41._ Algunos Piratas no son Buenas Madres (5/5)


Tuvieron que permanecer despiertos por bastante tiempo, por eso a la mañana siguiente todos estaban más cansados de lo usual.

Apenas bajar, se reunieron con Bel y sus guardaespaldas para desayunar, pues la noche anterior los había dejado con muchas dudas y él había prometido contestar lo que pudiera.

—¿Al final qué sucedió con Cárabak?— inquirió Arturo.

—Está en mi nave, descansando— indicó Bel.

—¡¿Nadie la está vigilando?!— saltó Érica.

—Tranquilos, está bien. Hay formas de inmovilizar hasta a una brika— les aseguró.

—Sí, no es la primera vez que lo hacemos— indicó Severa.

—¿De verdad?

—Se podría decir que es parte de nuestro trabajo— explicó Bel— viajamos por varios mundos, tras la pista de brikas fugitivas. Con tanta fuerza, les es fácil causar destrozos, y pocos pueden oponérseles. Por eso hay otras brikas que patrullan en busca de maleantes.

Los niños recordaron que Cárabak había mencionado a los "cazadores de brikas" la noche anterior.

—Tiene sentido— le concedió Arturo.

—Para que el único príncipe del imperio esté en este tipo de trabajo, debe ser algo muy importante— observó Liliana.

—Es más bien que falta personal— aclaró Bel— es un trabajo muy difícil, que requiere de gente muy fuerte. Por definición, solo unos pocos pueden hacerlo.

Liliana y Arturo asintieron. Les parecía lógico, mas Érica no concordaba del todo.

—¿Qué tan fuerte?— inquirió.

Bel y sus guardias se miraron entre sí.

—Bueno, las pruebas son muy específicas, aunque hay un requisito no escrito— recordó el hombre.

—¿Te refieres al nomitio?— inquirió Severa.

—Sí.

—¿Nomitio?— repitieron los niños.

Entonces Bel les sonrió y les mostró su mano. De esta apareció, para su sorpresa, una bolita de un líquido azul. La bolita entonces se separó de su palma unos centímetros, flotando en el aire, y abrió dos pequeños puntos blancos semejantes a ojos.

—¡Qué lindura!— exclamó Liliana.

—¿Qué es eso?— inquirió Arturo.

—¡No puede ser!— exclamó Érica.

—El nomitio es otro tipo de timitio— indicó Bel— a diferencia del timitio, tiene color y puede separarse un poco de su usuario.

Los niños se lo quedaron mirando un rato, luego levantaron la vista hacia Severa y Morgana. Para su sorpresa, estas hicieron lo mismo; del hombro de Severa surgió una pelotita roja y de la cabeza de Morgana, una pelotita calipso.

—¡Son todos muy lindos!— exclamó Liliana.

—Jeje. Gracias.

—¡Espera!— alegó Érica— ¡¿Cómo rayos consiguieron timitio de color?! El mío es negro y no puede flotar.

Esto hizo reír a los caza brikas.

—Por supuesto, todo el timitio es así— explicó Bel— El nomitio no se consigue de otro lado, es una transformación de tu propio timitio.

—¡¿Qué?!— saltaron los jóvenes.

—Con tu nivel seguramente ya lo has visto— le espetó Bel— la cara de tu timitio.

—¿La cara?— Érica negó con la cabeza— No recuerdo ninguna cara.

—Un lugar oscuro, con una criatura miedosa— recitó Bel, como leyendo un pasaje— te le acercas, pero te teme. Lo tocas y aparecen fantasmas. Lo proteges, y los fantasmas te atacan, mas todo acaba cuando él se duerme.

Érica abrió mucho los ojos al reconocer su lugar interior. La pieza oscura, el animalito negro.

—¡Entonces sí es mi timitio!— exclamó la chiquilla— ¿A ustedes les pasó lo mismo?

Los demás brikas asintieron.

—Todos vemos lo mismo, al menos al principio— indicó Severa— ese tu el timitio intentando contactarse contigo.

—¿Y qué debo hacer cuando aparezca en esa pieza?— alegó Érica— ¿Y cuándo ocurre?

—Puedes ir cuando quieras, incluso despierta— explicó Bel— solo necesitas estar relajada. En cuanto a qué hacer...— se encogió de hombros— eso depende de ti, no hay reglas, nadie te va a mandar. Pero si quieres que tu timitio se transforme en nomitio, lo mejor es hablarle.

—¿Hablarle a mi timitio?— se extrañó Érica.

No es que no lo hubiera hecho, pero no creía que el parásito fuera capaz de entenderla.

—En su estado natural, el timitio no es más listo que un hongo— indicó Bel— pero cuando es absorbido por un animal, comienza a formar conexiones dentro de sí mismo, imitando la mente. Para recrear una mente de nivel nueve, necesita de muchas conexiones, y para hacer eso necesita mucho de sí mismo, mucho timitio.

—¡Ah, claro! Entonces, mientras más timitio, más inteligente será este— comentó Arturo, interesado.

—Sí, y mientras más inteligente sea, con mayor facilidad podrás hablarle.

—¿Pero por qué hablarle?— inquirió Liliana, totalmente perdida— ¿Hay que decirle algo específico? ¿Hay que pedirle que se vuelva más fuerte?

—Oh, no. Hay que hablarle para darle ánimos— explicó Bel.

—El timitio es miedoso— comentó Morgana.

—Exacto, siempre ten en mente que el timitio es el parásito del miedo— le recordó Bel— siente constante miedo, pasa todo el día aterrado, por eso busca gente fuerte y valiente, para refugiarse en su seguridad.

—Por eso hay que hacerlo sentir seguro— continuó Severa— y para lograr eso, debes ser fuerte.

Érica asintió, ya entendía más o menos lo que necesitaba hacer. Entonces miró a los tres caza brikas y reparó en algo.

—Un momento ¿Eso quiere decir que todos ustedes son más fuertes que yo?— exclamó.

—Bueno— Bel pareció querer dar una respuesta elaborada— no es que te hayamos visto pelear, es solo que...

—Sí, somos más fuertes que tú— lo cortó Severa— Cárabak no es nada especial para una brika y tú ni siquiera pudiste vencerla por ti misma. Me sorprende que alguien tan débil tenga una recompensa a su nombre.

Ese comentario no le agradó mucho, pero se calló la respuesta. Severa tenía razón, no habría podido ganarle a Cárabak ella sola. Sin embargo, algo más importante llamaba su atención en ese instante. Érica apuntó a Morgana con un dedo.

—¿Y qué hay de ella? ¿También es más fuerte?

Morgana asintió.

—¡No te creo!— bramó Érica.

—Morgana es fuerte— insistió la misma.

—¡Pruébalo!

Entonces Morgana miró a Bel.

—Dile.

—Jeje. Claro— el hombre se giró a Érica— Morgana es fuerte, te lo aseguro.

—¡Eso no prueba nada!— reclamó la chiquilla.

Morgana suspiró, hastiada. Para hacerla callar, se bajó del asiento y se alejó un poco de la mesa.

—¿Qué está haciendo?— inquirió Arturo.

—Creo que les quiere mostrar su armadura— indicó Severa— Le encanta usar su armadura en las peleas.

—¿Armadura?— inquirió Liliana.

Por un momento asumieron que quería llevarlos a su nave, donde tendría guardada una armadura pequeñita como ella, sin embargo Morgana apenas se alejó unos pasos de la mesa. Separó los brazos y en un instante su cuerpo fue cubierto por una sustancia calipso; el mismo nomitio, el cual creció en un enorme cuerpo metálico de casi dos metros de alto y robustos brazos y piernas. En la cima, su pequeña cabecita asomaba por la única ranura.

—¡¿Qué es...— iba a preguntar Érica, pero entonces se dio cuenta que todo ese material era timitio— ¡No puede ser!

Inmediatamente se sujetó el brazo en donde medía su cantidad de timitio. Cuando lo sacaba todo de su piel y lo juntaba, apenas le alcanzaba a cubrir desde la punta de los dedos hasta arriba del codo. Morgana tenía un armatoste completo. Verla así le recordó a Tur y al Encadenador, ambos eran capaces de cubrir su cuerpo con timitio. Se preguntó si el Encadenador tenía nomitio, eso explicaría por qué su parásito era blanco en vez de negro. En todo caso, la diferencia de poder era descomunal.

Entonces la guardaespaldas regresó su nomitio al interior de su cuerpo para volver a sentarse con los demás.

—¡Eso fue impresionante!— exclamó Arturo— ¿Todos ustedes tienen armaduras?

—Jeje, no es que las usemos todo el rato como Morgana— explicó Severa— pero cualquiera con suficiente timitio puede crearlas. Es un material muy versátil, por lo mismo hay varios estilos de pelea.

—¿Y pueden cambiarlos de color?— inquirió Liliana, también interesada.

—¿Qué? No, no se puede— aclaró Bel— el nomitio adquiere un color propio al azar, nadie elige su color.

—¿Y qué hay de la teoría de la personalidad?— agregó Severa.

—Ah, claro, aunque no es una teoría, solo es una hipótesis— indicó Bel— la gente siempre las confunde.

—¿Cómo es eso?— inquirió Érica.

—El nomitio muestra el color del alma— comentó Morgana.

—Sí, algo así. Se cree que el nomitio toma el color que toma dependiendo de la personalidad del usuario, o de un solo aspecto psicológico— explicó Bel— pero nadie ha descubierto cómo podrían relacionarse.

—O sea que si a ti te saliera de color verde, no quiere decir que a otra brika con nomitio verde se parezca a ti— agregó Severa— al menos no hay un buen argumento científico para creerlo.

—¡Oh, yo quisiera ser una brika y tener nomitio!— exclamó Liliana.

Pero todos los fortemes negaron con la cabeza.

—No, no te gustaría— dijeron al mismo tiempo.

Liliana apretó los labios. Recordó veces en que Érica le contó cómo se sentía el timitio, pero no se imaginó que fuera tan desagradable.

—Hablando de timitio— mencionó Arturo— ¿Hay una manera en que Liliana pueda cortarlo con su múnima?

Liliana se giró hacia él, desconcertada. Le tomó unos segundos recordar que los fortemes solían protegerse de su múnima usando timitio. Tampoco se le había ocurrido preguntarles a ellos sobre el tema, pero tenía mucho sentido. Si había alguien que sabía cómo atravesar la armadura de timitio, eran esos tres caza brikas.

—¿Qué? ¿Tienes una múnima?— soltó Bel— ¡Qué increíble!

—¿Morgana puede verla?— inquirió Morgana.

Liliana no se sintió muy cómoda sacando su espaciosa guadaña dentro del local cuando había gente mirando, pero la sacó de todas formas porque se lo habían pedido por favor. Afortunadamente, nadie le llamó la atención.

—¡Qué genial!— exclamaron Bel y Morgana, mientras Severa se llevaba una mano a la cabeza.

Liliana se guardó a Brontes rápido antes que mucha gente los viera.

—No sabría decirte— admitió Severa— no conozco a mucha gente con múnimas.

Morgana negó con la cabeza.

—Morgana tampoco sabe— dijo esta.

Bel se quedó pensando un momento.

—No estoy seguro, pero... ¿Por qué no apuntas a las uniones?

—¿Qué uniones?— inquirió ella.

—Las uniones de la armadura— explicó Bel— hombros, codos, rodillas, cadera, cuello. Todas las partes que roten o se muevan. En esas secciones el timitio es menos denso.

—¡¿Qué?!— saltó Érica— No sabía eso.

—¡Ah, claro! Aunque obviamente no sirve si el forteme se está concentrando en proteger esa sección— le corrigió Severa— pero si usan una armadura completa y no saben dónde les vas a pegar... sí, lo veo posible.

—Como las uniones deben ser flexibles, los fortemes tienden a protegerse con menos timitio en esas zonas, inconscientemente— explicó Bel— un arma normal solo se rompería si tratas de forzarla dentro de timitio, pero tu múnima puede que lo atraviese. Pero recuerda que no puedes saber si el enemigo tiene suficiente timitio para bloquearte, así que estate atenta por si fallas el corte.

—¡Eso es increíble, Bel! ¡Muchas gracias!— exclamó Liliana.

Este sonrió, complacido. El resto del desayuno transcurrió sin mayores explicaciones. Bromearon, hablaron sobre Oexoden y Kervel, y los niños les contaron sobre su misión.

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Después, cuando Bel y sus guardias comenzaban a prepararse para marchar, Bel se acercó a Érica.

—Así que están en una misión para eliminar al Primero ¿Eh? Vaya odisea.

Érica sonrió e hizo un signo de paz con la mano.

—Lo tenemos bajo control.

Bel se cruzó de brazos, no muy convencido.

—Tengan cuidado. El Primer noni está muy por sobre su nivel. Si tuvieron problemas con Cárabak anoche, no están preparados para lidiar contra él, aunque sea uno contra tres.

Érica meditó un momento.

—Podría ir y tomar más timitio— supuso.

—Eso te ayudaría, aunque ten cuidado. Si superas tu límite te convertirás en un monstruo.

La muchacha asintió, recordando momentos desagradables.

—Lo sé.

Guardaron silencio un momento, pensando en su encuentro con los territi. Luego Érica suspiró y se sacudió la negatividad.

—¿Qué harás tú?— le preguntó.

—Yo completé mi misión, ahora tengo que regresar a mi mundo a entregar a Cárabak a las autoridades.

—¿Regresar a Perka?— supuso la muchacha.

—Sí.

Érica se lo quedó mirando con anhelo y tristeza. La verdad era que tenía ganas de ir. Quería ver Perka con sus propios ojos, a otras brikas, su cultura. Ella había sido una paria toda su vida por su gran fuerza, no se imaginaba una sociedad en donde todos fueran como ella o incluso más fuertes. Tenía muchas ganas de ir, pero para eso tendría que esperar. Primero venía su papá, y para encontrarlo, el primer paso era derrotar a Tur.

Entonces Liliana se les acercó. Conocía muy bien esa cara de "quiero ir, pero no puedo" de Érica y tenía algo que decirle al respecto.

—¿Uno de los anillos no era una brika?— recordó.

—¿Anillos?— inquirió Bel.

—¡Es verdad!— exclamó Érica— ¡Entonces...

—Es posible que tengamos que ir a Perka en un futuro— supuso Arturo— por alguna razón, un país de gente como Érica y Cárabak me pone más nervioso que tener que luchar contra el emperador de los nonis.

—¡Oye! ¿A qué te refieres con eso?— reclamó Érica.

Liliana y Bel se rieron, y terminaron contagiando a Érica de todas formas. Bromearon un rato más, pero pronto Morgana llamó a Bel, la nave estaba lista para partir.

Un poco tristes, se despidieron de sus nuevos amigos y los vieron subir en su nave. Desde afuera no pudieron ver a Cárabak, mas eso los alivió un poco. Aun así Bel les aseguró que no tenía posibilidad de escaparse, mucho menos de huir de él y sus guardias. Finalmente despegaron. Los niños agitaron sus manos para despedirlos, hasta que los perdieron de vista. Bel había probado ser un chico muy agradable. Les daba pena verlos partir, pero al menos tenían la certeza de que se volverían a ver. En pocas horas, ellos también se subieron a su nave y partieron. Ya no quedaba mucho trecho hasta las ruinas de Ramnusia.

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Esa misma noche, Érica regresó a su habitación interior, tal y como le había indicado Bel. Se dio cuenta de que era relativamente fácil, solo necesitaba concentrarse y desearlo con todas sus fuerzas. Dentro de la sala se hallaba el animalito, su timitio. Ambos se miraron por un buen rato.

—Hola— lo saludó Érica, al final.

El animalito se le acercó, ya la reconocía, aunque lo hizo tenso y de forma cauta, listo para arrancar si llegaba a necesitarlo. Esto demostraba que aún no le tenía toda la confianza que ella esperaba, pero no se desanimó. Aunque no tenía mucho que decir en ese momento, supuso que conversar un poco sería mejor que nada.

—Sé que tienes miedo todo el tiempo, pero descuida. Ya se te pasará. Yo tomaré más timitio y te convertiré en nomitio.

El animal negro y peludo no la entendió, solo la miró con sus ojos grandotes desde una distancia prudente.

Algún día— se dijo la muchacha.

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