I
-Magister en Psicología Holística Graciela Altamirano. -leo en voz alta. La lamina que normalmente se mantiene fuera de los consultorios para que la persona que lo alquila pueda colocar su nombre con el grado de estudio no se encuentra vacía y eso me inquieta. Reviso mi celular de nuevo con las indicaciones del arrendatario. Oficina 111-B Piso 11 -Es obvio que la persona que lo esta ocupando se ha equivocado de consultorio o debe ser de la anterior persona que lo alquilo -dice Sonia, mi amiga. La había traído para que me ayude con sus conocimientos de diseño de interiores. -Si, debe ser. -suelto un suspiro. Era la primera vez que iba a ver el inmueble, solo había tenido la oportunidad de ver las fotos y planos. -Pasemos. -digo. Coloco la llave en la rejilla y este sede al movimiento y me siento mas tranquilo de saber que no fui yo quien se equivoco. Pero este se esfuma al ver el lugar donde debería ser la sala de espera con una exageración de plantas por todo el ambiente.-Oh, por Dios. Esto parece una jungla. -grita Sonia. Normalmente no es una persona que se altera. Quizás por eso era mi favorita de los tres hermanos que conformaba su familia. Se acerca a una de las plantas que hay en el escritorio de recepción donde hay una planta de orquídea, sino lo olvidaba. Era la favorita de mi ex.-Es preciosa. -Si. -¿Porque pediste tantas plantas? -pregunta, observándome. -Yo no pedi nada. En ese momento sale una mujer con el cabello castaño cubriéndole parte del rostro a pesar de usar una bandana como bincha del espacio que era hecho para el estudio. Su mirada se dirige de la mía a la de Sonia y luego de unos segundos que me hace poner nervioso y no se porque. Nos regala una de las sonrisas mas bonitas que vi en mi vida, mostrando los dientes de manera discreta que no envidiarían a los modelos de pastas dentales. Unos segundos después, se saca los guantes negros que cubrían sus manos y nos estrecha la mano. Primero a Sonia y luego, a mi persona. -Supongo que son los jardineros, un gusto. -habla.
Eso me hace fruncir el ceño. ¿A dicho que somos jardineros? Y en ese trance que salgo de mi embobamiento me doy cuenta que hay una mujer en mi consultorio que no conozco y que se mueve como si este lugar fuera suyo.
-Le pido que se retire de mi consultorio, por favor. -veo que alza una ceja y la sonrisa se desvanece. -Se ha equivocado. Este consultorio me pertenece. -explico. -¿Disculpa?-hace una mueca.
-Ya le dije, este es mi consultorio. -le explico mostrando los papeles que tengo.
Los toma de mis manos, tomándose minutos para leerlo y luego se mete al salón de consultas. Sale en ese momento con un documento igual al mío solo que los nombres que lo arriendan son diferentes. Menudo problema.
Nos han alquilado el mismo consultorio.
...
Me fui del dichoso consultorio dando un portazo, en mi detrás salio Sonia. -¿Se puede saber que te pasa? Casi golpeas mi nariz con la puerta. Estaba enojado. Estos días estaba en una especie de estar en otra dimensión. Mi meta de tener mi propio consultorio estaba cerca. En verdad ya lo tenia pero no de manera física. La pandemia fue una oportunidad de brindar mis servicios de manera remota y de alguna manera gracias a las redes sociales, había creado un grupo de personas que confiaba en mi trabajo y siempre era recomendado. Pero, ahora con las nuevas normas del estado ya permitían que existiría la presencialidad, obviamente todavía guardábamos la distancia pero poco a poco ya se estaba dejando la mascarilla.Todo estaba saliendo bien para que pasara esto. Me habían engañado. -Ben, ¿estas bien? -me di cuenta que mi amiga estaba demasiado cerca. Saco una lágrima que se me estaba corriendo. -Disculpa Sonia, esto me esta sobrepasando. -Lo se - se aleja- Llama al propietario. Necesitamos respuestas. Habia pagado los tres meses de adelanto que pedía. Mas de la mitad de mis ahorros se fueron ahí. Timbra pero luego nos dice la voz de la línea que la red esta ocupada. Otra vez lo intento, me envía a la casilla de voz. Reviso mi historial de llamadas para marcar nuevamente y observo el número de mamá. Me había llamado para desearme un buen día a la hora que desayunaba. No dudo en llamarla, si hay alguien que me podía ayudar era ella y papá. También me envía a casilla de voz. Vuelvo a intentarlo y asi lo hago con el número de papá. No me alarmo, pueden estar en una reunión pero para estar mas tranquilo llamo a la secretaria encargada de sus despachos. Me contesta al primer tono, suelto un suspiro. -Joven Benjamín, buen día. Se le ofrece algo.-Diana, ¿sabe el paradero de mis padres?-digo. -Si, joven. ¿Le paso con ellos? Ahora están una reunión con un cliente pero su madre pidió que le interrumpa si es de suma urgencia. Pienso en el lío que estoy metido. Necesito de los dos. -¿A que hora acaba su reunión, Diana? -pregunto. -A las doce, joven. -A pesar de que los requiero con urgencia se que esto no se cuenta como uno. Podía esperar un par de horas. -Puede decirle que me esperen para ir a almorzar. -Claro, joven. -Gracias Diana. Corto la llamada. Sonia me mira, ha escuchado toda la llamada. Me regala una sonrisa trasmitiendo de esa manera que no me va a dejar solo. Por años ha sido mi confidente y mejor amiga, yo tampoco le dejaría sola si se enfrentara a una situación que le sobrepasara. Mi mente en un momento divaga y comparo la suya con la de la mujer que vimos hace poco. No, no y no. ¿Por qué de la mujer me parece más bonita? Definitivamente mi mente no esta bien en estos momentos.
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