IV
Si un estilo arquitectónico me definiría ese sería el minimalismo. Al de mi compañera de consultorio sería el ¿orgánico?
Donde quedo eso del menos, es más.
Llevamos dos horas arreglando el consultorio acuerdo a los bocetos que me envió Sonia y las ideas que Graciela tiene con el acomodamiento de las plantas. Habíamos intercambiado número ayer al despedirnos y a eso de las diez de la noche me escribió preguntando si deseaba ayudarla a arreglar el consultorio. En ese momento, le respondí que pasaría a las nueve y ahora me lamentaba.
¿Se nota que viví gran parte de mi vida con mujeres que difícilmente le dan la contraria?
Me muevo de aquí para allá moviendo las cosas, martillando y atornillando uno que otro perno donde sujetan metales y tablas. No voy a decir que Graciela esta ahí dirigiéndome, mientras yo soy explotado. Ella también lo hace, hasta con mayor practicidad que yo.
La sala que gozaba del desorden de plantas el día anterior ahora era agradable a la vista, estos eran colgados en maceteros en algunos puntos de la pared creando una pared vegetal y en algunas esquinas entre los sofás había plantas con hojas anchas en los maceteros. La orquídea seguía en su mismo lugar, dándole ese toque de frescura a la sala. El ambiente del estudio era algo similar y el baño solo había una planta colgándose en la pared opuesta al lavadero.
Recuerdan que dije que había crecido en un ambiente donde no se daba la contraria a las mujeres. Esa regla se cumplía hasta que llegamos a la ética de trabajo. De verdad que todos los trabajos lo aceptaba hasta a lo que vendían fotos de sus pies en on lifas. Sin embargo, la brujería, la seudociencia y esos charlatanes de omnilife estaban en mi lista negra. No los despreciaba, o bueno solo su trabajo. Jugar con la salud de las personas por dinero era caer bajo.
¿Cómo me di cuenta que mi compañera de consultorio era parte de ese grupo de la seudociencia?
Fui al baño a lavarme la cara para irme a mi departamento a descansar y al salir decidí despedirme de la mujer entonces vi a Graciela intentando poner un cartel que me pareció muy curioso, pero leí "El alma tiene sus propios oídos para escuchar lo que la mente no comprende" y fue como si mi mente relacionara un punto que antes pasé alto.
Graciela era una psicóloga y terapeuta holística, decía en el letrero ese día que vine con Sonia. Solo que esa vez lo pase por alto por estar más pensado en el consultorio.
Quise encararla, pero justo en el momento que pronuncié su nombre la mujer dio un salto que hizo mover la silla y si no fuera porque estaba cerca y los reflejos que tenía hubiera caído al piso.
La tenia cerca, hasta pude oler su perfumen que eran agradable a mis fosas nasales, no podría decir si era de rosas, lavanda o de alguna fruta. Solo que podría convertirse en mi nuevo olor favorito. Las ondas rebeldes de su cabello me hicieron cosquillas al cuello y la posición en la que estábamos me resultaba cómodo. Yo abrazándola y ella aceptándolo. No nos mirábamos, ella estaba hecha un ovillo. En la caída parecía que intento proteger su cabeza.
Un estornudo de su parte hizo que dejara que le estrechara en el abrazo. Me miro o eso creo ya que casi todo el rostro cubría su cabello.
-Me asustaste. -acuso mientras arreglaba su cabello.
-No era mi intención. -le dije.
-Podrías no hablar muy fuerte cuando te diriges a las personas. -hablo. Se notaba enojada.
-Y tu podrías dejar de engañar a la gente. -respondí. Al recordar a lo que vine.
- ¿Qué acabas de decir?
-Dejes de engañar a la gente. -me miro con furia.
-Mira pedazo de imbécil, en este momento te disculpas o te vas ...
-A la mierda. -dije. -Creo que ahí deberían irse otros.
-No te atrevas a hablarme de esa manera. -hablo si podía decirse así. Sabía que me había pasado y que luego me iba a arrepentir.
-La que empezó con insultos fuiste tú, -señale el letrero que estaba en el piso. -me niego a que en un consultorio del cual tengo derecho este puesto algo como eso. Tus insulsas sonseras de energía lo tienes alejado de mí.
- ¿Me estas mandando? -pregunto sínicamente.
-Si quieres lo tomas de esa manera. Yo no quiero ver esas ridiculeces en este consultorio. Suficiente con las jodidas plantas del cual no pienso ni regar.
-Tampoco te lo pedí, imbécil.
-Tampoco iba a ayudar.
-Bien.
-Bien.
Me retire del consultorio, maldiciendo.
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