•11•
¿Idear un plan?
Sí, lo habían hecho.
¿Era bueno?
No sabrían decirlo.
Danica y Gregg estaban decididos a buscar respuestas para confirmar su loca teoría.
¿Era posible entrar a un videojuego?
Eso parecía.
¿También era posible salir?
Sí ya entraron no debería ser problema, ¿verdad?
Los chicos caminaban por el denso bosque lleno de coloridos y numerosos árboles. De lejos se podía notar lo irreal que se veía todo eso.
Las aves cantando felizmente. El cielo de un hermoso azul. Las hojas cayendo de aquellos árboles seguidamente.
Parecía a esas películas animadas que mostraba la televisión, donde todo era alegría y felicidad.
—Entonces... buscaremos a tu hermana, que no tenemos ni el mínimo rastro de ella y luego... —habló Gregg un poco confuso—, ¿no crees que esto es un poco descabellado, ojos oceánicos?
—¿Más descabellado que entrar a un videojuego? —preguntó confusa, ya se había resignado a que la llamara así.
—Bien, esto de entrar a un videojuego suena como una locura. Todo esto es una gran locura —alzó los brazos y los movió exageradamente señalando a todo el lugar—. Pero no tenemos ni idea de qué hacer al encontrar a tu hermana, no, mejor dicho. ¡Ni siquiera tenemos idea de cómo encontrar a tu hermana!
—¡Lo sé! ¡Sé que todo esto es confuso! —gritó cansada de todo el parloteo de Gregg—, ¡Sé que es raro e inentendible! ¡LO SÉ!, ¡NO TIENES QUE RECORDARMELO CADA DOS SEGUNDOS!
Gregg se calló y apretó los labios. La verdad era que estaba nervioso y cuando lo estaba no dejaba de hablar.
Danica estaba cansada de él, sobre todo porque no se callaba, y prácticamente estaba tratando de contenerse para no enterrarle una flecha en su cráneo.
Danica iba a hablar pero Gregg la interrumpió.
—¡Cuidado! —y seguidamente la empujó a un lado.
Una bala.
Era una bala lo que casi atraviesa el cráneo de la chica.
Los dos quedaron con los ojos muy abiertos, viendo la bala que había impactado contra el árbol tras ella.
Aún cuando estaban asimilando lo ocurrido, escucharon pasos acercándose a su posición.
Los dos voltearon casi simultáneamente y vieron como unas tres personas se acercaban a ellos, cargaban trajes parecidos a los que ellos tenían, en comparación que los de aquellos cubrían todo su cuerpo y portaban un arma cada uno.
Tardaron unos segundos para procesarlo pero sus piernas se movieron justo a tiempo. Los dos empezaron a correr y se escondieron cada uno en un árbol distinto, no muy separados uno del otro.
Danica no esperó más y sacó su arco para tomar una flecha de su espalda y apuntarla a uno de los atacantes. Apunto y lanzó. No fueron más que centimetros los que separaron al agresor de la flecha, la chica bramó y lo volvió a intentar.
Gregg solo se mantuvo tras el otro árbol, viendo a la pelinegra lanzar las flechas y quedó un poco perplejo al ver que la segunda sí estrelló justo en la cabeza de uno de ellos.
—¿Sí sabes usarlo? —preguntó confuso.
Ella lo miró por un segundo, incrédula ante sus palabras.
—Te dije que sí sabía.
—Es que no te creí —le confesó hundiéndose de hombros y dedicándole una sonrisa inocente—. Bien, yo también quiero mostrar mi talento con estas bellezas —dicho esto, salió de su escondite y se dirigió a uno de sus atacantes.
—¡Espera! —le gritó Danica mientras también salía de allí y corría con precaución hacia el otro.
Gregg esquivó ágilmente una bala que iba directo a su cabeza y llegó hasta el encapuchado, rápidamente le dió una patada en su torso, logrando dejarlo en el suelo y el hacha que cargaba en su mano la estrelló en el mismo lugar.
Danica, por otro lado, solo le apunto con mucha agilidad al otro encapuchado y, antes de que este levantara su arma y le disparara, ella soltó la flecha haciendo que impactará en su cabeza y cayera al suelo.
Y tan rápido como aparecieron... también se esfumaron, quedando solo cenizas.
Gregg, quien se encontraba encima de su atacante enterrando una de sus dagas —sacadas de su traje—, en diferentes lugares, se sobresaltó y apartó rápidamente al darse cuenta que se estaba deshaciendo.
—¿Qué es...? —se interrumpió él mismo.
Los dos chicos se quedaron observando las cenizas unos segundos mientras controlaban su respiración, seguidamente Danica caminó hasta Gregg y tomo la daga que seguía en manos del chico.
Al tenerla se dio cuenta que no había sangre en ella.
—No eran reales —observó al castaño—. Eran partes del juego
—¿Seguimos creyendo que estamos en un videojuego? —preguntó poniendo los ojos en blanco.
Danica le devolvió la daga.
—Creí que te temblaría el pulso para hacerle algo —le dijo ignorando la pregunta anterior.
—No fue mi primera pelea a mano armada —confesó tranquilo—. Tu estuviste increíble apuntado a sus cabezas —le señaló.
—He practicado lo suficiente para saber usarla —confesó con la misma tranquilidad.
—Cada vez obtienes más respeto de mi parte, ojos oceánicos —le dijo con una media sonrisa en la cara.
—Y tu cada vez haces que tenga más ganas de enterrar una flecha en tu lindo rostro —le sonrió falsamente.
—Has admitido que te parezco atractivo —comentó con una mano en la parte derecha de su pecho, Danica rodó los ojos con hastío y camino hacia el otro lado—. Sabes, eso es un gran avance.
—Sí, tienes la típica carita de niño rico, mimado y mujeriego.
—¡Ya empezamos de nuevo! —exclamó Gregg dramáticamente.
—Solo digo la verdad —se excusó.
El castaño dió unos pasos rápidos para alcanzarla y llegar a su lado.
—Porque sea la verdad no tienes que decirla a cada rato —frunció el ceño—. Ahora me haces sentir mal de mi naturaleza.
—¿Naturaleza? —preguntó sin entender a qué se refería.
—Sí, a como soy —explicó—, me defines como la peor basura del mundo.
—Tal vea lo seas.
—No me conoces.
—Y no quiero hacerlo —aseguró y empezó a dar grandes pasos para alejarse un poco de él, pero le fue imposible porque seguía llegando hasta ella.
—¿Por qué no? —preguntó al volver a llegar a su lado.
—¿Para qué querría hacerlo?
—Tal vez consigues a alguien con quién puedas tratar en un futuro —se hundió de hombros.
Hubo nada más que unos segundos de silencio cuando Danica habló.
—Tu acento...—
—¿Qué tiene mi acento? —la interrumpió frunciendo el ceño de nuevo—. ¿También odias a las personas con este acento? ¿Otra amiga tuya también salió herida por alguien que tenía este acento?
—¿Eres británico? —preguntó ignorandolo.
—Sí lo soy —contestó—. ¿Ahora me dirás qué me aleje porque estás en guerra con los británicos?
—¿Todo el tiempo eres así de antipático? —suspiró ruidosamente.
—¡¿Antipático yo?! —preguntó incrédulo— ¡Antipática tú que no has dejado de juzgarme desde que nos conocimos!
—Solo hacía la pregunta para tratar socializar, pero veo que eso no está en tus planes.
Gregg paró de caminar, cerró los ojos y suspiró, estuvo así por un segundo. Había abierto la boca para pronunciar algo pero no llegó a decir nada.
Danica había parado cuando él lo hizo, y ahora lo miraba extrañada. Y por si fuera poco, de la nada, el empezó a reir.
—¿Qué te ocurre? —soltó tajante.
—Es que en un momento me estás criticando hasta el apellido y al otro simplemente quieres... socializar —explicó entre risas—. Lo siento pero no te comprendo.
Danica alzó las cejas y lo observó por un segundo, para luego volver a caminar.
—Tal parece que tendremos que estar mucho tiempo juntos, por lo que espero que en algún momento lo hagas —se detuvo pero no se volteó—. O no, la verdad no me importa.
Gregg se quedó viéndola perplejo, mientras ella siguió su camino sin rumbo dentro de la selva.
No entendía a esa chica.
Pero lo que sí entendía es que nunca se había cruzado con nadie igual.
Le gustaban las personas diferentes y, por alguna razón, veía algo lindo en ella que parecía que no mostraría. Eso lo intrigaba mucho más.
Quería saber más sobre esa chica, estaba seguro de ello.
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