Superhéroes- El equipo perfecto
La vida es tu ami-enemiga, algunas veces te empuja al vacío y otras te lleva a lo alto del Everest. Un claro ejemplo de esto fue el fin de año anterior.
Mi pareja había desaparecido, estaba con poco trabajo, tenía mala economía, era estudiante y no tenía dinero para ir a la casa de mis parientes, ya que ellos vivían en otro continente. Aunque eso, no me desanimaba, estaba feliz, porque, era optimista y tenía mucha energía (Dos cualidades que sigo teniendo). Estaba contento, porque había decidido ayudar a los indigentes, junto a otras cuatro personas que muchas veces se sentían desahuciados y que ante mi idea insistente, aceptaron el reto: Guthrie, Aster, Breena y Calder. Éramos el equipo perfecto.
Guthrie se encargaba de lo que íbamos a comprar, Aster exploraba la cuidad para ver cuantas personas indigentes había, Breena y Calder cocinaban y yo me encargaba de comprar los elementos que se necesitaban.
Todos comprendíamos a los necesitados, porque estábamos en una situación complicada.
Calder tenía hipocondría y se la pasaba encerrado, Guthrie se sentía solo y Aster padecía acoso por sufrir Cleptomanía, lo que la hacía medio antisocial. Breena era la única que estaba en una buena situación, pero comprendía a los pobres, ya que había tenido una infancia muy humilde.
Ayudar a la gente no fue fácil y trabajamos bastante para ello.
Guthrie, se había olvidado de comprar algo y se acordó a último momento. ¿Quién lo tuvo que buscar? Yo, y... ¡en bicicleta!
La odisea, era para buscar una jalea, ¡Sí! ¡Una insignificante jalea! ¡Que se puede comprar en el supermercado!, pero... bueno no soy cocinero, así que, no sé.
Al volver le entregué la jalea a Breena y luego miré con una mirada asesina al olvidadizo solitario.
—¡¿Qué tiene de especial esa jalea?! —Pregunté.
—Pos... es un sabor limitado, ¡Ni se Pa' que lo quieren! me contestó Guthrie.
—Bueno...uruguayo.
—¡¿Cuántas veces te dije que no soy uruguayo, 700?!
Cuando Breena y Calder terminaron de cocinar, todos nos dirigimos a nuestras casas.
Me acosté para descansar, hasta que sonó el despertador.
Me levanté de la cama, me bañe, me vestí y comí unas tostadas. Ya era fin de año...
—¡Jale! ¡¿Ya estás listo?! —Me preguntó Aster desde su ventana, que estaba al lado de la mía. (Ya que éramos vecinos).
—¡Sí! ¡Ya estoy!
—¡No encuentro los lentes Pa' ponerme! —avisó Guthrie.
—Yo, ya estoy afuera hace como una hora ¡Si que son dormilones! —razonó Breena
Una vez listos, cogimos las cosas y Aster nos guío, a donde debíamos ir. Me sentí feliz, la mayoría de la gente nos siguió hasta la plaza central y al rato ya empezamos a saborear una deliciosa tarta. Festejábamos por el año nuevo.
Todos me agradecían y ahí supe, que me había convertido en el héroe de la festividad. Había alegrado a muchos en la cuidad, a mis vecinos, a un montón de personas más y especialmente me alegré a mi mismo.
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