Cuando fui un Rocket (3° Parte)


Aquí debemos dar un pequeño salto de unos cuantos meses para poder continuar la historia, pues para serles sinceros, luego de haber aceptado la bienvenida de aquel hombre, rápidamente fui llevado hacia Azafrán, en donde luego de ser presentado a varios superiores, tuve que realizar un curso de capacitación dentro de la empresa que me llevo casi todo ese tiempo.

Resulto ser que, el Grupo o Equipo Rocket, así era como nos llamábamos dentro de la organización, tenía gran parte de sus activos dentro de Silph S.A., por lo que éramos un grupo con bastantes recursos, con sucursales en casi toda la región, siendo las de Azafrán, Azulona y Viridian (ya se que es Ciudad Verde, pero para esta ocasión, preferí Viridian) las más importantes.

Mi entrenamiento dentro de la empresa me llevo a, no solo aprender sobre el trabajo que iba a desempeñar, sino que también tuve que mejorar mis aptitudes físicas y mis conocimientos sobre Pokémon. Pronto, a Oddish y Sandslash preferí dejarlos con mamá, para que de esa forma no tuvieran que pasar por la mayoría de los problemas que tienen otros Pokémon dentro del grupo.

Para cuando termino el curso, no solo era el mejor de mi generación, sino que también tenía un equipo Pokémon respetable, siendo mi mayor orgullo un joven Nidorino que deseaba evolucionar en Nidoking cuanto antes.

Ahora, el punto en donde retomamos la historia es sumamente importante, puesto que, una vez más, mis convicciones son puestas a prueba de una forma directa y agresiva.

El edificio de Silph S.A. esta siendo atacado y nos ha llegado la orden desde la sucursal de detener a los invasores. No han dicho nada respecto a de donde han salido los invasores pero, entre mi grupo, dicen que están buscando al jefe para meterlo preso.

La verdad es que no me importa demasiado lo que haya hecho pero, desde que estoy en la organización, el jefe se ha convertido en todo un símbolo para mí; y es mi deber proteger aquel símbolo.

―¡Escucha, niño!―gritaba a vivo pulmón―. ¡No dejaré que arruines nuestros planes!

La verdad era que no habían demasiados planes dentro de la organización; nada más que hacer dinero sin importar la forma. Ahora mismo me doy cuenta de mi inocencia e ineptitud respecto a ciertos temas.

―¡Apártate!―me gritó, al tiempo que sacaba una de sus Pokéball―. ¡Debo llegar hasta donde el presidente de la compañía! ¡No hace falta pelear!

―¡Nidorino! ¡Puya venenosa!

Mi Pokéball voló por el aire y estalló, liberando a mi querido Nidorino, el cual acató rápidamente la orden y corrió para envestir al chico con su cuerno venenoso.

En un rápido movimiento, el chico soltó otra Pokéball y de esta salió un Graveler, el cual recibió el ataque de Nidorino de lleno, causándole daños casi nulos. Luego, sin esperar ninguna orden, el Graveler sujetó con sus cuatro manos a Nidorino y lo sacudió de un lado a otro para luego soltarlo contra una pared.

Nidorino se recompuso luego de un rato de estar sobre el suelo. El golpe le había dolido y estaba un tanto desorientado, pero parecía tener deseos de continuar.

―¡No creas que se termina aquí! ¡Nidorino, Doble Patada!

Nidorino dio un gran salto que lo suspendió sobre el aire y luego de una pirueta un tanto forzada, sus extremidades traseras golpearon dos veces a Graveler, lanzándolo contra el suelo.

Para mi sorpresa, Graveler se levantó despreocupado luego de haber recibido dos duros golpes de las fuertes piernas de Nidorino. A continuación, su entrenador le indico que atacara a Nidorino con un Movimiento que jamás había escuchado ni visto: Testarazo.

Por supuesto, Nidorino cayó debilitado de un solo golpe, sin oportunidad para recuperarse ni lanzar ningún otro movimiento.

―Ni... Ni... ¡Nidorino!

Corrí hasta mi debilitado y noqueado Pokémon, el cual para mi alivio todavía respiraba. Miré con recelo al sujeto, el cual solo me observó con sus ojos llenos de dolor y continuó su marcha, alejándose de mí y de mi deprimente atmósfera.

Luego de un buen rato de estar intentando restablecerle la consciencia a Nidorino, una fuerte alarma sonó por todo el edificio y esa fue la señal que me dejo saber que habíamos fallado; que le había fallado gravemente al jefe y que mi error seria una imborrable mancha de vergüenza en el perfectamente planchado traje negro del jefe.

Al poco tiempo de que comenzó a sonar la alarma, un grupo de mis compañeros de la misma generación me alcanzaron y me apresuraron para que nos marcháramos.

―¡No te quedes ahí! ¡Debemos irnos!

―¿Adonde...?―pregunté confundido mientras salvaba a Nidorino en la Pokéball―.

―¡La sucursal cayó, idiota!―gritó una chica que venía detrás de ellos―.

―¡Recuerda el manual, viejo!

El manual. Una especie de biblia para nosotros, los novatos. Rápidamente lo repase, buscando la respuesta a mi pregunta, y la encontré.

―Viridian...

Para el final del día, luego de que todos los novatos nos encontráramos con nuestros respectivos instructores a las afueras de Azafrán, iniciamos la marcha a pie hacia Viridian. En ese tiempo, no tenía ni idea de por qué hacia Viridian, pero luego de caminar hasta Ciudad Celeste, rodearla desde la distancia para evitar alertar a las autoridades policiales, y atravesar sin descanso el Mt. Moon; finalmente me daría cuenta, y entendería la verdadera importancia de por qué nos mandaron replegarnos hacia Viridian.


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