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San Francisco, California, EE.UU
8:47 pm. Hora local
Llantos.
Un llanto feroz y ruidoso.
Era lo único que se escuchaba en esa casa.
—¡¿Podrías callar a esa niña un rato?! —gritó la chica desde el otro lado de la sala—. ¡Estoy tratando de ver una película!
Con pasos apresurados otra chica llegó al lugar que pertenecían los llantos.
—No grites, Danica, te puedo escuchar tranquilamente sin que lo hagas.
La chica rodó los ojos y se levantó del sofá, caminó a pasos cansados, con la misma cara de pocos amigos de siempre, hasta la chica y el bebé.
—Solo digo que deberías prestarle más atención a ella que a tus tontos juegos de nerd —le dijo mientras consiguió acercarse lo suficiente para quitarle la consola que aún traía en manos. La alzó para que estuviera a la vista de ambas—. Es en serio, Eliza. Te la pasas todo el día jugando cualquier videojuego que te aparezca y no le prestas atención a Lia.
—Sabes que eso no...—
—Mejor dicho —la interrumpió—. En vez de ponerte a jugar con eso deberías ahorrar ese tiempo en ir a buscar al padre de la niña.
Su hermana cerró los ojos, preparandose para el mismo sermón de siempre.
—Podrías llegar de una vez con la bebé y decirle "oye chico, adivina" —fingió una cara de sorpresa mientras seguía hablando—. Tienes una hija de 5 meses que necesita de tu cuidado como padre.
A pesar de la mirada asesina que le regaló Eliza, la chica siguió hablando.
—Aún no puedo creer que mi hermana, quien se la pasa todos los malditos días del mundo pegada frente a una pantalla, se haya embarazado de alguien con la que se involucró en una fiesta —dejó salir una risa amarga—. Nunca se te ocurre ir a una fiesta, y mágicamente a la primera que vas en toda tu vida terminas embarazada.
—¿Terminaste? —cuestiona.
—No —Eliza rueda los ojos con leve cansancio—. Solo dime quién es el padre, por favor —suplicó—, si tú no quieres enfrentarlo yo lo hago por ti no tengo problema con eso solo necesito...
—¡Es que no sé cómo demonios encontrarlo! —la interrumpió de golpe—. No tengo idea de cómo contactarlo, ¿bien? ¿Eso era todo lo que querías saber? —preguntó sarcástica.
Danica frunció el ceño.
—No entiendo por qué lo dices así, yo solo quiero ayudarte.
—No necesito tu ayuda —bufó—, no necesito ayuda de nadie. Yo quiero cuidar a Lia sola, no necesito la ayuda de nadie para hacerlo. Mucho menos la de él.
Como siempre, Danica estaba más que segura que sus palabras eran mentira. Sabía que su hermana sentía todo lo que le estaba pasando, que le dolía.
Eliza sabía perfectamente quien era el padre, pero nunca se lo dijo a Danica. No sabía si era por miedo, vergüenza...
Quería comprenderla, claro que lo hacía. Pero Eliza nunca dio señal de necesitar a alguien. Aunque sabía que no era cierto.
Para ellas nunca sería lindo recordar todos esos momentos de desespero que sufrió Eliza, todos esos momentos en los que creyó que su vida se había arruinado y que ya nada valía la pena.
Esos momentos en los que Eliza lloraba desconsolada en su habitación sin saber qué hacer, solo hacían que Danica quisiera saber quién fue la persona que se había hecho cargo de crear un ser humano junto a ella, para poder enfrentarlo, para que él también se hiciera cargo. Pero al parecer Eliza no quería y la evadía siempre que la menor quería hablar del tema, estaba segura que su hermana tenía todas para llegar a él pero simplemente no quería, tal vez por miedo a rechazar a la bebé, tal vez por vergüenza de alguna manera, no lo sabía.
—Solo dime su nombre, o algo...
Su madre interrumpió de pronto y las observó, sabía que estaban peleando por décima vez ese día, así que lo único que hizo fue suspirar, rendida.
—Ya está lista la cena —fue lo único que dijo y se marchó.
Eliza, al escuchar eso, se fue disparada hacia la cocina sin decirle una palabra más a Danica
25 de noviembre de 2021
El cuarto jueves de noviembre
Día de acción de gracias.
Día muy popular en su país. Pero ellas no lo celebrarían. A pesar de ser un día muy amado por Eliza Hawk, era el peor día para su hermana menor, Danica Hawk.
Hermanas con muchas diferencias y casi nada en común.
Una era una apasionada por los videojuegos. Amaba estar todo el día en una pantalla conociendo a gente a través de internet y jugando. Aunque para socializar en persona era algo terrible, digitalmente se le daba de maravilla.
Mientras que la otra tenía un serio amor por las armas. O por lo menos así había sido desde que su padre le enseñó a usarlas cuando apenas tenía 9 años. "Tienes que empezar a practicar para así enfrentar lo que te tiene el mundo preparado" jamás pudo olvidar esas palabras, han estado en su cabeza desde el primer momento. Odiaba mostrar algún tipo de debilidad, se le consideraba odiosa y cerrada.
Su sonrisa era un gran misterio ya que se apagó el día que su padre murió.
Donald Hawk, hombre de familia preparado para cualquier cosa de la vida, ex-soldado que siempre estaba para todo y todos, carismático y muy buena persona, siempre quiso ayudar a sus hijas a ser personas valientes sin miedo a lo que siguiera pero Eliza nunca quiso llegar a ese punto, lastimar a alguien, así sea en defensa propia era algo que no pensaba hacer en su vida. No podía. No se atrevería. Danica era lo contrario, amaba sostener un arma en mano, ya sea desde cuchillos hasta armas de fuego. Tenía prácticas una vez a la semana en un bodega unos cuántos minutos de su casa.
Su padre abandono el mundo de los vivos, por cáncer cerebral, cuando las hermanas tenían 15 y 13 años respectivamente, Eliza logró superarlo y, al parecer, Danica también, pero había algo que no la dejaba tranquila, algo que le era imposible ocultar. Ella quería ser como su padre, fuerte, valiente y ruda.
10:02 pm. Hora local
La aburrida y para nada especial cena concluyó, las hermanas volvieron a la sala de estar. Danica sostenía a la bebé de apenas 5 meses mientras que Eliza se encontraba jugando en la computadora.
—Ya es hora de que tengas a la bebé, lo sabes, ¿no?
—Sí, espera un segundo, este juego es muy bueno.
—No me importa, apresúrate.
—¿Quieres jugar? —preguntó de repente.
—¿jugar? —soltó sorprendida.
Eliza asintió.
—No, claro que no quiero.
—Por favor, solo falta un jugador para empezar bien la partida, te necesito.
—¿Y luego cuidaras a tu hija?
Eliza le echo una mirada de pocos amigos a Danica, pero ella solo espero la respuesta de la mayor.
—Sí Danica, sabes que sí.
La menor suspiró y fue a llevar a la niña a su cuna, la acostó y prendió una maquinita que mostraba en la pared lindas figuras de animales bebés.
—La nerd de tu madre vendrá por ti en un rato. —le dió una sonrisa de boca cerrada y se fue.
A la única persona a la que Danica le sonreía era a su sobrina, a veces pensaba que la quería más que su propia madre ya que la mayoría de las veces se la pasaba jugando todos esos videojuegos.
Era algo así como una adicción, como una droga que no podía dejar tan fácilmente, eso preocupaba a Danica, más de lo que mostraba.
Pero Danica sabía perfectamente que aunque los videojuegos y todo lo relacionado con ese mundo estaba consumiendo a su hermana, Eliza quería a la niña como a nada. Era su madre a fin de cuentas… y como muchos decían, el amor de una madre perduraba.
Solo aceptó jugar —aunque no era muy experta en ese campo—, para que Eliza lograra por fin ocuparse de su hija y así terminar este día que le había hecho doler la cabeza por mucho tiempo.
—¿Qué se supone que es esto? —preguntó mientras se sentaba en la silla junto a la de su hermana y conectaba el control al televisor.
—Se llama Wrengel —pronunció Eliza entusiasmada—. Te encantará, te lo prometo.
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¿Qué opinan de Danica y Eliza?
En el próximo capítulo por fin pasa lo más esperando. La entrada al juego <3
Espero que hayas disfrutado el capitulo. No olvides tu voto. Se les quiere :^)
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