NUEVE
Advertencia: Los acontecimientos que se desarrollarán a lo largo de este cuento puede herir los sentimientos de varios, por favor, si eres sensible se recomienda abandonar el cuento.
Inhalo profundo tratando de recomponerme, apoyando mi frente encima de mi brazo, el cual se encuentra descansando en el filo de la taza del inodoro. Trato de respirar cerrando los ojos con fuerza para evitar marearme, sin embargo, es completamente inútil ya que nuevamente siento el empuje de mi abdomen subir y la presión que se genera dentro de mi pecho. De modo que, otra vez me acomodo dentro de la taza para que mi estómago pueda expulsar todo el contenido dentro de este.
Afuera del baño se puede escuchar la música a tope, la gente cantar y los zapatos de varios pisotean toda la pista, tratando de encontrar coordinación mientras bailan. Puedo confirmar y reafirmar que el ambiente de la discoteca es muy bueno esta noche. Si no hubiera hecho esa absurda apuesta de mezclar cerveza con leche definitivamente seguiría bailando y coqueteando con aquel chico guapo, pero ya es hora de ir a casa.
Cuando me siento mucho mejor me incorporo en el inodoro y me siento encima de la tapa para proceder a limpiar mi boca con las últimas dos tiras de papel higiénico, miro al frente topándome con la puerta del baño. Parecía que inicialmente era de madera blanca, pero al pasar el tiempo ha perdido su color volviéndose amarillenta y sucia con todos los dibujos y rayones que tiene encima. Me inclino un poco hacia el frente tratando de observar con más detalle cada línea trazada en aquella puerta. Había varios tachones hechos con marcador, varios dibujos de pitos grandes y pequeños, algunas manchas secas de dudosa procedencia e incluso hallé varios números telefónicos.
Con curiosidad me fijo en los números escritos, eran demasiados, seguramente muchos de estos fueron anotados sin consentimiento de los dueños ya que me sorprendían los mensajes que los acompañaban.
Llama si buscas una noche de pasión: 09655158411
Hago las mejores mamadas de la ciudad ;): 09216432657
Soy una gatita en busca de leche: 09215585521
Y otros varios que simplemente contenían nombres a un lado de estos, sin embargo, un número llamó por completo mi atención.
Línea de emergencia: +889 999 999 9999
Me sorprendió ya que es un número realmente viejo, la primera vez que escuché de el fue en el colegio. Se decía que era un creepypasta o algo así, fue muy popular en el 2011, pero su fama fue decayendo igual que cualquier otra leyenda de terror.
Me sorprendió verlo después de varios años
—Salgan del baño —Unos gritos acompañados de unos golpes insistentes en la puerta fue lo que me hizo saltar de la taza del baño, suspiro molesta y me paro soltando el agua del inodoro para salir de la cabina del baño público—¿Estás con diarrea o que verga te pasa?
Ignoro la pregunta de aquella chica molesta y salí del baño para dirigirme a los lavabos y enjuagar un poco mi boca, escuche la puerta de la pequeña cabina cerrase y aproveche el estar sola para verme unos minutos al espejo.
Mis ojos se ven rojos, está corrido el rímel de mis pestañas al igual que mi pintalabios carmesí, sonrió al recordar que el motivo de mi pintalabios estropeado se encuentra justo afuera, esperándome. Las marcas de sus dientes aún se aprecian en la piel de mi cuello, me encantan aquellos óvalos entrecortados que ha dejado para marcar territorio. Paso mis manos por cada una de las marcas recordando el fuego que cada uno transmite, me encanta cuando me besan el cuello.
A pesar de eso, no puedo evitar recordar los besos del innombrable, como él lograba provocar el mismo fuego o incluso hacía que la candela subiera de potencia. Por más que quiera, no puedo olvidar sus manos tocando cada parte de mi ser, apretando mis pezones para ponerlos duros, sus manos recorriendo con dulzura mi espalda desnuda y luego ser agresivo con mis nalgas.
Armando realmente es increíble en el sexo.
Varios candentes y lujuriosos recuerdos invaden mi mente haciéndome humedecer por dentro, sin embargo, la pasión se transforma en ira y tristeza al recordar a mi mejor amiga cabalgando a mi novio dentro de su departamento.
Armando y Lilia pueden pudrirse en el infierno.
Al abrir la puerta del baño siento más potente el ambiente de la fiesta cuando la música se cuela más profundo dentro de mi tímpano y el olor a alcohol y cerveza se intensifican a medida que me voy introduciendo dentro de la pista de baile.
Voy en busca de mi galán de esta noche para decirle que regresaré a mi casa, ya no estoy en condiciones para continuar con la fiesta en ese lugar y también ya es muy tarde. Lo visualizo en la barra sosteniendo un vaso con hielos, limón y lo que parece ser un líquido transparente que probablemente contenga más alcohol, del cual ya no deseo por esta noche.
—Hola muñequita—Deja el vaso encima de la barra acercándose a mí, poniendo sus manos en mis grandes y redondos glúteos empujándome hacia él, provocando que la calentura en mí aumentase y que mi ropa interior se moje más y más. —¿Ya estás mejor?—Se intenta acercar a mi boca para seguir besándome, sin embargo, soy más rápida y esquivo sus labios antes de que pueda oler el fétido olor de mi boca.
—Perdón, pero ya me tengo que ir, guapo.
—¿Por qué tan pronto? Me vas a dejar solito aquí—No se rinde e insiste en besarme, pero esta vez optó por bajar a mi cuello y atacar mi punto débil.
—He vomitado—Suelto rápidamente antes de que mi cuerpo deseara más de él, lo siento sonreír encima de mi cuello para luego subir su boca a mi oído y después de lamerlo me susurra.
—Está bien, tú ganas hermosa, nos vamos de aquí con la condición de continuar la fiesta en mi casa, en mi cama —Apretó el agarre en mis muslos, lo cual me tomó por sorpresa, empezó a subir de poco a poco la falda de mi vestido para introducir sus manos y comenzar a tocar mi piel desnuda. —Pasamos comprando un cepillo de dientes y de lo demás me encargo yo.
—¿Una fiesta en tu cama? no suena divertida, para una fiesta se necesita música—Decidí participar en el mismo juego y yo también introduje mis manos debajo de su camiseta para comenzar a acariciar lentamente su plano y marcado abdomen.
—No soy músico, pero créeme que puedo hacerte gemir de una manera angelical que te sorprenderías.
Fue lo único que necesité para aceptar su propuesta e irme con él.
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Abro los ojos esperando que estos se acostumbren a la luz, observo las sábanas completamente granates, las almohadas blancas y como mi ropa está regada por el suelo. Las cosas esparcidas por la habitación no son mías, no estoy en mi cuarto.
Comienzo a recordar mi aventura de anoche y me levanto rápidamente de la cama. Lamenté esta acción pues mi cabeza comenzó a dar vueltas y un dolor punzante empezó a originarse debido al sonido que venía por afuera de la habitación. Sujeto mi cabeza tratando que esta deje de dar vueltas, al mismo tiempo alguien más abre la puerta del cuarto.
—Buenos días muñeca—Escucho la voz de..., mierda no recuerdo.
—Buenos días—Digo desganada y con la sed incrementando, necesito agua enseguida y justo puedo ver y oler la bandeja de desayuno que trae el hermoso chico del club.
—¿Estás con hambre? Te preparé el desayuno—Pone la bandeja enfrente mía y enseguida agarro el vaso con jugo de naranja, termino de tomarlo y le agradezco por el lindo gesto. Se sienta a lado mío y me besa la mejilla susurrando en mi oído.
—Ayer estuviste increíble—Comienza a morder mi oído mientras yo sonrío e inicio a devorar las tostadas con mermelada de mora que había en la charola.
Es una lástima que yo no pueda decirle lo mismo, pero es guapo y tiene tan lindos detalles que compensa la fatal noche de ayer. Yo ni siquiera pude llegar al orgasmo, que desperdicio.
—Tú también estuviste excelente—Opto por mentirle.
—Espero por lo menos que te haya hecho olvidar el mal sabor de boca que te dejaron tu ex y tu amiga— Dejo de comer y lo miro confusa tratando de comprender de dónde sacó esa información, el chico de cabello castaño sonríe y continúa hablando. —Me lo dijiste ayer en el auto ¿No recuerdas? Me dijiste que viste a tu mejor amiga cogiéndose a tu novio, y a pesar que te gusto un poco verlos, pues te enojaste y lo dejaste enseguida.
No puedo creer que le dijera todo eso a un completo desconocido. Dios mío santo, no recuerdo aquello ni el viaje en auto hasta su departamento. Dejo la tostada a un lado e intento tapar mi cara con mis dos manos tratando de ocultar la vergüenza.
—Ay no... —Fue lo único que pude decir al respecto, escucho su risa e inmediatamente siento como se levantaba de la cama.
—No te preocupes, será un secreto entre los dos. Deberías llamar a la línea de emergencia maldita, tal vez ellos te puedan ayudar con la venganza.— Retiro las manos de mi cara para verlo, se encuentra sacando ropa de su armario, seguramente para vestirse y salir.
—¿Sabes de ese número?— Al escuchar mi pregunta deja de buscar en el interior de su closet y me mira.
—Por supuesto que sí, fue muy popular hace mucho tiempo, era de lo que todo el mundo hablaba en las noticias y en el colegio— Se sienta en el filo de la cama para preguntarme a mí— ¿Recuerdas el número?
—Sí, bueno, ayer lo recordé de casualidad.
—Era la leyenda de terror que más sonaba por aquella época, se decía que era la línea de emergencia del Diablo—Termino de tomar el café de la bandeja mientras lo escucho—Supuestamente, si llamabas a su línea de emergencia te ayudaban con cualquier cosa. Se decía que podías conseguir grandes cantidades de dinero, podías pedir que se te cumpliera un sueño e incluso lograr que el mismo Diablo se encargue de tus enemigos.
—Sí... recuerdo haber escuchado algo así
—Yo una vez llamé a su supuesta línea—Me sorprendió la confesión, así que hice a un lado la charola con los platos ya vacíos para preguntarle su experiencia.
—¿Enserio llamaste al número?
—Adelante, te dejó burlarte si es lo que quieres porque ya sé que fue una niñería, pero estaba desesperado por conseguir dinero y recordé aquel número, llamé por diversión y por curiosidad—Se levanta de la cama y nuevamente se dirige a su armario para rebuscar algo de ropa mientras continuaba con su relato—Pero simplemente te contesta una grabadora con la voz claramente retocada, te pregunta ¿Cuál es tu emergencia? y tú le tienes que decir tu deseo.
—Se escucha interesante—Yo también opté por levantarme de la cama y comenzar a recoger mi ropa para vestirme—Y veo que si te ayudaron—Digo esto último mirando la lujosa habitación a mi alrededor, él simplemente ríe y continúa hablando.
—Considero que es una buena línea para desahogarte y que probablemente alguien esté tomando ventaja de esto para enterarse de las vidas ajenas de los demás—El chico, cuyo nombre aún no recuerdo, se pone una camisa estilo leñador a cuadros rojos y voltea a mirarme—Si vas a llamar diles que vienes de mi parte—Se ríe y también le muestro una sonrisa cómplice.
—Claro que sí—Me doy media vuelta para que mi espalda desnuda quede a su vista—¿Me ayudas con el cierre del vestido?
Se acerca a mí, pero antes de subir la cremallera desliza sus manos por mi espalda y las introduce por debajo del vestido hasta llegar a mi estómago. Me abraza por detrás y yo coloco mi cabeza en su hombro mientras este se acerca a mi mejilla para besarla. Empieza a deslizar sus manos desde mi estómago hasta mis pechos para comenzar a masajearlos por debajo del brasier. Aunque anoche haya sido un fiasco, él es un experto en el juego previo, sabe cómo calentar a una mujer con éxito.
—Por cierto, Si recuerdas mi nombre ¿verdad?—Pregunta encima de mi oído divertido.
Mierda.
—Te seré muy honesta, no recuerdo mucho de lo que pasó ayer
—Ya somos dos, pero aún no es tarde para presentarnos—Sonríe encima de mi oído y se separa un poco de mí para subir el cierre de mi vestido, coloca sus manos encima de mis caderas para girar mi cuerpo y que pueda mirarlo a los ojos.
—Me presento, soy Miguel—Toma una de mis manos y la besa, dios mío santo, es un buen reemplazo para el patán de Armando. Admiro un tatuaje que había pasado por desapercibido, es como una estrella diminuta a un costado de su muñeca, un tatuaje realmente sexy. — Miguel Quezada.
—Yo soy Amy—Le sonrío dulcemente y me devuelve la sonrisa—Amy Barros—Miguel vuelve a acercarse para depositar un delicioso beso en mis labios.
El mejor desayuno que he tenido en mi vida.
—Perdóname Amy, me encantaría tenerte toda la tarde para repetir lo de anoche, pero he quedado con unos amigos—Me besa la frente—A no ser que quieras venir conmigo. —Ahora soy yo la que se separa de sus brazos.
—No te preocupes, yo también tengo que irme, pero espero que podamos vernos otro día— Una vez más me muestra sus blancos dientes, como si fuéramos confidentes.
—Anoche anotaste mi número en tu teléfono.
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Lilia
Por favor perdóname, no pensé en lo que hacía.
Armando y yo tomamos unas copas antes y no pensábamos correctamente.
¿Vamos a dejar que un chico perjudique nuestra relación de 12 años? llevamos siendo amigas desde hace mucho tiempo, no me alejes de tu vida por favor.
Y aún había más mensajes de esa hipócrita, y ni hablar del innombrable infiel.
Armando
Sabes perfectamente que te amo.
Nos vamos a casar Amy, no me puedes hacer esto ahora.
Estoy seguro que no quieres que todos estén hablando de cómo cancelamos todos los planes que teníamos juntos.
Debemos hablar, por favor contesta mis mensajes.
Lo que más me da iras es que me traten como si fuese una tonta que nació ayer, no entiendo cómo es que tienen cara para escribirme. Ambos me causan tanto asco y rechazo por haberme estado viendo la cara por quién sabe cuánto tiempo. Es cierto que al momento de apreciar la escena me pareció algo excitante ver a mi novio con mi mejor amiga en una situación tan íntima, pero no hizo falta mucho tiempo para que aquel extraño sentimiento se esfume siendo reemplazado por la rabia.
Ahora solo me repudia volver a pensar en eso.
Recostada en mi cama comienzo a eliminar todos los mensajes de ambos y paso seguido bloqueo a los dos contactos. Mi cabeza comienza a dolor debido a varios pensamientos y sentimientos encontrados, mis ojos empiezan a nublarse debido a las lágrimas acumuladas deseando salir y recorrer mis mejillas. Solo quiero llorar, gritarles en la cara, golpear a la zorra de Lilia y volver con Armando para poderme revolcar en su cama, que me haga gemir de placer y descansar en sus brazos mientras me repite que me ama.
Pero ahora solo quiero llorar, hablar con alguien de confianza y desahogarme. Sin embargo, no tengo a nadie, ni mejor amiga ni novio.
A pesar de no tener a nadie a mi lado, tengo algo, una línea de desahogo donde puedo decir en voz alta todo lo que pienso de ellos dos. Una línea para poder hablar con una grabadora y decirle lo que quisiera que le hagan a esa zorra doble cara que me quitó al hombre de mi vida.
Me levanto de la cama para poder sentarme en el colchón y desbloquear mi teléfono e ingresar el siguiente número en la aplicación de llamadas:
+889 999 999 9999
Comienza a sonar el timbre del teléfono y esperó a que alguien atienda, aguardo para poder escuchar la grabadora.
Y espero...
Y espero...
Y sigo esperando...
Pero nadie atendió el teléfono, creí que inmediatamente la contestadora cogería la llamada, sin embargo, solo se escucha el insistente timbre del teléfono. Creí que el teléfono estaba a punto de colgar cuando el timbre se detiene y es sustituido por el silencio al otro lado de la línea.
Espero curiosa para escuchar la grabación de la que me habló Miguel, sin embargo, solo se puede apreciar una respiración ¿agitada? No se parece a la de un humano, es como si un animal estuviera al otro lado de la línea. Mi corazón comienza a latir frenéticamente al escuchar como una voz grave y tétrica se dirige hacia mí.
—¿Cuál es tu emergencia?—sentí como el teléfono empezaba a sentirse resbaloso, el sudor comienza a esparcirse por la palma de mi mano gracias al repelús que me recorre al escuchar esa voz.
Inhalo y exhalo unos segundos para tomar calma, trato de recordar que todo esto es algo ridículo para desahogarse. Intento pensar en el responsable de la línea de teléfono que seguramente se está riendo de todas las llamadas. Seguramente nunca llegue a saber quién soy y lo más probable es que nunca escuche la llamada, esta absurda grabadora con voz modificada no era prueba de nada. Decido volver a pensar en la traición de aquellas personas que alguna vez fueron importantes para mí, llena de rabia y con recuerdos amargos que ardían dentro de mí, escupí una aberración.
—Ojalá violaran a la perra que se metió con mi novio, quiero que violen a Lilia—el momento en el que pronuncié aquellas palabras no sabía lo que realmente quería, estaba hablando mi lado oscuro y dolido—Es más, no creo que se lo tome a mal, le gusta tanto que seguro disfruta.
Después de escupir aquel veneno que tenía guardado dentro de mí se escucha una risotada al otro lado de la línea, una risa ruidosa la cual provoca que mi piel se erizase, una risa que me hizo arrepentir de lo que había dicho.
—Me caes bien Amy—Después de decir esto último la llamada se corta.
A pesar que la llamada ya llevaba unos segundos colgada, yo aún seguía con el auricular del teléfono en mi oído tratando de asimilar lo que había escuchado ¿Dijo mi nombre? Antes de poder seguir procesando la información sentí vibrar mi celular, tenía una llamada entrante y en la pantalla se reflejaba el nombre de Lilia.
La desorientación y curiosidad se esfumaron al ver que aquella persona me estaba buscando, muy molesta corte la llamada, pero seguía insistiendo varias veces más, las mismas veces que yo cortaba la llamada. Sin embargo, hubo una llamada más la cual intenté cortar, pero simplemente el botón rojo no funcionaba, así que molesta decidí contestar preparándome para escuchar su chillona voz.
—¿Hola?—Hablé por el micrófono del celular, por el contrario no se escuchaba absolutamente nada, solo una molesta estática que interrumpía la llamada—¿Lilia?—Intentaba nombrarla para poder hablar con ella y pedirle a gritos que me dejara en paz.
Pero no fui yo la que gritó.
La estática se fue desvaneciendo permitiéndome escuchar varios gritos al otro lado de la línea, gritos de desesperación y pánico que lograron inquietarme. Rápidamente dejé a un lado mi ira e intenté ayudarla para que aquellos gritos cesaran.
—¿Lilia? ¿Lilia? ¡¿Estás bien?!—Pero la única respuesta que obtuve de su parte fueron más gritos desgarradores, era como si estuvieran arrancando una parte de ella y ultrajando lo más profundo de su ser.
—Ayúdenme, por favor—Su voz se escuchaba rota, lo cual hizo que mi corazón se encogiera y olvidara por completo su traición, ahora ella necesita mi ayuda o la de alguien más.
Supuse que a estas horas ella estaría en su casa, por lo que decidí llamar al 911. Yo no llegaría a tiempo ya que mi departamento está muy lejos de su casa y peor con el tráfico. Dejo el teléfono celular a un lado y llamo por el fijo, marco los números 9-1-1 y espero rápidamente que alguien me atienda.
—911 ¿Cuál es su...?—No la dejo terminar.
—Están atacando a mi amiga, necesita ayuda por favor.
—¿Cuál es la dirección?
—Av. Reinaldo Piedra y Remigio Cedrón 1-87
—¿Usted se encuentra con la víctima?
—No, me llamó por teléfono y me pidió ayuda—Estaba temblando y mi voz sonaba entrecortada por las ganas de llorar al recordar los gritos emitidos por mi ex amiga—Por favor, ella se escuchaba desesperada, envíe a alguien rápido.
—Tome calma, ya estamos enviando una patrulla a la dirección que nos dio, pero necesito saber ¿Hay armas dentro del hogar o algo con lo que están amenazando a la víctima?
—¡No sé! ¡No sé! Solo me llamó y me pidió ayuda ¡Dios!— Comienzo a gritar por la impotencia que sentía.
—Bien, la patrulla llega en 10 minutos, por favor no cuelgue la llamada.—Dejo el teléfono fijo a un lado y nuevamente puse el auricular del celular en mi oído.
Escucho su último grito y de golpe la línea queda en completo silencio, hasta que una respiración conocida se acerca al celular y en el oído me susurra.
—Tarea completa, nos vemos de noche Amy.
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A las 5:30 p.m. Las oficinas del 911 recibieron la llamada de una chica que aseguraba que su amiga, de nombre Lilia Ramos, estaba siendo atacada en su hogar. A pesar de que una patrulla fue enseguida para resguardar la seguridad de la víctima, se encontraron con una escena terrible. Ramos fue brutalmente violada y maltratada, debido a los golpes que el victimario o los victimarios le provocaron a la víctima, esta falleció enseguida, no se encontró rastro de los responsables, en otras noticias...
Apago la tele con prisa, no quería seguir escuchando absolutamente nada. En todos los noticieros repetían sin parar sobre mi difunta amiga y realmente no quiero darle más vuelta al asunto, pero mi cabeza no puede parar de hacerse preguntas. Quiero convencerme a mí misma que esto no es verdad, no pude haber llamado a una línea ¿maldita? Eso es imposible.
Nos vemos en la noche Amy.
Miro el reloj de mi velador y este marca las 22:45, por un momento me hipnotizaron sus manijas las cuales no dejaban de girar alrededor de las horas. Nunca le he tenido tanto miedo a que pase el tiempo tan rápido como ahora.
Antes le estuve dando vueltas al asunto, sentándome a pensar ¿Esto es real? No, no puede serlo. De ser ese el asunto, habrían encontrado dos cadáveres, la muerte de Lilia no es culpa mía. Le hago caso a la decisión más sensata que he tomado en todo el día y decido dormir. Cierro los ojos y no me vuelvo a preocupar por el tema de Lilia o de la misteriosa línea, es en lo último que quiero pensar.
Mi momento de relajación no duró mucho ya que unos golpes de dudosa procedencia interrumpieron mi descanso. Abro los ojos sin muchas ganas de investigar y mi cuerpo se queda un momento quieto tratando de despertarse por completo. Sin embargo, estoy tan cansada que nuevamente comienzo a cerrar mis ojos y aflojar mi cuerpo, pero un estruendoso golpe proveniente de afuera de mi habitación hizo que saltara de la cama.
Con mi cuerpo temblando y apegado al espaldar de la cama comienzo a rogarle a mi mente que dejara de descansar y se enfocara en lo que estaba pasando. Aquel ruido no pudo ser producto de mi imaginación, fue como escuchar una explosión fuera de la cocina ¿habrá sido el gas?
Una vez estando despierta por completo empiezo a relajar mi respiración y reunir valor para salir debajo de las sábanas y atreverme a investigar afuera de la habitación. Retiro suavemente las cobijas que me cubren y bajo poco a poco un pie de la cama, mis dedos del pie derecho tocan el helado piso. En ese momento se escucha un golpe en la puerta de mi habitación que me hace retroceder y volver a la cama.
Más segura de saber que no imaginé nada, empiezo a ver con temor la puerta que separaba mi habitación de la sala. Esperé unos segundos a que la puerta nuevamente emitiera algún ruido, al no escuchar ningún golpe más, decido encender rápidamente la luz de la lámpara ubicada en mi mesita de noche y observar las manijas del reloj.
3:15 a.m.
Odiaba a mi cerebro por recordar cosas tan estúpidas e insignificantes, como, por ejemplo, que las tres de la mañana es una hora maldita.
Trato de inhalar y exhalar calmada, intentando alejar los pensamientos que me provocaran terror en ese momento, pero fue imposible, en especial cuando empecé a escuchar varios golpes repetitivos en la puerta de mi habitación. Alguien estaba esperando una respuesta positiva para entrar, nunca respondí y por ello seguían tocando repetidas veces la madera de la puerta.
Toc-toc-toc
Eran exactamente tres golpes consecutivos, golpe tras golpe seguido, eran suaves a comparación de los anteriores ruidos que me despertaron. Los golpes continuos me tenían concentrada y con la vista fija en la puerta, sin intención de apartar mi mirada. Mi mente estaba procesando todo lo ocurrido, y cuando me estaba llenando de valor para preguntar por la persona que estaba tocando fue que escuche una voz familiar.
—Hola Amy, ya estoy aquí.
Mi mente queda vacía, por un segundo olvido como respirar al mismo tiempo que mi corazón deja de latir provocando que mi sangre se helara. Me siento confundida por unos segundos al escuchar esa voz que no podía ser producto de las cuerdas vocales de un humano, pero luego hice memoria y recordé lo que sucedió horas atrás.
Toc-toc-toc
—Querida Amy, me debes un favor.
Sigo sin responder, no quiero hablar con aquello que me está buscando, ni siquiera quiero respirar demasiado fuerte por si me escucha.
Toc-toc-toc
—Sé que estás ahí, Amy.
No le doy una respuesta aún.
Toc-toc-toc
—Bien, veo que tendrá que ser a la fuerza.
De repente, los golpes que llaman a la puerta se intensifican. Es como si estuvieran azotando la puerta con un saco de piedras muy pesado, como si quisiera derribar la puerta a golpes.
Entro en pánico al escuchar como la madera se empieza a trizar y su risa escalofriante al otro lado de la habitación me causa terror. Asustada y con la piel de gallina agarro el celular que se encuentra en mi mesita de noche y me escondo debajo de las sábanas.
Como un impulso de reflejo y sin tener más elecciones, decido utilizar la única opción a mi disposición. Desbloqueo la pantalla de mi teléfono e inmediatamente marco los números 9-1-1 en la pantalla. Desafortunadamente, cuando puse el auricular en mi oído para poder comunicarme, me atiende la operadora de mi línea para decirme "Su teléfono se encuentra fuera del área de servicio, por favor, revise..." cuelgo la llamada.
Los golpes en la puerta no cesan y esta vez parecían ir con más fuerza, no sería cuestión de mucho tiempo para que la puerta se desplome en la habitación. Con toda la adrenalina en mi cabeza es casi imposible pensar y mi cuerpo sigue temblando debajo de las sábanas, sin embargo, mi mente tiene un leve destello que trae una idea fugaz.
Las líneas telefónicas no sirven ahora, pero hay una que puede ser la excepción.
Con velocidad marco nuevamente el número de aquella línea maldita en la pantalla, suspiro de alivio al escuchar el timbre al otro lado de la línea.
1, 2 y 3 veces fueron los timbres que tuve que escuchar antes de tener aquella respiración bestial en mi oído y al poco tiempo me preguntó: ¿Cuál es tu emergencia?
—No quiero morir—Sollozo en el micrófono de mi celular mientras las lágrimas caen de mis ojos, no quiero que aquello que está afuera me escuche, pero es imposible seguir teniendo la calma bajo control.
Nuevamente tengo que escuchar su maldita e irónica risa histérica por unos segundos, segundos que tengo contados.
—Ya te lo dije, pero volveré a repetirlo...—Sus palabras traspasan el teléfono de una forma espeluznante, como si estuviera a mi lado justo ese momento susurrando en mi oído. —...me caes muy bien, Amy.
—Por favor...—Jamás he suplicado esas palabras con tanto sentimiento y angustia.
—Amy, por favor no te pongas así, esto es lo justo para todos—esta vez se rio de una forma más suave, como una risilla traviesa—Debes pagarnos el favor que te hicimos y tu alma es un precio respetable.
En ese momento escucho algo desplomarse dentro de mi habitación y sé que la puerta había sido derrumbada por aquella criatura que venía a cobrar mi deuda.
Sus pasos eran relajados y se notaba que no tenía prisa. Con el último aliento que me queda para seguir hablando, trato de convencer por teléfono el poder negociar otro precio justo.
—Haré lo que sea... —Cierro los ojos esperando lo peor al sentir como una mano se cerraba alrededor de mi tobillo el cual está cubierto por la sábana, la tela blanca fue subiendo poco a poco.
—Lo único que vale más que tu alma, es el alma de más personas...
Me quedo muda ante sus palabras, ¿Qué significa eso? ¿Tengo que matar a alguien? No me queda mucho tiempo para pensarlo, la sábana ya había subido hasta mis caderas mientras mis ojos siguen totalmente cerrados.
—¿Debo matar a alguien?—Su risotada me hizo comprender que estaba equivocada.
—No, no, de eso nos encargamos nosotros, lo que debes hacer es reclutar a más personas para que llamen a esta línea ¿Comprendido?
Aquella mano comienza a subir por mi pecho.
—Pero... ¿cómo hago que más que más personas quieran llamar?
—Ese es tu problema, querida Amy.
La mano de aquella criatura llega finalmente a mi cuello, donde comienza a cerrar su agarré con fuerza haciendo que el aire me falte. Como un instinto, una mano mía agarra su viscoso brazo y la otra mano sigue ocupada sosteniendo el teléfono intentando que no se callera y perder mi última oportunidad.
—Tu deuda sería de 3 almas más ¿aceptas?
Quiero responder inmediatamente y sin pensarlo dos veces, pero aquella mano dificulta mi respiración y mi habla mientras su agarre se va cerrando más y más. Mis ojos comienzan a llorar y mis manos empiezan a sentirse débiles, pero un grito que salió desde lo más profundo de mis cuerdas vocales hizo eco en la habitación permitiéndome cerrar el crudo trato.
—¡Acepto!
La línea se corta de repente, pero el aire me sigue faltando y la mano viscosa de aquel ser no me suelta, ni siquiera puedo pedirle piedad mirándolo a los ojos ya que las cobijas y sábanas cubren mi rostro por completo. Unas cuantas lágrimas caen rápidamente al mismo tiempo que mi vista comienza a nublarse más, cuando siento que desfallecía, la poderosa criatura me levanta brutalmente de la cama y me arroja al suelo.
Arrojo las sábanas fuera de mi rostro permitiéndome respirar con más libertad, repaso la vista por mi habitación y no hay rastro de aquello que antes buscaba sangre. Después de unos minutos acostada en el suelo de mi cuarto tratando de recomponerme, me levanto y al instante siento mi cabeza arder en su parte trasera. Mi mano pasea por mi cabello tratando de sujetar mi herida y siento algo mojado, al inspeccionar con atención mis dedos observo sangre escurrirse por la parte trasera de mi cabeza.
Me levanto adolorida y mareada, me dirijo al baño para lavar mis manos sangrientas y en ellas noto algo particular que no tenía antes, en el costado de mi muñeca derecha se había dibujado una pequeña estrella negra.
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