Cap4 Comprensión lleva tilde
Me tapo la boca para que el profesor de Historia no se dé cuenta que estoy bostezando por su tonta y aburrida clase. Trato de girar la vista y buscar algún punto pero siempre consigo volver a bostezar. Así que comienzo a garabatear la libreta y mi teléfono comienza a vibrar en mi muslo.
Miro disimuladamente y se trata de unos mensajes de Jocelyn. Me siento mal porque realmente me he alejado de mis antiguas amistades, solamente quiero estar en paz conmigo misma y tratar de no caer en la tentación de Samuel. El timbre suena y les doy las gracias a todos los santos por permitirme salir de ese agobiante turno. Salgo camino para mi próxima clase que es de Literatura que por suerte compartía con Jack.
— ¡Hottie! —Grita Jack en cuanto me ve entrar al aula y realmente me he adaptado a estos chicos marginados e incomprendidos.
—Hola Jack, ¿Qué tal tu fin de semana?
—Puedo decirse que la pase en bar en bar.
—Sí, me doy cuenta —Le sonrió mientras le acomodo el cuello de la camisa y con la corbata le trato de ocultar el chupón rojo que tiene en el cuello. —Más cuidado la próxima vez y tu cuello.
Termino de hablar con él y voy directo a sentarme en mi puesto habitual, que es al lado de la ventana cuando mi celular vuelve a vibrar.
Sam
Hola pelirroja, ¿Tienes tiempo para mí?
Dejo el teléfono en la misma posición y saco mi libreta con los apuntes de la tarea. Sam había sido claro conmigo, debía alejarme de él porque eso podría traerme problemas para mí, pero es que como me voy a negarme al mismísimo diablo vestido de ángel. Alboroto mi pelo y apoyo mi cabeza en la mesa, cuando alguien toca mi mesa.
— ¿Esta libre?
Levanto rápido la cabeza, para encontrarme con Leonardo agarrando sus libros y sonriéndome.
—Sí, siéntate. Ponte cómodo Leo.
No espera dos veces y se sienta a mi lado. Coloca sus libros en la mesa y me empieza a observar.
—Un dólar por tus sentimientos.
Le sonrió y siento mi celular volver a sonar. Intento reprimir mi nerviosismo y comienzo a garabatear la libreta.
— ¿Tienes algo que hacer en la tarde?
— ¡EH!
—Es que van a poner una película nueva en el cine y quería que fuéramos los dos. ¿Te parece?
Me quedo callada jugando con el bolígrafo mientras que mis piernas se mueven con nervios.
—Fue una estupidez invitarte, tranquila.
—No lo es, si voy a ir contigo. A las 7 en el cine.
La cara de Leonardo fue un poema y pude ver como sus ojitos comenzaron a brillar de la emoción. Trate de ocultar un poco la emoción y me acomodo la corbata cuando llega la profesora y comienza la clase.
(…)
Me acomodo los audífonos, enciendo el mp4 y comienza a sonar las canciones de Taylor Swift. Camino por los pasillos sin ganas de conversar con nadie y voy directo a mi casillero a guardar mis libros, además de recoger mi teléfono el cual había dejado para poder concentrarme en clases. Lo enciendo y veo que tengo 5 mensajes de Samuel y varios de Jocelyn.
Meto el celular en el bolso y voy camino a coger el autobús cuando una moto se atraviesa en mi camino.
— ¡Idiota! Mira por donde andas…
Pero me interrumpió tirándome un casco.
—Móntate fresa salvaje, tengo que llevarte a un lado.
— ¿Y si no quiero? —Cruzo los brazos y agarro con fuerza mi casco.
—Te obligare.
No lo dude más, mi curiosidad era tanta que sin protestar ya tenía el casco puesto en mi cabeza y estaba montada en su moto. Sam arranco su moto y acelero, lo cual ocasiono que tuviera que abrazarlo sin malas intenciones. En su rostro se dibujó una sonrisa y acelero aún más. Luego que se me pasara el miedo, pude sentir como el aire comenzaba a despeinar mi pelo, y me solté del agarre para sentir como era la libertad desde que llegue a este maldito pueblo.
Samuel aparco la moto al frente de una casa de adopción de animales, lo mire detenidamente y me baje de la moto. Samuel hizo lo mismo y me observo con una sonrisa.
— ¿Qué hacemos aquí?
—Vengo a adoptar un animal.
Comenzó a caminar hacia la casa de animales, mientras que yo seguía sin saber la razón de el porque me había traído. Así que no lo dudo y comienzo a caminar para no perderlo de vista. En cuanto entro al hogar me siento como en casa por primera vez, ver todos esos animalitos peludos me hace sacar mi lado más sensible.
—Son hermosos.
Menciono mientras me agacho para acariciar dos pequeños gatos de color negro con unas pintas blancas.
—Te ves tan adorable con los gaticos.
—Yo adoro a todos los animales, los prefiero antes que las personas. Son mucho más agradecidos.
Siento que Samuel se sienta a mi lado y acaricia a uno de los gaticos.
—Este es uno de mis lugares favoritos ¿sabes? Mi sueño es ser un veterinario.
Mi corazón comienza a latir e intento ocultar mi asombro, Samuel se está abriendo conmigo.
— ¿Sorprendida?
—No, bueno sí, no te voy a mentir. Aunque debo serte sincera yo he siempre ser forense, trabajar en el FBI —Comienzo a reírme y miro a los ojos a Samuel.
¿Cómo el diablo puede empujarte a los brazos de alguien que parece un ángel cuando sonríe?
—Podemos poner este lugar como nuestra guarida, donde somos nosotros mismos.
Niego varias veces y trato de levantarme pero un gatico me lo impide al quedarse dormido entre mis piernas.
—Me gusta ese gato, lo voy adoptar.
Samuel agarra al felino y lo empieza acariciar.
— ¿Por qué lo quieres?
—Porque le gustas tú, y eso es lo importante.
Y sale de mi vista con el gato entre sus brazos.
Me quedo sentada en el piso mientras trato de recuperarme y entender lo que estaba sucediendo. Al rato me levanto y voy afuera del local para coger un poco de aire. Aliso el uniforme y comienzo a dar vueltas para lograr entender porque me estaba pasando estas cosas.
Sinceramente la canción de Taylor Swift I knew you were trouble, me estaba rondando la cabeza y estaba en la misma situación. Samuel sale del local con el gato entre sus manos y con una sonrisa plantada en su rostro
— ¿Tienes hambre?
Niego aunque mi estómago comienza a rugir fuertemente y solo quiero meter mi cabeza en un hoyo, además de salir huyendo.
—Conozco un restaurante de comida mexicana que esta para chuparse los dedos ¿vienes?
Asiento sin mucho ánimo, pero lo hacía principalmente por mi estómago que me pedía a gritos ingerir algo. Me monto en la moto nuevamente y Samuel me da a su nueva mascota para que lo cargue mientras él maneje.
No voy a mentir, y decir que no tuve miedo teniendo un gato asustado que ansiaba arañarme o morderme. Pero cuando Samuel aparco su moto en el restaurante pude sentir como el aire regresaba a mis pulmones.
— ¿Vienes?
Me organizo mi uniforme y decido entrar. Agarro con fuerza mi mochila y entro caminando detrás de Sam quien carga en su bolso a su mascota.
—Hola, una mesa para dos.
Sam me sonríe y agarra mi mano para guiarme a nuestra mesa.
—No lo vuelvas hacer
— ¿El qué? —pregunta con una sonrisa maliciosa en su rostro y comienza a mirar el menú.
—Coger mi mano, tal parece que quieres que te pegue en tus partes íntimas y no puedas tener descendencia.
— ¿Quieres hacerle eso a tus futuros hijos?
—En tus sueños más húmedos quizás, pero en la vida real nunca estaría con alguien como tú.
Sentencio y agarro el menú, pero enseguida los precios exorbitantes me hacen dudar si realmente tengo ganas de comer en este restaurante. Así que comienzo a mover mi pie en señal de nervios y enseguida mi acompañante se da cuenta.
— ¿Alguna vez te has ido de un lugar sin pagar?
—No —Digo rápido y enseguida capto su indirecta— Escúchame Samuel Molina, espero que no me estés mintiendo porque me voy.
En cuanto me levanto de mi asiento, siento su agarre en mi brazo.
—Que sea un drogadicto la mayor parte del tiempo, no me hace un tipo pobre. ¿Te acuerdas de la clínica que acabamos de pasar?
Asiento rápidamente.
—Es mía.
Solamente digo un ah y me vuelvo a sentar con un poco más de confianza. Pedimos nuestra comida y a la hora salimos del restaurante. Siento que mi estómago está a punto de explotar y tengo una sonrisa plasmada en mi rostro.
—Barriga llena, corazón contento ¿no?
Digo que sí y enseguida vi el autobús que me lleva hasta la puerta de mi casa, así que me despido corriendo de él y lo dejo con la palabra en la boda. Enseguida pago mi pasaje y busco un asiento libre en el fondo.
Tomo mis auriculares y comienzo a escuchar la primera melodía en mi mp3. Mi teléfono comienza a vibrar y lo enciendo enseguida dándome cuenta que tenía una salida con Leonardo ¡HOY!
Busco la hora y me maldigo cuando veo que ya van hacer las 8. Así que busco su contacto y le mando un mensaje rápido.
Lau
Leo, disculpa por no aparecerme en nuestra salida, me complique en mi casa y perdí la noción del tiempo.
Me perdonas :(
Vuelvo a fijar mi vista en la vista hermosa de Fairfax y apoyo mi cabeza en la ventanilla. ¿Qué estoy haciendo con mi vida últimamente?
Leo
No te preocupes, será en otro momento.
Intento sonreír pero siento que he fallado como persona y amiga.
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