Cap5 Un chico llamado Josh
Ruedo los ojos por quinta vez y suelto el aire que tenía concentrado en mis pulmones. A mi mamá se le ocurrió la grandiosa idea de hacer una terapia para fortalecer nuestras relaciones maternales, yo lo que realmente quería era quedarme en casa comiendo chuches y ver un maratón de Maze Runner, ¡Por dios! ¡Qué bueno esta Dylan O brien!
— ¿Eso se demora mucho?
Pregunto mientras muevo mis pies con aburrimiento, mi madre solamente respira para no soltar un disparate y sigue manejando en nuestro pequeño y modesto carro.
—Se tiene que demorar lo que la especialista decida, así que espero que cooperes.
Digo un ok corto, mientras mi madre sonríe satisfecha y estaciona el auto en un enorme edificio que tiene pinta de ser un manicomio, literal la gente visten las típicas batas blancas de los hospitales. Me limito a mirar a mi madre y caminar detrás de ella, cuidando siempre por mi vida.
Entramos al local quien enseguida nos atendió 2 chicas con unos folletos en sus brazos que nos entregaron con una sonrisa en su rostro. Por la actitud de todas las trabajadores que trataban con una sonrisa en el rostro, comencé a asustarme un poco e incluso intente salir del lugar pero mi madre me tenía retenida a su lado.
—Mamá, este lugar apesta demasiado. No crees que es mejor irnos hacer terapia de maternidad a un Burger King u otro lugar.
—Lauren Marcela Vega, compórtate. Este lugar me lo recomendaron demasiado, además necesitamos terapia urgente.
Ruedo los ojos y vuelvo a sentarme en las sillas incomodas mientras espero que sea nuestro turno para ser atendidas. La secretaria de la doctora nos entrega unos formularios bastantes extraños, con preguntas absurdas ¿Te drogas? Sí ¿Cuál droga utilizas? Taylor Swift brother.
—Pon que tienes problemas para socializarte.
— ¿Es obligado? Tengo amistades aunque no lo creas.
— ¿Tus audífonos?
—Claro, ellos cuentan.
Mi madre rueda los ojos y oculta una sonrisa sencilla. Creo que era la primera vez en meses que no veía a mi madre reírse con las boberías que hablo. La doctora sale para decirnos que somos los próximos, así que mi madre me agarra de mi brazo para evitar que salga corriendo.
Entro a la consulta, bastante cómodo para decir la verdad, el sofá es de color morado y muy acolchonado perfecto para hacer la siesta de la bella durmiente. Las paredes son de color lila y una pared está llena de reconocimiento, sumándole los diplomas de esta mujer.
Se sienta delante de nosotras con un vestido blanco largo, su pelo castaño recogido en una trenza. Se acomoda en su asiento, cruza las piernas y nos observa.
—Buenos días, soy la doctora Elena Martínez y voy hacer su terapeuta por este largo proceso.
¡Este proceso va a convertirse en algo doloroso y tormentoso! Mi madre comienza a contar nuestra historia desde el principio, señalando que vivíamos en México, la muerte de mi padre y mi ascenso como chica rebelde.
—Lauren es una chica que no se relaciona, odia estar pegada al teléfono pero se la pasa todo el tiempo escuchando su mp4 con música de la Taylor Swift.
—A Taylor se le respeta —Me quejo en forma de burla, pero por la cara de la doctora decido cerrar mi boca.
—Se pasa todo el día siendo una niña rebelde, malcriada y me culpa de vivir acá cuando hago esto por ellos.
Mi actitud fue de convertirme en un iceberg nuevamente ¿Cómo era incapaz de llamarme malcriada luego de lo que pasamos? Me levanto de mi asiento y respiro tres veces antes de contestarle.
—Lauren, no hemos terminado.
—Doctora, se puede meter la terapia por donde le quepa.
Le sonrió y salgo de la consulta con altos niveles de estrés. Decido ir a la cafetería para tomarme un café bien cargadito y un pan con jamón. Me siento en el primer asiento que veo libre y al rato un chico se sienta a mi lado.
— ¿Qué haces imbécil? ¿Quiero tranquilidad?
—Hago lo que quieras si me dejas acá unos segundos.
— ¿Estas huyendo? —Le pregunto alarmada y este asiente pero me dice que haga silencio y que siga comiendo.
Tomo un sorbo de mi café mientras lo observo detenidamente, su rostro se me hace sumamente conocido, su pelo estaba escondido en una gorra negra, su ropa es de un chico rico y más que mimado. Agacha su cabeza de vez en cuando e incluso logra quitarme un poco de mi pan.
— ¿Al menos me dirás tu nombre?
—Me llamo Joshua Buzonil, pero todos me dicen Josh. ¿Y tú?
—Lauren Vega.
Vuelvo a tomar mi café y lo sigo observando como si fuera un asesino en serie.
— ¿Te gusta el peligro?
—Depende.
—Necesito huir de este lugar, o me voy a volver loco.
No veo por qué no ayudarlo, ¿No sé por qué mi madre dice que no hago amistades? Pago mi café y mi pan, para seguir al chico llamado Josh. El saca de su bolsillo de la chaqueta unas gafas que me tiende, pero realmente me niego a ponérmelas, están bastante horribles.
— ¿Por qué huyes de este lugar?
Mi curiosidad últimamente está bastante activada y no veo por qué no preguntarle. Le estoy ayudando a escapar de este sitio, merezco una explicación.
—Creo que eso quedara para una segunda cita.
Ruedo los ojos y le toco la frente.
— ¡UPS! Pensé que tenías fiebre, es que estas delirando.
Josh comenzó a sonreír y enseguida escuchamos unos hombres que comenzaron a gritar su nombre. Tomo mi mano, me mira detenidamente para darme la señal de correr con toda mi vida y comenzamos a corretear por todo el hospital, pero las salidas se encontraban selladas.
Mis pies comenzaban a flaquear, el cansancio comenzó a apoderarse de mí y quise parar varias veces pero fue incapaz que Josh me dejara después de tener a medio hospital detrás de nosotros. La suerte simplemente estaba de nuestro lado cuando vimos una ventana abierta, había que saltar una considerable distancia pero no consistía en peligro.
Josh bajo primero y luego salte yo, mientras me esperaba abajo, me ayudo a pararme y seguimos corriendo hasta estar un poco lejos del hospital.
—Libertad ¡SIIII! —Gritaba como todo un loco e incluso besaba el piso. —Gracias Lauren, eres mi salvadora ¿Te invito a comer algo? ¿Te apetece el Burger King o lo que sea?
Comida y yo, funcionamos como uno solo, así que no me podía negarme.
Nos montamos en un taxi y llegamos al Burger King, hicimos nuestro pedido y nos sentamos en una mesa para descansar.
—Dios, que cansancio tengo. No había corrido tanto desde hace rato.
—Te debo la explicación ¿No?
—Josh, solo espero que no seas un asesino en serie que ayude a escapar. Tranquilo no me importa, ni me gusta estar juzgando a las personas.
Asiente tranquilo y me sonríe mientras toma su frapuccino.
—Lau.
Levanto la vista de mi batido de helado.
—Tu no serás chismosa, pero yo sí. ¿Qué hacías en ese hospital?
(....)
Regreso a mi casa cansada, con una sonrisa en mi rostro y decido que es hora de encarar a mi madre, decirles las verdades y dejar las falsedades.
Abro la puerta de mi casa, el silencio reina los pequeños parecen estar durmiendo, solo la luz de la cocina sigue encendida. Respiro profundamente y camino hacia esta.
—Mamá —Pregunto mientras la encuentro con una botella de vino y con todo su maquillaje corrido. — ¿Podemos hablar?
Ella asiente mientras le da otro buche a la botella.
—Creo que ir a una terapia no es lo nuestro, ¿Sabes porque soy una chica rebelde y un iceberg? Porque tengo miedo que las personas a mi lado, hagan que me encariñe de ellos y luego me abandonen. Ya no quiero sufrir más, la muerte de papá me afecto mucho y más cuando sé que el accidente fue por mis malditos caprichos. Si nunca hubiese querido con tanta insistencia esos boletos de cine, papá estuviera con nosotros.
Me seco las lágrimas y mi voz comienza a cortarse.
—Me siento culpable, no quiero encariñarme de más miedo porque no quiero seguir lastimándome. Te amo mamá, amo a mis hermanos, pero soy una adolescente con millones de traumas.
Mi madre se queda en silencio, hasta que decide romper el silencio y me abraza.
—Disculpa por no ser tu muro de contención, mi niña no es tu culpa que tu papá tenga el accidente. —Me responde mientras nos sentamos en el sofá y me acuesto en sus pies, comienza hacerme masajes pequeños en el pelo— Nadie sabía que ese iba a ser su fatídico final, no es culpa de nadie. Ahora sube a tu cuarto, báñate y ponte el pijama que te compre de donut.
—Eso es infantil mamá.
—Sé mi niña linda por un día.
Asiento, decido seguir sus consejos y me quedo en mi cuarto con mi ambientador de olor a lavanda. Agarro mi teléfono y abro mi Whatsapp para ver la cantidad de mensajes que comienzan a entrar.
Pero solamente uno llama la atención.
Sam
Pelirroja, ¿estás ahí?
Lau
Supongo, ¿Qué necesitas?
Sam
Necesito verte.
Lau
Según tú debía alejarme de ti, que eras mala influencia.
Sam.
¿Quieres ir a un concierto conmigo? Es de Billie Eilish ¿La conoces?
Lau
Obvio, ¿Por qué yo?
Sam.
Eres mi pelirroja, ¿Vas a venir?
Lo dejo en visto mientras comienzo a pensar que debía hacer.
Lau
Dime hora y lugar. Allí estaré
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