•28•

—Uno menos. —sonrió Sarco pasando de largo, a la dirección en la que Jake se encontraba observando el cuerpo inerte de Gregg, perplejo. —¡Pero mira quien es! —Sarco formó una enorme y siniestra sonrisa en su rostro—. ¡Jake! Por fin nos encontramos cara a cara.

Sarco, al lograr llegar a su altura, tomó de los hombros al rubio y empezó a empujarlo bruscamente hacia afuera.

—Nuestra reina tiene algunas preguntas que hacerte, si no es mucha molestia.

Y así, sin siquiera darse cuenta, estaba siendo arrastrado hasta otro salón, el cual conoció a la perfección. Era la gran sala del castillo.

Las marcas doradas seguían adornando las paredes blancas y el suelo era tan brillante como para ver su reflejo en él. Habían grandes muebles con el característico color, blanco y dorado. Y un candelabro cobrizo colgando. Todo era muy elegante.

La reina empujó suavemente al rubio a una de las sillas que ahí reposaban, él se dejó caer y agachó un poco la cabeza.

—Aquí estaremos más tranquilos —Miss Jane suspiró y observó al rubio—. Sin tanto escándalo.

—¿Qué quieren? —preguntó Jake al encontrar esas escasas palabras, la muerte del chico lo había dejado deslocado.

—Ya sabemos la amenaza que eres. —empezó Miss Jane, Sarco se dedicó a observar—. No puedo creer que siempre tuve a alguien así en mi pueblo.

Jake levantó la vista de golpe y la observó, no había ni una pizca de diversión en su rostro, lo decía en serio. ¿Alguien así en su pueblo? ¿creía que vivía en el pueblo? No pudo evitar fruncir el ceño.

—¿Eh?

—No te hagas el tonto, Sarco ya me lo contó todo —la reina negó lentamente—. Sé que buscaste a los Imantes en el bosque en el que se escondían y convenciste a esa wreneliana para distraerme, y así asesinarme y quitarme mi trono para convertirte en el nuevo rey de Wrengel.

Jake no sabía a lo que se refería, ¿creía que Sharon era en serio una wreneliana? ¿Que él quería asesinarla para quedarse con su reino? ¿Qué?

El rubio desvío su vista por un momento hasta Sarco, quien estaba unos cuantos pasos tras la reina y notó inmediatamente la sonrisa en su rostro.

Espera... claro, la había engañado, pero... ¿por qué?

⚔️


Su barbilla temblaba y sus lágrimas amenazaban con salir, no podía creer lo que tenía en frente, aún no podía asimilar que aquel cuerpo inerte perteneciera al mismo chico al cual le había tomado demasiado cariño en tan poco tiempo.

No dejaba de tocar sus ahora frias mejillas tratando de hacerse la idea de que era real lo que veía.

No, esto no podía estarle pasando otra vez.

Fue ahí cuando notó unas grandes botas pararse justo en frente de ella, unas botas que eran muy parecida a las suyas, unas... espera, ¿qué?

Levantó la vista de golpe y ahí lo vio.

—Me cuesta admitirlo pero... si que hace buenas ilusiones —su reconocible voz ronca se escuchó por toda la sala mientras ladeaba su cabeza señalando al segundo cuerpo que salía por la pequeña puerta.

Gregg y Sarco se encontraban de lado a lado frente a la chica, que en ese momento su cara podía expresar espanto, perplejidad absoluta.

Gregg estaba vivo. ¡Vivo!

—Claro que las hago, no hay nadie mejor que yo. —Sarco mostraba una sonrisa que, por primera vez, no se veía tenebrosa, si no triunfante.

Con un pequeño chasquido, Sarco hizo desaparecer el cuerpo inerte del que era el chico, el cual se fue evaporando poco a poco.

Gregg puso los ojos en blanco y estiró su brazo hasta Danica, quien los seguía viendo con la boca abierta.

—Estas vivo —susurró más que todo para cerciorarse de que fuera cierto y no un mala jugada de su imaginación, mientras acercó su mano con cuidado, como si temiera que fuera a desaparecer.

—Lo estoy, aunque aún no sé bien por qué. —admitió observando a Sarco de reojo.

—Veraaan. —pronunció en un hilo de voz mientras caminaba hasta Sharon—. Nunca estuve del lado de Miss Jane, de hecho, la detesto. Solo que ella no lo sabe. —sonrió como angelito—. Pero, tranquilos, pueden confiar en mí.

—¿Cómo sabemos que podemos confiar en ti? —preguntó Gregg mientras levantaba a Danica.

—Si no fuera así, te hubiese asesinado de verdad, no es que me caes muy bien. —se hundió de hombros.

Danica se levantó del suelo por fin, con ayuda de Gregg, y observaron como Sarco tomaba del hombro a Sharon.

—No puedo hacerla despertar, eso solo lo hace Jane, aunque... si la asesinamos, también despertará. —desvió su vista a los Imantes—. Igual había que hacerlo, ¿no? Así regresarían a su mundo.

—¿Dónde está Jake? —se preguntó Danica.

—Oh, sí, está con Jane y una réplica mía. Según lo que yo le dije, él es un aldeano más que quería quitarle el trono. No sabe nada, tranquilos.

—¿Por qué no se lo has dicho?

—¿Qué parte de "no me cae bien" no entendieron? —rodó los ojos y se levantó.

—Es decir que, ¿aún no sabe que es parte de un videojuego?

—El único que sabe que formo parte de un estúpido videojuego soy yo, querida mía. —sonrió falsamente, mientras seguía observando a Danica.

Gregg notó la intensa mirada de Sarco hacia la chica y por impulso la apartó de su vista poniéndose en frente, protectoramente.

—¿Cual es tu obsesión con ella? —preguntó cauteloso.

Sarco desvío su vista al chico y creó una de sus características sonrisas.

—A Jake le pareció "buena idea" —hizo comillas en lo último mientras rodó los ojos—, crearme una pequeña obsesión con algún Imantes, según él, para mantenerme distraído —una risotada escapó de sus labios—. Estupido, lo sé. Da las gracias que no me fije en ti. —esta vez fue turno de Gregg en poner los ojos en blanco.

—Cada vez me da más miedo todas las funciones de este lugar. —susurró Gregg, pero aún así Sarco escuchó.

—¿Verdad que sí? —formó una sonrisita angelical y se dirigió a Danica—. Así que nada personal, ¿eh? No te quiero que te confundas. —le guiño el ojo.

Danica por fin salió de la protección de Gregg y empezó a bajar los escalones, claramente hastiada de todos.

Sarco bufó.

—Bueno, es hora de acabar con Miss Jane de una vez por todas. —pronunció con su característica sonrisa macabra, emprendiendo el mismo camino de la chica.

—¿Cómo lo haremos? —preguntó Gregg.

—Mmmm —fingió pensar por un momento—. No lo sé, si mal no recuerdo ustedes se ¡Comieron una jodida pastilla que impedía el uso de sus poderes en su contra! ¡No puede hacer nada! ¡Está indefensa! ¡Hay que aprovecharlo!

—¿Y Sharon? —preguntó Danica, sin despegar su vista de ella.

—¿Qué hay con ella? —preguntó Sarco, sin entender.

—¿Vamos a dejarla aquí?

—¿Prefieres cargar con ella? —resopló—. Está dormida, no le pasará nada.

Danica dejó de pensar con claridad en el momento en el que vio a Gregg, frente a ella, respirando.

—Vamos antes de que haga algo en contra de Jake. —sugirió Gregg a Danica.

—¿Aún les interesa Jake? pff. —bufó—. Y yo que creí que lo asesinarian en cuanto lo vieran.

Gregg paró de repente y volteó hacía Sarco.

—¿Y por qué habría de hacer eso?

—¿Se les olvida a caso lo que le pasó a Eliza?

Esta vez fue Danica la que frenó y volteó lentamente hasta Sarco.

Pero no era para discutir con él, en cambio, entrecerró los ojos en su dirección como si no se hubiera dado cuenta de algo hasta ahora.

—Fuiste tú. —susurró ella, pero Sarco y Gregg lo escucharon a la perfección.

—¿Qué? —preguntó con aparente desinterés.

Ella dio una risa sin gracia y negó.

—Tú ocasionaste el derrumbe.

—¿Cómo demonios lo haría? solo creo ilusiones, no ocasiono derrumbes.

Gregg, quien solo observaba la escena, entendió a lo que trató de referirse Danica.

—Toda la cueva era tu ilusión. —Gregg afirmó—, cuando el cubo nos encerró aprovechaste el momento para dejar caer tu "gran construcción".

Sarco elevó las comisuras de sus labios lentamente mientras los observaba.

—Nunca dude de sus capacidades.

Danica soltó un apenas audible sollozo.

—Tú asesinaste a mi hermana.

—Vamos, no era para tanto ¡La tensión era demasiada! —se excusó—. Si ella moría, ustedes entenderían que era mejor estar de buenas y bla bla bla, todas esas cosas lindas. Solo les hice un favor. —aseguró.

Danica estuvo a punto de avalanzarce hacia él, pero Gregg, al notar sus intenciones, la tomó del hombro.

—No vale la pena. —habló él al verla como enfurecía.

—¿Cómo que no...?

—Solo te está manipulando —la interrumpió—. Recuerda lo que Jake dijo, es más peligroso que cualquiera aquí.

—Mhm, sí lo soy —se inclinó un poco—. Aunque no diría que...

—¡NO!

El fuerte grito proveniente de la gran sala del castillo le hizo a Sarco reir entre dientes.

Gregg y Danica entendieron que eso había sido por su culpa, a lo que él se excusó:

—Lo siento, pero no me apetecía seguir con este juego tonto de quién miente mejor. —admitió y se encaminó, por fin, a la salida.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top