3. Invisible
Cuentan las leyendas que cuando aparece una estrella fugaz e ilumina el cielo oscuro, es momento de pedir un gran deseo. Muchos niños y niñas, jóvenes y adultos, tienen la creencia de que serán escuchados por los astros en algún momento. Aunque muchos dirán que su deseo nunca se llegó a cumplir, éste no es el caso de Luis.
A la edad de los seis años, fue diagnosticado con el trastorno de déficit de atención con hiperactividad. Desde los tres años, mostraba demasiada energía en cualquier lugar, ya sea en su casa, en la escuela, en restaurantes, en cines, en centros comerciales, en fin, en todo momento. Luis era constantemente regañado por todos a raíz de su comportamiento hiperactivo y esto lo ponía triste. Deseaba con todas sus fuerzas controlarse, pero por alguna razón no podía. Quería parar de causar problemas, pero sentía la necesidad de continuar activo y sin poder dormir. Detestaba su condición y estaba agotado de causarle tantos dolores de cabeza a sus padres. Solo quería desaparecer. ¡Ay de aquéllos que piensan que los niños no desean, sienten y piensan solo por ser pequeños!
Una noche, a sus siete años, vio una estrella fugaz y recordó que su abuela le había dicho que pidiera su más íntimo deseo tan pronto viera una. Y así fue.
—Estrellita, estrellita, pido que me hagas invisible —deseó con todo su ser cerrando los ojos—. Si soy invisible, nadie me podrá ver y no les causaré más problemas.
Pasaron los días, semanas, meses e incluso años, y su deseo no se cumplió. No fue hasta diez años después, que su enorme anhelo llegó a ser realidad. Como joven adulto, aún continuaba siendo hiperactivo y se frustraba por no lograr tener las notas que sus padres querían. Las peleas eran constantes y estaba más que seguro que sus papás estarían mejor sin el dolor de cabeza que él les causaba.
Al ser invisible, pudo gastar sus energías sin que nadie le viera. Hizo maldades por doquier los primeros días y al no recibir regaño alguno, pensó que era lo mejor que le había ocurrido en mucho tiempo. Sin embargo, le dolió ver a su madre llorar cada noche porque su hijo había desaparecido, y a un padre que no dormía buscándolo por todos los medios hasta encontrarlo. Observó a sus maestros y otros compañeros de clase anhelar por su regreso a pesar de las situaciones que había creado. Con el tiempo, aprendió su lección: no importa la condición o trastorno que tengas, eres importante para las personas que te rodean. ¿Por qué creer que desaparecer es la mejor opción? Pasaron los días, incluso semanas, cuando otra estrella fugaz surgió. Pero esta vez, Luis tenía un deseo mayor; deseaba vivir y aceptarse tal y como era, pues su condición no lo definía a él y tenía muchas metas por cumplir. Luis tuvo la gran suerte de contar que dos veces pidió un deseo a una estrella fugaz, y ésta se los cumplió.
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