Invasores
Cuando tienen que pelear para defender el universo los llaman Guerreros Arcoíris, pero ellos prefieren los ciclos de paz en los que pueden crear e investigar. Durante esos ciclos son llamados los Guardianes Arcoíris.
***
La nave azul parecía un cóndor que surcaba el espacio. Tenía una especie de pico en la sección delantera, que podía funcionar como cañón láser. La cola, parecida a una flecha, servía como grúa y podía disparar. Las alas guardaban distintas cúpulas transparentes con huertas, bosques y lagos alimentados con luz absorbida de las estrellas. Todo había sido creado por el capitán Agustín, que acababa de hacer unos ajustes técnicos cuando sonó el comunicador.
Salió del hueco en la pared, ésta se cubrió en seguida con un panel, y les alcanzó sus herramientas a unos duendes de metal: sus robots. Un holograma le mostraba al Guardián Naranja, Alberto, vestido con el casco y el traje-armadura del mismo color. Le hablaba desde el interior de un robot en forma de dinosaurio, también naranja.
Estaba en un planeta donde estudiaba y convivía con esas criaturas. El Guardián Naranja había revivido a todas las especies y las había rediseñado como vegetarianas en un mundo nuevo, creando un ecosistema experimental que estaba dando resultado.
—Recibí un mensaje de Xernous —anunció Alberto, preocupado.
Cuando escuchó el nombre del mentor y creador de los Guardianes Arcoíris, Agustín tuvo que sentarse. Si Xernous les había enviado un mensaje desde su dimensión después de tantos ciclos en silencio, era de suma importancia.
—¿Qué sucede?
—Una fuerza de otro Multiverso intenta invadir el nuestro: son los Athoths. Están buscando adeptos para que los ayuden —explicó Alberto—. Astrid, la reina de las Viajeras, se lo advirtió a Xernous y le pidió nuestra ayuda. Se rumorea que los Athoths quieren contactar a una posible candidata al trono de las Viajeras.
—¡Una candidata al trono! ¡Estaríamos perdidos si los Athoths se alían con ella! —exclamó Agustín.
—Algunas naves de los Athoths lograron ingresar a nuestro Multiverso. Son invisibles para nosotros y para nuestra tecnología.
—Si logro encontrarlas podré crear algo que las haga visibles.
—Lo sé —dijo Alberto—. Según Astrid están en busca de la Esfera Pretérita, creada por los ancestros de los Félidos y los Cánidos. Podrían reprogramarla y, con ayuda de una Viajera traidora, terminar de invadir nuestro Multiverso. Los Félidos y los Cánidos ya fueron a detenerlos, puedo pasarte sus coordenadas.
Agustín aceptó la misión y suspiró, preocupado. ¿Pasarían de ser Guardianes Arcoíris a ser Guerreros?, se preguntó, ¿o podrían detener a los Athoths a tiempo? Miró el canalizador azul en su muñeca. Era un brazalete con circuitos, mecanismos y hologramas. Tocó unos botones y se transformó: lo cubrieron un casco y un traje azules, le apareció un cinturón plateado con un arma láser y lo rodeó una nube de discos holográficos con información. La tecnología en su espalda formó un propulsor y unas alas, y en el puerto de la nave Agustín se lanzó al espacio.
***
La nave del equipo de Félidos y Cánidos tenía forma de disco luminoso. En su interior, la capitana Lucía esperaba el reporte de sus compañeros. Era una Félida de cabello corto, blanco y ojos celestes y usaba un uniforme azul con líneas verdes.
—La frontera del Multiverso se mantiene estable. Todavía no hay registros de la fuerza invasora —informó Gurt, el Cánido negro, desde su central de hologramas.
—Seguimos en curso hacia las coordenadas enviadas por el Guardián Naranja —reportó la Félida Jazmín.
—Tengan preparadas las defensas y los láseres en todas las frecuencias —ordenó Lucía—. No sabemos con cuáles podremos atacar a los Athoths.
—Preparados —aseguró el Félido Mascha, luego de manipular algunos botones de luz.
—Estamos en la zona descripta por el Guardián Naranja. Comenzamos el rastreo de la Esfera Pretérita —dijo Jazmín. De pronto, la nave comenzó a sacudirse. Estaban siendo atacados, pero no podían ver a los enemigos.
—Es tal como nos informó el Guardián Naranja —recordó Gurt—. Son tan extraños que no podemos percibirlos.
—¡Aumenten las defensas! ¡Disparen al azar! Aunque no podamos verlos, acertaremos algún ataque. ¡Distráiganlos mientras ubicamos a la Esfera Pretérita! —ordenó Lucía.
—¡La estructura de la nave peligra! —gritó Mascha.
—¡Encontré la Esfera Pretérita! Está oculta en Hemera, uno de estos planetas —informó Gurt, y rugió cuando sus hologramas se deformaron—. No puedo calcular si la recuperaremos antes que los Athoths.
—¡Los escáneres fallan! —informó Jazmín con un bufido—. ¡Hay interferencias!
La nave volvió a sacudirse y sus tripulantes apenas pudieron sostenerse. Sonaron las alarmas y los hologramas empezaron a informar desperfectos técnicos. Evacuar, Evacuar, rezaban los carteles luminosos.
—¡La nave ya no resiste! —gritó Mascha, tomado con sus garras de los controles para no salir despedido.
Todo se detuvo, estaban cubiertos por una luz azul. En seguida, los sistemas se normalizaron y se actualizaron, la nave se reparó. En la pantalla central aparecieron las naves enemigas: eran unas estructuras de colores y formas desconocidas. Las atacaba una figura brillante.
—¡Es el Guardián Azul! ¡Él nos salvó! —exclamó Mascha—. Sus robots se tele-transportaron hasta aquí, y están terminando de hacer ajustes en el interior de la nave. ¡Tenemos nuevos láseres listos para atacar a los Athoths!
—¡Fuego! —gritó Lucía, y rayos azules invadieron el espacio.
***
Una vez que vencieron a los Athoths, el equipo de Cánidos y Félidos rescató la Esfera Pretérita de Hemera, un planeta desértico. Entre las dunas enormes hicieron el clásico saludo terrestre, estrechando la mano de Agustín, el Guardián Azul.
—Gracias por salvarnos —dijo Lucía.
—No hay de qué. Los enemigos pueden regresar en cualquier momento, pero ya estamos preparados para verlos y enfrentarlos.
—De nuevo, gracias a ti —afirmó Lucía.
—¿Qué haremos con la Esfera Pretérita? —preguntó Agustín—. Debemos esconderla en un lugar seguro.
A sus espaldas, surgió un portal rojo. Todos giraron hacia él, y vieron aparecer al Guardián Rojo, uno de los pocos Viajeros hombres, acompañado por Astrid, la reina de las Viajeras. Agustín sonrió y se saludaron.
—Podemos ayudarlos. Conocemos una dimensión segura donde esconder la Esfera Pretérita —dijo Astrid.
Lucía y su equipo estuvieron de acuerdo. Volvieron a su nave y se alistaron para salir con Astrid y el Guardián Rojo Viajero. Agustín, el Guardián Azul, se acercó hacia él y lo abrazó para despedirse.
—Envíale mis saludos al resto de los Guardianes.Volveremos a vernos pronto —le dijo.
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