La Dama Escamas
Soñaba con sangre y con fantasmas negros, con estrellas y planetas nuevos, con lagartos y serpientes. Estiraba sus manos buscando liberarse o tal vez acariciar el horror. Caminó rápido, presa de la rutina, abrigada y con los auriculares puestos hacia la puerta de su casa. La abrió, y se paró en seco: la niebla había borrado las calles y los edificios; la realidad parecía haber sido engullida por una extraña fuerza que la dejó a medio masticar entre mundos. No volvió a pensar en eso, y apuró la caminata hacia la parada del colectivo.
Le pareció raro hallarla vacía. Se sacó los auriculares, y no encontró el silencio que esperaba, sino un zumbido bajo y punzante. A su lado, una burbuja demasiado grande para ser normal, demasiado bella para ser extraña, estaba suspendida en el aire. El zumbido se volvió agudo y una energía la recorrió. Ahora su piel tenía escamas violetas, su mano, tres dedos sedosos con uñas brillantes. Su lengua bífida dio unos latigazos y el gusto le dijo que había otros alrededor, quizás detrás de la niebla.
La burbuja desapareció, la niebla y su piel escamosa también. Llegó el colectivo y se subió con el resto de los pasajeros. Recuerda tu misión, dijeron los del otro lado. Volvieron la niebla y la soledad, las escamas y las uñas filosas. Iba a obedecer, pero se detuvo. Mostró sus colmillos, y siseó. Clavó sus garras en la burbuja, ésta se resquebrajó antes de estallar.
Abrió los ojos, de nuevo en el colectivo. Las últimasescamas desaparecían de su muñeca. En algún lugar un dragón volaba.
Publicado originalmente en Asterión Letrario Año VIII Septiembre-noviembre 2014
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