•19•

Estaban encerrados.

No había escapatoria.

Danica sacó su arma y Gregg le siguió, le apuntaron a Sarco quien se encontraba sonriente, al igual a como lo habían visto la primera vez.

—Siento eso, pero ustedes no pueden salir aún.

—¿Por qué no? —pregunta Danica, alerta a cualquier movimiento.

—Me he sobrepasado, lo siento tanto—aseguró—. No quise asustarlos, en serio.

—Queremos irnos —habló firme Gregg, mientras le seguía amenazando con la daga al ser de ojos negros.

Sarco suspiró con pesadez y negó.

—He dicho que aún no.

—Y yo he dicho que ya nos vamos — sentenció Gregg.

Se retaron con la mirada, ninguno la dejaba del otro, ninguno dijo una palabra ni se movió de su lugar. Danica tuvo que interrumpir.

—¿Qué quieres para dejarnos libres? —preguntó inquieta.

—No te aconsejo que me des esa opción, mis deseos no son nada buenos para el ojo humano. —comentó aún sin quitar la mirada hacia Gregg, quien hacía lo mismo.

—Solo dilo. —pidió.

Sarco por fin desvío su vista hasta la chica, quien le seguía apuntando con el arco, y la detalló de arriba a abajo, para que luego, a su cara volviera aquella sonrisa siniestra.

—Te quiero a ti.

La sorpresa de Danica fue muy notable al entreabrir sus labios un poco y bajar el arco inconscientemente.

Hubo un silencio denso entre los tres, nadie pronunció ni se movió. Nadie excepto Gregg, que negó mientras reía sin gracia.

—Eres más imbécil de lo que creía.

Pero Sarco solo se hundió de hombros sin quitar su rara sonrisa.

—Ella preguntó, yo solo contesté.

Danica no supo cómo reaccionar ante aquello, había bajado la guardia y Sarco lo notó enseguida, pero Gregg seguía a punto de clavarle aquella daga en su cabeza, por lo que no se movió de su lugar.

—Espero por su decisión.

—¡Es obvio que no! —volteó a ver a la chica, quien tenía su mirada perdida entre una de las paredes—. ¡Danica!

Ella lo observó y volvió a bajar la mirada, apretó los ojos con fuerza y, sin despegar su vista del suelo, respondió.

—Está bien.

Gregg la observó de nuevo, casi enseguida de haber dicho aquello, y no pudo evitar su perplejidad.

—¡¿Qué?! ¡Claro que no!

—Deja libre a Gregg, yo me quedo... contigo.

—¡No voy a dejarte aquí! —exclamó Gregg, furioso.

—Está bien —aceptó Sarco conforme, ignorando categóricamente al chico—. Ven, acércate.

Danica dudó unos segundos para empezar a dar pasos precavidos hasta él, pero Gregg la tomó del brazo antes de que se alejara.

—¿Qué estás haciendo?

—Darte libertad. —respondió obvia.

—No quiero salir sin ti, Danica. —negó—. No, no voy a irme sin ti.

—Lo siento, pero no hay otra manera.

Gregg la observó perplejo por unos segundos y ella logró zafarse de su agarre con facilidad. Caminó hasta Sarco, quien seguía en su mismo lugar con la sonrisa intacta.

—Aquí estoy —pronunció al detenerse a tan solo un metro de él—. Ahora deja a Gregg en libertad.

Sarco detalló su rostro unos segundos hasta que por fin accedió.

—Claro que sí.

De repente, las pupilas en sus ojos se tornaron completamente de ese mismo verde esmeralda que decoraba su piel, haciendo aparecer la salida de nuevo.

Gregg no se movió de su lugar, estaba seguro de que no se iría sin Danica, pero ella parecía no tener intenciones de moverse de su sitio.

—Danica...

Tan pronto y sin previo aviso Danica usó la flecha, que aún cargaba en su mano, para enterrarla en el estómago de Sarco, quien no tardaba en haber vuelto a su normalidad.

El chico se retorció, flexionando sus piernas y cayendo al suelo inmediatamente.

—¡Corre! —gritó Danica mientras se acercaba a Gregg—. ¡Vamonos de aquí!

Gregg tardó unos segundos en reaccionar, pero empezó a correr a la salida tan de pronto como lo entendió.

Estando a solo segundos de salir, Gregg sintió como algo tomaba su tobillo, bajó la vista y observó una densa cuerda del mismo tono de verde apretandose más a él. De un segundo a otro aquella cuerda lo jaló, ocasionando que cayera boca arriba dándose un leve golpe en la cabeza.

—¡Agh! —se quejó.

Danica volteó al darse cuenta de la caída de su compañero y observó como aquella cuerda empezó a arrastrarlo. Ella levantó la vista y observó a Sarco de pie, sin algún rastro de dolor y con las pupilas de sus ojos de vuelta en verdes.

—Nada de eso —pronunció lenta y siniestramente, mientras hacia que la magica cuerda arrastrara a Gregg con él.

El chico trababa de agarrarse de lo que sea que estuviera a su alcance, pero al hacerlo, eso desaparecía.

Danica veía a todas partes buscando algo que pudiera ayudarle pero por alguna razón las cosas iban desaparecido poco a poco.

—Oh cierto, no lo sabían —empezó a hablar mientras seguía arrastrando a Gregg lentamente a su lugar—. Tengo la pequeña habilidad de crear ilusiones. Por lo que todo lo que ven aquí, es solo una ilusión que no les servirá de nada.

Gregg llegó hasta Sarco y el ser extraño empezó a crear más cuerdas que rodeaban al chico poco a poco.

—¡¿Qué demonios...?! —exclamó, alarmado tratando de quitarse aquellas cuerdas de encima.

—No te funcionó el pequeño plan, Danica —comentó divertido—. Nada funcionara conmigo.

—No eres indestructible —habló Danica acercándose un poco a él—. Eres solo un personaje de un videojuego, siempre podras ser vencido.

Sarco la observó perplejo y dio una gran y macabra carcajada.

—Me encanta tu forma de verlo —admitió en carcajadas—. Me encantas tú.

Danica no supo qué hacer, observó a Gregg quien trataba de soltarse de las cuerdas que lo ataban —algo que no le estaba saliendo muy bien—, y volvió a ver a Sarco quien portaba una gran sonrisa.

Ahí, en ese momento de miedo y desesperación se dio cuenta de algo.

—Ilusión —repitió la palabra que hace poco aquel ser había pronunciado, en un susurro—. Todo lo que hay aquí es una ilusión. Hasta tú.

Sarco logró escuchar lo último ya que iba levantando la voz poco a poco, y de su cara desapareció la sonrisa.

—¿Cómo dices?

—Todo esto es una ilusión —repitió mientras se acercaba a él a pasos decididos.

Se detuvo al lado de Gregg, quien la observaba con precaución.

—Es una ilusión —le dijo al chico, con una pequeña sonrisa victoriosa en su rostro.

Gregg no lo entendió al principio, pero al saber de que trataba observó las cuerdas que se le pegaban más al cuerpo y tomó una gran bocana de aire para dejarlo salir casi de inmediato.

Gregg dejó de moverse inquieto, quedando tranquilo en el suelo mientras calmaba su agitada respiración. Así, las grandes lianas comenzaron a desaparecer poco a poco.

—¿Qué...—se interrumpió el mismo Sarco observando con estupefacción la situación.

—No estás aquí, no eres más que una ilusión, por eso la flecha no te causo nada —pronunció lentamente—. Te he ganado.

—No me has ganado, Danica. Aún no.

—¿Ah no? ¿Y qué crees que estoy haciendo justo ahora?

Cuando Sarco lo notó, ya estaba tirado en el suelo con su cabeza de lado. Danica le había dado un golpe de puños en el rostro.

—¡No! —trató de crear cuerdas para atrapar a la chica pero estas no aparecieron.

De pronto, él empezó a desaparecer junto con el resto de los objetos del lugar. Rió con ganas, divertido, y la observó con la misma sonrisa macabra. Se levantó mientras seguía desvaneciéndose e hizo una pequeña reverencia.

—Mis respetos a tu valentía. Le dije a Miss Jane que eras especial pero no me creyó —admitió divertido—. Suerte al enfrentar a mi yo verdadero, te está esperando con ansias.

Y así, la figura desapareció completamente.

Gregg ya se había levantado y fue a tomar a Danica por los hombros para arrastrarla hasta la salida.

Ella reaccionó y empezó a dar pasos apresurados junto con el chico. Por suerte lograron llegar a salvo a la selva.

—¡Eso fue una locura! —exclamó Gregg al estar lo suficientemente lejos del lugar.

Danica no dijo nada, solo respiraba profundamente, asimilando lo ocurrido. No le prestó atención a Gregg, solo cerró los ojos y suspiró, relajada.

—Espera —Gregg observó a Danica quien aún tenía los ojos cerrados—. ¡Danica, mira!

Ella bufó pero igual acató órdenes y observó a donde Gregg le indicaba.

Y allí logró divisar a tres chicos caminando sin dirrección alguna, aparentemente, se les veía observando a los alrededores.

O estaban perdidos, o buscaban a alguien.

Gregg y Danica lo entendieron. Eran Jake y el resto de los integrantes del juego ¡Eran los que habían convivido con Eliza!

¡Jake era el chico que había creado todo esto!

Y lo tenían a tan solo metros.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top