XX. Espectro.

Todos aquí se encuentran reunidos al calor de la hoguera que forman los edificios que caen envueltos en llamas y los cuerpos que arden. Cada espectador es atrapado por el aroma a carne quemada, una exquisita mezcla de sangre fresca endulzada con ceniza y carbón; mientras son seducidos por la mujer que se encuentra danzando ante la sinfonía de gritos agónicos, sollozos de profunda desesperación.

Este es el espectáculo construido por la dama de los caídos y protectora de los infames; Arioch baila en el centro de esta hoguera maldita mientras todo cae a su alrededor.

"Bienvenidos sean todos a la noche de los malditos, festejamos durante el crepúsculo a los hombres que han hecho posible la resurrección de los espectros del pasado, de los espíritus del ayer y de los fantasmas que olvidaron." Se atreve a profesar, mientras un coro de maldiciones le ovaciona con fervor.

Ah, querida señora, te encuentras absolutamente ida en esta oda de horror donde los héroes te convirtieron en la villana principal de la obra. "¡Pues bien!" canta ella entre sonrisas insanas, arrastrándose entre los cadáveres y convirtiendo sus huesos sangrientos en una pista de baile: "¡Seré la villana que tanto anhelan! Pero esta es mi obra, mi acto, y ustedes los personajes secundarios."

El peso de sus palabras recae sobre la cabeza de los infames que hicieron de ella lo que es hoy, los asesinos de quien fue se arrastran entre los escombros mientras suplican un poco de piedad. No obstante, los espectros solo son eso, figuras irreales de personas que ya no están aquí; pedazos del pasado que murió a manos del presente y la daga del futuro.

Aun así, los más crédulos se atreven a pensar que detrás de la malvada mujer que baila de la mano con un cuerpo incinerado, todavía solloza el espectro de la doncella de la esperanza, de las mil mieles, amante de los corazones nobles y protectora de los inocentes.

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