✞ IV ✞
Él la golpeaba, la golpeaba con salvajismo, la golpeaba con frenética persistencia, la golpeaba con todas sus fuerzas.
Pero no fue suficiente.
En algún momento, aquel niño ya no pudo seguir golpeando, pues su cuerpo quedó inmóvil debajo del agua.
Entonces la mujer finalmente lo soltó y luego se alejó de la tina.
La Luna lloro toda la noche.
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