Yo
Las mareas tenían un sonido peculiar; sonaban a una paz que podía volverse una gran tormenta. Si eso pudiera describir esa sensación que vivía por dentro entonces habría más claridad en esta densa oscuridad que habitaba dentro de mí. Quería salvarme, pero era tan escasas las opciones. Era ilógico; alguien buscando su salvación cuando lo único que lograba era ser su propia autodestrucción, yo era así...
Los desastres tienen sus nombres como yo también mantengo uno propio, mi tormento y mi desgracia no paraba. Seguía entrando en problemas y eso no quería detenerse, no podía contenerlo por mucho tiempo. Tenía miedo y culpa, sabía muy bien que estaba volviendome alguien tóxico más no tenía otras opciones a mi disposición.
Nunca pude cambiar para un bien, todo daño me parecía completamente agradable y es muy probable que empeore en cuanto deje uno de los trastornos que vive conmigo. Muchos dicen que es sencillo dejarlos ir, podría mejorar si yo me lo propongo, entonces, ¿Que me impide lograrlo? Millones de obstáculos que no paraban de presentarse frente a mi cabeza descontrolada, yo sabía lo inestable que era. No existía tratamiento que detuviera los sonidos de las voces; quería gritar y llorar, aunque aquello son una de las cosas que jamás me permito hacer.
Soy débil, no existe máscara alguna que pueda disfrazar mi dolor interno. No deseaba ser así, todos hablan de mí y nunca de la buena manera que hubiese preferido.
Es cierto soy problemático, pero no tengo el control de lo que me daña.
Es como una adicción al punto de poder morir y aún no hacerlo, me gustaba la sensación de falsa felicidad que tenía, ya estaba desesperado hasta volverme paranoico y sentir esa libertad desde mí corazón fue algo que me trajo de regreso sin embargo nada me impedía destruirme y a estás altura era lo único que deseaba.
Estaba cansado de herir y ser herido, lo había hecho de todo para curarme. Miles de tratamientos, terapias alternativas, conversaciones conmigo mismo, todo y nada funcionaba.
Tenía todo lo que podía desear, pero nada de eso me hacía feliz, estaba cayendo más bajo.
Mis problemas no eran con otros, todos siempre chocaban y mantenían un nombre: "Tú eres el problema"
Yo era mi propio destructor, no había amor que pudiera ayudarme, aún si era amado por muchos, no había amor por mi parte. Nadie tenía culpa de lo que me estaba volviendo, nadie. Tuve que llegar al punto donde tuve que dar por perdida está batalla y lamento que la forma de enterarse de esto sea así, en un escrito sin importancia.
Yo lo lamento, pero no puedo más.
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