5. El Mejor Reflejo

Cada ser humano en este planeta cambia con el tiempo. Sus rasgos corporales, mentales y espirituales que forman la personalidad, se transforman con el transcurso de los años. Cuando muy pequeños, no pensamos el cómo es uno visto por el resto de la gente, sin embargo, a partir de cierta edad, nos fijamos en esos detalles. Todas las mañanas, Natalia se levantaba a mirarse en el espejo de su cuarto. Cuando veía su reflejo, observaba un rostro triste, feo, angustiado, cansado, y preocupado. A pesar de que las personas a su alrededor le decían que era hermosa tal y como era, ella se veía horrenda.

Una mañana especial, se levantó como de costumbre y se colocó frente al espejo esperando encontrarse con su usual reflejo. Esta ocasión fue diferente puesto que la observaba al otro lado un ser mágico, con una creación simple. La miraba una mujer de enorme atractivo y encanto, con una apariencia de gran belleza.

—Esta... esta no soy yo. ¿Quién eres? —preguntó la joven anonadada.

—Puedes ver que soy una ninfa, pero ante ti, soy tu mejor reflejo —respondió—. Inteligente, de mente rápida e ingeniosa.

La respuesta de la ninfa le extrañó a la joven y pensó que se estaba volviendo demente. Si bien la habían diagnosticado recientemente con el Trastorno Depresivo Mayor, si llegase a contar su recién encuentro con esta criatura mágica, tendría de seguro un diagnóstico dual. Se frotó los ojos como en señal de incredulidad y volvió a hablarle a la ninfa.

—¿Qué haces aquí? —preguntó con curiosidad—. ¿Por qué dices ser mi mejor reflejo?

—Soy todo lo que eres y lo que puedes llegar a ser —respondió con certeza—. Soy esa mujer empoderada que se vale por sí misma, la que tiene actitud firme ante las decisiones, la que no permite ser influenciada de forma negativa y la que admite sus debilidades, pero las convierte en fortalezas. Soy esa mujer que eres tú; soy tu reflejo.

Antes de que Natalia pudiera responder a lo que la ninfa le acababa de decir, ésta desapareció del espejo y la joven volvió a encontrarse con su reflejo. Por varios minutos se vio así misma y reflexionó en las palabras que recién había escuchado. Tomó un cepillo y se acarició su hermosa cabellera. Abrió un poco los ojos e hizo un intento por sonreír. Por primera vez en varios meses, se sintió hermosa. Quizás le tomaría días, semanas, meses, incluso años, poder ser lo que la ninfa le acababa de decir, pero quería intentarlo. Quería ser esa mujer empoderada. 

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