La vieja mansión (3° Parte)
Pasó una hora hasta que Rubén se decidió por entrar a explorar la casona. En cuanto sintió el frio y corroído pomo de la puerta de entrada en su mano, algo pareció apagarse en su pecho. Por un momento, sintió una profunda tristeza apoderándose de él.
Una fuerte punzada lo atacó en su espalda, muy cerca de la parte baja, pero sintió demasiado miedo como para alzar la mirada por sobre su hombro. Junto el poco valor que tenia y atravesó el portal.
Una vez dentro, un fuerte aroma a humedad y moho lo golpeó, haciéndole llevar la mano hacia la nariz, mientras que con la otra encendía su linterna para alumbrar las penumbras que se aglomeraban en aquella amplia recepción.
La oscuridad era profunda y densa, pero la débil luz le permitió apreciar el tamaño de aquella primera sala. De doce largos y nueve amplios metros, en el centro se hallaba una estatua de lo que parecía un Kangaskahn en miniatura, con una placa sin leyenda, o al menos eso parecía. Más allá de la estatua, una gran puerta doble, la cual se veía oscura y siniestra en medio del tenebroso lugar.
Rubén alumbró un poco más el lugar, hacia la parte superior, y pudo notar que a sus costados, desde la estatua, dos maltrechas escaleras de alguna negra madera conducían hacia la primera planta, pero más allá no se podía ver. En el centro del techo de aquella parte de la casa se podía notar una lámpara del tipo "araña" llena de polvo y telas de aquel insecto. No alumbraba nada, pero la luz de la linterna permitió apreciar el brillante cristal en el que estaba construido.
‒Val... quédate cerca, ¿bien? Sal, Bat.
Un pequeño Zubat apareció desde su Pokéball e iluminó un poco la recepción cuando salió de la misma. En cuanto reconoció el lugar en donde estaba, comenzó a revolotear con agilidad.
‒Dime si ves... o mejor dicho, si escuchas algo, ¿sí?
El Zubat desapareció rápidamente por la parte superior y Rubén y Drifloon se acercaron hacia la estatua. Esta los miraba muy fijamente, y mientras se acercaban, Rubén pudo sentir como si ésta le estuviera sosteniendo la mirada, expectante e intrigada. Un nuevo escalofrió recorrió su espalda y tuvo que pasar de acercarse demasiado. Cruzo directo hacia las puertas dobles del fondo.
‒Cuando diga, entras y te apoderas de la sala, ¿de acuerdo? ¡Ahora!
Aunque aquella orden fue apenas audible por ser un tímido susurro, el Pokémon globo flotó pacientemente dentro de la otra habitación y desapareció luego de que su entrenador alejara la vista. Luego de unos segundos, un fuerte ruido de algo metálico cayendo al suelo alertó a Rubén y lo obligó a entrar pateando la puerta, pues su compañero le preocupaba mucho más que cualquier espanto.
‒¡Val! ¿Qué paso?
Corrió dentro y lo que vio fue una gran estancia, la cual resultó ser lo que parecía un gran comedor, pues al centro estaba una larga mesa de cedro con su igualmente largo mantel blanco y los cubiertos y demás detalles llenando la mesa, aunque en forma desordenada.
‒¿Val?
Rubén estaba inspirado, pero decidió pasar de los cubiertos y bajilla de plata, para buscar a su compañero Pokémon. Observó más allá de cada extremo de la mesa y vio dos posibles caminos. En ambos extremos de la mesa, había sus respectivas puertas, solo una era doble, las cuales llevaban seguramente a la cocina, aunque la última puerta era casi un misterio.
Trató de volver a oír algún ruido, y durante un tiempo el silencio fue tal que el joven no pudo evitar sentir miedo ante su soledad. Un nuevo ruido lo alertó y esta vez era menos intenso, pero provenía desde donde debería de estar la cocina. Rubén corrió rápido hacia allí y abrió las puertas con fuerza, lo cual asustó al Drifloon, haciendo que éste lanzara la fina bajilla de plata con aquel alimento por lo aires, casi rozando a Rubén.
El Pokémon tomó posiciones defensivas, pero volvió a relajarse en cuanto vio a su entrenador, el cual si estaba alerta, aunque mucho más que antes. Si esa bandeja de plata lo golpeaba directamente, era probable que quedara inconsciente bastante tiempo.
‒¡Val! ¡Casi me matas! Diablos...‒el Pokémon se disculpo frotando la mejilla de su entrenador con su tentáculo-cinta‒ ¿Qué estabas comiendo, pequeño glotón?
Observo hacia el contenido de la bandeja y pudo notar aquel comestible de tonalidad púrpura regado por todo el suelo. Sujetó un cubo perfectamente cuadrado y lo apretujó levemente entre sus dedos.
‒Se ve curioso, y hasta huele bien pero... ¿Cuánto comiste?‒al lado del Pokémon globo habían dos bandejas de plata idénticas a la que voló hasta el suelo, ambas completamente vacías‒ De acuerdo. Vayamos por Bat y luego veamos que rescatar.
Ambos, Pokémon y entrenador regresaron sobre sus pasos hacia el comedor para poder llegar hasta la recepción, pues aquel era el único camino posible para llegar hasta la primera planta donde el Zubat se habia dirigido.
En cuanto cruzaron la puerta, echaron un vistazo para cerciorarse de que todo estaba bien; y efectivamente, todo estaba en su lugar. La larga mesa con su blanco y pulcro mantel perfectamente estirado, sin ninguna arruga, donde descansaban los cubiertos y la bajilla de plata y cristal, todo perfectamente acomodado.
Las lámparas de cristal colgando del techo, inmóviles pero brillantes como la luz del sol. El cálido y acogedor ambiente, alimentado por aquella humeante chimenea central con el crepitar de la leña. Las sillas linealmente acomodadas, de fabricación única y exquisita ornamentación.
Incluso aquel hombre mayor finamente vestido y apariencia alineada, cabellera delicadamente peinada y rostro suavemente acicalado. Las arrugas no le hacían verse decrépitamente mayor, pero en cambio le otorgaban aquel aire de madures y diligente responsabilidad que cualquiera esperaría de un mayordomo que llevara años trabajando para el mismo amo.
Todo era perfecto, limpio y cómodamente refinado en aquella estancia de la casa, en donde el aroma de las carnes asadas y el calor de las sopas alcanzaba la nariz y el estómago del muchacho, el cual se veía sumamente pálido, con varias gotas de sudor cayendo por su frente y nuca, mientras sus rodillas temblaban rígidamente, pues luchaba por no caer al suelo de la gran impresión que se estaba llevando.
‒...
Intentó decir algunas palabras, e incluso moverse algún centímetro, esperando por lograr salir de aquella impresión que lo congeló. Sus ojos se abrieron ampliamente en cuanto aquella anciana figura lo centro en su mirada y luego le sonrió cálidamente. Acto seguido, aquel hombre se dio la vuelta y desapareció detrás de la puerta que Rubén habia decidido por no revisar.
El ambiente se apagó gradualmente, y el silencio de la fría noche y el olor a la desalentadora y asquerosa putrefacción de la madera lo golpeó de nuevo hacia la realidad. Su linterna se movió frenética hacia todas direcciones, buscando a aquel personaje que ya no estaba por allí. Un nuevo miedo se apoderó de su cuerpo y sus dientes comenzaron a chocar entre sí.
‒AAAH... AAH... AAH... AH...‒su respiración se habia vuelto agitada y pesada. Parecía estar luchando por el preciado oxigeno‒ ¡¿Qué mierda fue eso?!
nvrLP~
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top