Cap1 Respira y no te Estreses

Acomodo por quinta vez la corbata de mi estúpido uniforme y veo con el rabillo del ojo como mi madre se emociona. Siento que no he sido la mejor hija del mundo pero luego de la muerte de mi padre, me tocado ser el hombro fuerte. Por suerte, o por desgracia, no soy hija única, soy la mayor de 3 hermanos.

—Estás bellísima, siento que ese uniforme te hace lucir mucho más femenina.

Ruedo los ojos al frente de mi espejo, dejo la corbata echa un nudo y voy acomodarme mi larga cabellera pelirroja. Mi madre piensa que por tener un par de tatuajes y vestir ropa ancha y negra, dejo de ser femenina. Creo que daría lo que fuera por verme con ropa rosada o verme como las chicas presumidas de mi antiguo colegio.

—Sé que el cambio es bastante “radical” —Hace señales en la palabra radical y se acerca para arreglarme la corbata.

Y sí, nos mudamos hace una semana para la isla de Fairfax que estaba bien cerca del tan famoso Miami. Se puede decir que es todo lo que siempre has soñado, ya saben el famoso “sueño americano”, nuevas posibilidades, metas cumplidas, trabajos por montón, buena paga, ropa ilimitada si sabes disfrutar de los descuentos, comida casi gratis y un montón de chicos que cualquiera daría la vida y más. Pero realmente yo me sentía bien segura en mi pueblito de México, en mi pequeña Puebla, voy a extrañar ir con Jocelyn a los partidos de futbol del pueblo, las tardes de salida y comida en el puesto de Ramón donde podíamos comer tamales y cerveza sin preocupaciones.

—Realmente hago esto por ti, porque si fuera por mí nunca hubiera salido de allá y sabes que mis hermanos tampoco.

Le quito las manos de mi corbata y agarro mi mochila para salir a buscar el autobús escolar que me debía esperar en las afueras de mi casa. En la parte afuera de mi casa, me coloco mis audífonos y la música de Taylor Swift inunda todo mi ser. Cruzo los brazos bastante fastidiada por los días de mierda que voy a tener que aguantar. Por lo menos allá tenía a mis amistades.

Suena mi teléfono y la música es interrumpida por segundos. Una sonrisa se cuela por mi cara.

Joss Pollito.

Mucha mierda para hoy y demuéstrale a esos presumidos que llevas sangre latina en las venas.

Lau
No saben la pesadilla que les espera.

Apago el teléfono cuando veo mi autobús de color amarilla con bastante suciedad. La puerta se abre y un señor flaco me pide mi identificación. Vuelvo a rodar los ojos cuando todas las miradas se posan en mí, claro soy la nueva.

El autobús huele a orine y un poco a sudor humano. Diviso a lo lejos, casi al final del bus unos asientos vacíos. Así que sin pensarlo dos veces me siento ahí. Tomo el asiento de la ventanilla y vuelvo a subir la música de Taylor. Me pierdo entre la música y mirar por la ventanilla cuando alguien se sienta a mi lado.

Lo observo rápidamente porque varios asientos siguen vacíos y decide sentarse al lado de la nueva, veo que comienza a articular y me quito un audífono.

—Taylor Swift, a esa mujer es necesario hacerle un altar —Menciono el chico de rulos en su cabello de color castaño, tiene su uniforme un poco apretado pero debo de admitir que tiene ciertos músculos, además tiene un piercing en el labio y una gafas bastantes ridículas.

—Más que un altar, es necesario que se le rinda culto las 24 horas del día, es la fucking ama.

El muchacho comienza a reírse y enseguida comencé a sentir la vergüenza ajena.

—Disculpa me emociono mucho hablando de ella, es que ella es mi ídolo.

—Ninguna disculpa, soy Jack ¿y tú?

—Soy Lauren, mucho gusto.

Le sonrió y vuelvo a colocarme mis audífonos.

El autobús parquea y quiero hundirme en un hueco cuando veo que la escuela está súper llena, llena de vida y con una gran cantidad de chicos riquillos.
Agarro mi mochila y decido bajarme del autobús cuando ya no hay nadie. Me aliso el uniforme y voy camino a la secretaria que por suerte me sabia el camino por el día que vine con mi madre para la matricula.

—Buenos días, soy la alumna nueva —Menciono mientras me adentro a la habitación y veo una señora mayor que me había atendido ese día— Soy Lauren de apellido Vega.

—Lauren Marcela Vega ¿no?

Asiento inconforme, odio ese nombre.

—Lauren Vega.

Afirmo con seguridad y veo como la secretaria me fulmina con la mirada, así que le regalo una sonrisa. Ella me brinda unos papeles, me da una orden para recoger mis libros, el nombre de mi casillero y mi horario.

Miro la hora y decido irme para mi primera clase para no causar una mala impresión entre mis profesores y mis adorables “compañeros de aula”. Mi primera clase se trataba de Economia Política, me paro afuera del aula y veo como esta ya estaba un poco llena. Reúno la fuerza del lugar más escondido de mi cuerpo y entro al aula.
Un par de chicas comienzan a mirarme mientras que yo simplemente me pare en espera a que la profesora entrara y que las bestias de compañeros de clases se acomodaran. En el fondo del aula se encontraba el famoso Jack quien al verme fue a saludarme.

—Hola Swift, parece que estamos destinados— Me guiña un ojo mientras me toma del brazo y me lleva hacia el asiento a su lado— Tranquila nadie se sienta a mi lado, mi mejor amigo hace dos años no aparece dicen las malas lenguas que anda haciéndose unas operaciones de faciales para verse mucho más guapo.

— ¿Tan feo es?

—Bueno un poco, te enseño una foto.

Y de la nada como si fueras amigos de toda una vida, comienza a enseñarme fotos de su infancia con su tal amigo Josh.

La profesora entra al aula y todos los alumnos comienzan a pararse para recibirla. Es una señora mayor con el pelo rubio, su brazo izquierdo lo tenía enyesado y su ropa es un poco despampanante para su edad.

—Me han dicho que tenemos una alumna nueva ¿Dónde está?

Todos me miran enseguida y carraspeo fuerte.

—Me llamo Lauren Vega, soy de México de un estado llamado Puebla y vine para Fairfax con mi familia ya que ellos tienen el ridículo pensamiento de lograr el estúpido sueño americano. Es todo.

Mis compañeros de aula comienzan a hablar y puedo jurar que las ganas de llorar comienzan a pasarme por la mente. Jack que está a mi lado comienza aplaudir ganándose la mayoría de las miradas.

— ¿Qué hace joven?

—Apoyando a mí compañera sobre lo ridículo que se siente dejar todo, es verdad que el tema de inmigración es algo que suena mucho y que la gente emigran en busca de mejores oportunidad, pero eso de un sueño americano…

—Es súper inútil, es una estupidez del ser humano, al final puedes lograr tus sueños en cualquier lugar.

Sonrió complacida y le guiño el ojo a Jack. La profesora nos pide que nos sentemos y comienza mi agonía, mi gran tortura.

(…)

La hora del almuerzo, mis tripas comienzan a sonar de manera estrepitosa y solo pienso en los increíbles espaguetis que tengo entre mis manos. Diviso una mesa vacía y la encuentro, así que me coloco mis audífonos y camino hacia ella. Comienzo a comer cuando un líquido comienza a correr por mi pelo, me quito el audífono bastante asustado y me encuentro un chico que me empieza a pedir disculpas. Si estuviera sonando una canción de Taylor en este momento seria Bad Blood.

Comienzo a oler mi pelo y es una sopa.

—Grandiosa idiota y estúpido, ahora por tu grandiosa culpa tengo que terminar las clases con olor a sopa rancia de —Vuelvo a oler mi pelo y siento una asqueada— ¡Pescado!

Todo el comedor comienza a reírse, no aguanto más y le tiro mi espagueti por el cuerpo.

—Lo mínimo es que estemos parejo campeón.

Le saco el dedo del medio y salgo corriendo del comedor. Diviso a Jack a lo lejos y le hago señas para que me ayude a buscar un baño para lavarme el cabello. Por suerte había traído una muestra para cuando tenga clases de Actividad Física.

—Me vas a contar que paso.

—Un imbécil con un tatuaje en el brazo de unas cuerdas musicales, de pelo con rulos, de piel trigueña me tiro una sopa de pescado. Según él fue sin querer.

Comienzo a contarle a Jack mientras entro a las duchas para lavarme el cabello. Luego que termino decido ponerme una ropa extra que había traído para guardarla en mi casillero y dejo mi pelo húmedo caer por mi ropa.

—Creo saber quién es.

— ¿Sabes? No me importa, además te doy las gracias por ser tan bueno conmigo pero prefiero estar sola.

Finjo sonreír y me quedo sentada en los bancos de los casilleros del baño de mujeres. Tomo mi teléfono y encuentro millones mensajes de Joss

Joss Pollito.
Nenaaaa!!! Espero que seas la sensación de ese instituto.
¿Qué tal el día?
Marcela! ¿Porque no me contestas?

Suspiro profundo y seco rápido una lagrima que comienza a escaparse.

Lau
Nenis!  Todo súper bien, sabes que por donde yo paso arraso!
He hecho cantidad de amigos, todos son muy majos y guapos. Te volverías loca si vieras todo esto.

Comienzo a escuchar unos golpes del otro lado de la puerta, decido asomarme y veo como dos chicos golpean y patean a un muchacho.

—Oigan abusadores —Comienzo a gritar de manera estrepitosa, sacando fuerza y valor de lugares que ni yo misma sabía que existía. —Dejen el abuso.

Los chicos dejen de golpear y uno de ellos lo escupe, para después susurrarle algo en el oído e irse. Yo decido salir a ver en qué estado estaba el muchacho.

— ¿En serio? ¿Tú?

—Te debo una disculpa y unas gracias, entonces.

—Además de un shampú para quitar el aroma a pescado. ¿Estás bien?

Comienzo ayudarlo a levantarse y veo que tiene unos moretones bien feo en su rostro, incluso uno de ellos comenzaba a soltar sangre.

—Debo llevarte a la enfermería.

—No quiero.

Ruedo los ojos antes de la terquedad de este chico y al verle los ojos pude notar que los tenía bastante dilatado. ¡Estaba drogado hasta el maldito culo!

—Cambios de planes, te voy a limpiar esas heridas. ¿Sabes si los baños tienen….?

— ¿Primeros auxilios? Sí.

Asiento y lo ayudo a pararse para llevarlo al lugar de donde acabo de salir. Busco entre todas las cajas y encuentros los primeros auxilios. Con las pocas cosas que encontré, logro limpiar su rostro y pude notar con la frialdad que me trataba.

¿Lauren sabes que no somos nada de él? Si es verdad.

—Soy Samuel Molina, pero me dicen Sam.

—Un gusto idiota tira sopa, soy Lauren Vega.

Un golpe nos asusta, realmente pensaba que los abusadores habían vuelto por este chico, pero para mí grandiosa suerte de principiante, la profesora de Economia Política nos había cogido y sus palabras fueron.

—A detención muchachos.

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