Capitulo 1: Culpa

Todo era su culpa....su culpa. Parecía gracioso que al fin de cuentas no importara que tan duro lo intentara jamás iba poder ser un héroe.

No importa que tanto se esforzara, la sangre en sus manos no se iba. Aún seguía siendo el mercader de la muerte.

Cada cosa que tocaba, era dañaba hasta dejarla en la nada misma....Su madre, Jarvis, Pepper, Rhodney, los Vengadores, Steve, sus niños....sus bebes. Todo lo que alguna vez había amado era corrompido por él, de alguna forma siempre terminaba cagandola. Y al fin de cuenta terminaba hundido en la oscuridad y soledad. Yinsen tenía razón, era un hombre que lo tenía todo pero nada al mismo tiempo.

Estaba muy pero muy cansado. ¿No había acaso sufrido lo suficiente ya? ¿Acaso el haber perdido a su dulce madre no era suficiente castigo? ¿Acaso el haber perdido a sus bebes no había sido suficiente? No. También tuvo que perder a su Alfa con tan solo 15 años. Le había costado tanto recuperarse luego de la pérdida de su Alfa Peter y de sus bebes Benjamín y Rachelle. Y cuando creyó que finalmente todo podría estar bien...que era feliz nuevamente. Todo se desmoronaba como un castillo de naipes a la intemperie. Steve le había mentido. Su Alfa, aquel que le prometió que lo protegería sobre todas las cosas. Había sido el primero en engañarlo. De mentirle. Él sabia cuanto amaba a su madre y cuanto culpaba a su padre por arrebatársela. Y por primera vez desde que tenía memoria, Howard no había sido culpable de su dolor.

¿Por qué Steve? ¿Por qué no fui suficiente para ti? ¿Por qué no fuimos suficiente para que te quedaras a nuestro lado?
Silenciosas lágrimas recorrían sus congeladas mejillas mientras miraba el cielo estrellado. Sintió algo húmedo recorrer sus piernas y supo que era muy posible que estuviera perdiendo a su bebe. Su bebe, un hijo producto del amor que sentía por su Alfa.

- Lo siento James...lo siento tanto. Solo te prometo que a donde vamos a ir, el dolor ya no nos alcanzara. Estaremos todos juntos. Tus hermanos, tu abuela y yo....estaremos todos juntos al fin- coloco tiernamente su mano entumecida sobre su vientre apena abultado.

Ahora todo lo que le quedaba era esperar hasta que la muerte viniera por él. Ya no sentía sus piernas ni sus manos, y el frio de la cruel Siberia se le calaba hasta los huesos. Le costaba respirar, seguramente tenía un par de costillas fracturadas a causa del escudo. Lo último que alcanzo a ver era un cuervo tan oscuro como la noche y de unos brillantes ojos morados, antes de caer en manos de la oscuridad.

El cuervo sobrevoló el cuerpo caído hasta posarse sobre su lado izquierdo y transformarse en una linda jovencita de pelo oscuro y ojos violetas

- Al fin te encontré mamá...

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