Cuando hablamos (3° Parte)


El día era perfecto, con pocas probabilidades de lluvia, y vientos agradables para poder pasear al aire libre, además de que el cielo se encontraba parcialmente nublado, lo cual me convenía, pues no soy particularmente amigo del calor.

La banca que me hacía de compañera en mi espera era la misma donde me había sentado a espiar a la líder Camila hace ya un par de semanas. Casualmente, me levanté de esta y caminé por los alrededores observando con detenimiento cada lugar, cada pedazo de tierra y basurero.

De un momento a otro, me sentí como volviendo en el tiempo a aquel momento en el cual decidí levantarme de la banca y seguir mi camino sin rumbo, luego daba un par de pasos y finalmente daba con un valioso artefacto perdido, el cual para mi sorpresa, ahora que hecho la vista atrás, me dio más alegrías que cualquier otra cosa o persona que jamás pudiera conocer, o haya conocido.

Estaba parado justo en ese lugar, observando hacia mis pies, memorizando el lugar donde ese artefacto estuvo reposando hasta que lo encontré. Lo saqué de mi chaleco azul de lino y lo observé un poco más, grabando en mi mente y recuerdos los detalles del diseño y las marcas del uso diario de tan invalorable pedazo de historia.

Alcé la vista para observar mis alrededores, buscando a quien sea que pudiera estar esperando, y un presentimiento que jamás había tenido me llevó a mirar hacia la entrada de la Noria, donde una joven chica parecía buscar igualmente a alguien con la mirada.

Primero pensé que podría ser una joven perdida esperando por sus amigas, las cuales podrían estar jugándole una mala broma; luego, que podría tratarse de una linda chica esperando a su novio. Pero mi presentimiento me empujaba a creer que podría ser mi cita.

Lo medité durante unos instantes, durante los cuales pude notar con mayor detalle a la joven y apreciar mejor su aspecto. Cabello rosado, corto hasta los hombros, piel clara y ojos celestes. Su ropa la hacía verse bastante infantil, lo que ciertamente me llevo a dudar, pero la volvía muy linda. Llevaba un vestido largo hasta por encima de las rodillas, el cual parecía ser de dos partes, blanco por encima y celeste por debajo, además de su sombrero igualmente blanco y un lindo moño rosado en el mismo.

Me sentí rápidamente atraído, casi obligado a acercarme y hablarle, lo cual era bastante extraño en mí, pues evito iniciar conversaciones con desconocidos. Tomé mi decisión y me acerqué.

En cuanto estuve a una buena distancia, la joven me notó acercarme y pareció asustarse y ponerse nerviosa por ello. Comenzó a girar la vista hacia todas partes, buscando a quien sabe quien, lo cual me puso muy nervioso, y hasta me causó dudas sobre la decisión que estaba tomando.

Caminé un poco más y la chica se cubrió con su sombrero, lo que me dio hizo sentir mal por causarle incomodidad; pero ya estando allí, no podía simplemente echarme atrás y pasar de largo de ella.

―Ho-hola... Por casualidad, ¿eres Belinda?

La joven mantuvo el silencio durante unos buenos minutos, sólo hasta que comenzó a levantar la vista lentamente. Nuestra mirada se cruzó un segundo y volvió a cubrirse el rostro con su sombrero. Comenzaba a creer que me había equivocado, después de todo se supone que Belinda era una niña pequeña, por lo que esta chica no podía ser ella. ¿Cierto?

―¿Tu eres... Gasti?

Mi corazón dio un vuelco de 480° en cuanto la suave voz de la chica alcanzó mis impuros oídos. Si antes tenía mis dudas, ahora estaba completamente convencido de que ella era la misma niña que me hablaba a través de un videomisor viejo, el cual casualmente había perdido.

‒S-si... entonces, si eres Belinda.

Mi voz se iba en esas palabras en cuanto pude apreciar más de cerca el delgado y suave rostro de la joven que había tomado por completo como una pequeña niña de primaria.

La poca imaginación que tenía, me esforzaba por ponerla a trabajar para poder asimilar el hecho de que esta chica de quizás mi edad pudiera tener tan dulce y suave voz, la cual me recordaba a una niña.

‒¡Aaaah!―suspiró―Que mal momento tuve. Cuando te vi acercarte con esa cara, por un momento pensé que eras...

―¿Eh...? O-oye, no soy un acosador ni nada.

―Pues, tu cara de hace un momento no decía lo mismo.

La mueca que había hecho con su rostro, imitando la supuesta cara de pervertido que aseguró llevaba me desagrado y me causó escalofrió hasta a mí.

―¡Esta bien! ¡Para!―supliqué mientras agitaba los brazos y negaba firmemente con la cabeza―No hacía falta hacer eso.

―¡Aah! ¡Me alegro tanto!―rió―Estaba un poco asustada respecto a vernos, pero ya veo que fue una buena idea.

―Pues, yo si me lleve una buena sorpresa...

―¿Cómo?

―¡No importa!―Me apresuré a cambiar de tema―Ten. Este es el videomisor que perdiste, y que yo terminé encontrando. Supongo que tus papas te lo dicen seguido pero, deberías de cuidar mejor tus cosas, Belinda.

―Sí, y no hacía falta que me lo recordaras, hu-uh.―lloriqueo mientras hacia un puchero muy bonito―Pero, es algo bueno, ¿cierto? De una desgracia, surgió algo bueno al final, jiji.

―Bueno, puedes verlo de esa forma.―me avergoncé tontamente mientras rascaba mi nuca como un inútil.

Un breve silencio se hizo mientras ella guardaba el atesorado objeto en un bolso rojo que no habia notado. En cuanto lo hizo, su vista se cruzo con la mía, la cual seguramente le puso incomoda, pues la desvió en un segundo. Luego de eso, mientras pensaba en algo mas para decir, ella fue quien inicio la conversación.

―Hum, ¿Gasti?―sus mejillas se ruborizaron levemente, aunque no lo suficiente como para no notarlo.

―¿S-si? ¿Qué pasa?

―Quiero, hum... ¿podemos seguir en contacto? ¡Quiero decir! Hum, ¿s-si te parece... bien?

Mi debilidad se había manifestado desde lo más oscuro y recóndito de mí ser. Una chica linda, observándome fijamente con los ojos cristalizados, expresión suplicante y con sus pequeñas y delgadas manos apretadas en su pecho, mientras me pedía que hiciera algo que estaría dispuesto a hacer aunque no lo hubiera mencionado.

―Por... ¡Por supuesto!―¡corre Belinda, corre!―¡Ah! Claro, hum, sólo si te parece bien...

―¡Claro!―grito fuerte mientras daba pequeños saltitos de emoción―¡Vamos a intercambiar contactos!―en sólo segundos, nuestros contactos habían sido registrados y guardados en los videomisor del otro―¡Estoy tan contenta!

―Ja. No creo que sea para tanto. Pero, debo decir que, yo también estoy feliz de finalmente haberte conocido.

―¡¿En serio?!―pregunto rauda sin darme tiempo a pensar en ninguna excusa para salirme de ese juego―¿Qué tanto? Estoy segura de que no pudiste dormir en toda la noche, jiji.

―No... no me hagas decir cosas que no son de mi estilo, por favor. ¡Es cierto!―recordé casi como si me lo hubiesen estampado en el rostro―Toma, un regalo para ti.

―¿En serio? Pero no tengo nada para darte...

―No importa. Hemos hablado mucho durante el último mes y, aprovechando que tuve tiempo para saber algo sobre ti, me tomé la libertad de hacerlo. No es nada que cueste dinero, ni tampoco demasiado esfuerzo, pero estoy seguro de que lo apreciaras, más por lo que es en sí mismo que por quien te lo dio, jeje.

Belinda tomó el cuadrado obsequio cuidadosamente envuelto y comenzó a abrirlo con delicadeza. Le dio un par de vueltas al papel, desató un pequeño moño rojo y levantó la tapa de la pequeña cajita. Cuando sus ojos se posaron sobre el objeto que creí era el mejor regalo del mundo para ella, vi sus manos temblar en su regazo y su cabeza se hundió sobre la rojiza Pokéball que ya había extraído de la caja.

―Gracias, Gasti.―su voz se oía quebradiza y me di cuenta de que estaba aguantándose las ganas de llorar cuando vi sus temblorosos hombros sacudirse.

―Oye. No quería hacerte llorar, Belinda. Si es un problema para ti, no tienes que aceptarlo. Lo que menos quiero es que tengas problemas luego, y que sean por mi culpa.

―No es eso...―se secó las lagrimas con su mano―Sabías que me gustan los Pokémon. Gracias. Prometo cuidarlo mucho.

No soy de los que creen en el destino, o cosas similares. Me gusta pensar en mi mismo como alguien sin ánimos, con casi ningún sueño ni plan para el futuro, ni tampoco el espíritu para esforzarse en hacer algo, o siquiera creer en que puedo hacerlo. Alguien bastante derrotista y melancólico, si me permiten.

Pero la verdad es que, el día de hoy, algo me ha hecho dudar sobre un punto de todo esto. Si ese videomisor fue extraviado por obra del destino, espero que el pobre infeliz que estaba destinado a encontrarlo no se preocupe demasiado por no haberlo hecho.

Fin


¡Eso es todo!

Como dije al principio de esta historia, "Cuando hablamos" es la historia de Gasti, personaje creado por mi para ser el héroe del videojuego Pokémon Negro2, el cual termina encontrándose durante su viaje con un viejo videomisor, resultando ser de una joven a quien no conoce hasta mucho después.

Sin embargo, he de decir que a pesar de que Gasti si logra conocer a la dueña del videomisor perdido, lamentablemente, algo a causado que ella desapareciera de su vida, dejándolo bastante preocupado y paranoico sobre lo que pudo pasar (así me siento).

Esta historia termina aquí por el momento, pues Belinda tiene algo que contestarle a Gasti, y que posiblemente no sea lo que el joven espera. Un epilogo sera publicado dentro de tres días para darle la continuación que debe y así cerrar la historia (algo que necesito, la verdad).

Mientras tanto, ya tengo una idea de la próxima historia a contarse en este libro, aunque las sugerencias son bienvenidas, claro. Si hay alguna historia, mito o leyenda de Pokémon, sea del anime, el videojuego o el manga, que quieran ver aquí, déjenla en un comentario para que la tenga en cuenta. Opcional, al igual que en el colegio.

¡Nos vemos!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top