Zombis - La vuelta de María

    María, había fallecido por una Aneurisma de aorta. En mi desesperación, incurrí hasta en lo esotérico, por un minuto más junto a ella.

    Días antes, yo me había desembuchado y ella atribulosamente me espetó:

    —Necesito pensarlo... Tardaré... pero juro que te contestaré Joel.

    ¿Había veracidad en lo que decía o sólo era una infame engañifa?

    ¿Me justipreciaría? ¿Quedaríamos como inclinados o no me volvería a perorar por la insoportable desazón? Tantas dudas que no pudieron ser garantiradas, por su inusitada muerte.

    ¡Ella había renacido como una repelente alimaña de piel verde! ¡Mi menesterosa María se había trocado en un... un... ¡bah! Igual no importa en lo que se convirtió, solo importa que De-vo-rar-me pereciera lo que deseaba y corrí.

    Las exiguas tumbas eran todas pariguales y lo único que me guiaba eran los astros del cielo, pero la estulta niebla, me obstruía la visual, y me complicaba.

     —Amor... Espera... daño... no... balbuceaba María, la renacida de piel verde.

    Sus desorbitadas pupilas empezaron a mirarme, movió bruscamente la testa y parpadeó, después de mucho tiempo.

    Dejé de escapar y fije mi mirada a sus iris, cuando renació los tenía marrones, luego de un verde esmeralda.

    Sí, sus iris habían vuelto a la perpendicularidad ¿Ella volvería a ser como antes?

    —Joel... jo... ¡JOEL! —me dijo María  —Lo siento por no poder... —María no ha podido terminar la frase, ya que con mi abrazo la he dejado turulata y colorada.

    —Ya me has contestado.

    Una pequeña sonrisa de aprobación de su parte, la ha vuelto humana de nuevo.

    Me separé, pero me volvió a empeñar contra ella, para darme un beso en la frente.

    Cerré los ojos y dejé de sentir sus brazos entre mis hombros, sino que comencé a sentir su cabeza.

    Estaba a un instante de ver que pasaba, pero María me paró.

    —Joel, la tierra me está llevando al tártaro y si abres los ojos te pasará lo mismo, tienes que dejarme ir. ¿Me harás caso?

    Las lágrimas rodaron por mi cara y como un rorno, abrí los ojos.

    Estábamos en el tártaro. No era como en la mitología, más bien como un mundo paralelo, donde todo pasó en un breve lapso temporal, María y yo nos casamos en una bizarra ceremonia...

    —Te amo, pero fuiste un alelado al no dejarme ir —me dijo María mientras transitábamos una ruta estropeada y sombría.

    Raramente, me dí cuenta que sufriría un choque automovilístico, que causaría mi muerte y la de mi esposa María.

    —Tú también eres una alelada, al creer que iba a dejar a mi señorita de iris esmeralda, te conocí en la primaria, la chica que nunca se burló de mí por ser nerd. Tú eres mi único y verdadero amor y no me importa si tengo que morir ochenta mil veces, con tal de tenerte a mi lado y saber que me amas.

    Nos besamos mientras el auto explotaba. Me había gustado estar junto a ella, pero ya era tiempo de volver a la vida de los humanos.

-Nuna Hovy-

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top