La chica de quién me enamoré
El amor es ciego, una frase tan cliché que no parara de ser repetida por más años que pasen.
No soy creyente de nada ni de nadie, considero el mundo un gris intermedio donde no existen ni buenos ni malos, simples personas que fueron condenadas a encontrarse habitando en un mismo tiempo y lugar. Me consideraba uno de esos infortunados, lleno de contradicciones como malas decisiones más todo en la vida cambia del mismo modo que lo hacen las olas ante la presencia de la luna cerca de ellas.
Sinceramente no creo que ella fuera una luna, ni un sol, menos un día azul. Diría que se trataba de un infierno andante en la tierra. Uno que quema con fuerza, destruye todo a su paso sin el menor grado de compasión, enloquece a los cuerdos y hace llorar a los indiferentes.
Estaba loca, era bruta y tenía un rojizo cabello, sus ojos esmeralda evadían los míos intencionalmente, su baja estatura nunca fue un problema a la hora de dar golpes. Su temperamento era intenso, su humor grosero como ningún otro, y su risa enloquecía a mi sentido racional.
Más con todos esos defectos así ella me enamoró.
Los principios siempre son complicados, en especial cuando existen diferencias que pueden ser tan enorme como torres. Sé que no quería nada con esa bruja, sigo pensando que no la quiero más ciertamente no puedes engañar al corazón.
No es la más femenina del lugar, tiene un modo agresivo de actuar como también para decir las cosas, miente tan seguido sobre temas absurdos. Suelta una burla por cada error que cometo, y se ríe en cuanto nuestras miradas se cruzan.
Tiene tantos defectos, y pocas virtudes más es eso lo que más me gusta. Porque cuando me demuestra algo sé que es sincera. Puedo estar al borde de mi oscuridad más sé que no caeré en mi abismo de lamentaciones porque ella me detendrá, su fuerza me resguarda del mismo modo que lo haría un escudo. Lloraría frente a ella con total confianza sabiendo que jamás se burlaría de mis sentimientos.
Es mala en muchas cosas y sin embargo es tan buena en otras.
La chica de quién me enamoré no es precisamente perfecta, ni una de cuento de hadas, no es muy extraordinario es más bien común y corriente. Una condenada más en esta miserable tierra en donde nos fuimos a encontrar, yo sé que no soy el mejor diría que el mejor modo de describirme es por un simple neutro más entre lo neutral puede existir un fuego.
Uno cálido que se enciende en cuanto hay un leve contacto con otra materia.
No somos perfectos, ni tampoco imperfectos, somos todo y a su vez nada. Ella es mi infierno danzante, y yo soy su gris intermedio. No hay color en este amor más no por ello quiere decir que el sentimiento no sea fuerte, sino que es resistente.
Esta fuera de sus cabales, habla vulgar, es testaruda como nadie, es molesta e irritante, y aunque todo eso sean cosas de mal gusto para algunos para mí son las principales razones para decir que me ha cautivado este corazón sin tuercas con la cual funcionar.
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