•27•

—¿Jane? —preguntó Gregg, asombrado—. ¿Como Miss Jane?

Las puertas se abrieron dejando ver lo que había en el interior. Armas, el lugar era idéntico al que Danica y Gregg estuvieron para elegir sus armas la primera vez.

—Sí, bueno... ¿no han notado lo parecidos que somos Miss Jane y yo? —preguntó tratando de no mostrar interés, observando armas al azar.

Y sí que se podía notar el parecido, sobre todo en la cabellera rubia y la nariz respingada.

—Esa misma cara era la de mi hermana —siguió el—. Aunque, mucho más joven, murió teniendo exactamente la edad que tengo ahora. Esta que cree, fue solo una versión adulta de lo que pudo haber sido ella. —admitió.

Creando el videojuego solo tenía en mente a su hermana, quería verla de nuevo, así fuera en otras circunstancias. Algo descabellado para todos pero con mucho anhelo para Jake.

Nadie dijo más, algo que el rubio agradeció internamente.

—¿Qué buscamos exactamente? —preguntó Gregg, sin saber exactamente qué tomar.

—Yo no se usar armas, además, no las necesito, y ustedes por más que las utilicen y desechen no se les agotarán. —comentó refiriéndose a las dagas y flechas—. Por lo que ahora necesitamos solo... —rebuscó entre una de las mesas abriendo una pequeña gaveta—. Esto.

Sacó una bolsita no muy grande, parecía ser de tela y estaba amarrada con un hilo dorado. Al abrir la bolsa dejó ver las pequeñas mentas color dorado en ella.

—¿Con el azúcar alta podremos vencerla? —preguntó Gregg, con el ceño fruncido observando el interior de la bolsa.

—Con estas mentas, Miss Jane no podrá usar su poder en nuestra contra.

—¿Y cuál es su poder?

Jake suspiró.

—Mientras que Sarco puede ver todo lo que pasa por tu mente, a dónde vas, dónde estás... básicamente puede conocerte más que tú si así lo desea, además de que puede crear ilusiones... Miss Jane tiene la capacidad de control, de cambiar tus pensamientos y obligarte a hacer algo, así tu no quieras —afirmó—. Además, puede torturarte con nada más pensarlo.

—¿No podías crear unos enemigos más simples? —se quejó Danica.

—¿Por qué dices que Sarco es más peligroso? esta mujer, con tan solo escuchar sus poderes me dio miedo. —comentó Gregg esta vez.

—Miss Jane solo controla, pero Sarco manipula, y eso es mucho peor. —admitió el rubio mientras tomaba una de las mentas y la llevaba a su boca, la tragó y los observó—. Tomen una y vámonos.

Gregg y Danica acataron ordenes y tomarnos una menta para llevarselas a la boca e inmediatamente salir del búnker.

Jake estuvo a punto de dar un paso fuera cuando notó algo brillante cerca de la puerta.

Un arma.

No sabía cómo usarlas, pero algo en él lo llevó a tomarla. Y así, salió de la sala.

El lugar estaba solitario. Jake se preguntó qué habría pasado para que no hubieran guardias en todo el camino, pero al observar a los Imantes con más detalle y notar la sangre en sus trajes, tuvo una pequeña idea.

Luego de unos segundos de caminata en completo silencio, los Imantes, guiados por Jake, llegaron al gran salón.

—Es aquí —les avisó en un susurro al llegar a una gran puerta blanca con varias franjas doradas a su alrededor.

El plan seguía, mientras Jake tenía su mente en otra parte, Danica y Gregg entraron por la puerta principal de la sala, sin intención de pasar desapercibidos.

El lugar era gigante, las paredes eran blancas con destellos dorados. Justo en frente había una enorme ventana con un trono frente a ella, que parecía ser completamente de oro.

En el trono se encontraba la mujer del holograma, con un gran vestido blanco que le daba un aspecto elegante, y Sharon a unos pocos metros de ella de rodillas y con la cabeza gacha.

Miss Jane levantó la vista al escuchar el sonido de las puertas y se encontró con los Imantes apuntandoles con sus armas.

—Un placer —se escuchó decir a Danica para entonces soltar su flecha para dejarla parar justo en la cabeza de la reina.

Cuando la flecha estaba a escasos centímetros de llegar, se detuvo repentinamente.

La flecha había quedado en el aire, justo en frente a la reina mientras que ella la veía con perplejidad.

Danica frunció el ceño al notar como una mano iba apareciendo junto con el brazo y el resto del cuerpo. Sarco sostenía la flecha.

—Casi casi —canturreó el fenómeno para reir a carcajadas—. De lo que te tengo que cuidar Jane. ¿Creyeron en serio que sería tan fácil? —preguntó esta vez para los Imantes.

Gregg se tensó al verlo, sus manos fueron a parar de inmediato a donde se encontraban sus dagas, atento ante cualquier movimiento.

Sarco desvió su vista a Danica, quien había tomado otra flecha para tener ahora como objetivo, a él.

—Eres mucho más hermosa en persona. —admitió sin despegar su vista de ella.

La pelinegra no se inmutó y le siguió apuntando con la flecha.

—¿Vinieron a buscar a su amiguita? —preguntó él, refiriéndose a Sharon.

Eso si deslocó un poco a los chicos, ¿no se suponía que Jake lo distraería? él no podía saber que se conocían.

—No sé de qué hablas. —contestó Danica secamente.

—Claro —asintió aún divertido—. ¿Creen que ella ya no dijo todo?

Jake, quien estaba tras las puertas escuchándolo todo, maldijo internamente. Estaba tan concentrado en distraer a Sarco que no pensó en que Miss Jane podría hacerle hablar.

—Asi que... Jake, ¿cuando saldrás de ahí? quiero verte —de alguna manera, la voz de Sarco se tornó tenebrosa.

Hubo unos segundos de silencio, nadie parecía querer decir nada. Miss Jane solo observaba la escena sin expresión alguna.

Fue ahí cuando notaron como una daga volaba, sin tiempo de reaccionar, impactando contra el brazo de la reina.

—¡Agh! —se quejó ella y se levantó del trono para observar a Gregg, quien era el que había lanzado el pequeño cuchillo.

De repente, sus ojos se tornaron dorados, las venas de su piel se marcaron formado finas lineas doradas, estaba usando sus poderes, o por lo menos, intentándolo, porque no ocurrió nada.

Las mentas que hace minutos habían tomado estaban protegiéndolos de los ataques de la reina.

Sarco, al notarlo, negó divertidamente, dio unos cuantos pasos apresurados y se avalanzó hasta el castaño, haciendo así que cayeran al otro lado de el gran salón, perdiéndose de la vista del resto.

Danica de inmediato lanzó su flecha a la reina, la cual esta esquivó y corrió hasta ella. Miss Jane tomó una parte del arco y lo empujó hacía la chica, ocasionando su caída.

Jake al notar que Danica y Miss Jane estaban forcejeando, se apresuró a entrar al salón, tratando de no ser visto, y correr hasta Sharon.

Parecía pérdida, seguía arrodillada con la cabeza baja, así que al Jake tomar sus mejillas y levantar su cabeza notó como sus ojos se encontraban idos, Miss Jane de seguro la había puesto a dormir.

Volteó hacía la reina, quien seguía peleando con Danica y se apresuró a acercarse.

—¡Me querías a mí! ¡¿No es así?!

Miss Jane se detuvo al escuchar al rubio y dirigió su mirada hasta él. Danica estaba abajo de ella, oprimida por el cuerpo de la reina, sin escapatoria.

Jake se tensó al verla, era idéntica a su hermana, sus mismos rasgos, solo que ahora, con un poco más de edad.

—Jake... tengo unas cuántas preguntas por hacerte. —habló ella mientras se levantaba, soltando así a Danica

—¿Ah sí? —tragó saliva mientras dio un paso atrás inconscientemente.

La sonrisa de la reina iba en aumento con el paso de los segundos.

Pero un golpe sordo hizo a todos voltear. Danica entreabrió los ojos al ver la escena.

Sarco con los brazos cruzados y con una gran sonrisa de satisfacción y uno de sus pies aplastando el cuerpo de Gregg.

—No...

Danica se levantó apresuradamente del suelo y corrió hacia el cuerpo del chico, sin importarle tener a Sarco tan cerca.

Estaba boca arriba, sus ojos cerrados y varios moretones en su rostro, con una pequeña marca de sangre en su nariz.

La pelinegra llevó su mano temblorosa a el cuello de este para comprobar lo indeseado.

No pudo evitar dar un pequeño sollozo al notarlo.

Gregg estaba muerto.

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No me maten.

No se crean, yo amo a Gregg, a todos estos personajes, pero todo tiene alguna razón.

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