, solo me deja seguir. Es tan suave. Entonces me pone en la cama y me mira. Luego se gira nervioso y se dirige a la puerta de la habitación.

―Debería dejarte descansar ―Dice mientras vuelve a poner sus ojos sobre los míos.

―Si, por favor ―Hablo en un suspiro. Me dedica la última mirada y cierra, dejándome sola en este lugar.

Me acurruco, llevándome las rodillas al pecho y empiezo a llorar. Yo también estoy embarazada, también estoy esperando un bebé tuyo ¿Por qué con ella? ¿Qué hice mal? Mis lágrimas caen, una tras otra, hasta que todo se pone negro.

―Otra vez no ―Digo en voz alta mientras lo único que suena es el eco en aquel cajón oscuro.

―¿El que? ―Escucho la voz de un hombre, de Mael.

Empiezo a girar en el lugar, buscándolo.

―¿Dónde estás? ―Grito desesperada. Mi corazón late rápido y mi respiración está entrecortada.

―Ya no estaré, seré feliz sin ti.

―No podrás hacerlo y si pasa, será un proceso largo ―Le respondo― No puedes llegar a quererla como a mí.

―Te recuerdo que es mi exnovia ―La voz se empieza a distorsionar― Y tú...

Todo se vuelve nublado. Vuelvo a mis cinco sentidos...

―Kariam ―Alguien me habla, no logro distinguir quién es― Kariam, despierta ―Es Mel― ¡Kariam! ―Sus suaves manos están sobre mí.

Y yo... Solo soy un nada en su universo...

Doy un salto y abro los ojos. Ahí está ella, viéndome muy preocupada. Me cae una gota en el cuello, estoy sudando helado.

―¿Estás bien?

―Si ¿Qué haces aquí? ―Pregunto en un suspiro.

―Me contó Mael lo que pasó ayer ―¿Qué le contó?― Que te desmayaste ―Uuuh―, y quise venir a verte, más allá de que él me lo pidió.

―¿Te lo pidió? ―Levanto una ceja y me llevo las manos a la cara para quitarme el sudor.

Evidentemente está preocupado por mí.

Pero la regó, arruino todo lo que habíamos construido.

―Si, ya sabes, tiene una vida muy ocupada como mi Joel ―Mi Joel, esas palabras resuenan en mi cabeza― ¿Necesitas algo? ―Me pregunta.

―No, estoy bien, solo me desmaye por no alimentarme bien ―Porque estoy embarazada―, y me recomendó cuidarme más ―Me recomendó visitarla otra vez, para asegurar que el bebé esté bien.

La doctora comentó que tengo alerta de perderlo si sigo dejando que mis emociones trabajen. Tengo que hacer todo lo posible para que estes bien, mi bebé.

―Bien, entonces te vas a levantar ya ―Se levanta de la cama y quita sus manos de mis piernas para después jalar la cobija que tengo encima ¿En qué momento me la puse encima? Supongo que fueron mis padres― Te bañas, bajas a desayunar y nos vamos ―Me toma de los brazos para que me levante.

―Yo solo quiero dormir ―Miento y hago mi cuerpo pesado.

―Levántate, hazlo por mí ―Me dice.

―¿A dónde vamos?

―A pasar un día juntas ―No quiero salir chiquita.

―¿Y si no quiero?

―Vamos, no seas así ―Presiento que él le ha pedido que salgamos.

―Me voy a bañar, desayunaré y me quedaré en casa, ese es el plan.

―No, desayunarás y saldremos ―Pongo los ojos en blanco y me levanto de una sola vez.

Me meto en el baño sin decirle nada y abro la regadera. Después de un baño con agua caliente salgo y ya no está. Que bueno porque no la quería ver, no por unos minutos. Me pongo un pans blanco y un crop top negro con punteras del mismo color y mis chancletas azules. Si quiere que salgamos, será así, no me pienso cambiar.

Bajo y me meto en la cocina. Veo una tapadera de ollas en la mesa, la cual cubre un plato con pan cakes. No hay nadie, otra vez sola. Me siento y empiezo a comerlo con un poco de miel. No entiendo porque, pero tengo mucha hambre, aunque sí se por quien.

No tiene dueño este plato, así que es mío.

Debo buscar una casa en la que vivir, pero primero debo encontrar un trabajo. Termino de comer y subo nuevamente, al llegar veo a Mel otra vez, sentada, esperándome. Supongo yo. No sé qué se hace, en un momento está en un lugar y en otro ya la perdí de vista. Me mira. Entro directamente a buscar mi teléfono que está en la mesita de noche. Tengo un mensaje de Abdel y uno de Mael.

―¿Nos vamos? ―Dice ella.

―Si, pero iré así ―Doy una vuelta enfrente de ella para que vea.

―Bien.

―¿Bien? ―Levanto una ceja.

―Si, tengo cita con el doctor que lleva mi embarazo ―Oh no―, Joel no me pudo acompañar por trabajo esta vez ¿Vienes conmigo?

―¿Qué? ―Su pregunta me está dando pánico.

―Si, aunque te quedaras afuera hasta que termine la consulta.

―Está bien ―Digo al final y quito mis ojos de los de ella para fijarme en los mensajes.

Primero abro el de Mael: Espero hayas podido dormir, quiero hablar contigo, esperaré pacientemente hasta que me digas.

No quiero hablar con él, así que lo dejo en visto. Ahora veo el de Abdel:

―Hola, ya sé todo lo que está pasando con Mael y Katherine ―Auch―, si quieres hablar conmigo o distraerte al menos algún momento, estaré aquí.

―Estoy bien, pero me gustaría estar con alguien en estos momentos. Saldré con Mel, si puedes nos vemos mañana.

Pulso el botón de enviar y apago la pantalla para meter el teléfono en la bolsa del pantalón. Busco mis tenis en la parte de abajo del ropero y me los pongo velozmente. Busco mi billetera y me vuelvo a parar enfrente de ella para decirle que estoy lista.

―Bien, entonces vámonos ―Se levanta y en ese mismo instante se agarra de la silla en la que estaba, para suspirar y luego salir corriendo a mi baño.

La sigo, entro y la veo en el suelo vomitando en el baño. Me empiezo a marear otra vez y siento que lo que desayune me empieza a subir por la garganta. Respiro profundo tratando de controlarme, pero no puedo. Entonces tomo el bote de la basura con mis manos y lo llevo a mi boca para vomitar también. Me siento a su lado cuando termino y empiezo a tener el mismo bajón de anoche. Todo me da vueltas.

―Me voy a desmayar ―Logro decir antes de caer sobre ella.

No sé cuánto tiempo después me despierto en el suelo del baño.

―Kariam, qué te pasó ¿Por qué te volviste a desmayar? ―Me pregunta ella. Está encima de mí.

―La doctora ―Hablo con la poca voz que me queda― Me dijo que es por el golpe que me di en la cabeza ―Miento.

―Fue muy fuerte entonces, si no te sientes bien para venir lo entiendo...

―¡No! Yo iré contigo, solo ayúdame a levantarme.

De verdad deseo ir. Aunque tengo un mal presentimiento. Siento un dolor fuerte en el vientre. Como que si alguien me estuviera martillando.

-------------

¿Te está gustando? Déjame un voto y un comentario sobre lo que sientes❤️

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top