Memorias de un amor perdido
Como el beso que nunca nos dimos en un atardecer de un día de verano, sentimientos que jamás fueron revelados de los labios del otro se pierde en mis añorados días que pasaron demasiado rápido, corazones que contradicen los hechos que los reúnen contra un mismo destino. El sonido de las aves sigue grabado en mi memoria haciéndose pasar por una canción de cuna que no se olvida, los ojos intensos que deseaban decir miles de palabras que eran calladas por una simple mueca entristecedora, solo fue una etapa más de nuestra juventud que se alejaba a cada segundo que ignorábamos la situación en la cual éramos los protagonistas. No quiero olvidar aquel pasado tan alegre como triste de lo que fue nuestra historia que jamás tuvo un comienzo, miradas apartadas que se perdían entre las hojas caídas de un invierno eterno que nos invadió de forma brusca. Era solo un amor tonto e inocente que se hizo presente de la manera más extraña que podíamos imaginar, un sentimiento mutuo que no supo cómo florecer y tuvo que marchitar con los años perdidos que se hicieron evidente tras una lejanía, no pudimos hacer nada aquello no sucedería y ambos lo sabíamos desde un inicio. El tiempo corto las cadenas que nos unían para dejarnos ser libres e ir por camino distintos por los cuales las figuras que avanzaban disminuías ante la vista del otro que se volteaba débilmente a observar si aquella figura regresaba corriendo, pero tales esperanzas se quedaron en el olvido. Un abrazo solitario dio por finalizada esta relación confusa en la que nos encontrábamos, la calidez de nuestros cuerpos no encajaba al igual que nuestras manos todo era tan disparejo, todos los sentimientos que creímos creer sentir fueron algo instantáneo y de cierta forma eso fue algo tan imperceptible, no supimos verlo con claridad, pero en esa época no sabíamos nada de lo que era amar, solo fuimos unos jóvenes ingenuos aturdidos por el avance del reloj que se volvía cada vez más rápido para nuestros ojos. Entonces los años nos enseñaron que los sentimientos confusos que tuvimos que vivir en la adolescencia nos hacen madurar para ser recordados con una nostalgia muy agradable que sorprenderían a aquellos jóvenes confundidos que una vez fuimos.
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