10. Esperanza
Lejos, muy lejos de la Tierra, se encuentran otros mundos fuera de lo común. Mundos donde todo era posible y en el que la fantasía era la realidad para los habitantes de esos lugares magníficos. En el mundo llamado Okticus, el rey Maimei era el que mandaba en esa área. Todos obedecían a su mandato a pesar de que sufrían días horrendos por sus decisiones despiadadas.
Un día, el rey mandó a llamar a John, el guerrero más conocido del área. Había sido llamado para obtener instrucciones de su nuevo trabajo: eliminar a todos aquéllos que tuvieran condiciones o trastornos pues para el rey, éstos se encontraban endemoniados y contaminaban la raza. Si les traía las cabezas de cada uno de ellos, le concedería el puesto de General Máximo en su reino.
Al conocer su nueva misión, John tomó su rumbo para encontrar a estos seres que el rey había mandado a matar. Buscó por todas partes preguntando a los habitantes, sin embargo, no pudo dar con ellos. ¿Dónde estaban? Sabía que existían pues eran la noticia más hablada por años. ¿Dónde se habían escondido?
Tardó días, semanas e incluso varios meses en finalmente dar con ellos. Los encontró a todos viviendo en un bosque, lejos de la ciudad del rey. Habían alrededor de unos treinta seres con diversas condiciones tanto físicas como mentales. Andaban en familia. Vio a los niños correr de la alegría, algo que a los adultos les faltaba en esos momentos. Estaba preparado para atacarlos y cumplir con su misión pues deseaba con tu corazón obtener el puesto tan prestigioso que le había ofrecido el rey. Justo cuando iba a comenzar el ataque, notó las miradas de los seres y vio en ellas soledad, angustia, esperanza, ayuda...
John siempre había sido fuerte en sus decisiones y no tenía miedo a matar a otros, pero ese día había sido inusual. Los seres que tenía frente a él no eran muy diferentes a los demás; no estaban endemoniados ni contaminaban la raza. Eran seres tal y como eran los otros, con características peculiares. Continuó observándolos por varios minutos y decidió alejarse del lugar.
Le tomó varios días regresar a dónde el rey para darle las malas noticias. Después de tantos días de aventura, no había podido dar con el grupo que el rey buscaba. Pero el rey no le creyó y ante el desespero y coraje, tomó su espada e intentó cortarle la cabeza a John. Sin embargo, falló. El guerrero tenía ahora sobre sí una especie de manto azul que le cubría todo el cuerpo. El rey se echó hacia atrás anonadado, pues sabía muy bien lo que acababa de pasar. Las leyendas del reino contaban que aquél que tuviera la Luz Protectora Azul sería el guardián del reino, con un poder más grande que del rey. La luz seleccionaba a aquel que se lo merecía; aquél que haría la diferencia. Fue entonces cuando John se convirtió en la esperanza de muchos en el reino.
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