Existe un hombre conocido como el eterno rey de las penurias, que vive atrapado en un jardín donde las flores nunca germinan. Aquellos que lo conocen siempre le preguntan "¿Quién es aquel que te ha traicionado? Abandonándote aquí, en un pasaje lleno de tristezas y pesadillas." Él yace solo en este paraje desolado, convirtiéndose en rey de una tierra sin gente, dueño de un palacio sin vasallos, que vaga por los pasillos sintiéndose traicionado y abandonado por aquel que solía llamar hermano.

Su propia familia lo dejó desamparado, su gemelo era un hombre dispuesto a desecharlo con tal de convertirse en el héroe de esta narración mientras a él lo señalaban como villano.

Ah, pobre rey de las penurias, eres un hombre desdichado que posee un jardín donde solo nace el pesar y la miseria. Tu reino es campo de promesas muertas, cosechas podridas, sueños imperfectos, sin alegría ni regocijo.

Está atrapado aquí, entre la tierra infértil y las ruinas de lo que solía ser un imperio, sellado por la maldición de su hermano que lo usó como señuelo para tener su propia historia de cuento; ¿Cómo pudiste, hijo del sol? ¿Cómo fuiste capaz de pisar a tu hermano solo para verte más grande y feroz? Hoy el rey yace encerrado en las catumbas que elegiste para él, mientras tú vagas por la tierra celebrando y atrayendo a un sinfín de niños ingenuos que confían en tu heroica palabra.

Desde aquí, la tierra de la tristeza, el jardín de las penurias, el rey observa y en silencio espera a que su hermano cometa un error que le cueste la vida. Solo necesita un error, solo uno que le permita arrastrar a su allegado hacia el pozo de los infelices y asfixiarlo en los lamentos de toda la gente que mató.

Sí, porque ese héroe que hoy vaga por la tierra celebrando, es el mismo que destruyó a su propio imperio y puso el centenar de cadáveres en las manos del rey de las penurias. Sin embargo, nadie lo sabe, porque la historia siempre la cuentan aquellos que se llevan la victoria.