Cap7 Romeo Saves Me

Lauren.

Ha pasado una semana, una semana donde intento ser invisible antes los ojos de Samuel. Las palabras de Jack resuenan aun en mi cabeza, que debo sanarlo si tanto me importa, pero ¿Cómo voy a sanarlo?, si realmente yo aún no sano.

Acomodo mi ridículo uniforme y veo mi reflejo en el espejo. Trato de ser una chica segura de mi misma, pero solo veo una frágil muchacha con miedo y con una atracción por un imbécil drogadicto. Le hago dos trenzas diminutas a mi pelo y le agrego algunos brillos a estas. La música de Taylor resuena por toda mi habitación, ¿Cómo es posible que cada canción describa mi situación sentimental? Es la puta ama.

—Jovencita, si sigue demorándose el autobús se le va a ir. ¿Quieres eso?

Mi madre permanece en el umbral de mi puerta, con los brazos cruzados y su mirada retadora. Resoplo fastidiada y agarro mi mochila para salir a buscar el autobús, el cual no se demora. Me acomodo en la última fila y agarro mis auriculares, cuando me fijo en un chico que no paraba de saludarme.

— ¡Hey! ¿No te acuerdas? —Me grita el muchacho haciéndome una seña de correr. Trato de forzar mi mente, pero realmente no me acuerdo— Soy Joshua.
¡DIOS! ¿Cómo podría olvidarme de este monumento?

— ¡Oh, por dios! Discúlpame.
Josh se acerca a mi asiento y besa mi mejilla rápidamente.

— ¿Qué haces acá?

—Voy a comenzar nuevamente en la escuela, es realmente excitante regresar.

Intento sonreírle pero termino haciendo una gran mueca. Josh se da cuenta que me siento incomoda y se sienta a mi lado en silencio.

— ¿Siempre eres tan callada? ¿Tan misteriosa?

—Si te digo que sí, me dejaras tranquila.

—No.

Me rio y enciendo mi MP3, necesito desconectarme de este mundo real. La música de Taylor comienza a inundar mis oídos y me pierdo en ellos.

(…)

Las clases han sido sumamente aburridas y solamente quiero irme a mi casa, para ahogarme en mi cama. El famoso timbre suena y solamente me quedan un turno de clases para huir de este lugar.

Voy camino para el gimnasio, por suerte Fernanda me acompaña en esta momento, debido a que mi felicidad se esfuma al ver a Fabiola y Samuel en esta clase. Sam se encuentra con la mirada perdida en una esquina mientras que Fabiola se prepara para practicar voleibol en el equipo contrario al mío.

— ¿Segura que quieres jugar? —Me pregunta Nanda casi susurrándome y agarrando su pelo en una coleta alta.

—Claro, ¿Por qué no jugaría?

El entrenador suena el silbato y da por iniciado el partido. Yo me encuentro en el banquillo, esperando mi turno. Observo simplemente como Fabiola es una de las mejores jugadoras y en cada victoria, le tira un beso a Sam que no la observa a ella, sino a mí.

Mi equipo comienza a perder y el entrenador decide que lo mejor es que entre por mi estatura y mi experiencia en mi antigua colegio. Fabiola me observa con una mirada retadora y yo simplemente la miro con aire de superioridad.

¡Vamos Lauren! Tenemos que mostrarle quien manda acá.

Me posicionan en la zona de delantero centro, el equipo de Fabiola comienza la partida sacando la pelota que es recibida por mi equipo y defendida con uñas. El otro equipo remata enseguida y me toca a mí atacar, haciendo que la pelota toque el piso de la zona contraria.  Enseguida el equipo se reunió contento, miro a la chica que no puede creer que no haya podido ver ese movimiento ya que tiene mi misma posición opuesta.

Observo a Sam quien ahora se interesa más por el juego.

Volvemos de nuevo a jugar, le toca a Fernanda sacar y llega al otro equipo sin problemas. Fabiola intenta atacar pero enseguida formo una barrera que hace que la pelota rebote y caiga en su rostro, haciendo que se tire al piso.

— ¡FAB! ¡FAB! —Gritan unas chicas que estaban en el banquillo y corren hasta donde se encuentra ella tirada. — ¿quieres hielo?

Trato de no reírme y paso rápido por debajo de la red, para ver cuál ha sido el  “gran” daño, pero solamente tiene una nariz roja.

—Eso son cosas que pasan en el deporte chicas —Grita el entrenador apuntando unas cosas en su tablilla— Dejen de ser unas berrinchudas y sigamos el juego.

—Pero…. Mira el estado de su nariz.
Menciona una de las seguidoras de Fabiola.

— ¿Tiene sangre? No, verdad. —Les grita nuevamente y suena el silbato.

Vuelvo a mi posición y observo a Samuel quien tenía una gran sonrisa en su rostro.

Media hora más tarde, se acaba el juego que termina con una victoria de mi equipo. Voy a las duchas y me quito el sudor del juego. Me pongo el uniforme y peino mi pelo, cuando lo veo apoyado en el umbral de la puerta del baño.

—Vaya… no te bastó que nos mandaran a detención por estar en el baño de chicas.

—Eres bastante rencorosa fresa salvaje.

Termino de peinarme, coloco mi mochila en un solo hombro y comienzo a caminar para la salida, pero soy interrumpida por él.

— ¿Podrías dejarme salir?

—No.

—Entonces tendré que usar la fuerza.

Intento patear su zona intima cuando se quita rápidamente de al frente. Ruedo los ojos por quinta vez en el día y voy hasta el parqueo para ver que el autobús se había ido. Me maldigo internamente y observo a Samuel que juega con sus llaves.

—Creo que no tienes otra opción que irte conmigo.

Le hago una mueca, para irme caminando hasta la parada del transporte público. Me coloco un audífono y me siento para simplemente esperar. Sam parquea el auto enfrente de la parada, y me hace señales que me monte. Le saco el dedo del medio y saco enseguida mi teléfono, para ubicar el próximo autobús, pero para mí mala suerte, ya había pasado y el próximo demora 1 hora.

Sin otra salida, comienzo a caminar hasta el auto de Sam quien celebra con una sonrisa.

— ¿A dónde vamos?

—Solo quiero que me lleves a mi casa.

—Pues, yo quiero que me acompañes a un sitio.

Sin poder protestar, arranca su auto a toda velocidad, sin importar las leyes del tránsito y el gran transito que hay a esta hora. Su auto frena al frente de un local de tatuajes, mi corazón esta acelerado, podía haber muerto por su culpa.

— ¿No entiendo que hacemos acá?

—Quiero hacerme un tatuaje. —Abre la puerta y me deja sola en su auto. Sin otra cosa que hacer me bajo del auto y sigo su camino.

Entro en el lugar, el aroma es bastante acogedor y se escucha de fondo el sonido que emiten las máquinas de tatuajes. Las paredes tienen dibujos hechos a mano como muestrario, hay una recepción donde esta una muchacha trigueña llena de tatuaje que atiende animadamente a Samuel.

— ¿Tienen servicios de perforador de nariz?

Pregunto mientras observo los diseños en la pared. Sam me observa un poco extrañado de mi pregunta.

—Si muchacha, ahora mismo está libre ¿Quiere el turno?

—No, ella no quiere nada. —Responde mi acompañante rápidamente y trata de llamar la atención.

—Sí, lo quiero. — Sentencio y lo miro con una sonrisa de triunfo. — También quiere un turno para tatuarme.

— ¡Lauren! Creo que es suficiente.

Me cruzo de brazos, me encojo de hombros y doy una sonrisa burlona.

—No eres nadie Sam, soy mayor y decido por mí misma.  —Comienzo a caminar hasta la dirección donde me indica la muchacha— Además, realmente no me conoces.

—Entonces déjame conocerte.

Mi corazón comienza agitarse, puedo jurar que suena Wildest Dreams a todo volumen en el local. ¿Seré capaz de abrirme a él? 

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