CINCO


No se puede apreciar con detalle el lugar, está rodeado por una masa oscura que se aleja de la tímida y opaca luz que nos ofrece un foco amarillo situado en el centro de la habitación. Las miradas revelan decisión, tal vez la mente dicte que es un error y el corazón tiene miedo, pero todos tememos más a la incertidumbre del día siguiente. Esa ansiedad al futuro que siempre estará atado a un pasado lleno de errores, angustias y miedos. Realmente admiro a las personas que pueden tener al miedo domado y no dejan que aquello los frene.

—¿Quién empieza?—La chica rubia empieza a mirarnos con rapidez, no se detiene a observar las miradas con minucia, solo desea que alguien responda a su pregunta o de otro modo siento que ella tomará el primer turno.

—Yo lo haré—La pequeña caja negra pasó a las manos de una chica de extremada delgadez, los delgados dedos esqueléticos de la chica sacaron del interior de la caja un revolver con una empuñadura de madera de un café oscuro.

Su mano derecha sostenía el arma y la mano izquierda extrajo del interior de la caja un cartucho de bala, era de un metal dorado resplandeciente, seguramente eran balas nuevas. La joven delgada intentó varias veces abrir el tambor, todos mirábamos atentos pues el momento en el que la bala se introdujera el juego comenzaría. La chica logró abrir el tambor y posicionó la bala en uno de los agujeros, lo cerró nuevamente y le dio una vuelta al cilindro para que la bala se perdiera de su vista.

El juego comenzó.

—Mi nombre es Diana, tengo dieciséis y hace un año que he tratado de perder peso a causa de las insistencias de mi familia y personas cercanas— Diana rápidamente coloca el cañón dentro de su boca, cierra los ojos y nuevamente los demás observamos atentos, pero aún no tira del gatillo.

Por su mente deben estar paseándose voces discutiendo el sí debería tirar del gatillo, voces que le repiten constantemente lo gorda y fea que es. Se desarrolla una lucha interna en cómo puede complacer a los demás y callar de una vez esas voces que poco a poco se convierten en gritos de reproche.

Diana yo te entiendo, sé lo que es el tratar de querer complacer a todos, que ya nadie pueda tener una opinión de desagrado hacia ti, el deseo que tu mente descanse y deje de pensar en todo lo malo que has escuchado decir de tu propia persona. No importa si es una opinión constructiva o destructiva, tú lo tomas por igual y ambas te las guardas para hacerte daño.

Diana tira del gatillo, pero no se escucha ningún estruendo, simplemente el agitado llanto que seguramente estuvo conteniendo durante todo el tiempo que el arma llevaba dentro de su boca. La chica esqueleto respira hondo e inmediatamente guarda el arma dentro de la caja negra y se la pasa a otro chico que se encuentra a su derecha, lleva una camiseta naranja que deja a la vista los cortes en sus brazos.

—Yo soy Adam, tengo dieciocho años y desde hace seis meses comencé a cortarme los brazos, piernas y abdomen por los problemas familiares y sociales que me agobian a diario— Adam mira unos segundos la caja negra y de sus ojos brotan algunas gotas cristalinas las cuales limpia con rapidez—No sé qué es lo que me ocurre, pero ya no aprecio la vida como antes y eso me aterra—abre la caja para sacar el arma y coloca el cañón entre ceja y ceja. No lo piensa tanto y aprieta inmediatamente el gatillo.

No puedo explicar la cara que tuvo cuando abrió los ojos y entendió que aún seguía vivo. Parecía estar decepcionado, parecía que no quería pasar nuevamente por la tortura de presionar otra vez la pistola en su cabeza. Tal vez no quería que existiera la posibilidad de arrepentirse de lo que estaba haciendo.

La caja nuevamente rotó hacia el lado derecho y esta vez era el turno de la chica rubia que preguntó al inicio. Su mirada encima de aquella caja es inexpresiva, no la conozco, no conozco a nadie en esta sala, sin embargo, puedo sentir empatía por el miedo de todos cuando tienen aquel objeto enfrente de ellos. Estoy seguro que aquella chica simplemente siente terror y alivio al mismo tiempo, la disonancia cognitiva encima de ella es demasiado grande y no quiere morir, pero tampoco quiere vivir. Le aterran ambas ideas.

—Yo me llamo Karla, tengo 20 años —La caja es abierta por las temblorosas manos de Karla— Y yo fui violada por mi padrastro cuando tenía 17 años.

La sala de repente se tornó de un ambiente más pesado, ya era suficientemente turbio escuchar los motivos de cada quien, pero para todos fue un shock escuchar las razones por las cuales Karla quiere dejar este mundo.

Nuevamente mis ojos se posaron encima del objeto metálico, las manos de Karla no paraban de temblar y comienza a sollozar al momento que posiciona el cañón debajo de su barbilla. Mira al cielo cómo si estuviera rogando por algo mejor después de morir, y estoy seguro que todos los que estamos en este cuarto es lo que esperamos después de la finalización de este juego. Un más allá que nos dé lo que este mundo de mierda no nos puede dar, una vida sin dolor ni sufrimiento.

Yo también me he sujetado a la idea que existe la gran probabilidad de que ocurra algo después de la muerte, me rehusó a pensar que al morir no hay nada más. Me sujeto a la idea en la que seré recompensado en el más allá, donde el dolor no me pueda encontrar.

Aun sabiendo que he optado por la salida más fácil.

Se escucha el gatillo en seco, pero la bala sigue dentro del arma. El arma es devuelta a su sitio y ahora yo soy él que tiene la caja de la muerte enfrente mío, la abro completamente decidido sin dudar ni titubear. Ya estoy mentalizado para irme de este lugar.

—Yo soy...—Fui interrumpido por Diana

—¿Podemos apresurarnos más, por favor?—Todos asintieron indicando que estaban de acuerdo con ella, por ello fue que ubiqué la pistola en la parte superior derecha de mi cabeza. Cerré los ojos dándole un último adiós a este mundo y antes de pensarlo mejor presione el gatillo convencido que la bala saldría.

Estaba equivocado.

No quería que la caja se fuera de mis manos, procuraba que la bala se impactara en mi cráneo, pero debía respetar las reglas del juego así que pase la caja al siguiente concursante.

Un chico que no parecía tener más de 30 años tomó rápidamente el arma e imitó mi acción para situar el cañón del arma. Cerró los ojos y parecía que iba a presionar el gatillo, sin embargo, lo detuvo Karla, la cual se abalanzó encima del chico bajando la pistola.

—Estás haciendo trampa, primero debes decir el motivo por el decidiste entrar.

—Yo hablé con los organizadores, quiero permanecer en incógnito.

Karla volvió a tomar asiento encima del suelo y el chico incógnito volvió a ubicar el arma en su cabeza, todos mirábamos atentos puesto que dentro del tambor solo hay 6 lugares y ya fueron 4 intentos en los cuales la bala nunca salió. No sé si el que no le tocase a él tampoco sería suerte o una desgracia.

La mayoría de las personas le tienen miedo a la muerte, pero es irónico que cuando uno la esta buscando, está tarda demasiado.

Parece que hoy todos estamos con mucha "suerte" ya que el incógnito seguía vivo y por ello el arma pasó a las manos del hombre más mayor del grupo, al que le tocaría morir en esta ronda.

—Mi nombre es Reinaldo, tengo 54 años y yo violé a mi sobrina pequeña de 6 años— Mi mente quedó completamente en blanco cuando terminé de escuchar sus palabras.

Era un hecho que la bala iba para él, era un hecho que iba a morir y realmente no sé si merecía aquel castigo o si era el karma lo que lo había llevado a esta situación.

—¡Y no solo fue una vez! ¡Fueron varias!— Reinaldo comenzó a gritar y llorar— Ella me pidió varias veces que parara y nunca lo hice, soy un monstruo.

Sus llantos daban escalofríos, pero en cierta parte lo comprendo ya que serán las ultimas lagrimas que derrame en este mundo, del otro lado simplemente le espera una condena para que pueda pagar sus pecados por toda una eternidad. Reinaldo comenzó a tranquilizarse un poco y aun con las lágrimas cayendo por su cara decidió abrir la caja y tomar el arma.

—Pero yo soy el monstruo, yo sí lo soy—Tomó aire y prosiguió con sus últimas palabras— yo sí merezco morir, he hecho tanto daño a demasiadas personas de mi alrededor, pero ustedes...—Procedió a mirar a cada uno de nosotros rápidamente, su mirada transmitía asco y desaprobación. —Ustedes simplemente son unos cobardes ¿qué es lo que pretenden suicidándose?

—Dispara el arma y ya, imbécil—Esta vez fue Adam el que habló, nuevamente las lágrimas caían por sus mejillas mientras no despegaba la mirada del suelo.

—Sabes que digo la verdad, esta sala está llena de personas cobardes que no saben afrontar sus problemas. Ustedes no quieren morir, simplemente quieren que otros se sientan culpables del daño que les han causado, no quieren plantarle cara al mundo, se ahogan en su vaso de agua y siguen lo que ven en películas ridículas para adolescentes—Se limpió las lágrimas con su brazo y esta vez con más firmeza sujetó el arma a escasos centímetro de la parte inferior de su barbilla, se puso de pie y siguió con su discurso.

Ustedes se creen el centro del mundo y piensan que todos deben comprenderlos cuando están tristes o pasando por un mal momento en sus vidas. Cuando se dan cuenta de que cada uno de los que les rodea también tienen una vida y sus propios problemas pues se sienten incomprendidos...

Se detiene a tomar aire debido a que en ningún momento paró de reprocharnos.

—...Quieren ser los protagonistas de las vidas ajenas y que todos se preocupen por ustedes, no quieren comprender que cada uno de aquí podría salir adelante si dejan esa actitud tan infantil y aprenden que en la vida hay luchar y no solo lloriquear cuando aparecen los problemas de adultos— Su última lágrima escapó de su ojo derecho indicando que había llegado su hora.

— Pero bueno, talvez si están aquí sabiendo todo esto y deciden por voluntad propia no disfrutar de la vida... entonces tal vez sí merecen morir.

Por fin se escuchó el disparo y el cuerpo de Reinaldo cayó al suelo quedando boca abajo, un charco de sangre se dispersó alrededor de su inerte cuerpo y todos en la habitación quedaron admirando el escenario sin hacer absolutamente nada. No había caras de asombro, tampoco había tristeza por la muerte de aquel hombre, no sé si nadie estaba triste por el delito que había cometido o porque ya todos aquí se prepararon mentalmente para ver cuerpos en el suelo.

Todos saben lo que tienen que hacer después de la muerte de algún jugador, así que nuevamente nos subimos la venda que teníamos en el cuello y nos tapamos los ojos. Se escuchó a personas entrar en la habitación, seguramente son los organizadores del juego así que solo nos toca esperar.

Se escucha el pitido que nos indicaba que podemos empezar nuevamente, así que me bajé la venda rápidamente al igual que todos en el cuarto. De nuevo lo único que nos ofrece visibilidad es la débil luz del foco, no obstante, decido pasear mi mirada por la oscura habitación y me doy cuenta que el charco de sangre sigue ahí, pero el cuerpo de Reinaldo desapareció. La caja negra nuevamente está posicionada en el centro del círculo que formamos los 5 jugadores restantes.

—Te toca Diana— Dijo el chico que decidió permanecer en anonimato.

Diana acerca la negra caja hacia su puesto abriéndola, de esta sacó el revólver y junto con este saca una nueva bala dorada. Introduce la nueva bala en uno de los orificios del tambor y comenzó a girarlo dando inicio nuevamente al juego.

—He visto a varias chicas en redes sociales decir que debemos amar nuestro cuerpo, que no tengo que hacer caso a las modelos que salen en televisión o revistas, sin embargo, no puedo evitar sentirme mal. —Comienza a llorar inclinándose hacia el frente como si ya no hubiese nada que la sostuviera para seguir adelante.

—¡Solo quiero dejar de sentirme tan miserable! ¡Quiero dejar de mirarme con asco! ¡Ya no quiero volver a criticarme como lo hago siempre!— Sus gritos asustan a todos en la sala, tanto que comienzan a llorar nuevamente, adquiero las palabras de Diana con empatía y me plasmo en ellas. Diana coloca el arma dentro de su boca y aprieta el gatillo.

Pero no era su turno aún.

Sin soltar el arma, nuevamente se inclina hacia delante sollozando y lamentándose. Adam se le acerca tratando de consolarla, le toca la espalda tratando de calmar sus gritos y llantos, pero al ver que no puede hacer absolutamente nada simplemente se limita a agarrar el revólver y vuelve a su puesto.

Yo comencé a perder mis ganas de vivir por los problemas que se me vinieron encima después de separarme de mi ex, duramos un poco más de dos años—otra vez las lágrimas comenzaron a correr como dos chorros de agua

—¡Los dos fuimos los tóxicos en la relación! pero ella optó por mentirles a todos mis conocidos y amigos diciendo que yo la maltraté durante todo el tiempo que duró nuestra relación, me amenazó varias veces con levantar una denuncia en la policía.

Su voz fue apagándose mientras seguía hablando, pero pude alcanzar a escuchar su último lamento—Nadie quiso creer mi versión de la historia.—Adam quedó callado durante unos segundos y con más fuerza en su voz prosiguió contándonos el porqué está aquí—Y también están los problemas en mi casa, en mi familia, los problemas económicos ¡Ya no puedo!

Adam colocó el cañón del revólver entre sus dos cejas y cerró los ojos con fuerza, sin embargo, se notó que lo pensó antes de jalar del gatillo.

—Adam, no lo hagas— Todos estábamos sorprendidos por lo que Diana había dicho, estaba tan ocupado prestando atención al relato de Adam que no me di cuenta que Diana había parado su llanto y se había incorporado.— Por favor, suelta eso.

Adam la miraba atento, había bajado la pistola que segundos atrás estaba apuntando directo a su cabeza confundido, pero enseguida la volvió a colocar en su antigua posición y nuevamente cerró los ojos.

—¡NO!— Diana se abalanzó encima de Adam y alejó lo más que pudo el arma de su cabeza.

—¿Qué haces, Diana?—Cuestiono Adam mientras esta se sentaba llorando encima de su regazo para abrazarlo, sin embargo, Karla respondió a su pregunta.

—Hace trampa, eso es lo que está haciendo.

—Él tenía razón, no tenemos por qué hacer esto.

—¿Te refieres a ese asqueroso violador? —Karla escupió las palabras en la cara de Diana.— Adam aprieta el gatillo, ahora.

—Adam, por favor, no lo hagas.

Adam hizo caso omiso a las peticiones de Diana, se levantó del suelo deshaciéndose del abrazo de esta y nuevamente colocó el revólver entre ceja y ceja.

—No me importa lo que digan, Reinaldo tenía razón en todo lo que dijo al último, somos unos cobardes que buscan la salida más fácil queriendo dar pena de paso, no estamos pensando en las personas que nos quieren, ¡Estamos siendo egoístas!—Se levantó rápidamente del suelo y extendió su mano hacia Adam— Dame esa pistola ahora.

Karla también se levantó del suelo y se veía furiosa, muy furiosa.

—¡Jala del gatillo ahora, Adam!

—¡No!— Diana miraba con compasión a Adam, como si quisiera hacerle saber que no está solo, como si tratara de evitar un grave error— Por favor, devuélvemela.

Adam se veía hecho un caos, sus ojos expresaban arrepentimiento y se veía demasiado confundido.

— Dispara ahora—Seguía insistiendo Karla.

Adam jaló del gatillo y cayó de rodillas al suelo, pero no porque estuviera muerto, se desplomó en el suelo a llorar a cantaros como si se sintiera afortunado y al mismo tiempo desdichado de seguir viviendo. El revólver cayó de sus manos al suelo, asimismo Karla lo tomó decidida de continuar con el juego. Lo posicionó debajo de su barbilla y comenzó a hablar, pero no por las reglas del juego sino para que no haya contrición en un futuro, como si estuviese recordando el porqué está aquí.

—Mi padrastro fue bueno al inicio, quería muchísimo a mí mamá y yo la veía muy feliz cuando estaba con él...—Fue interrumpida por Diana.

—Karla, por favor—Diana se colocó de rodillas enfrente de Karla tratando de suplicarle que no lo hiciera— Te lo pido, por favor.

—¡CALLATE! Ya me tienes harta, estas interrumpiendo a todos, no es justo, ya fue tu turno.

—Te vas a desgraciar la vida tu sola, piensa en tu madre— pareciera que esto último molestó demasiado a Karla ya que se agacho a la altura de Diana y con voz fría y rota contestó:

—Mi vida se fue a la mierda la primera vez que ese desgraciado se metió en la noche a mi habitación y me violó. Desde aquel día estuve muerta por dentro, ahora solo voy a llevarme el dolor que tengo a otro lugar mejor, donde no haya sufrimiento y asquerosos que quieran tocarme— Volvió a incorporarse, pero Diana también lo hizo, esta vez la tomó de la cara haciendo que la viera directo a sus ojos.

—¿Y esta es la solución para tus problemas? ¿Esto arreglará algo? Tú no tienes por qué pagar por lo que ese desgraciado te hizo, él debe ir a la cárcel y tú debes sanar por dentro. El dolor no va a durar toda la vida, esto no solucionará nada, ahora lo sé, pero para que eso pase debes dejar de ser una puta cobarde.

Karla la empujó para que la soltase y se mantuviera alejada de ella, sin embargo, Diana siguió hablando— Debes enfrentarte al monstruo que te hizo daño y tomar al toro por cuernos, nada de esto te ayudará ¡Deja de lloriquear! —Su voz era firme y ya no titubeaba, sin embargo, bajó el volumen de su voz para decir lo último dentro de su discurso— Te lo ruego, sé que podrás salir adelante.

La verdad no me sorprende que Karla no haya hecho caso a las palabras de Diana, esta tiró del gatillo, pero siguió viva para la siguiente ronda.

—Tu turno—Me extendió la pistola, pero esta vez no la tomé, tal vez Diana tiene razón, tal vez esto no es lo correcto.

Tal vez podemos salir adelante solos.

—Tómala, es tu turno— Karla siguió insistiendo.

—Muévete— Esta vez habló el chico del que nadie sabe nada.

—Déjenlo en paz— Diana salió a mí defensa

—¿No la vas a tomar?— preguntó Karla esperando que me arrepintiera y siguiera con las reglas, pero no dije nada, ni siquiera la miré— Bien, yo te haré los honores.

Karla apuntó el cañón hacia mi frente y de repente si temí por mi vida, las palabras de Diana y Reinaldo me habían hecho reflexionar sobre cuánto estaba valorando mi vida y si realmente estaba listo para dejarla ir.

—Karla, espera por favor—La rubia nuevamente hizo caso omiso a las advertencias de Diana.

Se escuchó el disparo y la bala dorada impactó en mi cráneo.

Esperaba encontrarme con un paraíso del otro lado, esperaba obtener una recompensa después de las decisiones que tomé, esperaba encontrar alivio después de ser tanto tiempo la víctima, pero me encuentro en una negra densidad eterna. ¿Qué está pasando? 

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