27._ Lazos Fuertes como Cadenas (2/4)


Comieron como pocas veces habían podido en Nudo. Los tres jóvenes se llenaron los estómagos hasta que les llegó a doler y aun así no pudieron terminar toda su comida.

Se quedaron un rato hablando de cosas triviales, pero pronto las guardaespaldas tuvieron que retirarse para hacer rondas y comprobar la seguridad del hotel. Fir, Sikika y los chicos subieron un momento a la habitación de la crivía. Esta la habían pedido con mucha anticipación, así que era incluso más grande que la de los chicos y contaba con muchos más lujos, como un yacusi propio, un bar y un tanque enorme con una serpiente marina luminiscente. Fir los invitó a sentarse a los grandes y cómodos sillones, mientras ella fue al bar a preparar tragos.

—¿Qué les gustaría? Tenemos de todo— indicó.

Los niños se miraron las caras, consternados. Como apenas tenían 18 años, no estaban acostumbrados a tomar alcohol.

—Una brava— pidió Sikika, mientras revisaba la habitación por bombas o trampas.

—¿Qué es una brava?— inquirió Arturo.

—Un trago común en el imperio noni— explicó Fir— les gusta mucho a los adultos, aunque es un poco fuerte para mí ¿Qué quieren ustedes? Tengo alcohol para menores, si les gustan esos.

—¿Los menores toman alcohol en Nudo?— saltó Arturo.

—Claro ¿En su mundo no?

—A todo esto ¿Cuántos años tienes, Fir?— inquirió Érica.

—¿Yo? Once.

Érica se llevó las manos a la cabeza, Liliana abrió mucho los ojos y Arturo arqueó una ceja.

—¡¿Once?!— exclamaron al mismo tiempo.

—Sí ¿Por qué?

—¡Pensé que tenías dieciséis por lo menos!— bramó Érica.

Fir rio.

—Es primera vez que me dicen eso ¿Cómo les parezco tan vieja?

Sikika carraspeó.

—Estos humas vienen de un mundo isla. Creo que se están confundiendo con las edades de su propia especie.

—¡Ah, claro! Debe ser eso— concordó Fir.

—¿Qué... ¿De qué están hablando?— inquirió Liliana.

—Ya veo. Distintas especies tienen distintas esperanzas de vida— recordó Arturo.

—Los nonis maduramos y envejecemos más rápido que ustedes. Yo soy una adolescente, pero aún no tengo edad para apostar en casinos ni embarazarme. Eso podré hacerlo en unos tres años más, a los catorce.

—¿Catorce años?— repitió Érica, sin poder creerlo— ¿A los catorce eres una adulta?

—Legalmente.

Los niños se miraron. Los tres tenían 18, legalmente eran adultos en su país de procedencia, o sea que mentalmente aún debían ser un poco más maduros que Fir. No por eso dejaba de sorprenderles.

—¿Y qué edad tienes tú, Sikika?— preguntó Érica.

La guardaespaldas tosió. Fir se sirvió una jarra de cerveza violeta y el trago de su subordinada.

—Seguro no lo saben, pero es de mala educación preguntarle la edad a los veteranos— les espetó.

—¡Ah, lo siento!— se apresuró a decir Érica.

Sikika hizo un gesto para restarle importancia al asunto. Fir juntó sus manos.

—En fin ¿Qué querían ustedes para tomar?

—¿Tienes algo dulce? No muy fuerte, si es posible— pidió Liliana, igual de ansiosa por cambiar el tema.

—Claro, así son casi todos los tragos para niños— indicó Fir.

—Ah, yo no sé mucho de licores— indicó Érica— dame lo mismo, por favor.

—Por tres— dijo Arturo.

—Tres infantiles— confirmó Fir.

Los sirvió a todos y los llevó a la mesa de centro justo cuando Sikika terminaba de revisar la habitación. Ambas se sentaron al otro lado de la mesita, frente a los humanos. Fir dio un sorbo, seguida de Sikika, Liliana y Arturo. Érica olió su trago antes de probarlo, no le pareció mal.

Fir dejó su jarra sobre la mesa y se mantuvo erguida en su asiento.

—Quería hablar de ciertos temas— anunció la crivía— Ustedes son los primeros humanos libres de Madre que encuentro desde que comenzó la invasión a su mundo. Díganme... ¿Cómo lo sintieron? ¿Fue muy brutal?

Liliana parpadeó una vez y continuó con su sonrisa habitual. Sí, para ella había sido brutal. Hasta cierto punto odiaba a los nonis por ello, pero no iba a dejar que un poco de resentimiento se interpusiera en sus buenas relaciones con la crivía.

Arturo la miró un momento. Fue el único que notó su pesar, pero no dijo nada. Él tenía una visión distinta sobre la invasión que ella; había sido un golpe duro para la humanidad, al menos para los habitantes de Madre. Muchas vidas se habían perdido y muchas otras se habían arruinado completamente. Sin embargo, nada de eso importaba cuando pensaba en la enorme cantidad de conocimiento al que se expondrían con los tiempos de cambio. Para Arturo, la invasión no había sido una tragedia, sino un enorme golpe de suerte. Énfasis en golpe.

—No— contestó Érica.

Todos la miraron, sorprendidos de que ella hablara.

—¿No?— repitió Fir.

Érica miró un momento al cielo mientras daba con las palabras para explicarse mejor.

—Yo no estuve en el primer ataque, pero fui a la ciudad donde se produjo poco después y me quedé ahí con los refugiados por casi un mes. Había destrucción por todas partes, la gente resentía a los nonis como si fueran demonios, pero nunca me pareció que los nonis fueran crueles.

—Hah— musitó Fir, curiosa.

—¡¿Qué?!— exclamó Liliana.

Sikika asintió, mientras que Arturo comparó la opinión de Érica a lo que él había visto.

—¿No mataron a ninguno de los refugiados?— alegó Liliana.

—Sí, a unos cuantos— recordó la brika— pero estoy segura de que podrían haber hecho mucho más. Yo habría arrasado con la ciudad entera si estuviera en su posición.

Liliana se quedó muda. Nunca había considerado la posibilidad de que los nonis estuvieran suavizando sus ataques. Sin embargo, esto no cambiaba el hecho de que habían asesinado a cientos. No podía ser tan compasiva como Érica.

—Así que solo fue una ciudad— Fir miró a Sikika en busca de su opinión.

—Sí, yo diría que es poco— afirmó esta— quizás el Primero se dio cuenta de la rústica tecnología de Madre y la diferencia de poder entre ambos bandos, y optó por hacer una demostración de fuerza para usarla en sus negociaciones. De esa forma los humanos le tendrían miedo y se evitarían incontables guerras. Es la ruta más pacífica.

—Ya veo— comentó Érica— Tur es más amable de lo que creía.

Arturo echó un vistazo a Liliana e inmediatamente notó que la curva de su sonrisa se flexionaba un poco más en los bordes, que sus ojos se cerraban unos milímetros, que su cabeza se inclinaba unas décimas de grado. Estaba frustrada. No quería estar en una conversación que se tratara sobre la amabilidad de aquellos que habían destrozado su hogar y raptado a su familia y amigos. Arturo tenía su propia opinión, pero no quería que Liliana se sintiera así.

—Tengo que discrepar— intervino el mago. Esperó a que todos se giraran a él para continuar— La ruta más pacífica no resulta de matar a algunos, sino de dejar vivir a todos. Podría haber aparecido un delegado noni que mostrara un poco de su cultura a las naciones unidas, que explicara qué es un puente y qué había más allá. Podríamos haber forjado relaciones comerciales y establecernos como otro de los muchos mundos habitados por humanos de la red de mundos, pero eso habría sido muy poco rentable. Los nonis no tenían intención de matar a nadie, porque querían convertirnos en esclavos. As...

Sintió una mano de Liliana sobre su muslo. Debía parar. Arturo se dio cuenta que había estado a punto de declararse enemigo del Primero y del gobierno noni frente a la crivía, gran error. Por suerte tenía a Liliana. La miró de nuevo, se veía un poco más alegre. Agradecía su apoyo. Arturo se sintió mejor.

Fir comenzó a jugar con un mechón de pelo, preocupada.

—Mi padre y mi país les han causado muchas desgracias a ustedes— observó— No saben cuánto lo siento.

—Nah, está bien— le restó importancia Érica.

Para Liliana no estaba bien, pero comprendió que a Fir tampoco le gustaba mucho la idea de hacerle daño a nadie. Su odio hacia ella se esfumó.

—Pensé que estarías a favor de las invasiones— se extrañó Érica.

—Debería ¿Cierto?— Fir sonrió, luego suspiró— el imperio tiene sus prioridades, hay mucha gente poderosa que clama la expansión del territorio y el control de otros mundos. El noni común tiene un gran sentido de nacionalismo. El Primero se elige por ser el noni más fuerte entre los individuos capaces de liderar, pero aun así, su fuerza no se equipara con la influencia de la sociedad en general.

—Pero si Tur sabía cuándo se iba a abrir un puente a Madre, fue él quien tomó la iniciativa de ir a conquistarlo ¿No?— inquirió Arturo.

—¿De qué hablas?— se extrañó Fir— padre no tiene manera de saber...

Pero se detuvo y se llevó una mano a la boca, meditabunda.

—A decir verdad, él comenzó a actuar raro un par de días antes de la invasión a Madre— recordó— canceló varios eventos importantes a última hora y mandó a movilizar a varias tropas a Vérgerel.

Contrariada, Fir miró a su guardaespaldas, mas Sikika se encogió de hombros.

—Padre sabía que se iba a abrir ese puente— concordó Fir— ¿Pero cómo? No se puede controlar a los puentes, mucho menos predecir dónde aparecerá uno ¿Quién te dijo que él predijo la aparición de ese puente, mago?

—Lo deduje— indicó— el día de la invasión, las noticias en mi mundo no dijeron nada sobre el puente. No sabíamos que había uno hasta que aparecieron los nonis. Tur vino preparado con un ejército listo para establecer una base. No importa quién seas, no puedes estar tan preparado para algo así a menos que lo sepas de antemano. Además, pude confirmarlo con lo que me dijo Érica.

—¿Qué? ¿Yo?— saltó esta.

—Tú misma lo mencionaste, que Tur y tu papá son amigos. Podemos confirmar que tiene una conexión con el Encadenador por lo menos a través de una persona.

—Ah, claro.

Érica había decidido interrumpir el desfile a partir de una especulación, las palabras de Arturo reafirmaron su posición. Comenzó a entender por qué Liliana confiaba tanto en él.

—¡Es verdad, es por eso que quería hablar contigo!— exclamó Érica— Fir, tu papá es amigo del Encadenador ¿Verdad? Necesito que...

Pero al mirarla, se dio cuenta que Fir no tenía idea de qué estaba hablando.

—¿El Encadenador?— se extrañó la crivía— pero ese... es un mito. No es real.

Los humanos se miraron las caras, consternados.

—¿Qué?— alegó Érica— No, el Encadenador y su culto de tontos fueron las primeras personas que me encontré al llegar a Nudo. Por poco me matan. No era cualquier tipo haciéndose pasar por el Encadenador, él tenía verdadero control sobre las cadenas; incluso podía generar puentes a voluntad. Mi papá desapareció porque está huyendo de él, Tur y mi papá son amigos de hace tiempo, eso es lo que me dijo. Como dijo Arturo: si Tur puede predecir el lugar y momento de apertura de nuevos puentes, debe tener una conexión con el Encadenador. Entonces quizás también sepa cómo llegar al Núcleo, el corazón de las grandes cadenas.

—¡¿Quieres ir al Núcleo?!— saltó Fir— ¿Ese lugar existe de verdad?

—Tiene que existir— indicó Arturo.

—Existe— aseguró Érica— necesito que me dejes hablar con Tur otra vez... por favor.

Fir se cubrió una mejilla con la mano, no muy segura de cómo tomar todo eso.

—Sí, claro— sonrió— nunca pensé que alguien intentara llegar al Núcleo de manera física. No te puedo llevar yo misma con padre, pero te puedo facilitar transporte a la capital y que te acomoden en el castillo.

—¡¿De verdad?!— exclamó Érica— ¡Sería estupendo! ¡Muchas gracias!

—Es lo mínimo que puedo hacer— le restó importancia.

—Y ya que estamos ¿Sabes dónde podrían estar las familias de mis amigos?— inquirió.

Liliana y Arturo se giraron hacia ella. Habían estado pensando cómo sacar el tema, pero no habían encontrado la oportunidad. Fir los miró a ambos, un poco tensa.

—Mi papá se fue por su cuenta, pero a ellos dos los separaron de sus familias— indicó la brika.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top