26- Poniendo el reino en orden
Todos en el estudio de Aioria se quedaron en silencio mientras el lord Gestalt entraba. Kardia sujetaba con fuerza el paquete lleno de documentos relacionados con Atenas. El rey se enderezó desde donde estaba apoyado en el escritorio.
Shura estaba en el lado más alejado de la habitación del rey, tratando de mantenerse dentro de las sombras que la luz del sol delgada de la única ventana no alcanzaba.
Por su parte, Aioros esbozó una brillante sonrisa.
-¡Gestalt! ¡Primo!.
El castaño se acercó y atrajo al otro hombre en un breve abrazo. No se veían a menudo, ambos no eran muy diferentes en intereses aunque sí en edad, por lo que las pocas veces que habían estado juntos habían sido un placer para los dos.
-Escuché sobre tu padre. Lo siento. Fue una tragedia. Era un buen hombre...
-Gracias, Aioros...
La sonrisa de Gestalt era melancólica.
-Todos lo extrañamos, y nunca localizamos a los sinvergüenzas que lo asaltaron y lo mataron. Es mi mayor derrota desde que me hice cargo de todo, que nunca logré vengar a mi padre...
Los nudillos rozan brevemente la mandíbula de Aioros.
-Es una maldita vergüenza. Mi padre Regulus habría estado orgulloso de ver al hijo de su hermana pequeña en el trono de Esparta.
La forma en que expresó la oración parecía insinuar que tanto Gestalt como su difunto padre habrían preferido que Aioros sucediera a Káiser como rey.
El castaño apretó el hombro de su primo favorito.
-Aioria nos hará sentir orgullosos a todos...
Aioros se volvió e instó a su primo a que se acercara más al escritorio.
-Mi rey...
La cabeza de Gestalt se inclinó.
-Señor Gestalt...
La respuesta de Aioria fue pronunciada en voz baja.
Era un momento incómodo. Gestalt era varios años mayor que Aioros y las pocas veces que Aioria se había encontrado con él antes de su coronación, el rubio había sido mayormente ignorado por el mayor.
Aioros interrumpió, sacando a relucir sin rodeos el tema que ambos necesitaban discutir.
-Supongo que sabes que esto se trata de Marín...
Soltó el hombro de Gestalt para colocarse a medio camino entre Aioria y su primo. Éste asintió.
-A mi padre siempre le agradaste, Aioros. Tenía la esperanza de que hicieras una pareja con mi hermana, aunque Káiser no quería ni oír hablar de eso...
-Ella siempre ha sido una niña dulce...
-Ya no es una niña, primo. ¿No la viste en la coronación?
-El día fue un poco... abrumador...
Aioros se encogió de hombros. No había tenido ojos para nadie más que para su adorado hermano.
-La vi. Estaba a tu lado...
Aioria retomó la conversación.
-Una joven encantadora con un vestido azul pálido. Muy tranquila, muy serena...
Comentó con tranquilidad.
-Marín también es una chica muy buscada. Ha habido cinco propuestas de matrimonio sobre ella solo este año...
-Pero sería preferible una oferta del Rey de Esparta ¿correcto?
Aioros fue al meollo del asunto.
Gestalt echó un vistazo en dirección a Kardia, antes de volver sus ojos a Aioros.
-O del capitán del ejército de Esparta...
Al parecer, no quería que su hermana se casara con Kardia, a pesar de que era el único heredero existente del imperio. Un silencio incómodo cayó sobre todos ellos cuando cada uno se dio cuenta de cuál tenía que ser el siguiente paso.
Shura fluyó hacia la brecha, dando un paso hacia la luz.
-El rey Aioria necesita una chica que haya sido criada y educada para manejar una corte. Le gustaría casarse con tu hermana, Lord Gestalt... y tú quieres lo mejor para Marín. No hay nada más real que ser la Reina de Esparta...
Shura señaló un pergamino sobre el escritorio.
-Esas son las condiciones que ofrece Aioria con respecto a su dote, concesiones de buena voluntad y el precio de la novia. Léalas y comuníquese con él antes de la cena de esta noche...
Las mejillas de Aioria se pusieron rojas. Gestalt pareció escandalizarse ante el tono mercenario en la voz del pelinegro.
-Y tú eres...
-Él es Shura...
Intentó explicar Aioros a su primo.
-Shura es...
Vaciló.
-Shura es un asesor especial del trono, que trabaja bajo la autoridad directa de Aioros...
Terminó el rey por su hermano.
Los ojos de Gestalt se entrecerraron.
-¿Te conozco?
La sonrisa del pelinegro era terriblemente engreída.
-No, no lo haces. Aunque tuve tratos con tu padre y tu familia, en nombre del rey Káiser en un buen número de ocasiones...
Acercándose, Shura recogió el contrato de matrimonio y se lo presentó al joven.
-Míralo y si estás de acuerdo, el rey Aioria requiere que se firme lo antes posible...
-Shura...
El tono del monarca era molesto. Girando hacia el joven rey, la voz del nombrado se elevó.
-Todo este imperio depende de dos muchachos de dieciocho años sin hijos...
Afirmó sin dudarlo.
-No tienes tiempo que perder, mi rey. Si Lord Gestalt no está interesado en convertir a su hermana en la Reina de Esparta, debes averiguarlo de inmediato y elegir a otra chica...
Volviéndose ligeramente, Kardia fue señalado.
-Tampoco tú, príncipe Kardia, tienes mucho tiempo para jugar. Cada concesión que Aioria te ha hecho es temporal. Nunca serás más que un gobernador glorificado en Atenas. No volverá a ser un reino independiente hasta que tu HIJO herede. Tu hijo será rey, así que será mejor que te encargues de engendrar uno pronto y con una esposa apropiada.
Kardia lo fulminó con la mirada, pero no pareció desconcertar a Shura en lo más mínimo.
Al ver que comenzaba una discusión privada, Gestalt se aclaró la garganta.
-Marín y yo tendremos una respuesta para usted en dos horas. Si todo sale bien, la boda se puede anunciar en la cena de esta noche, su majestad...
-Gracias, Gestalt...
Aioros se dio a la tarea de acompañar a su primo hasta la puerta.
-'¿Un consejero especial del trono?'
Kardia imitó, una vez que Gestalt se hubo ido. Se burló de Shura, quien arqueando las cejas, miró a Aioria.
-Él sabe cosas...
Comenzó el rey.
-Él sabe más sobre política e intriga que nosotros tres juntos. No voy a desperdiciar ningún recurso en este momento...
-No puedes confiar en él...
Contrarrestó Kardia, frunciendo los labios.
-Ya no tienes ataduras con él. Ni siquiera te ha jurado lealtad, Aioria. No tiene lealtades...
-Eso no es cierto... Hay una cosa en todo el mundo que a Shura le importa...
Todos miraron a Aioros, quien frunció el ceño al sentirse el centro de la atención.
-Aioros, como capitán del ejército...
Preguntó el rey
-¿aceptarías la responsabilidad de supervisar a Shura si lo retengo como... observador independiente y asesor en tácticas políticas?
-Solo di 'espía', rey bonito...
Shura sonrió.
-Todos sabemos que eso es lo que quieres decir...
Aioria se encogió de hombros.
-Según las historias, eras una especie de guarda bosques, un vigilante en los confines del norte antes de ser elegido como un recipiente del demonio. Espero que sigas aún activo...
Aioria miró a los engañosamente apacibles ojos verdes del pelinegro.
-¿Me jurarás lealtad una vez más, como un hombre esta vez? ¿Asumirás el puesto?
Hubo una larga pausa. Shura frunció los labios.
-Lo haré, con una condición...
Miró a Kardia, su boca dibujando una sonrisa.
-El príncipe Kardia también tendrá que casarse. Quiero la tarea de elegir a su novia. Quiero que prometa casarse con cualquier novia que elija para él...
-Eso es absurdo!
Objetó el peliazul.
-¿Ya tienes a alguien en mente?
El rey le preguntó a su hermano.
-¿O simplemente ibas a tomar a quien el consejo te sugiriera?
-No quiero casarme.
Kardia acercó a su pecho los documentos que le otorgaban el control de Atenas.
-Yo tampoco.
Espetó el rubio.
-Pero Shura tiene razón. Ambos necesitamos hijos... rápido. Una chica es muy parecida a otra cuando no quieres a ninguna en particular...
Él suspiró.
-Por favor, hermano. Me vendría bien la ayuda que ofrece. ¿Aceptarías su elección de novia?
-Solo quiero ir a casa, Aio... Eso es todo lo que siempre he querido. Sólo quiero tomar... lo que es mío...
Kardia tartamudeó verbalmente para evitar decir el nombre de Milo.
-...y volver a Atenas.
-Yo te la traeré...
Ofreció el pelinegro.
-Dentro de un año te traeré una esposa y espero que te lleves una grata sorpresa.
-Kardia, por favor...
Trató de convencerlo el rubio.
-¿Puedo irme mañana o tengo que quedarme aquí para tu boda, Aioria?
-Puedes irte, si es lo que quieres...
-¿Y nos despedirás a ambos... como corresponde a los hermanos del rey?
Kardia empujó un poco más.
-Kardia...
El peliazul advirtió su tono.
-Solo trátala como MI hermana se merece, incluso si no quieres reconocer que ella también es tuya. Eso es todo lo que pido...
Negoció.
-Dale un poco de dignidad. No nos hagas escabullirnos de aquí como mendigos no deseados.
-¿Y aceptarás a cualquier chica que te traiga Shura y te casarás con ella sin armar un escándalo?
La nariz de Aioria estaba arrugada, como si un mal olor lo estuviera molestando.
-Lo haré, lo prometo.
-Entonces te despediré felizmente a las nueve de la mañana en el patio, hermano mío... y me despediré cortésmente de TU hermana.
Demasiadas veces en su vida Aioria se había parado en el patio de la Torre despidiéndose de una persona u otra.
Había una dulzura amarga en esta despedida en particular, realmente extrañaría a Kardia.
Su infancia ahora se había ido por completo. Ambos jóvenes estarían ocupando puestos exigentes en diferentes partes de Grecia. Se verían sólo una o dos veces al año. Sin embargo, esta separación significaba que, si él lo deseaba, Aioria probablemente podría evitar hablar con Milo por el resto de su vida.
Después de tantas repeticiones de despedirse de Aioros mientras Kardia le ofrecía su apoyo, era especialmente extraño hacerlo al revés.
Aioros y Shura se quedaron a la izquierda y detrás. Marín, que ya representaba el papel de la futura esposa del rey, estaba a la derecha con una dama de compañía acompañándola.
Kardia y Milo estaban cada uno junto a una montura que esperaba. Aioria raspó levemente sus pies mientras se acercaba a la pareja. Mantuvo su mirada en su hermano tanto como le fue posible.
Sin embargo, Kardia no permitiría la evasión. El trato había sido que Aioria le daría a Milo una despedida adecuada, y se lo hizo cumplir.
Agarró el brazo del rubio y lo giró a propósito una vez que estuvieron lo suficientemente cerca.
Los medios hermanos se miraron el uno al otro. Milo encontró su voz primero.
-TE EXTRAÑARÉ, Aioria. Te amo. Siempre lo he hecho. Realmente estaba pensando en tus mejores intereses-
-No lo hagas.
Aioria negó con la cabeza.
-No quiero pelear contigo.
Agarrando los hombros de la muchacha, se inclinó para besarla en la mejilla, retrocediendo sobresaltado cuando ella intentó volver su boca hacia el beso.
-Por favor, no...
Repitió con firmeza.
-Marín está mirando.
La barbilla de Milo se levantó.
-Tú no la amas...
-Pero me voy a casar con ella...
Respondió el rubio en voz baja.
-Y hoy todo se trata de apariencias, no de emociones, o no estaría aquí contigo...
Mientras Milo se quedaba inmóvil con una ira repentina, Aioria le dio un beso fugaz en la mejilla y se retiró rápidamente.
Kardia frunció el ceño.
-Esto no es exactamente lo que quería...
-Lo sé, lo siento...
Acercándose a su medio hermano, Aioria colocó ambas manos en el cabello largo peliazul y, ahuecando los lados de su cabeza, Aioria lo atrajo hacia adelante para que sus frentes se tocaran.
-Lo siento, hermano, pero la herida aún está fresca y es difícil fingir lo contrario.
-Ambos te amamos, Aio...
Kardia posó sus propias manos sobre los hombros de Aioria con los pulgares rozando su cuello dorado trenzado.
-Estoy preocupado por ti... por estar aquí solo con Aioros cuidándote...
-Aioros me cuidó durante años, toda mi vida, mejor que mi padre y mi madre. Estaré bien. Eres tú quien me preocupa, Kardia.
-Ella me ama...
Le aseguró.
-Sé que ya no confías en los motivos de Milo, pero creo que ella realmente me ama... y yo la amo...
Se saludaron con un solo beso, y luego Aioria retrocedió. Su expresión era grave.
-Es una pena que te pierdas mi boda, pero en un año celebraremos la tuya juntos, hermano mío...
Forzó una sonrisa.
-Estoy ansioso por ver Atenas. Nunca antes he estado allí...
Aioria recordó en el último momento.
La cabeza de Kardia se inclinó.
-Esperamos verte de nuevo... sin importar las circunstancias...
Su disgusto por la próxima boda era claro.
-¿Aioria?
El tono de Milo era expectante.
-Adiós Milo.
Dándose la vuelta, el rey subió los escalones, dándoles espacio para montar y permitiendo que los caballos tuvieran suficiente espacio para moverse si lo necesitaban.
Los ojos de Aioria se movieron rápidamente hacia Aioros y Shura, pero se movió a propósito para pararse junto a Marín. Su postura era rígida.
Cuando el calor tranquilizador de la mano de Aioros se posó en su hombro, alivió un poco su tensión. Los dos hombres se habían acercado para presentar un frente unido. Aioros se había colocado justo a la espalda de Aioria.
Milo se subió a la silla de montar, lanzó una mirada desagradable en su dirección e hizo girar a su yegua y alejarla.
Los ojos de Kardia se demoraron un momento, pero se apresuró a perseguir a su hermana cuando ella salió disparada.
-Ojalá...
Comenzó Aioria.
-El año que viene es el año que viene, pequeño...
Interrumpió el castaño la frase.
-Déjalo ir hasta entonces. Tienes otras preocupaciones en las que pensar.
Asintiendo, Aioria se volvió hacia su prometida.
-¿La acompaño de regreso a las habitaciones de su hermano, milady, o hay otro lugar al que desee ir?
-Oh...
Marín volvió sus ojos color miel hacia Aioros.
-No se me ocurriría distraerlo de asuntos importantes, mi señor Aioria. ¿Quizás su hermano podría acompañarme a las cocinas? Deseo inspeccionar al personal...
-Aioros debe dirigirse para el patio de entrenamiento, Lady Marín.
Shura intervino con gracia y agarró el brazo de la chica.
-Pero me encantaría escoltarla por la torre mientras el capitán y el rey atienden sus asuntos.
Si estaba decepcionada por la sustitución, la niña lo cubrió perfectamente. Shura estaba dotado de una sonrisa recatada.
-Es usted muy amable, señor. Gracias...
-Entonces te veré en la cena esta noche.
Aioria inclinó la cabeza ligeramente antes de darles la espalda al pelinegro y a su prometida.
Cuando empezó a caminar, Aioros siguió el paso de él.
-No te decepcionará, Aio... Sospecho que Shura valdrá su peso en oro para ti antes de que termine este año.
La sonrisa de Aioria era tensa.
-Lo sé...
Llegaron a la separación de sus caminos demasiado pronto.
-No te esfuerces demasiado peleando, hermano.
-Lo sé, lo sé. Estoy muy fuera de forma, pero tendré cuidado...
Impulsivamente, Aioros se estiró y alborotó el cabello del rey tanto como lo permitía el aro en su cabeza.
-Y no esfuerces tu linda cabeza. Te veré en la cena también... si no antes...
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